Volumen 11, No. 2, Art. 10 – Mayo 2010
El método etnográfico: origen y fundamentos de una aproximación multitécnica
Héctor I. Mora Nawrath
Resumen: Este artículo presenta una reflexión que revela a la etnografía como un método que integra diversas técnicas de investigación social. Se brinda información general acerca de su origen y vinculación con la investigación antropológica. Cuestionando la noción clásica-normativa del método etnográfico y estableciendo la distinción entre método, metodología y técnica, se ofrece una concepción que liga la investigación etnográfica a un proceso estratégico en el cual el investigador actúa conectando experiencia y conocimiento acerca del método, con creatividad y compromiso personal. En dicho proceso, la etnografía alcanza rigor científico en tanto permite la emergencia de los principios de creatividad, sistematicidad, transparencia y referencia empírica, siendo estos principios clave en la definición general de método.
Palabras clave: método etnográfico; estilo etnográfico; metodología; aproximación multitécnica
Índice
1. Introducción
2. Emergencia del objeto de estudio antropológico y origen del método etnográfico
3. Método, metodología y estilos etnográficos
3.1 Método y metodología
3.2 Estilos etnográficos
4. Consideraciones finales
"... sólo obtendremos resultados satisfactorios si aplicamos paciente y sistemáticamente cierto número de reglas de sentido común y los principios científicos demostrados, y nunca mediante el descubrimiento de algún atajo que conduzca a los resultados deseados sin esfuerzo ni problemas" (Bronislaw MALINOWSKI 1922 [1975], pp.23-24).
En el segundo capítulo del texto etnografía de Martín HAMMERSLEY y Paul ATKINSON (1983 [1994]), estos autores hacen referencia a una conversación sostenida entre NADER y KLUCKHOHN. En esta, él primero preguntó al segundo por algún consejo para la realización del trabajo de campo, frente a lo cual KLUCKHOHN dio respuesta señalando lo que Alfred KROEBER había planteado a un estudiante de postgrado ante la misma interrogante; cogiendo de un estante la etnografía de mayor tamaño y grosor dijo: "vete y hazlo así". El problema que ilustra la referencia a este "desalentador" consejo, guarda relación con la idea generalizada que la etnografía se basa en una simple descripción de la realidad en estudio, donde la recopilación de información puede ser realizada como quien recoge los mejores ejemplares de una flor en un vasto campo. [1]
La idea de simplicidad que encarna su puesta en práctica se ha extendido tanto a la antropología como a sus disciplinas vecinas, simplicidad que además de reducirla a una mera descripción, la homologa a la observación participante –excluyendo otras técnicas –, situándola como integrante de un "supuesto" paradigma o método cualitativo. Actualmente, la etnografía puede definirse como la descripción/interpretación realizada a través de un proceso-producto que emana de un trabajo sistemático y transparente referido a un contexto de estudio. Su reducción al aspecto meramente descriptivo se enmarca en una conceptualización elaborada en un periodo del desarrollo histórico de la disciplina (S. XIX y mediados del XX), y se asocia a una epistemología realista que establecía una clara diferenciación entre la recolección de datos objetivos y la formulación de teorías. El mismo debate al interior de la disciplina, así como las reformulaciones epistemológicas en el marco de la ciencias sociales, ha develado que toda descripción lleva consigo una interpretación, y que incluso la idea de método como mecanismo reglamentado que permite el conocimiento objetivo, se problematiza a la luz de la componente personal que emana de su puesta en marcha (MARRADI, ARCHENTTI & PIOVANI 2007). Por otro lado, su popular inclusión como parte de un supuesto "paradigma cualitativo" escamotea la realidad, idea que sucumbe, incluso, ante una mirada poco sistemática a su origen y evolución histórica, mirada en la que emerge, tanto en autores clásicos como contemporáneos, su carácter multitécnico, mostrando que en ella están implicados procedimientos que van más allá de la observación participante (BOAS1911 [1964]; MALINOWSKI 1922 [1975]; MAUSS 1947 [2006]; MITCHELL 1967 [1969]; KAPLAN & MANNERS 1972 [1985]; LEWIS 1975; McEWEN 1975; HAMMERSELY & ATKINSON 1983 [1994]); MASSEY 1998; JOCILES RUBIO 1999). [2]
Este artículo tiene como objetivo discutir el sentido "lato sensu" de etnografía, a decir, una actividad que involucra la simple descripción de culturas "exóticas" o grupos étnicos y su reducción a la observación participante – que es sólo una de sus técnicas, sino la más importante –. Para ello se expondrán algunos antecedentes históricos y contenidos definicionales que permiten explicitar el carácter multitécnico de ésta, enfatizando sus fundamentos metódicos y procedimentales (URRY 1984; VIDICH & LYMAN 1994). Específicamente, la línea argumentativa se remitirá, en términos generales, a exponer la vinculación entre el objeto de estudio y la emergencia del método etnográfico, delinear los distintos estilos que la han configurado a través del tiempo, y otorgar la densidad necesaria que implica la puesta en práctica de un método que exige el análisis constante de la información que recoge y que se nutre de diversas técnicas1). [3]
2. Emergencia del objeto de estudio antropológico y origen del método etnográfico
Desde el primer contacto entre grupos humanos paleolíticos en busca de alimento, hasta los planificados viajes de exploración, avanzadas militares, campañas de conquista, relaciones comerciales, etc., la pregunta acerca del "otro", del diferente, ha surgido una y otra vez suscitando variadas respuestas (KROTZ 1994 [2002]). Bajo esta óptica, los primeros antecedentes pueden ubicarse en los inicios de la historia de la humanidad, remontándose a la situación de "encuentro" que se produce a través del contacto sostenido por grupos culturalmente distintos2). Pero el "encuentro", que se remite a la situación sociocultural de contacto, no trae por añadidura la pregunta antropológica. El surgimiento requiere que un grupo, o al menos un miembro de éste, formule una interrogante que se oriente a la comprensión y conocimiento de ese otro distinto. Esta impone una condición: relativizar la propia experiencia y suspender el etnocentrismo3). [4]
Es por ello que en la mayoría de los relatos de conquistadores, viajeros, exploradores y cronistas no es posible visualizar dicha pregunta en tanto clasifican al otro como inferior, atribuyéndole la condición de salvaje, incivilizado, sin alma, infrahumano, etc., remitiendo toda respuesta al conjunto de prejuicios y estereotipos que construyen desde su propia cultura. A continuación, y con fines ilustrativos, presentamos dos reflexiones situadas en tiempos históricos diferentes, que dan cuenta de la conceptualización que se hace del "otro"4). [5]
La presente cita fue extraída de un texto escrito por Juan GINÉS DE SEPÚLVEDA; da cuenta del encuentro bajo una premisa etnocéntrica:
"Con perfecto derecho los españoles ejercen su dominio sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio y todo género de virtud y humanos sentimientos son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los varones, como gentes crueles e inhumanos a muy mansos, exageradamente intemperantes a continentes y moderados, finalmente estoy por decir, cuanto los monos a los hombres" (1941, p.101). [6]
Desde otro punto de vista, y en una época más temprana, HERODOTO DE HALICARNASO expone una reflexión que involucra la relativización de la propia experiencia cultural, permitiendo que surja en propiedad la pregunta antropológica.
