Volumen 1, No. 2, Art. 30 – Junio 2000
Entre la prescripción y la acción: La brecha entre la teoría y la práctica en las investigaciones cualitativas
Esther Wiesenfeld
Resumen: Enfoques recientes de investigación en psicología, como la investigación emancipadora, cooperativa, construccionista, investigación-acción-participativa, etnografía crítica, coinciden en proponer un modelo de relación entre investigador/a e informantes caracterizado por la simetría, dialogicidad, colaboración y respeto mutuos, así como la co-implicación de la subjetividad de ambos a lo largo del proceso investigativo. Si bien esta forma de concebir dicha relación sugiere una epistemología diferente a la que ha orientado a la investigación tradicional, nos preguntamos en qué medida se está cumpliendo este nuevo modo de relación, de qué manera se está entendiendo y cómo se está implementando.
En este artículo y con base en el análisis de trabajos teóricos, reportes empíricos de investigación cualitativa y mi propia experiencia de investigación, aporto algunos elementos que den cuenta de los diversos significados y modalidades que adoptan estos planteamientos en la práctica, así como de los diferentes procedimientos que se emplean para satisfacerlos. Esta diversidad nos lleva a cuestionar la confluencia entre la praxis investigativa con la epistemología propuesta en los enfoques mencionados y por ende a plantear ya sea la revisión de los supuestos que orientan la relación investigador/a-informante o la forma de llevarlos a la práctica.
Palabras clave: investigación cualitativa, lugar del/de la investigador
Índice
1. Introducción
2. La relación investigador/a – sujeto en la investigación cuantitativa
3. La investigación cualitativa
3.1 Antecedentes
3.2 La relación investigador/a – informante en la I.C.
3.3 La práctica de la investigación cualitativa
4. Conclusión
A poco menos de tres décadas de la conocida crisis de la psicología social, crisis que significó una acentuación de la polémica sobre la pertinencia del paradigma Positivista en psicología, podemos afirmar que estamos asistiendo a una creciente reivindicación y aceptación de los paradigmas interpretativos como un modo alternativo de acercamiento y de conocimiento de la realidad. [1]
Este giro paradigmático supone a su vez el empleo de la investigación cualitativa como una estrategia de investigación opuesta a la metodología cuantitativa y a su énfasis en garantizar la objetividad del proceso investigativo y la veracidad, validez y potenciar de generalización de sus resultados. Hablamos pues, de una propuesta metodológica contraria a la creencia en: a) la existencia de una realidad objetiva, independiente de nuestras experiencias en ella; b) la objetividad como la forma privilegiada de acceder al conocimiento de dicha realidad y c) la neutralidad científica como la forma de aprehender nuestro objeto de estudio. Esto no quiere decir que el nuevo paradigma niegue la realidad sino la idea de su existencia como una condición absoluta, externa y separada de nosotros, y hacia la cual reaccionamos independientemente del contexto en el que se sitúe. De acuerdo con este paradigma, la realidad es concebida en términos de los significados construídos y reconstruídos por las personas con base a sus experiencias en contextos particulares (IBAÑEZ, 1994). En concordancia con MILLER y GLASSNER "la investigación no puede proveer el reflejo en espejo del mundo social al que aspiran los positivistas, sino proveer acceso a los significados que la gente atribuye a sus experiencias en el mundo social" (1997, p.100). [2]
La investigación cualitativa reivindica un relación de proximidad entre los distintos actores del proceso que se investiga, lo cual supone una actitud y un rol diferentes por parte del/la investigador/a. [3]
Es precisamente este último tópico el tema central de este artículo: analizar el lugar del /la investigador/a en la investigación cualitativa (IC). Para esto me he trazado los siguientes objetivos: 1) exponer algunas críticas a las características de la metodología cuantitativa, particularmente aquellas relativas a la relación sujeto- investigador/a, 2) presentar las propuestas que con respecto a dicha relación plantea la investigación cualitativa (IC), y 3) analizar críticamente la puesta en práctica de dichas propuestas, a partir de la revisión de artículos teóricos y reportes de investigaciones basados en las mismas. [4]
2. La relación investigador/a – sujeto en la investigación cuantitativa
La relación investigador/a – sujeto en las distintas etapas del proceso investigativo, es uno de los temas en los cuales la investigación cuantitativa ha recibido una serie de críticas. Al respecto se sustenta que la metodología cuantitativa, se caracteriza por una retórica de preguntar, investigar, publicar, que intenta evitar sesgos de género, raza, clase social, en aras de la neutralidad científica. Evidencia de ello son las normas de publicación de la American Psychological Association (APA), que exigen un estilo de reportar que evidencie la distancia requerida entre investigadores/as y sujetos de estudio, lo cual supone aumentará las posibilidades de dicha neutralidad (SCOTT & KATZ, 1995). O en términos de LEUDAR y ANTAKI (1996), de una investigación monológica que concibe como buenos datos aquellos no contaminados por el/la investigador/a. Para ello una de las estrategias empleadas es omitir en los reportes cualquier referencia a ambos. [5]