"Es bien notorio lo siguiente: que si se diera elección a cualquier hombre del mundo para que de todas las leyes y usanzas escogiera para sí las que más le complacieran, nadie habría que al cabo, después de examinarlas y registrarlas todas, no eligiera las de su patria y nación ... En cierta ocasión hizo llamar Darío a unos griegos, sus vasallos, que cerca de sí tenía, y habiendo comparecido luego, les hace esta pregunta: cuánto dinero querían por comerse a sus padres al acabar de morir. Respondiéronle luego que por todo el oro del mundo no lo harían. Llama inmediatamente después a unos indios titulados Ca'atias, entre los cuales es uso común comer el cadáver de sus propios padres ... venidos los Indios, pregunta Darío cuánto querían por permitir que se quemaran los cadáveres de sus padres; y ellos luego le suplican a gritos que no dijera por los dioses tal blasfemia" (Los nueves Libros de la Historia, Tomo III, pp.51-52). [7]
En síntesis, la posibilidad de emergencia de la pregunta antropológica es connatural a la especie humana y por tanto, puede situarse en distintas coordenadas de tiempo y espacio; en este sentido, no es propia del saber especializado y se inspira en una reflexión que hace posible, desde la experiencia cotidiana y conocimiento directo, trascender o disolver la "doxa"5). Lo particular en la pregunta antropológica se remite a ver a otros seres humanos como otros, es decir, pensar las diferencias aparentes u observables como manifestaciones humanas que permiten reconocer en un otro diferente un igual; es una pregunta por la igualdad en la diversidad y de la diversidad en la igualdad (KROTZ 1994 [2002]). Pero, si bien dicha pregunta no es propia de la antropología, fue necesaria para que ésta surgiese como disciplina científica, y tras un abordaje sistemático y problematizador, diera origen a su objeto de estudio: la otredad o alteridad cultural afines del siglo XIX6). Por tanto, el objeto de estudio de la antropología corresponde a una construcción particular que ésta realiza respecto del "otro", con base en supuestos filosóficos y premisas teóricas animadas por el conocimiento directo o indirecto de las distintas o diversas realidades, que lleva a responder la interrogante de quién es ese otro, y qué lo hace diferente. [8]
Como puede advertirse, la posición epistemológica seguida supone que el objeto de estudio corresponde a una construcción teórica disciplinaria, marcando de este modo una clara distinción con el realismo ingenuo que define un objeto como si fuese una entidad fáctica, cosificable y aprensible directamente en la realidad (BOURDIEU, CHAMBOREDON & PASSERON 1973 [2004])7). En este sentido, el objeto antropológico no abarca o comprende grupos o entidades físicas que se circunscribe a un espacio territorial lejano de occidente, o por otro lado, a quienes portan una condición o rasgos que se oponen a los del observador (los pueblos no occidentales, los pueblos primitivos, los grupos lejanos de occidentes, las sociedades no industrializadas, etc.). Corresponde a problemas e interrogantes de conocimiento que surgen desde la disciplina, y que interesan y movilizan a quienes la cultivan8). [9]
La otredad como problematización antropológica, implica percibir la diferencia en tanto especificidad, reconociendo lógicas de organización de la realidad que se expresan en formas de reproducción social circunscritas a distintos espacios (por parte de un grupo o conglomerado), referencia a grados de pertenencia colectiva que se materializan en la vida cotidiana a través de formas sociales de organización y de interacción, producción de bienes materiales, etc., que dan lugar a diversos modos de significar y construir la realidad. Comprendido así, el objeto trasciende el propio contexto en el cual se generó (conocer al otro interno y próximo en Norteamérica, o al otro externo y lejano para el caso de Europa), permitiendo que esta disciplina aborde en propiedad – con su aparataje conceptual y metodológico – las otredades o alteridades contemporáneas que se producen y reproducen tanto en la "urbe" como en la propia sociedad del antropólogo (trabajar con grupos concretos y contextos como "vagabundos", "outsider", barriadas, empresas, comunidades indígenas, hospitales, etc.)9). [10]
Pero, como ya señalamos, si el surgimiento del objeto antropológico no se produce en un vacío sociohistórico, debemos reconocer que en su constitución y forma de abordaje han existido contribuciones que emanan de distintas líneas de pensamiento filosófico y tradiciones disciplinarias10). Con justicia, y advirtiendo la complejidad que implica desentrañar dichos aportes – muy diversos a través del tiempo –, refiero brevemente a tres corrientes que considero se encuentran nítidamente vinculadas a su emergencia: humanismo, romanticismo y relativismo. Recuperar el sentido por el "otro" en tanto un igual en la diferencia, buscar en el "otro" un fundamento de nuestra propia existencia, valorar al "otro" en tanto riqueza de la propia humanidad y reconocer que las diferencias en el "otro" les son propias y valorables en si misma, son algunos de los aspectos que nutren y otorgan fundamentos filosóficos a la emergencia de un objeto antropológico11). Sobre esta base, y a manera de otorgar contenido a la otredad, surge el concepto de cultura12) en tanto primera contribución teórica que intenta dar cuenta de la diferencia con el fin de explicarla, devolviéndole el estatus de humanidad al "otro" (diversidad cultural, contenido cultural, cultura como expresión humana), y transformándose en un concepto central en el desarrollo de la antropología. [11]
Por tanto, es frente a la interrogante de cómo conocer al "otro" para "explicar" la otredad (su diferencia), que surge la reflexión sobre el método en antropología, la que se delinea paulatinamente a partir de fines del siglo XIX, con aportes surgidos desde diversos campos del conocimiento (psicólogos, naturalistas, etc.)13). Son particularmente la botánica y zoología las que influye directamente en la emergencia de la etnografía, a través del trabajo de observación sistemática –trabajo de campo – que se desarrolla desde mediados del siglo XIX, con su rica colección de flora y fauna, la que era acompañada de reflexiones comparativas acerca de las culturas que habitaban las zona que eran descritas (URRY 1984). Estas prácticas influyen fuertemente en los primeros antropólogos – etnólogos –, las cuales, a través de variadas "empresas de conocimiento" animadas por instituciones consagradas al estudio de los indígenas o aborígenes que habitaban distintas regiones del mundo14), contribuyen al surgimiento del método etnográfico o método de campo. [12]
Así, la etnografía marca el inicio de la práctica científica en antropología al romper con la condición "arm-chair" o de escritorio, la que es remplazada por la investigación de campo, que implica vivir entre los nativos por un tiempo prolongado, para efectuar una descripción de la totalidad de la instituciones, realizando lo que MAUSS (1947 [2006]) denominó etnografía intensiva15). La observación directa, como premisa fundamental, se asocia a la necesidad de efectuar descripciones mediadas por la presencia del investigador, de manera de no dar cabida a prejuicios y estereotipos como aquellos que permeaban las visiones de cronistas, viajeros, exploradores o administradores, y que por tanto, no posibilitaban un conocimiento "objetivo" del "otro" (MALINOWSKI 1922 [1975]). Lo característico de esta aproximación es que se centra en descripciones objetivas de la sociedad, las que proporcionaban el material concreto sobre el cual el investigador, con posterioridad, efectuaba el análisis y elaboraba teorías. [13]
Desde una perspectiva epistemológica, la generación de conocimiento antropológico tuvo en su inicio una orientación naturalista (no distorsionar la realidad a través de la introducción del etnógrafo en la vida cotidiana) y dependía de la observación directa para la formulación de categorías teóricas generales (inductivismo), incorporando además, a través del método concreto o genealógico, las pretensiones de objetividad materializadas en el álgebra del parentesco. Si bien esto constituyó el soporte de la etnografía malinowskiana y en alguna medida de la orientación boasiana, el modelo hipotético-deductivo y la filosofía positivista también tuvieron fuerte presencia entre las corrientes europeas (inglesas y francesas) y norteamericanas. [14]
Por otro lado, debemos reconocer que en su origen la etnografía no sólo emana de un imperativo humanista o filantrópico; tiene un fundamento geopolítico que guarda relación con el control de ciertos territorios (necesidad de conocer quiénes los habitan), así como en la emergencia de estados naciones y la consolidación de dominios coloniales. No es casual que las primeras recomendaciones acerca del trabajo de campo surgieran de la mano de exploradores que se adentraban en territorios desconocidos, como también en el marco de grandes empresas de conocimiento centradas en territorios específicos. Al respecto, FOWLER y WILCOX (2000) describen el proceso de configuración de la antropología y la emergencia del trabajo de campo en Norteamérica, enfatizando el rol que cumplieron las expediciones de corte administrativo y de conocimiento situadas en la vertiente sudoeste. Aquí destaca la conformación de la Sociedad Americana de Filosofía y el interés que despiertan en Thomas JEFFERSON los aspectos lingüísticos, arqueológicos así como la determinación del origen de las poblaciones indígenas, lo que desencadena el financiamiento de expediciones para la recopilación antecedentes con fines clasificatorios. [15]
Esta tarea descansa tanto en él como en Albert GALLATIN y Lewis CASS, quienes promovieron una serie de expediciones-exploraciones y "grandes sondeos" encabezados por Meriwether LEWIS y William CLARK, Clarence KING, John Wesley POWELL, entre otros (FOWLER & WILCOX 2000). Al claro interés filantrópico asociado a estas empresas, se unía la necesidad de conocer e incorporar a la población indígena en la nación que se forjaba. En este contexto resaltan las primeras contribuciones que Frank Hamilton CUSHING efectúo al trabajo de campo y observación participante16). En una estadía por cerca de cuatro años y medio entre los indios Zuni de Nuevo México (1879)17), CUSHING da cuenta de la necesidad y ventaja de vivir entre los indios, comer de su comida, dormir en sus casas y hablar la lengua, lo que posibilitó, según sus propias palabras, que las notas que tomó fuesen mucho más informativas que la de mucho otros exploradores (DEWALT & DEWALT 2002)18). Por otro lado, en el marco de la emergencia del trabajo de campo científico en Norteamérica, el antropólogo germano Franz BOAS realiza ciertos alcances respecto a la etnografía motivado por su experiencia de trabajo con los inuit en tierra de Baffin (1887) y entre los Kwakiutl de la costa noreste de Canadá (1897-1900). Aun cuando las reflexiones metodológica de BOAS fueron más bien dispersas, enfatizó la necesidad de recoger como la gente habla, piensa y hace en sus propias palabras (URRY 1984). [16]
Así también grandes empresas de conocimiento eran promovidas por Inglaterra19), dando origen a numerosas expediciones en el área de Oceanía, las cuales representaron la antesala para la consolidación de la etnografía científica en el ambiente académico británico. Reconociendo que la observación directa, en tanto práctica científica, fue desarrollada con anterioridad por naturalistas y zoólogos – posibilitaba la descripción y posterior clasificación de especies –, su incorporación y adecuación al campo de la antropología se desprende de las reflexiones originadas a partir de la expedición Cambridge (éstas fueron dos, una en 1888 y otra, entre 1898 y 1899), cuya área de estudio se situó en las inmediaciones del estrecho de torres (entre Papua Nueva Guinea y Australia)20). Además de ser una de las primeras expediciones de corte interdisciplinario, permite visualizar la potencialidad que representa la observación directa en el estudio de grupos sociales, y actúa como catalizador para la proliferación de otras iniciativas. Si bien la primera expedición tuvo como objetivo el estudio de las formaciones de coral, despierta en Alfred Corton HADDON – su promotor – un profundo interés científico por las poblaciones que habitaban en la zona (MERCIER 1969). Esto lleva a programar una segunda etapa destinada a obtener material descriptivo de las especies fito-zoográficas, como también sobre la costumbre y psicología de los "aborígenes" (PALERM 2004), bajo la idea que éstas rápidamente desaparecerían (HADDON en EDWARDS 1998)21). Esta experiencia nutriría a Williams Halse RIVERS (1912) 22) para formular las primeras recomendaciones de lo que denominó "el método concreto" y del trabajo intensivo de campo23). [17]
Al respecto RIVERS plantea lo siguiente:
"Una pieza típica del trabajo intensivo es una en el que se vive durante un año o más en una comunidad de entre cuatrocientas o quinientas personas y estudia cada detalle de su vida y cultura ... viene a conocer a cada miembro de la comunidad personalmente ... no está satisfecho con la información general sino que estudia cada rasgo de la vida y costumbre en detalle concreto y por medio del idioma vernáculo. Sólo a través de tal trabajo uno puede comprender la inmensa magnitud del conocimiento que está esperando indagar, incluso en lugares donde la cultura ya ha sufrido mucho cambio. Sólo a través de este trabajo se hace posible descubrir el carácter incompleto e incluso engañoso de la inmensa masa de datos del trabajo de Survey que forma parte del material de la antropología" (1913, pp.6-7). [18]
Nueve años más tarde Bronislaw MALINOWSKI, en la nota introductoria de "Los Argonautas del Pacífico Occidental" denominada "Introducción: Objeto, método y finalidad de esta investigación", (1922 [1975]) elabora una síntesis acerca de las características del método etnográfico. Ésta puede ser acotada a nueve puntos que hacen expreso los pasos necesarios para su puesta en marcha24):
Vivir entre los nativos (observación directa):
"... debe colocarse en buenas condiciones para su trabajo, es decir, lo más importante de todo, no vivir con otros blancos, sino entre los indígenas ... Como se ha dicho, lo fundamental es apartarse de la compañía de los otros blancos y permanecer con los indígenas en un contacto tan estrecho como se pueda, lo cual sólo es realmente posible si se acampa en sus mismos poblados" (p.24).
Adquirir información directa y verbal de los nativos para caracterizar su visión de mundo (implica uso de la lengua local):
"Cuando salía de la mosquitera, encontraba a mi alrededor la vida del pueblo que se ponía en marcha ... En mis paseos matinales por el poblado podía ver detalles íntimos de la vida familiar, del aseo, de la cocina y de las comidas; podía ver los preparativos para el trabajo del día ..."; "El etnógrafo puede dar un paso adelante en esta dirección, si aprende la lengua indígena y la utiliza como instrumento de investigación" (p.25).
Larga estancia en el grupo a estudiar para lograr el rapport naturalista:
"Debe tenerse en cuenta que los indígenas, al verme constantemente todos los días, dejaron de interesarse, alarmarse o autocontrolarse por mi presencia, a la vez que yo dejé de ser un elemento disturbador de la vida tribal que me proponía estudiar, la cual se había alterado con mi primera aproximación, como siempre ocurre en las comunidades primitivas cuando llega alguien nuevo" (p.25).
Llevar a cabo el distanciamiento (analítico) y la empatía:
"Pero si uno está solo en un poblado, sin posibilidad de satisfacer este deseo, se marcha a dar un paseo solitario durante una hora, más o menos, y a la vuelta busca espontáneamente la sociedad de los indígenas, esta vez por contraste con la soledad, igual que aceptaría cualquier otro acompañante"; "Para el etnógrafo significa que su vida en el poblado – en principio una aventura extraña, a veces enojosa, a veces cargada de interés – toma pronto un curso natural mucho más en armonía con la vida que le rodea"; "... cada mañana, al despertar, el día se me presentaba más o menos como para un indígena" (pp.24-25).
Revisar bibliografía (monografías):
"Como hemos señalado al final del apartado III, el etnógrafo tiene que inspirarse en los últimos resultados de los estudios científicos, en sus principios y en sus objetivos" (p.26).
Describir en detalle la vida de los nativos (documentar su punto de vista en un diario de campo):
"El etnógrafo de campo tiene que dominar con seriedad y rigor el conjunto completo de los fenómenos en cada uno de los aspectos de la cultura tribal estudiada, sin hacer ninguna diferencia entre lo que es un lugar común carente de atractivo o normal, y lo que llama la atención por ser sorprendente y fuera de lo acostumbrado"; "Un diario etnográfico, llevado a cabo de forma sistemática a lo largo del trabajo sobre un distrito, sería el instrumento ideal para esta clase de estudios" (p.28).
Diferenciar descripciones de observaciones directas de comentarios indirectos:
"Es decir, un etnógrafo que pretende inspirar confianza debe exponer clara y consistentemente, en forma tabularizada, cuáles han sido sus observaciones directas y cuáles las informaciones indirectas que sostienen su descripción" (p.33).
Recoger datos desde diferentes técnicas:
"Pero, siempre que el material de la investigación lo permita, esta carta mental debe transformarse en algo real, debe materializarse en un diagrama, un plan, un cuadro sinóptico exhaustivo de los casos"; "Además de esto, los censos genealógicos de cada comunidad estudiados al detalle, los mapas, los planos y diagramas minuciosos que ilustran la propiedad de las tierras cultivables, los privilegios de caza y pesca, etc. ... su valor como instrumento de investigación radica en que le permite al investigador formularse preguntas in abstracto, susceptibles de ser preguntadas en concreto al informador indígena" (p.31).
Delineación de los fenómenos culturales tal y como se expresan (no tener preconcepciones teóricas):
"En primer lugar, debe determinarse el esqueleto de la vida tribal. Este ideal exige, ante todo, la obligación de hacer un estudio completo de los fenómenos y no buscar lo efectista, lo singular y menos lo divertido y extravagante"; "El etnógrafo que se proponga estudiar sólo religión o bien tecnología u organización social, por separado, delimita el campo de investigación de forma artificial, y eso le supondría una seria desventaja en el trabajo"; "Cuanto más problemas se plantee sobre la marcha, cuanto más se acostumbre a amoldar sus teorías a los hechos y a ver los datos como capaces de configurar una teoría, mejor equipado estará para su trabajo" (p.28). [19]
3. Método, metodología y estilos etnográficos
A casi 76 años desde que MALINOWSKI y BOAS institucionalizaran la etnografía como método antropológico, existe un consenso básico sobre algunos procedimientos que componen esta aproximación, entre los que cuentan: la demanda de la presencia del etnógrafo en terreno – trabajo de campo –, una estancia prolongada, y la convivencia y participación en la vida cotidiana del grupo (LUQUE 1985 [1990]). Respecto otras propuestas metodológicas y técnicas que nutren y han nutrido la etnografía, particularmente desde los '60, y que han emanado desde perspectivas desarrolladas en otras disciplinas, así como en base a exigencias orientadas a la clarificación de criterios de validez de las inferencias en contextos de mayor complejidad (MITCHELL 1967; McEWEN 1975; LEWIS 1975; KAPLAN & MANNERS 1972 [1985])25), los acuerdos se diluyen26). [20]
Es casi imposible dar cuenta en este artículo de las discusiones teórico-epistemológicas y diversas propuestas metodológicas que han tenido lugar. Sin embargo, y a modo de comentario general, se considera que el debate ha dado sus frutos en tanto permite consolidar una aproximación etnográfica que está en mejores condiciones para enfrentar las problemáticas de nuestro tiempo. Este reconocimiento pasa necesariamente por trascender perspectivas ideológicas que tornan inconmensurables los distintos aportes, cada vez que los argumentos se remiten a polarizaciones estériles (cientificista/humanista, positivista/postpositivista, cualitativo/cuantitativo, etc.). Respecto a las polémicas antes descritas, interesa precisar el carácter metódico de la etnografía (cuyo fundamento histórico fue presentado en el acápite anterior), discutiendo su reducción al ámbito de lo cualitativo así como el desplazamiento de otras técnicas en pro de la observación participante – exclusivismo de ésta. [21]
Para entrar en materia, valga una primera aclaración en lo que respecta al concepto de método y metodología propuesto en este artículo. Se reconoce que en las últimas décadas ha tenido lugar una profunda crítica a la denominada concepción "clásica" del método científico – un único método para las ciencias, el cual está compuesto por un conjunto de normas o reglas a seguir –, e inclusive, se ha cuestionado la real existencia de algo que pueda definirse como método científico, esto, en tanto rector o garante del proceso de investigación (WALLIS & ROBERTS en MARRADI, ARCHENTI & PIOVANI 2007). [22]
Pese a estos cuestionamientos, un rápido examen a la historia de la ciencia, y particularmente de las ciencias sociales, si bien permite reunir antecedentes que posibilitan una crítica a perspectivas fundadas en el monismo metodológico o desde el denominado consenso ortodoxo – hegemónicos en un momento de la historia – (PIOVANI 2005), de ningún modo constituye argumentaciones consistentes que permitan negar la existencia de formas de conocer que puedan ser referidas como metódicas. Cada disciplina ha desarrollado un marco general desde el cual organiza la forma en que se aproxima a su objeto, lo que dista mucho de promover un proceder "laissez faire"27). Pero estas formas de aproximación originadas y/o perfeccionadas en las distintas disciplinas que conforman las denominadas ciencias sociales, está claro, permiten hablar en propiedad de la existencia, no de un método, sino de diversos métodos de investigación social (SCHUSTER 2004; MARRADI, ARCHENTTI & PIOVANI 2007). Así, el proceder del investigador puede referir con exclusividad a un método, o actuar a través de la combinación o integración de diversos métodos – o diversas técnicas –, esto, con arreglo a las problemáticas y objetivos de investigación que establezca, como también a los contextos en los cuales desarrolle sus estudios. [23]
Sin embargo, reconocer la multiplicidad de métodos en ciencias sociales – así como también las vinculaciones disciplinarias que han estado en el origen y desarrollo de muchos de ellos –, no desconoce que estos deben posibilitar el despliegue de al menos cuatro principios para ser concebidos como métodos científicos: creatividad, sistematicidad, transparencia y referencia empírica28). Si bien cualquiera de estos aspectos puede estar presente en el quehacer del artista o del filósofo29), es la combinación de todos ellos la que otorga un carácter particular, es decir, su reconocimiento como método científico. [24]