BILLIG (1994) llamó a esta estrategia "la despoblación del sujeto en los reportes psicosociales" y la ilustra a partir del análisis de los artículos de los dos primeros números de 1991 de la Revista European Journal of Social Psychology (EJSP). En ellas Billig identificó formas impersonales de referirse a los sujetos, al autor, a sus colaboradores y encuestadores, al procedimiento seguido para la selección "aleatoria" de la muestra, a su descripción en términos de género, edad, clase social Todo ello bajo la justificación metodológica de que un mayor detalle afectaría la imagen de homogeneidad y por ende de potencial de generalización de los datos. De este modo los sujetos se presentan como un grupo homogéneo tal que cualquiera de ellos puede ser reemplazado por otro, como si el resto de los factores, que precisamente constituyen el objeto de interés para la disciplina, fueran homogéneos. Se espera entonces que el azar contribuya a disipar cualquier probabilidad de introducir el error de las diferencias individuales. [6]
WALSH BOWERS (1995) hizo un trabajo similar al de BILLIG basado en 3001 reportes de investigación en las áreas de psicología interpersonal publicados en intervalos de 10 años entre 1939 y 1989 en 7 revistas estadounidenses y una revista canadiense. Analizó dos grandes dimensiones: 1) formas de relacionarse investigador/a – sujetos, 2) formas de escribir y designar, o sea dar información de los involucrados (género, entorno, tipo de participante). Concluyó que los reportes son despersonalizados, en tanto los investigadores utilizan a sus sujetos como fuentes de datos sin reportar acerca de su consentimiento, feedback, o cualquier otra reacción. Tampoco describen a los encuestadores ni a los entornos del estudio; los científicos utilizan la voz pasiva e incluso sustraen lo informal del reporte para hacerlo parecer mas serio y publicable. Esto ocurre en cada una de las fases de la descripción de la investigación (metodología, análisis, resultados). Asimismo ULICHNY (1997) ha señalado que la relación investigador/a- informante se ve oscurecida en los textos de psicología social. [7]
Estos hallazgos han sido interpretados como evidencia del temor asumido por los investigadores/as de incluir signos de retórica que inhiban el acceso a la "verdad" (BILLIG, 1991) y que tiñan reportes objetivos con los sesgos asociados a otro tipo de retórica como la literaria o política (BAZERMAN, 1988). [8]
Las características descritas han sido cuestionadas en una serie de aspectos. Una de ellas consiste en retar la posibilidad de obviar o neutralizar la presencia del investigador/a, ya que incluso en situaciones experimentales, en las que se supone que los sujetos se abstraen del contexto, se argumenta que estos se colocan en la intención argumentativa del investigador/a y actúan en su presencia (BILLIG, 1994). [9]
Asi mismo se critica el intento de homogeneizar sujetos cuyas particularidades y cotidianidades, de interés para los psicólogos, son anuladas en aras de la generalización estadística. Esta retórica de la psicología tradicional basada en la retórica del realismo de los "hechos", sustrae a los sujetos de lo que FOUCAULT llamó la individualidad ordinaria cotidiana (1979, p.91) ejemplo de lo cual son las conocidas referencias al "Experimentador" y a los "Sujetos". Coherente con este principio, el reporte excluye las construcciones textuales del sujeto y en su nombre se erige omnipotente la figura paradójicamente ausente del investigador/a, quien interpreta a aquellos con los que no tuvo sino una relación distante, utilizando la voz pasiva, despersonalizada y descontextualizada a fin de evitar intromisiones inconvenientes que le resten seriedad y credibilidad al texto. [10]
BAZERMAN (1988, citado por WALSH BOWER) cuestiona este esfuerzo orientado a la búsqueda de la verdad, por cuanto sostiene que la retórica no escapa a ningún tipo de reporte, incluyendo el científico. Concuerda con SCOTT y KATZ (1995) en que los reportes de investigación no dan cuenta de los esfuerzos privados del investigador/a, en tanto la ideología científica presenta una secuencia instituída de comunicaciones y supuestos epistemológicos y relaciones entre escritores, editores, árbitros y lectores, que no admiten este tipo de retórica. [11]
Adicionalmente, las prácticas linguísticas utilizadas por los psicólogos en sus reportes no se discuten en sus publicaciones, lo cual constituye una limitación ya que, tal como lo señalan los proponentes del movimiento "retórica de la investigación" (SHOTTER, 1993), los escritos académicos, sobre todo en las ciencias humanas y sociales tienen su propia retórica persuasiva de modo que lo que se escribe construye la disciplina (BAZERMAN, 1988). [12]
Otra crítica, vinculada con la ausencia del/de la investigador/a en estos reportes, se refiere a la falta de referencias sobre cuestiones relativas a su responsabilidad ética y preocupación por la dignidad y bienestar de "sus sujetos", a la responsabilidad que tiene al representar mediante sus reportes a los "otros", de asignar significados a sus acciones, todo lo cual equivale a la mentalidad de la relación colonizador – colonizado (ULICHNY, 1997, WALSH BOWERS, 1995) o de iluminación (MORGAN, 1996), de modo tal que el sujeto que conoce ilumina al objeto conocido. Al respecto, estos autores advierten sobre el peligro de desarrollar teorías y prácticas con importantes implicaciones en la vida de las personas a las que se refieren y sobre las cuales estas permanecen ajenas. A su juicio, este tipo de "conocimiento científico" no sólo desconoce el contexto de los sujetos, sino que al atribuirles un conjunto de cualidades los construye de un modo que usualmente dista de los significados que ellos elaboran sobre sus sentimientos, pensamientos y prácticas sociales, pero que con frecuencia los estigmatiza (MARECEK, FINE & KIDDER, 1997; IBAÑEZ, 1994). [13]
Esta relación confusa y asimétrica en la que el investigador/a asume por una parte una actitud prepotente y de enorme responsabilidad al suponer que puede hablar por el"otro", e interpretar con precisión su mundo de vida, y a la vez una falsa modestia al ausentarse de los reportes que elabora, revela que las imposiciones de identidad por parte de paradigmas que reclaman neutralidad, aún a sabiendas de las dificultades y falacias que ello implica,. no funcionan de manera adecuada (WALKERDINE, 1990, p.198, citada por BROWN, 1997, p.699). En respuesta a ello se propone superar las barreras que separan al investigador/a de sus objetos de estudio, tanto en el lenguaje, como en el proceso de recolección y reporte de la información (LEUDAR & ANTAKI, 1996). [14]
Las críticas expuestas y las sugerencias para superarlas provienen fundamentalmente de propuestas integradas en lo que podríamos denominar paradigmas alternativos o emergentes, entre cuyas características está el empleo de la investigación cualitativa. [15]
3. La investigación cualitativa
El uso del término "investigación cualitativa' (IC) se remonta a principios de siglo, en disciplinas como la sociología y la antropología y desde entonces son múltiples las ciencias humanas (educación, psicología, trabajo social, comunicación social), paradigmas (feminismo, estudios culturales, postpositivismo), enfoques teóricos (etnometodología, fenomenología, teoría crítica, neomarxismo, postestructuralismo, construccionismo) estrategias de investigación (teoría fundamentada, estudio de caso, etnografía, investigación-acción-participativa, investigación construccionista), métodos de recolección de información (entrevista, observación, relato de vida) y técnicas de análisis (semiótica, hermeneutica, análisis del discurso, análisis de contenido) que en diferentes etapas de la historia y de diversas maneras han adoptado e implementado este tipo de investigación. [16]
El período actual se caracteriza por la proliferación de diversas alternativas de concebir la realidad y de legitimar formas de conocimiento y prácticas sociales que apoyen compromisos políticos y morales para construir un mundo mejor (KENDALL y MICHAEL, 1997). [17]
En psicología su expresión ha sido particularmente notoria en el desarrollo de las diferentes versiones de la psicología social postmoderna tales como la psicología social crítica (BURMAN, 1997a, 1997b; PRILLELTENSKY, 1994; WEXLER, 1991; PARKER, 1997; IBAÑEZ E IÑIGUEZ, 1997); liberadora (MARTIN BARO, 1985; THOMAS, 1998), emancipatoria (SAMPSON, 1991, 1993) y en áreas recientes y novedosas como la psicología del género, psicología política psicología social comunitaria, psicología de la pobreza. [18]
Aún cuando se reconoce la dificultad de definir y caracterizar este tipo de tendencias, debido a la heterogeneidad de posturas que la integran, todas ellas comparten : 1) la crítica a la metateoría, a las grandes narrativas propias del Positivismo, las cuales se sugieren reemplazar por comprensiones locales y contextuales de los procesos estudiados; 2) el compromiso con diferentes formas de construccionismo social y con políticas progresistas que se colocan del lado de los sectores explotados y oprimidos; para lo cual se propone complementar la teorías y la investigación con acciones que favorezcan el cambio social y la emancipación; 3) el interés por las prácticas discursivas y la comunicación, 4) el empleo de recursos linguísticos y convenciones que permitan reconceptualizar las nociones de "self" y otros procesos sociales que construyen socialmente el mundo; 5) la crítica al role intervencionista del investigador/a en la producción del conocimiento y paradójicamente a su ausencia en los reportes de investigación, 6) el empleo de métodos cualitativos de investigación, entre otros. (GERGEN 1996; BRYDON-MILLER, 1997; KENDALL & MICHAEL, 1997; SPEARS, 1997; POTTER & WETHERELL, 1995, 1997, SARBIN, 1986, SHOTTER & GERGEN, 1989) [19]