Frente a la imagen clásica de método – normas rígidas, simples y fáciles de seguir, que permiten la contrastación de enunciados teóricos –, la perspectiva propuesta lo concibe como una instancia que hace posible poner en juego la creatividad en el marco de un proceso investigativo revestido de artesanalidad (TAYLOR & BOGDAN 1984 [1996]; DENZIN & LINCOLN 1994; MARRADI 2002; MARRADI, ARCHENTTI & PIOVANI 2007). La metódica no representa la sucesión mecánica de un cierto número de pasos del todo prescritos; establece procedimientos generales (acordados, concensuados y descritos en unas disciplinas) que sirven como base para cursar el camino de la investigación30). Involucra además, como diría MARRADI, ARCHENTTI y PIOVANI (2007), el arte de organizar diversas técnicas (selección de unidades, recolección y de análisis de la información) en el marco de situaciones sociales de interacción, en las que se dispone el "yo" investigador (la persona), las condiciones institucionales de investigación (tradiciones, orientaciones, recursos, tiempos, etc.) y el contexto social (actores sociales, normas de acción, dinámicas de interacción, imaginarios sociales, valores, etc.). Si bien el "yo" investigador es fundamental, en tanto pone en marcha la investigación y la orienta durante el proceso (el despliegue de su habilidad o capacidad), no se debe desconocer la relevancia que tiene el entorno; hay una influencia mutua entre quien investiga y quien es investigado (TAYLOR & BOGDAN 1984 [1996]; HAMMERSLEY & ATKINSON 1983 [1994]; AGAR 1992). Por tanto, el acto metódico no se funda en un acto logocentrico, sino es el camino que se dirige a un espacio que también implica la apertura del sujeto cognoscente y el mundo que habita (MERLEAU PONTY 1985); la actividad del científico debe ser pensada como relacional (intersubjetiva) e implicada en un proceso reflexivo (BOURDIEU & WACQUANT 1992 [2005]). El método es estratégico, y debe ser entendido en una triada en la cual dialogan tradición disciplinaria y formativa, el investigador como ser social o persona y el contexto social de investigación; he aquí su impronta creativa y artesanal. [25]
Sobre este punto POLANYI y DAVIS (en MARRADI, ARCHENTTI & PIOVANI 2007, p.52) introducen reflexiones iluminadoras: el primero plantea que "Sin duda el científico procede de modo metódico. Pero su método es como las máximas de una arte que aplica de manera original a sus problemas"; para el segundo, su obra
"es muy similar a una creación artística ... pero no es un arte como la escultura y la pintura, en las cuales uno es libre de obtener cualquier cosa del material crudo. Es un arte como la arquitectura, en la cual se puede mostrar creatividad trabajando con materiales crudos caracterizados por limitadas propiedades ingenieriles, y para financiadores con presupuestos vinculados a objetivos precisos" (p.52). [26]
Por otro lado, como plantea WOODS (1996 [1998]), la selección de las técnicas parte tanto de implicancias metodológicas como del "yo"; esto no significa que todo se realice de manera instintiva o perfecta, sino que se aprende en el hacer, donde el nivel prescriptivo (representado por los manuales) es paralelo o interactivo y no secuencial. Al respecto, éste sostiene:
"La excitación que supone el descubrimiento; el aburrimiento cuando llega el síndrome del 'ya no pasa nada'; el placer del conocer personas e interactuar con ellas; los problemas de lograr el acceso a un lugar o llegar 'a un callejón sin salida'; los errores y carestías; también el descubrimiento de nuevas formas de hacer las cosas, o de darle un nuevo uso a una técnica que ya existía, todos esto elementos forman parte de nuestra misión, y podremos sacar el máximo partido de los mensajes que recibimos de los demás cuando los veamos a la luz de nuestros propios procesos y situaciones de investigación ... De este modo la metodología y su estudio se basan en el mundo empírico" (WOODS 1996 [1998], pp.70-71). [27]
Por otro lado, aun cuando la sistematicidad aparece en los manuales de metodología en tanto un conjunto de requerimientos técnicos ligados a la selección de unidades de análisis, recogida de información, procedimientos de análisis y de confibilidad, es necesario que sea incorporada como actitud en la práctica por parte del investigador. Demanda un proceder riguroso y programático – no casual o azaroso –; esta idea fue recogida por MALINOWSKI al señalar que la investigación no debe proceder "... mediante el descubrimiento de algún atajo que conduzca a los resultados deseados sin esfuerzo ni problemas" (1922 [1975], p.24). Como diría DEWEY, el carácter sistemático:
"... es imprescindible a fin de salvaguardar las operaciones por las cuales pasamos de los hechos a las ideas y nuevamente de estas a aquellos. Sin método adecuado, una persona ... se aferra a los primeros hechos que se le ofrecen; no los examina para averiguar si se trata de auténticos hechos o si, aun cuando sean hechos reales, son pertinentes ... Por otro lado, estamos acostumbrados a generalizar una idea mucho más allá de lo que la evidencia autoriza. Extendemos la generalización a nuevos casos, sin el cuidadoso necesario para averiguar si esos casos no son tan diferentes como para invalidar la generalización" (1933 [1989], p.146). [28]
En este principio está comprometida la paciencia y el rigor; volver sobre los pasos, anotar, describir, revisar, ampliar, analizar, precisar, definir y redefinir lo que se ha realizado31). [29]
Por su parte, la idea de transparencia ha estado presente en al menos dos formas a través del desarrollo de la ciencia. La primera, asociada al principio de impersonalidad, exigía que el investigador se aproximara a la realidad mediante un método normado que garantizara un acceso revestido de objetividad y por tanto valóricamente neutro. Una segunda, refiere al principio de personalidad, que reconoce la impronta del investigador y su carácter personal en la investigación, es decir, cierta "subjetividad" (WOODS 1989; AGAR 1992). [30]
Esta última perspectiva – carácter personal –, ya había sido advertida por el antropólogo Raymon FIRTH (1936 [1996]), quien planteó lo siguiente
"... se reconoce que el antropólogo que realiza trabajo de campo debe describir los métodos por los cuales obtiene información. De acuerdo con esta posición, el simple registro de los hechos de la cultura nativa, implica una considerable dosis de interpretación y cualquier generalización acerca de lo que la gente hace implica una selección... Las condiciones de selección (esto es, la situación del observador frente al material) deberá por tanto ser indicada" (p.3). [31]
El reconocimiento del carácter personal y/o subjetivo ha sido advertido por diversos investigadores (POLANYI 1968; GEERTZ 1973 [2003]; TAYLOR & BOGDAN 1984 [1996]; WOODS 1996 [1998]; AGAR 1992; HAMMERSLEY & ATKINSON 1983 [1994]; MAXWELL 1996, MARRADI 2002; MARRADI, ARCHENTTI & PIOVANI 2007). Si bien, como señaló WOODS (1996 [1998]), se reconoce que los investigadores deben involucrar sus propias personas en la investigación, interpretando lo que ven o escuchan, la investigación no puede transformarse en un reporte de anecdotarios personales del momento o una reseña de "ateos cognitivos" (AGAR 1992). El proceso de construcción investigativa, más aún para el caso de la etnografía, requiere un anclaje en la experiencia de vida y sentido del grupo, no a la manera de una paráfrasis del mundo social (describir lo que la gente dice, hace, y dice que hace), sino considerándolo como el espacio en el cual se sitúa la información que permite contrastar o construir hipótesis, efectuar inferencias, elaborar conceptos o desarrollar teorías sustantivas o en vías de formalización (STRAUSS & CORBIN 1998 [2002]). La visión personal -que emana de nuestra experiencia de vida social, de nuestra especificidad como sujetos, de lo que compartimos con otros sociales- es valiosas en tanto permite apreciar aspectos y dimensiones que para otro investigador pondrían pasar desapercibidas; pero, como plantea POLANYI (1964, p.20) "... una traza de sesgo personal escondido puede sistemáticamente afectar el resultado de una serie de lecturas". Por ello, se hace necesario tener siempre en consideración lo señalado por NADEL:
"... la subjetividad es inevitable, por lo menos puede hacerse pública ... el razonamiento sobre el que se basa la observación y la descripción debe ser formulado con claridad, sus premisas deben de presentarse con exactitud, y sus operaciones deben de ser mostradas paso a paso ... El riesgo mayor de manejar mal los problemas científicos, no se encuentra en los diferentes puntos de vista y en las diferentes filosofías, ni tal vez en la divergencia de personalidades de los hombres de ciencia, sino que se encuentra en la afirmación inexplícita de los supuestos y de los conceptos que operan" (en LEWIS 1975, pp.104-105). [32]
Al ser el conocimiento científico un producto de la construcción operada por el ejercicio de la habilidad del científico (quien interpretar), es posible captar, a manera de control, la naturaleza de la participación personal de éste si examinamos la estructura de las habilidades, es decir, las acciones que son lograda mediante la puesta en escena de un conjunto de reglas que no son necesariamente conocidas como tales por quien realiza la actividad (POLANYI 1964). Esta acción reflexiva o metodológica debe ser descrita y quedar expresa tanto en el proceso como al finalizar la investigación – en el reporte –. Cada acción debe ser justificada y referida al logro de los objetivos propuestos, donde las decisiones y estrategias desplegadas en el proceso de investigación, que pueden tacitas o implícitas, deben emerger como parte constituyente del proceso creativo y artesanal – ir de lo tácito a lo explícito en la línea de lo señalado por POLANYI – . De mismo modo, la dimensión valorativa, selectiva o interpretativa, debe implicar, en el plano epistemológico, una reflexión sobre el propio "yo", no en tanto actividad monológica, sino enmarcada en un proceso colectivo con apoyo en técnicas de resguardo de la calidad como son los requerimientos los de transferibilidad, dependencia, confirmabilidad y credibilidad (GUBA & LINCOLN 1994). El trabajo científico debe ser visto como actividad relacional que pone en diálogo el conocimiento generado; no sólo implica una actitud declarativa por parte del investigador, sino también, la posibilidad que sus procedimientos y hallazgos se habrán al escrutinio de otros investigadores en la línea de las auditorias referidas por HUBERMAN y MILES (2000 [2002])32). [33]