3.2 La relación investigador/a – informante en la I.C.
Existe acuerdo en concebir la IC como un campo de indagación en sí mismo (DENZIN & LINCOLN, 1994) que intenta capturar el sentido que subyace a lo que decimos sobre lo que hacemos a partir de la exploración, elaboración y sistematización de los significados de un fenómeno, problema o tópico (BANISTER, BURMAN, PARKER, TAYLOR & TINDALL, 1994), y de reflexionar sobre ellos a fin de transformarlos . [20]
Entre las características más resaltantes de este tipo de investigación, particularmente con respecto a la relación investigador/a-informante podemos mencionar:
La IC favorece el estudio de los procesos en el ambiente natural, en tanto se sostiene que los procesos son inseparables de su contexto y por tanto su comprensión se enraiza en las características y experiencia personal de los actores del mismo, en sus historias personales, géneros, razas, etc. (TOLMAN & BRYDON-MILLER, 1997). [21]
Dichos procesos son interpretados en términos de los significados que la gente elabora sobre ellos. En consecuencia interesa acceder a la información proveniente del conocimiento del sentido común de los informantes sin partir de categorías previamente definidas por el/la investigador/a, es decir, es inductiva (MANNING, 1997). [22]
Se admite la imposibilidad de acceder directamente a la experiencia vivida por parte de los sujetos de investigación, de allí que reconoce la importancia del lenguaje, el poder del discurso, de las narrativas, de los textos, como constructores de realidades (IBAÑEZ, 1994). [23]
La interpretación de los fenómenos estudiados es multivocal y dialógica ya que se erige sobre las construcciones de los diferentes actores, incluyendo las del/la investigador/a. Niega así el carácter privilegiado de cualquier discurso, de manera que el punto de vista del/la investigador/a no prevalece sobre el del informante sino que se reconoce como una interpretación más. [24]
La investigación es entendida entonces como un proceso relacional, en tanto la construcción que cada quien elabora moldea y es moldeada por la de su interlocutor/a. [25]
Es reflexiva porque permite analizar la influencia del proceso en sí mismo y en los demás (RICHARDSON, 1995). [26]
Es también subjetiva, por cuanto reconoce el sesgo particular de la propia historia del/la investigador/a en su aproximación al objeto de estudio y a la interpretación de las narraciones de los informantes. Más aún, se acepta que el investigador/a comparta en lo personal, profesional, político con sus informantes (GERGEN, 1990). [27]
El conocimiento se fundamenta entonces en la experiencia compartida y dialogada (REASON, 1994). Se espera, en consecuencia, que los resultados de este tipo de investigación constituyan productos negociados o co-construcciones entre investigador/a e informantes, concebidos ambos como entes activos en este proceso (MANNING, 1997). [28]
Visto de este modo la investigación conlleva en si un aprendizaje mutuo que beneficia a los distintos actores (KENDALL & MICHAEL,1997), así como a la disciplina misma y facilita el trabajo conjunto orientado a promover el cambio social y la emancipación, de grupos minoritarios (TOLMAN & BRYDON, 1997) hacia los cuales se orienta en parte el esfuerzo de los profesionales comprometidos con este enfoque (DENZIN & LINCOLN, 1994; BANISTER et. al, 1994). [29]
Como se desprende de las características expuestas, la investigación cualitativa reivindica una forma de relación investigador/a-informante, en la que las experiencias de vida de los informantes y los significados que les asignan se reportan en un clima de horizontalidad, donde prevalece el respeto mutuo, el diálogo reflexivo y se acepta el involucramiento de la subjetividad del/la investigador/a en dicho proceso. No se propone idealizar el saber del otro ni subestimar el propio en tanto investigador/a que se reconoce ignorante respecto al conocimiento del sentido común que desea comprender. Por el contrario se trata de compartir saberes, reflexionar conjuntamente sobre ellos y derivar aprendizajes que se traduzcan en conocimientos útiles y en acciones transformadoras para los informantes, y en el desarrollo teórico de la disciplina a través de publicaciones e intercambios con pares para los /as investigadores/as (TOLMAN & BRYDON-MILLER, 1997). [30]
3.3 La práctica de la investigación cualitativa
La creciente popularidad de la IC en psicología en los últimos años, también se ha visto acompañada de diversos planteamientos y críticas surgidas recientemente en torno a la forma de implementar la metodología correspondiente en las distintas fases de la investigación. Esto sugiere la necesidad de revisar los principios que orientan esta estrategia investigativa, ya sea para reforzarlos y generar propuestas que orienten a los investigador/aes en este quehacer, o para reformulalos a fin de adecuarlos a las posibilidades que brinda la praxis de la IC. [31]
Aunque reconocemos que las distintas disciplinas dentro de la psicología abordan este tipo de investigación de manera diferente, en virtud de sus intereses particulares y emplean diversas estrategias de investigación, analizaremos algunos aspectos generales que asumimos comunes a cualquiera de ellas, a saber: ¿qué está sucediendo en la práctica de la investigación cualitativa?, ¿en qué medida se han implementado las características expuestas y por ende superado las críticas señaladas a la metodología positivista ?, ¿cómo se ha asumido la presencia tanto de informantes como de investigadores/as en los reportes de investigación cualitativa? ¿cómo se ha expresado la subjetividad del/ la investigador/a?, ¿cómo se ha reivindicado la diversidad y singularidad de los informantes?, ¿ cómo se ha incorporado en el reporte la voz de los actores, incluyendo la del/ la investigador/a, la interacción entre ambos, el análisis e interpretación de la información, la discusión de las prácticas linguísticas empleadas por le/la investigador/a? [32]
He basado el análisis de estos aspectos en la revisión de artículos teóricos sobre investigación cualitativa publicados en textos de investigación cualitativa (DENZIN & LINCOLN, 1994; MORSE, 1994) y en diferentes revistas psicológicas (Theory and Psychology, Journal of Social Issues, Qualitative Inquiry, American Journal of Community Psychology, Revista de la AVEPSO ), reportes de investigaciones cualitativas y mi experiencia con este tipo de investigación. Como veremos, dicho análisis sugiere que la puesta en práctica de las características relativas a la relación investigador/a – informantes en la IC (simetría, dialogicidad, multivocalidad, coautoría, contextualización de los resultados, narraciones que den cuenta de la experiencia subjetiva del/la investigador/a, la superación de su anonimato), no ha sido tarea fácil. [33]
En efecto,
Si consideramos que el/la investigador/a es quien generalmente selecciona y se aproxima a un contexto con el que se familiariza, sin que lo mismo ocurra con los informantes en dicho contexto; que llega motivado por ciertos propósitos, que independientemente que los negocie o modifique en el curso de su interacción, lo colocan como promotor/a de un proceso; que tiene acceso a la subjetividad, intimidad del informantes en virtud de su entrenamiento para preguntar, argumentar, reportar; que usualmente es quien pregunta y el informante responde, sin que nada de esto ocurra a la inversa; debemos admitir que no estamos frente a una relación simétrica. [34]
Adicionalmente, el investigador/a publica y gana prestigio y reconocimiento a partir de las vidas de otros sin que algo equivalente ocurra del lado del informante (CHATAWAY, 1997; ULICHNY, 1997; MANNING, 1997). [35]
De acuerdo con KENDALL y MICHAEL (1997), la necesidad de que el trabajo realizado sea reconocido entre pares, cuyos mundos de vida guardan distancia con los de los protagonistas de las narraciones a las que acceden, tiene el inconveniente adicional de atrapar al/a la investigador/a dentro de reglas metodológicas que paradójicamente lo llevan a establecer barreras con la experiencia a la que se desea acercar y comprender. [36]
En este orden de ideas, las expectativas con respecto al impacto de la IC son diferentes para ambos actores. Así, mientras por una parte se espera que la investigación genere cambios en las construcciones discursivas y/o en las acciones de los informantes, que promuevan transformaciones liberadoras, por la otra se espera que el/la investigador/a genere un producto teórico que aspira divulgar en publicaciones especializadas ajenas a los protagonistas que lo posibilitaron , tanto por el lenguaje técnico empleado, como por el tipo de publicación en la que se divulga. [37]
Resulta llamativo que la voz del otro que se intenta rescatar se canalice a través de fuentes que se limitan a la lectura de dichas experiencias, sin que la misma se traduzca en acciones reivindicativas. Es decir la voz se recupera para quedar nuevamente silenciada entre los lectores de los textos científicos en los que estas experiencias se reportan y queda circunscrita al entorno de estos agentes. [38]
Si se toma como ejemplo el trabajo de analistas del discurso quienes identifican estrategias discursivas que contribuyen ya sea a silenciar, resistir, reproducir relaciones de opresión, resulta contradictorio con los principios de la psicología emancipatoria no proveer a los informantes de este conocimiento y restringirlo a un grupo limitado de personas que no son usuarias de dicho saber, en los términos de promoción del cambio sugerido por las tendencias críticas de la disciplina. [39]