La referencia empírica implica que cualquier inferencia debe estar referida a información que emana del contexto en el cual se investiga. La información es la que nutre al investigador y emerge de diferentes fuentes (números, numerales, palabra, gesto, desplazamiento, etc.) a través de la actuación técnica (recolección), información que a la luz de la problemática y teoría se transforman en dato (análisis). Es la base para la contrastación de nuestra hipótesis, inferencias, interrogantes o formulación conceptual. [34]
Las consideraciones efectuadas respecto a los cuatro principios rectores del método científico vinculan estrechamente método y metodología, esto, al reconocer la dinámica prescriptita y descriptiva que involucra el acto de conocer (MARRADI 2002). Si el método esta, en términos generales, preescrito o predefinido (una ruta general a seguir), se debe reconocer la componente personal y las constricciones contextuales que dinamizan su aplicación, confiriéndole un carácter artesanal (MARRADI 2002; BARRIGA & HENRÍQUEZ 2003). La puesta en marcha del método requiere metodología, ya que demanda una reflexión constante que deriva de su carácter sistemático y que implica una actividad conciente que pone de manifiesto la experiencia que acontece en la interacción entre investigador, investigado y contexto (adecuación del método), y no constituyendo sólo una exposición post-facto o un ejercicio reconstitutivo33). Para MARRADI (2002), el concepto de metodología presentaría una doble significación, los que se encuentran asociados a los dos roles del metodólogo profesional:
"Cuando estudia y enseña, el metodólogo debe de tener una orientación descriptiva, es decir, debe de estar abierto a aprender de las experiencias de otros investigadores evaluándolas sin prenociones, y estar dispuesto a referir de manera sistemática y sintética lo que ha aprendido. Cuando utiliza sus propias competencias, capacidad y experiencia al servicio de una investigación, suya o de otros, el metodólogo no puede ser más que prescriptivo, en tanto que debe elegir los instrumentos a utilizar y el cómo utilizarlos. En este sentido, será mejor que en sus prescripciones tenga en cuenta todo aquello que ha aprendido en su otro rol" (2002, pp.116-117). [35]
Desde el punto de vista desarrollado en este artículo, la reflexión sobre el método – metodología – no sería exclusiva del filósofo o filósofo de la ciencia (BUCHLER 1961) ni del metodólogo. Es más, cada investigador debiese ser en cierta medida filósofo de la ciencia – epistemólogo – y metodólogo, es decir, debiese ser conciente de desarrollos, límites y potencialidad asociadas a los enfoques y tendencia que se desarrollan en la actividad – científica social – y disciplinaria que cultiva. Cualquier otra alternativa nos guiaría peligrosamente al metodologismo; "... la inclinación a separar la reflexión sobre los métodos de su uso real en el trabajo científico y a cultivar el método por el método mismo" (BOURDIEU & WACQUANT 1992 [2005], p.59). La reflexividad implicada en el habitus científico nos lleva al examen constante de nuestra práctica o quehacer; nos debemos separar la metodología del objeto que se construye por medio de la actividad del investigador, por que el método en gran medida es, parafraseando a SCHUTZ, el alumno y no el maestro. Recordando la cita de COMTE que da inicio del texto "El oficio del sociólogo" de BOURDIEU, CHAMBOREDON y PASSERON, "El método no es susceptible de ser estudiado separadamente de las investigaciones en que se lo emplea; o, por lo menos, sería éste un estudio muerto, incapaz de fecundar el espíritu que a él se consagra" (1973 [2004], p.11). [36]
Desde estas claves conceptuales, la etnografía podría definirse como un método que involucra la realización de trabajo de campo, esto es, requiere que él antropólogo deje la labor de escritorio y se movilice a "terreno". Un método en tanto establece un conjunto de procedimientos que trazan el camino para intentar "conocer al otro"; pasos que pueden ser aprendidos en la academia (disciplinar), y que son puestos en práctica por medio de un proceder sistemático, proceder el cual configura una aproximación metodológica reflexiva que vincula componentes normativos generales con situaciones de interacción social en un contexto definido, lo que le confiere un carácter personal34), emergente, artesanal y estratégico. [37]
El método etnográfico, como afirma la antropóloga Rosana GUBER (2001), involucra un proceso descriptivo/interpretativo a través del cual el investigador elabora una representación de lo que piensan y dicen los "nativos" por medio de una conclusión analítica – no es el mundo de los "nativos", ni el mundo para los "nativos". En palabras del antropólogo brasileño Roberto CARDOSO de OLIVEIRA (2004), la experiencia del investigador de campo implica la domesticación teórica de la mirada; el esquema conceptual dado por la disciplina – itinerario académico – funciona como prisma que produce una refracción sobre la realidad – mirada etnográfico. [38]
Este proceso se lleva a cabo por medio de la interacción directa – corporeidad del investigador y vivencia intersubjetiva – que los etnógrafos establecen con los sujetos, comunidades o grupos, siendo el objetivo principal descubrir o generar estructuras conceptuales que permitan entender las formas de actuar y significar la realidad por parte del "otro", esto, en el marco de una problema de estudio definido por el investigador (GOLD en MASSEY 1998) o consensuado con la comunidad. La necesidad de interacción directa implica la realización del trabajo de campo, instancia de incursión sistemática del antropólogo en la vida cotidiana del grupo; éste participa abiertamente o de manera encubierta en un contexto durante un tiempo relativamente extenso35), observando, escuchando, preguntando y escribiendo, es decir recogiendo y organizando toda la información que pueda ser de utilidad respecto del tema de estudio (HAMMERSLEY & ATKINSON 1983 [1994]; CARDOSO DE OLIVEIRA 2004). [39]
Asociada a la experiencia vital que involucra el estar ahí del trabajo del campo (vivir con los nativos e interactuar directamente con ellos)36), y al hecho que el etnógrafo es la principal herramienta de investigación (mira, escucha y pregunta), se suma la preparación necesaria que debe recibir tanto a nivel teórico (saber que buscar, que interpretar) como procedimental (como buscar). No se discute que, en gran media, la etnografía se aprende en el hacer, pero de ningún modo es pura actividad práctica. Polarizar teoría y práctica en etnografía nos haría perder dos aspectos fundamentales asociados a su realización: la vinculación entre lo prescriptivo (establece que se debe hacer desde la teoría) y lo situacional (contextualización social y práctica que tiene lugar en el proceso investigativo). De esta relación emerge la reflexión que hace posible la reconstrucción descriptiva destinada a dar cuenta de las decisiones estratégicas tomadas en el trabajo de campo, así como de las condiciones en la cuales se ha llevado a cabo. [40]
Se requiere que el etnógrafo sea capaz de poner en práctica la reflexividad, es decir la necesidad de hacer conciente el rol de investigador, cuestión que debe estar presente aun cuando se experimenten situaciones que parecen del todo cotidianas, que se participe activamente en el contexto de estudio, o que se establezca una cierta vinculación y/o compromiso ético con la problemática o situación que experimenta la población. Demanda situarse como un observador reflexivo – conciente de si mismo, de su subjetividad, de la situación que vivencia, de lo que ocurre en su entorno, de lo que produce en el contexto –, que registra, que razona, que sopesa los nuevos antecedentes reunidos, que redirecciona la investigación, que diseña estrategias; en último término implica reconocer quien soy, un sujeto que investiga. [41]
La etnografía posee además un carácter multitécnico (BOAS 1911 [1964]; MALINOWSKI 1922 [1975]; MAUSS 1947 [2006]; MITCHELL 1967 [1969]; KAPLAN & MANNERS 1972 [1985]; LEWIS 1975; McEWEN 1975; HAMMERSELY & ATKINSON 1983 [1994]); MASSEY 1998; JOCILES RUBIO 1999). Si bien el rasgo más característico de la etnografía refiere a la técnica de la observación participante – derivada del estar "ahí" en el trabajo de campo –, esta aproximación se encuentra compuesta por diversas técnicas de registro, análisis y textualización de información37), las que le otorgan este matiz multitécnico. Como señala MASSEY (1998), el antropólogo adopta una actitud de "magpie" frente a la información38), en tanto los datos que considera pueden provenir de un gran número de fuentes entre las que se encuentran documentos escritos, notas de campo (notas de observación, archivos de comunicaciones orales como discusiones, conversaciones, entrevistas o comentarios ocasionales), grabaciones de audio y video, datos cuantitativos como estudios o hallazgos experimentales. MASSEY (1998) es tajante en enfatizar que un estudio conducido mediante una técnica de campo no constituye una etnografía, esto, debido que al generar sólo un tipo de "datos", no se logran apreciar las distintas dimensiones que están implicadas en los fenómenos socioculturales. [42]