En segundo lugar: si a) reconocemos que una de las formas más frecuentes de introducir la voz del informante en la investigación cualitativa es a través de citas textuales de sus discursos, las cuales son seleccionadas, analizadas, interpretadas y reportadas por el/la investigador/a, aún cuando hayan sido previamente discutidas y negociadas con dichos informantes, y b) tal como opina ULICHNY (1997) esto debe ser así, puesto que el/la investigador/a es quien tiene la responsabilidad y autoridad para representar a la comunidad o situación, de asignar significados a las acciones de los informantes, se refuerza la falta de simetría y de dialogicidad, en tanto los protagonistas no participan en la interpretación de sus propios discursos. [40]
Además, dado que para su análisis las citas son usualmente separadas del contexto dialógico en el que se producen (SAMPSON, 1993); que las mismas no diferencian a los informantes entre sí mas allá de su género, edad, o cualquier otra condición general, lo cual equivale a una despoblación del sujeto similar a la que se le critica a la metodología positivista (BILLIG, 1994); tampoco estamos frente a una relación que dé cuenta del contexto y diversidad de los diferentes actores. [41]
Si esa doble redacción, en la que aparecen las citas textuales de los discursos de los informantes y les anteceden o siguen las interpretaciones del/la analista, sugiere que se exponen dos subjetividades, de las cuales se supone que la del/la analista interpreta la de los/as informantes, pero no reporta sus comentarios o reflexiones que motivaron el discurso del cual se extrae la cita, su posición frente al tema tratado, su contexto personal que lo/la lleva a comprender del modo que lo hace y no de otro, el impacto de la experiencia en su vida personal y profesional (aún cuando este /a si lo hace respecto a los informantes), podemos sugerir que el reporte de dicho análisis tiende a ocultar la reflexividad del/de la investigador/a y a subestimar su ingerencia en la co-construcción de los discursos que analiza (LEUDAR & ANTAKI, 1996). [42]
Tal como se desprende de las lineas anteriores, los cambios producidos en su vida personal así como en su vida profesional, a nivel de la docencia, del establecimiento de relaciones más democráticas con sus estudiantes, de sus modos de reportar, permanecen en el anonimato. [43]
Se ha señalado que incluso en los estudios etnográficos, que tradicionalmente incorporaban el relato de la experiencia de los/as investigadores en sus reportes, sobre cómo se sintieron y comportaron en la actividad de campo, estos recuentos han quedado marginados a prefacios y apartados separados (DENZIN, 1996; RICHARDSON, 1995). Ello constituye una omisión importante si se parte de un paradigma que reconoce que la mera presencia del/de la investigador/a influye en los discursos y prácticas sociales de sus interlocutores y a la inversa. (MORGAN, 1996) [44]
Como forma de difundir los puntos de vista en cuestión, MARECEK, FINE y KIDDER (1997) proponen elaborar reportes que contengan reflexiones sobre experiencias previas ya publicadas. Pienso, que hacerlo de esta manera, en vez de incluirlas en el reporte mismo, es reforzar el anonimato del/la investigador/a tanto en el curso de las investigaciones reportadas como en su difusión. [45]
Uno de los ejemplos detectados en la literatura que incorpora el análisis del impacto personal de una investigación en los participantes, es el reportado por BRINTON-LYKES (1997). La autora analizó una experiencia que llamó: investigación – activista – participativa, realizada con un grupo de Mayas en Guatemala y en dicho análisis reportó los efectos personales de su la convivencia con este grupo que ha estado en situación de guerra durante mas de 36 años. Considera que su relación con ellos se puede calificar como la de LA OTRA QUE SE POSICIONA (situated other), reconociendo que su origen e intereses, la colocan frente al otro como agente externa, que con el tiempo se compenetra con ese otro, influye sobre él y es influida por este, lo que le permite situarse en el tiempo como agente interna y externa a la vez. [46]
ULICHNY (1997) concuerda con este doble posicionamiento de los/as investigadores/as en virtud de lo que considera sus afiliaciones temporales y los múltiples roles que deben cumplir a lo largo del intercambio con los informantes. [47]
Contrario al planteamiento de BRINTON-LYKES y ULICHNY, Alejandro MORENO no sólo considera posible dejar de ser agente externo, sino también necesario para la comprensión del OTRO. Para MORENO la única forma de acceder hermeneuticamente a lo que llama "episteme popular" (MORENO, 1993) es insertarse e implicarse dentro del mundo de vida de los sectores populares, lo cual a su juicio sólo es factible a través de la estrategia que denominó: "investigación convivida". Ilustración de ello es el libro Historia de vida de Felicia Valera , del cual MORENO es coautor (MORENO y otros, 1998) junto con otros miembros de la comunidad en la que reside y con la que investiga. [48]
Adicionalmente, si al decir de RICHARDSON (1995), el advenimiento del post-estructuralismo ha: a) legitimado la narración de la historia, agenda personal, creencias y valores del/la investigador/a, considerado como un deber ético extender nuestra reflexividad a nuestras prácticas de escritura, propuesto incorporar nuevas formas narrativas que permitan dar cuenta de las emociones y de la riqueza de las informaciones provenientes de estrategias cualitativas de investigación, que transmitan las historias que las personas desean revelar, y que constituye su forma cotidiana de comunicarse (EISNER, 1997), pero los reportes continúan redactándose de forma que satisfagan los criterios que rigen las revistas científicas tradicionales, debemos aceptar que aún en el presente, los psicólogos no han manifestado el impacto transformador del lugar del lenguaje en las ciencias humanas. (SCOTT & KATZ, 1995) [49]
Al respecto RICHARDSON (1995) sugiere reportar a través de narraciones en primera persona y de comentarios en el texto relativos a la influencia del proceso en cada uno de los participantes A su juicio este procedimiento desmistifica el proceso de escritura ante el estudiante y amplía la comprensión de los lectores. Propone incluso escribir de manera diferente para las distintas audiencias. [50]
Uno de los pocos trabajos detectados, en el que los autores exponen sus experiencias de forma novedosa, es el de FINLEY y KNOWLES (1995) quienes reportaron una investigación en la que ellos eran a la vez informantes. El tema que trataron fue el de las experiencias artísticas en investigadores/as y de investigación en artistas. Los autores narraron sus experiencias artísticas, y recopilaron además narraciones de otros/as investigadores/as y artistas, acerca de la influencia del arte en sus respectivas visiones de mundo. El artículo tiene varias entradas y los autores giraron instrucciones acerca de como leerlo, advirtiendo que el estilo narrativo adoptado representaba una propuesta alternativa al estilo tradicional que omite el arte del discurso acerca de los procesos que aborda. [51]
Otras propuestas incluyen referirse a las distintas formas de posicionarse en el diálogo, e incluir la descripción del contexto del narrador al reconstruir el diálogo con sus informantes (LEUDAR & ANTAKI, 1996). [52]
Si bién es cierto que estas modalidades rescatan la presencia del/de la investigador/a en el texto, no aclaran de qué manera los protagonistas acceden a estos reportes ni su ingerencia en su producción. Para ello habría que considerar las posibilidades de coautoría en distintos contextos (comunitario, académico) (LINCOLN, 1997; HERON & REASON, 1997), o que sean los mismos protagonistas de los procesos los que escriban sus propios reportes (GERGEN, 1997). A propósito de esto, hace unos días me llegó un volante del Journal of Community, Work and Family que se edita en Inglaterra, invitando a no profesionales a enviar artículos para esta Revista, lo cual muestra que también es importante reivindicar la presencia del informante en contextos de difusión limitados a los profesionales. El caso anteriormente descrito de Alejandro MORENO es un ejemplo de esta posibilidad. [53]
Preguntamos sin embargo: si esta propuesta es una muestra de la reivindicación de la simetría, ¿ no debiéramos consultar a los involucrados acerca de su deseo de escribir estos reportes, sobre todo cuando se trata de poblaciones que con frecuencia deben atender necesidades básicas entre las cuales la redacción de informes no es precisamente una de ellas? [54]
Otro aspecto que se cuestiona es que el vínculo teoría-praxis propuesto en la investigación emancipatoria no se ha expresado, ya sea porque se ha privilegiado la producción teórica (ULICHNY, 1997) o el reporte de la experiencia sin su correspondiente teorización (WIESENFELD, 1997). [55]
Incluso se critica el hecho que con frecuencia los reportes de las investigaciones cualitativas se usan como argumentos a favor o en contra de posturas teóricas, en debates entre pares (LEUDAR & ANTAKI, 1996) y en consecuencia se distancian de los fines prácticos que en teoría motiva este tipo de estudios. [56]
Una excepción a esta tendencia es el intento de integración entre teoría y acción es el que presenta ULICHNY (1997) quien desde la perspectiva de la etnografía crítica y la investigación acción participativa acompañó a estudiantes y profesores de un liceo en un proyecto de reforma educativa, que tenía como base el dilema: reformar o transformar. La etnografía crítica le permitió entender la perspectiva émica de los distintos participantes y explicar la evolución del proyecto dentro de una estructura social compleja. la acción se vió favorecida a su juicio por su pronunciamiento público respecto a su comprensión y posición respecto al tema objeto de discusión. [57]