Esta forma de entender la etnografía no es para nada novedosa. Ya a principios de siglo Marcel MAUSS, en las notas del curso de etnografía que dictó entre 1926 y 1939 en la École Practique des Hautes Études, en el Collage de France y el Instituto de Etnología, hace mención a cinco "métodos" que forma parte de lo que el denominó la etnografía intensiva: el morfológico y cartográfico (elaboración de cartografías, generando mapas con apoyo de fotografías aéreas en pro de un inventario, además de estadísticas geográficas y demográficas), el fotográfico (fotografiar objetos con comentarios identificatorios), el fonográfico, el filológico (conocimiento de la lengua indígena) y el sociológico (detalle histórico, elaboración de genealogías, autobiografías e interrogatorios). Con anterioridad, Rivers daba cuenta de la utilización del survey y el trabajo intensivo39); MALINOWSKI promovía la recolección de material demográfico a través de estadísticas locales, así como de otras técnicas (ver acápite anterior); Franz BOAS, además de revelar la importancia del método histórico, realizó variados estudios en los cuales utilizó la aproximación estratigráfica y técnicas propias de la geografía humana (BOAS 1911 [1964]; MITCHELl 1967; URRY 1984; FOWLER & WLICOX 2000). Lo anterior es un claro antecedente de que la etnografía fue desde sus inicios concebida como una aproximación multitécnica, y en cuya definición no estuvieron presentes las dicotomías contemporáneas que la vinculan a un supuesto paradigma o método cualitativo en contraposición a uno cuantitativo40). [43]
Al respecto JOCILES RUBIO (1999, p.1) acentúa el carácter interdisciplinario de las técnicas de investigación, reconociendo la dificultad de vincular un conjunto de estas a una u otra disciplina social. Señala que:
"... es evidente que la permeabilidad de las fronteras de las diferentes disciplinas no afecta únicamente a la circulación de conceptos, teorías o estrategias metodológicas, sino también al traspaso de técnicas de investigación ... Si ojeamos los trabajos que se han venido realizando en los últimos años (al igual que si nos fijamos en los efectuados en las primeras décadas de nuestro siglo), no se puede por menos que llegar a la conclusión de que las técnicas de investigación más que ser el terreno de la diferencia entre la antropología y, por ejemplo, la sociología o la historia, es un lugar de coincidencia ...". [44]
Clyde MITCHELL (1967), da cuenta de manera sistemática del rol que jugó la cuantificación representada por el aporte de las técnicas estadísticas en el análisis, así como en la aplicación del survey en la recolección de información. Lo que constata Mitchell es que si bien la estadística fue utilizada en el análisis de información, ocupó un lugar secundario o se remitió exclusivamente al apoyo de interpretaciones que provenían desde la observación de campo y entrevistas. La mayoría de las operaciones estadísticas (medias, ratios, frecuencias o porcentajes) fueron referidas a la descripción bajo la lógica de la medición numeral (no numérica), como apoyo analítico vinculado a ciertos tipos de datos que el investigador lograba recolectar (p. ej. demográficos), o dependían directamente de la orientación y desarrollo teórico que se buscaba alcanzar. El mismo MITCHELL (1966 [1999]) da cuenta de las ventajas de complementación entre survey y observación participante, tanto en el emergente campo de estudios antropológicos urbanos en África, como también en sociedades primitivas41). Lo fundamental radica, para este autor, en conocer las potencialidades de cada método, de manera de utilizarlos apropiadamente conforme a su mayor aporte en el proceso de investigación – contrastar y clasificar hipótesis y profundizar en la generalización de resultados –. En esta línea Oscar LEWIS (1975) examina la incorporación de la lógica experimental en el trabajo de campo observando, además, la fuerte influencia que en el tienen diversas técnicas desarrolladas en la psicología social (como el TAT y el test de Rorschach); demás estaría agregar los conocidos estudios de MURDOCK (1975)42) o de FORTES (en LEWIS 1975). Así podríamos referir un vasto número de otros ejemplos43). [45]
Como podemos apreciar, tanto etnografías clásicas como contemporáneas reflejan una práctica investigativa que no problematiza la puesta en escena de unas u otras técnicas. En la actualidad muchos investigadores continúan considerando a la etnografía como una aproximación multitécnica, en tanto ofrece una gran flexibilidad en la incorporación de procedimientos de recolección y análisis de información (HAMMERSLEY & ATKINSON 1983 [1994]; JOCILES RUBIO 1999), y se cuestionan las perspectivas que la definen como un aproximación cualitativa, y que sin embrago, no son capaces de explicar la polivalencia que se expresa en la práctica de múltiples etnógrafos. La etnografía se manifiesta de diversas formas, o si se quiere, da lugar a variados estilos, lo que se desprenden de las orientaciones epistemológicas y teóricas desde las cuales el investigador observa la realidad (LUQUE 1985 [1990]). Sin embargo, para quienes pensamos que la etnografía se concreta en una estrategias de investigación – dinámica prescriptita/descriptiva –, sugerimos que más que una clausura ideológica, debe operar una apertura metodológicas que sopese los múltiples factores que entran en juego en la situación de investigación, a decir: decisiones ligadas a la delimitación de objeto de estudio, el grado de conocimiento que ya existe sobre él, los aspectos concretos a los que se quiere prestar atención, las características de la población y de los escenarios en los que se ha pensado investigar, el alcance teórico que se le desea dar a los resultados y/o la intención más o menos comparativista que se alberga desde un principio (JOCILES RUBIO 1999). [46]
Por otro lado, y como ya se advirtió, es un hecho que toda descripción implica una carga teórica. Como planteó NADEL (en LUQUE 1985 [1990]), toda observación entraña eliminación, selección y valoración, y por tanto, una inevitable interpretación; como señaló BATTIE (en LUQUE 1985 [1990]), es inevitable no poseer teorías acerca de lo que se observa, ya que cualquier investigación parte de preguntas que requieren estar claramente formuladas para alcanzar repuesta más convincentes. Es por ello que, respondiendo a esto, la etnografía ofrece variados matices, que si bien no la han transformado sustancialmente, ponen de manifiesto la valoración y puesta en marcha de ciertos procedimientos o "modus operandi" por sobre otros. Los estilos etnográficos podrían definirse como ciertas características particulares o distintivas que adquiere la etnografía conforme a las orientaciones teóricas y epistemológicas a las cuales adscribe un investigador o grupo de investigadores (LUQUE 1985 [1990]; REEVES 2000 [2002]). Estos estilos podrían manifestarse en tanto se intenta responder a interrogantes ligadas a la selectividad teórica como las siguientes (LUQUE 1985 [1990]): ¿hacia que se dirige la observación?, ¿se atiende a los hechos materiales de la existencia o a las estructuras subyacentes? o ¿qué clase de descripción se hace?, ¿orientada a determinar los principios y reglas de comportamiento manifiesto o interpretar el significado del flujo de la vida? Este tipo de consideraciones ha llevado a encontrar diversas respuestas, las que se materializan distintos estilos, entre los cuales aparecen con mayor nitidez: el naturalista, el holista, el cognitivo o nueva etnografía, el situacional, el interpretativo o simbólico y el reflexivo (KAPLAN & MANNERS 1972 [1985]; LUQUE 1985 [1990]; HAMMERSLEY & ATKINSON 1983 [1994]), REEVES 2000 [2002])44). La sugerencia es a no caer en dicotomías a priori que desconocen diferentes posibilidades metodológicas, posibilidades que se fundan en la discusión tanto disciplinaria e interdisciplinaria, la que sin lugar a dudas ha llevado a desembarazarnos de algunas perspectivas en favor de otras. [47]
Como último punto a precisar, cabe mencionar la insistencia en conceptualizar la etnografía como un método cualitativo, trasfondo que expresa la dicotomía cualitativo-cuantitativo. Entrar en una discusión orientada a diluir argumentadamente tal dicotomía escapa a los objetivos de este artículo, considerando además, que el tema ha sido bastante desarrollado en la literatura. Por otro lado, algunos argumentos orientados a esta aclaración ya han sido expuestos en los acápites anteriores, donde, a la luz de antecedentes históricos y contemporáneos, se dejó de manifiesto el carácter multitécnico de la etnografía, y por tanto, la incorporación de análisis estadísticos y técnicas como el survey en su puesta en marcha. [48]
Consignado lo anterior, podemos señalar que tan bullado debate, para el caso de la antropología, es más bien tardío, o simplemente no adquirió la relevancia que obtuvo en otras disciplinas debido a que la tradición antropológica siempre asumió que existen distintas vías para la recolección e interpretación de información, o por otro lado, se asume que el contexto de investigación antropológica es idóneo para explotar el potencial de una u otra aproximación (JOCILES RUBIO 1999)45). Si recogemos la periodización propuesta por DENZIN y LINCOLN (1994), la incorporación de este debate al campo de la antropología puede situarse en la etapa de los denominados "géneros borrosos", donde cobran popularidad aproximaciones humanistas ligadas a la hermenéutica y la semiótica. Este hecho se sitúa a principios de la década de los '70, y cuyo hito está representado por la publicación de libro "La interpretación de las culturas" de Clifford GEERTZ (1973 [2003]). En esta fase, la discusión epistemológica de fondo gira en torno a las bases legitimadoras de la ciencia – p.ej. autoridad y objetividad –, lo que recae en una profunda crítica a la idea de representación y escritura etnográfica. Aquí se recalca el papel de la observación participante y la experiencia subjetiva como principales orientaciones destinadas al conocimiento y acceso al mundo del "otro", y por tanto, indispensables para la investigación antropológica – se desecha cualquier aproximación que huela a "positivismo". [49]