También merece la pena mencionar la crítica de algunos psicólogos sociales postmodernos respecto a la estratificación, dispersión , individualización de sus profesionales, cuyas acciones aisladas son contrarias a los principios que defienden, esto es promover un movimiento que cuestione los principios que reproducen arreglos sociales que legitiman la opresión, incluyendo la propia dificultad que han tenido los propiciadores de los movimientos críticos de la disciplina en abrir espacios de discusión y confrontación a nivel académico (KENDALL & MICHAEL, 1997) Relacionado con este punto WEXLER (1991) ha señalado que a nivel de la academia reproducimos prácticas de opresión similares a las que se generan en el seno de la sociedad mayor entre grupos con y sin poder (político, económico). Hace referencia particularmente a la relación entre las llamadas ciencias duras y las ciencias sociales. [58]
Finalmente, y vinculado con el punto anterior, si la I.C defiende principios éticos y morales orientados por el deseo de un mundo mejor para el oprimido (KENDALL & MICHAEL, 1997), ¿ por qué estos no se aplican igualmente al/a la investigador/a en su vida personal, académica? Por ejemplo si se trata de estimular la participación social o comunitaria y el/la investigador/a está convencido de las bondades de este proceso, por qué la experiencia vivida con los grupos con los que trabaja no se traduce en prácticas similares con su/s grupo/s de referencia (vecinos, colegas). Por qué a nivel de la práctica profesional, ya sea en la academia o en instituciones públicas o privadas no ponemos en práctica los principios que postula la I.C respecto a la relación investigador/a-informantes, en relación a colegas, estudiantes y oros interlocutores, como una forma de compartir experiencias y enriquecer así nuestro propio ejercicio profesional, promoviendo por ejemplo, los cambios deseados en estos contextos? [59]
Una experiencia que intentó vincular teoría y praxis, generando un movimiento de discusión con respecto a la praxis de la psicología social comunitaria fue una asignatura electiva dirigida a estudiantes de pregrado en Psicología y de postgrado en Psicología Social. Los contenidos de esta asignatura se iban estructurando de acuerdo con los intereses e inquietudes de los participantes, incluyendo los míos como docente. La agenda consistía en el análisis de relatos de experiencias psicosociales comunitarias por parte de estudiantes e invitados, a fin de entender y contrastar desde la práctica la relación entre elementos teóricos y metodológicos de la disciplina. Como beneficio secundario de los encuentros semanales se planteó el objetivo de promover un sentimiento de comunidad entre los asistentes similar al que se intenta promover entre los miembros de las comunidades en las que realizan sus acciones comunitarias, como una forma de armonizar los principios que guían esa praxis con la vida académica y personal. [60]
La presente exposición ha sido mi lectura crítica acerca de las inconsistencias entre los principios pertinentes a la relación investigadores/as-informantes en la IC. En esta lectura está implícita la preocupación respecto a la implementación de la investigación cualitativa: ¿Estaremos repitiendo prácticas similares a las que criticamos a los/as investigadores/as que emplean la metodología cuantitativa? ¿Será posible hacerlo de otra forma? ¿Estaremos asistiendo a una crisis de la investigación cualitativa? [61]
Al finalizar la redacción de este trabajo me he percatado que yo también he hablado por otros, he interpretado sus discursos sin acceder a las voces de los autores a fin de conocer si coinciden o no conmigo en las interpretaciones que he hecho de sus escritos y de sus reflexiones al respecto. [62]
Por otra parte, también me he percatado que yo no he expuesto mi postura, es decir: reforzar o reformular los principios analizados, cuáles han sido las dificultades que yo he enfrentado para reportar el impacto que en mi han tenido las investigaciones que he realizado desde la perspectiva cualitativa, cómo las mismas han influído en mi vida personal y académica, qué continuidad le he dado a las relaciones con los informantes una vez finalizada la investigación. Tampoco he accedido a los testimonios de colegas y estudiantes estos y otros temas. Queda entonces por iniciarse un nuevo proceso de dialogo en el que se pueda conocer de las voces de los autores, sus reflexiones con respecto a las discrepancias señaladas y en caso de concordar con ellas, los caminos a transitar a fin de superarlas. Espero que ustedes, interlocutores, contribuyan a que este diálogo sea fructífero. [63]
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