Reconociendo que a partir de este hito se han desarrollado estilos etnográficos particulares – que profundizan en algunas de las perspectivas fenomenológicas y hermenéuticas –, la insistencia en categorizarla como método cualitativo puede ser comprendida bajo dos situaciones. La primera, puede estar relacionada con el hecho de que algunos investigadores que escriben sobre etnografía no realizan aproximaciones sistemáticas orientadas a profundizar en su desarrollo y configuración histórica, reproduciendo la idea – o el estereotipo – que ésta se reduce al método cualitativo, utiliza técnicas cualitativas, recoge datos cualitativos, o de una forma más pintoresca, que es el método cualitativo por excelencia. La segunda, se origina en la común confusión respecto a que define la cualidad y cantidad. Si reconocemos que la etnografía es una aproximación multitécnica, y además, es un método dentro de una serie de otros disponibles en ciencias sociales, reconocemos, además, que en su calidad – de método – nada tiene que ver con lo cualitativo y cuantitativo. [50]
Esta precisión es importante, y para ello se hace necesario traer a colación lo que ALVIRA (1983) e IBAÑEZ (1994) han planteado. Para estos autores, lo cuantitativo o cualitativo guarda relación con la elección del simbolismo a través del cual representamos la información, en tanto que "... la transformación de cantidad en calidad o viceversa es un proceso lógico o semántico, y no una cuestión ontológica" (ALVIRA 1983, p.59)46). Lo que hace el etnógrafo es operar con distintos tipos de información (representación textual o numérico-numeral) que recoge a través del trabajo de campo; esta información se utiliza según sea el problema de investigación o la organización de los datos que incorpora en sus interpretaciones en función de la síntesis analítica que construye. Aquí, por tanto, la idea de paradigma o de método cualitativo se diluye, y su disolución no sólo responde a argumentaciones históricas o a ejemplos extraídos de la puesta en práctica de lo que hacen los antropólogos (etnografías que se han realizado), sino también a cuestiones de carácter lógico y epistemológico que involucran la necesidad de una clara distinción entre paradigma, método, técnica y representación de información. Lo que si podemos señalar, recogiendo los argumentos esgrimidos por MITCHELL (1967), es que la etnografía, sin lugar a dudas, puede situarse en el campo de la denominada investigación cualitativa en tanto las interpretaciones que genera no dependen exclusivamente de procedimientos que implican análisis estadísticos o investigaciones que recogen y analizan información en la lógica de los métodos de asociación (MARRADI, ARCHENTTI & PIOVANI 2007). [51]
Al respecto podríamos considera atingente la definición de investigación cualitativa propuestas por STRAUSS y CORBIN (1998 [2002]), para quienes corresponde a cualquier tipo de investigación que produce hallazgos a los que no se llega – exclusivamente – por medio de procedimientos estadísticos; algunos datos pueden cuantificarse, pero el grueso del análisis es cualitativo. Por tanto, la etnografía sería un método a partir del cual se desarrolla investigación cualitativa – no un método cualitativo –, puesto que puede utilizar diversos tipos de información así como distintos procedimientos de recolección y análisis (incluyendo conteos estadísticos y survey). Sin embargo, podríamos argumentar que toda investigación involucra interpretación o cualificación, en tanto la información que se recoge, sea textual o numérica, es incorporada, por parte del investigador, en un esquema teórico o conceptual en el cual ésta adquiere sentido – como señalaba BOURDIEU, la realidad habla sólo cuando se la interroga. En esta lógica, las técnicas y los dispositivos instrumentales – modelos componenciales de la nueva etnografía, procedimientos estadísticos, software, mapas conceptuales, tipologías, matrices, tetralemas, observación, entrevistas, survey, etc.- se orientan hacia el cumplimiento de una función heurística. La tarea del trabajo científico es investigar y no parafrasear la realidad; por tanto, la etnografía no implica recolección, sino producción y análisis de información, es decir, busca construir datos o producir hallazgos. Los hallazgos o datos no son cualitativos o cuantitativos respecto de una "pretendida naturaleza", y como plantea IBAÑEZ (1994), esta producción de información puede estar medida por un proceso de transformación que va de la cualidad a cantidad y de la cantidad a la cualidad, que se vincula al control social que ejerce el sujeto que investiga47). [52]
Como señaló John DEWEY "Si el artista no perfecciona una nueva visión en su proceso creativo, actúa de manera mecánica, repitiendo algún viejo impreso en su mente como los planos de una construcción" (1934, p.50). Considero que esta cita sintetiza el "espíritu" del quehacer científico bajo la óptica del concepto de método que variados investigadores han delineado en los últimos años48). Pero dicho proceso creativo no sólo debe entenderse como ligado a la praxis investigativa o situacional, sino conforme al desarrollo que éste ha alcanzado a través de la discusión que tiene lugar en el campo científico. Es por ello que la emergencia y evolución de un método se encuentra estrechamente ligada al contexto sociohistórico y disciplinario en el cual se desarrolla. Es en dicho contexto en el cual se define y eventualmente se transforma el objeto de estudio – tienen lugar las distintas aproximaciones epistemológicas y teóricas – y acontecen fenómenos sociales y políticos que contribuyen a dinamizar las interacciones que se dan al interior de las comunidades de pares que cultivan una disciplina (HANNERZ 1980 [1986]; VIDICH & LYMAN 1994; JOCILES RUBIO 1999), y por que no decirlo, la ciencia en general y la sociedad. [53]
En este sentido, el trazado del método se encontraría ligado a dinámicas que acontecen en el campo de la ciencia y sociedad, las cuales se vinculan o encarnan en el quehacer o practica investigativa del científico, representadas en la dimensión prescriptiva – discusión teórica y tradición formativa – y descriptiva – contextualización –; ambas dan cuenta de un saber que, aun cuando procede de distintos niveles, funciona en base a dos campos creativos articulados. La etnografía, en tanto método, no está ajena a este proceso. Posee un origen ligado a un objeto – la otredad cultural o alteridad –, con un contexto sociohistórico de emergencia, y una dinámica disciplinaria en el cual se asienta su génesis y desarrollo. Esta dinámica ha contribuido a entregar matices ligados a perspectivas teóricas que han devenido en diversos estilos etnográficos que pueden ser claramente identificados, aun cuando en su "esencia", mantiene ciertos principios generales que le confieren una identidad general y específica en tanto método. La etnografía es un método a partir del cual se despliega el bricoleur (DENZIN & LINCOLN 1994); en ella se ponen en acción distintas técnicas o herramientas –dependiendo del estilo – orientadas a la selección, recolección, análisis, y calidad de la investigación como también aquellas vinculadas a la materialización textual por medio de la narrativa. Éstas se articulan en el marco del trabajo de campo, que demanda la presencia del investigador – corporalidad –, quien vivencia y analiza la información emanada en diversas situaciones, participando por una tiempo prolongado en la vida de un grupo y/o contexto social. [54]
La perspectiva aquí asumida se identifica con la etnografía multitécnica o intensiva (MAUSS 1947 [2006]), cuyo fundamento se encuentra arraigado en la historia de la antropología. Esta se inicia con TYLOR, RIVERS, BOAS y MALINOWSKI, y continúa hasta nuestros tiempos; no sólo da cuenta de la flexibilidad, sino también de la apertura y comunicación que ha tenido lugar entre la antropología y diversas disciplinas (filosofía, matemáticas, estadísticas, psicología, lingüística, sociología, geografía, ecología, etc.). Hablar de una etnografía multitécnica no resulta para nada una perogrullada49), en tanto en la literatura, la confusión con la observación participante o reducción a ésta técnica continúa reproduciéndose (GUTIERREZ & DELGADO 1994; DeWALT & DeWALT 2002; KAWULICH 2006); esto nos muestra la todavía incomprendida diferencia entre método y técnica50). [55]
Por otro lado, como plantea JOCILES RUBIO (1999), no se desconoce que existe recelo por parte de los antropólogos frente a instrumentos estandarizados de investigación – lo que caracteriza a varias de las técnicas que proceden desde la cuantificación de información –; sin embrago, dichos argumentos no pueden justificar el abandono o negar cualquier interés por las técnicas de cuantificación o lo métodos de asociación, ya que sus debilidades – como las de cualquier procedimiento –, no son insalvables en tanto se aplican en combinación con otras técnicas, o porque desecharlas, negaría la posibilidad de incorporar una forma, faceta o punto de vista desde el cual observar los fenómenos sociales. [56]
Volver a resituar la etnografía como una estrategia multitécnica, es considerar que a través ella nos encontramos en mejor pie para enfrentar el complejo mundo en que vivimos; así como hace posible problematizar, en el marco de las ciencias sociales y de la antropología, aquellas perspectivas que las vinculan exclusivamente a una disciplina – antropología –, a un paradigma – el naturalista –, a un método – el cualitativo – o una técnica – observación participante. [57]
Mis agradecimientos a Guillermo HENRÍQUEZ, docente del Departamento de Sociología de la Universidad de Concepción, Chile, por los comentarios que realizó a este articulo.
1) Según GUBER (2001), el término etnografía fue acuñado en 1770 por August Ludwig SCHLÖZER, profesor de la Universidad de Göttinga y asesor de la administración imperial rusa; con este término designó la "ciencia de los pueblos y la naciones". <regresar>
2) En una obra clásica en antropología, "Europa y la gente sin historia", Eric WOLF (1987) advierte sobre la necesidad de aproximarse al estudio de las distintas culturas considerándolas, ya no como unidades autocontenidas, sino como inmersas en tramas de relaciones de distinto orden que las han dinamizado a través de la historia. <regresar>
3) Según CUCHE (1996 [1999]), la palabra etnocentrismo fue creada por el sociólogo William SUMMER y apareció por primera vez en su obra Folkways en 1906. <regresar>
4) La referencia a JINÉS DE SEPÚLVEDA (1941) sólo pretende ser ilustrativa de una situación que continúa existiendo hasta nuestros días, a decir el etnocentrismo y racismo. <regresar>
5) Para BOURDIEU (1999 [2006]), la "doxa" corresponde a todo lo que es admitido como dado, particularmente caracterizado por los sistemas de clasificación que otorga un sentido de naturalización a la realidad. Disolver la "doxa" involucra poner continuamente en tela de juicio tanto las evidencias como los marcos en los cuales acontece el debate cívico, de modo que sea posible pensar el mundo en vez de ser pensado por él, de desmontar y comprender sus engranajes y por tanto, realizar una apropiación intelectual y material de este. En este sentido, la formulación de la pregunta antropológica involucra un cuestionamiento al etnocentrismo contenido en el propio sistema cultural, que sitúa como inferiores a todo aquel que es diferente. <regresar>
6) Autores como VIDICH y LYMAN (1994) identifican distintos periodos en el desarrollo de la etnografía, vinculados estos, a la emergencia de diversos tipos de actores y/o contextos históricos. Entre ellos, los autores refieren a la denominada etnografía temprana como un primer antecedente en el marco del descubrimiento del "otro" y contacto cultural en el contexto del viaje (S. XV y XVI), por ejemplo. Si bien, este encuentro llevó a una serie de cuestionamientos y juicios de orden moral y valórico sobre los cuales se logró la problematización de occidente, las producciones textuales que dan cuenta del "otro"no adquieren necesariamente el carácter de etnografías en el sentido aquí definido. La etnografía no implica la mera descripción y registro textual de una experiencia mediada por la observación y/o la conversación; requiere, además, la problematización "conciente" o "razonada" de un tema o aspecto de la realidad que se transforma en objeto de estudio (de abordaje sistemático), y por tanto, situado en la mediación entre la teoría y la recolección de información. Este argumento también sirve de contrapunto a ideas sostenidas por Ángel PALERM (1967), quién plantea que las contribuciones de Franz BOAS no son más que meras actualizaciones y/o sofisticaciones de perspectivas desarrolladas por Bernardino de SAHAGÚN. <regresar>
7) "... la investigación científica se organiza de hecho en torno a objetos construidos que no tienen nada en común con aquellas unidades delimitadas por la percepción ingenua ... En general, la epistemología empirista concibe las relaciones entre ciencias vecinas, psicología y sociología por ejemplo, como conflicto de límites, porque imaginan la división científica del trabajo como división real de lo real" (BOURDIEU, CHAMBOREDON & PASSERON 1973 [2004], p.52). <regresar>
8) La construcción del objeto proporciona los esquemas cognitivos que operan en la formulación selectiva de ciertas preguntas y cuestionamientos en el marco de la investigación – problematiza la realidad (BOURDIEU, CHAMBOREDON & PASSERON 1973 [2004]; GUBER 1991 [2004]). <regresar>
9) Debemos reconocer que la sociología de la escuela de Chicago no sólo ha compartido con la antropología el estudio de la otredad cultural – objeto de estudio –; incorporó la observación participante como aspecto fundamental de investigación (VIDICH & LYMAN 1994), la cual logró combinar con cuestionarios de orientación descriptiva. Es por ello que autores como HANNERZ (1980 [1993]) plantean el desarrollo de una orientación antropológica en dicha escuela – una socioantropología –, que constituye la base de la antropología urbana, y que se levanta como aproximación frente a la emergencia de nuevos fenómenos y actores sociales que derivaban de los movimientos migratorios y proceso de urbanización en Norteamérica. El mismo HANNERZ cita un artículo de Robert Ezra PARK en el cual señala lo siguiente "Los mismos pacientes métodos de observación que antropólogos como Boas y Lowie han empleado en los estudios de la vida y maneras de los indios norteamericanos podrían ser empleados, incluso más fructíferamente en el estudio de las costumbres, creencias, prácticas sociales y concepciones generales de la vida que prevalece en la pequeña Italia, sita en el lado norte inferior de Chicago, o en el registro de las complejas formas folklóricas de los habitantes de Greenwich Village y alrededor de la plaza Washington, en Nueva York" (1980 [1993], p.42). <regresar>
10) Se reconoce que la antropología es una disciplina muy dinámica y diversa, en la cual es posible visualizar distintas perspectivas teóricas que coexisten a través del tiempo. María JOCILES RUBIO (1999) hace referencia al carácter interdisciplinario que opera en el plano metodológico, y específicamente, a lo que se observa en el marco de la etnografía. Esto claramente es extensible para el campo teórico, donde la psicología, geografía, biología, historia, lingüística, la sociología, la matemática y la filosofía se encuentran presentes en los planteamientos de corrientes antropológicas como cultura y personalidad, estructuralismo francés, culturalismo, difusionismo, funcionalismo, cognitivismo, etc. <regresar>
11) Es conocido cómo el romanticismo alemán influye en la obra de Franz BOAS, quien otorga un papel central al relativismo cultural en tanto principio básico del pensamiento antropológico, principio que es compartido hasta la fecha, con algunos matices, por la mayoría de los antropólogos. Johann Gottffried VON HERDER (1744-1803) es indicado como uno de los precursores del romanticismo alemán y del concepto de relativismo cultural (CUCHE 1996 [1999]). En contraposición a la idea de razón ilustrada, valora la cultura del pueblo o popular, considerando necesaria la empatía y las vivencias para entender las manifestaciones de la vida. <regresar>
12) Existen diversos conceptos de cultura en antropología, cada uno de los cuales obedece a distintas perspectivas teóricas. Su origen, en el campo de la antropología, se remonta a la clásica definición del inglés Edward Burnett TYLOR hacia 1871 (CUCHE 1996 [1999]). <regresar>
13) Las primeras reflexiones sobre el método en antropología son más bien dispersas y breves (en HADDON, RIVERS, SELIGMAN, BOAS, MALINWSKI, MAUSS) no advirtiéndose reflexiones profundas sobre este aspecto (con el carácter de texto específico en la materia). Para el caso de la sociología, y al margen de las consideraciones más bien epistemológicas que efectuara DURKHEIM, encontramos reflexiones sistemáticas en "Making social science studies" de BOGADRUS (1918 y 1926), "Fieldwork and social research" de CHAPIN (1920), "Field studies in sociology" de PALMER (1928), "An introducction to social research" de ODUM y JOCHER (1929) y "Social research" de ELDMER (1939) entre otros (citados en PIOVANI, SANTOS & RAUSKY 2008). <regresar>
14) Entre muchas instituciones creadas podemos destacar: Société Ethnologique de Paris (1839), Sociedad Etnológica Americana (1842), Smithsonian Institute (1846), Ethnological Society de Londres (1843), École d'Anthropologie (1875), Museo del Palacio de Trocadero (1879), Bureau of American Ethnology (1879). <regresar>
15) La etnografía intensiva, en contraste con la extensiva, constituye una de las primeras reconsideraciones efectuadas sobre el método. En el marco de las prácticas de salvataje cultural o conservación museográfica, la etnografía tomó la forma de una descripción generalista de la vida cultural; como señala MAUSS (1947 [2006]), la investigación extensiva consistía en "... ver la mayor cantidad de gente posible en un área y un tiempo determinados ha sido largamente practicados en una época en la que se trataba exclusivamente de recoger muy rápido la mayor cantidad posible de objetos que podrían desaparecer y poblar los museos que acababan de nacer ... El gran peligro que presenta este método es su carácter superficial: el etnógrafo no hace más que pasar, incluso los objetos suelen reunirse a su llegada" (p.29). <regresar>
16) Parte del trabajo de CUSHING, así como de otros clásicos, puede ser consultado en el Proyecto Gutenberg, disponible en http://www.gutenberg.org/wiki/Main_Page. <regresar>
17) Es necesario hacer mención a que una rápida, pero no menos acuciosa revisión a la historia y desarrollo del trabajo de campo, destruye el mito fundacional, que reina en muchos manuales de metodología, que enarbola a MALINOWSKI como la figura que da origen a esta práctica. <regresar>
18) Por otro lado, Lewis Henry MORGAN hizo lo propio a través de reiteradas visitas al área del cañón del Chaco, y a los pueblos taos e iroqueses en Norteamérica (1878). Si bien no fueron estadías muy prolongadas (sólo por semanas o meses), constituyen aproximaciones que se basan en la observación directa de las realidades estudiadas. <regresar>
19) En este sentido, cabe hacer mención a los trabajos promovidos por la British Association (1884) entre los indígenas canadienses con particular referencia en aquellos que habitaban la costa noreste, proyecto que fue conducido por el lingüista Horatio HALE bajo la presidencia de Edward Burnett TYLOR (URRY 1984). Además, habría que agregar la expedición que el mismo TYLOR emprendió, junto al historiador Henry CHRISTY, en el norte de México (1850) y cuyos resultados fueron publicados en "Anahuac or Mexico and the Mexicans, ancient and modern" (1861). <regresar>
20) Formaron parte de la segunda expedición Alfred HADDON (zoólogo), William RIVERS (Neurólogo y psicólogo experimental), Charles SELIGMAN (psicólogo), Charles S. MYERS y William MCDOUGALL (alumnos de RIVERS), Sidney RAY (lingüista, experto en melanesio), Anthony WILKIN (asistente de fotografía y antropología física). <regresar>
21) Según HADDON, "En muchas islas los nativos desaparecen rápidamente, y en otras más han sufrido tantas modificaciones por el contacto (...) no podemos negar que nuestro deber es recopilar las características físicas, la artesanía, la psicología, las ceremonias y creencias religiosas de los pueblos que se desvanecen; y es esta una labor que en muchos casos sólo puede llevar a cabo la presente generación (...). La historia de estas cosas, una vez desaparecida nunca más se podrá recuperar" (HADDON 1897, p.306 en EDWARDS 1998, párrafo 2). <regresar>
22) Me refiero a la publicación "Notes and queries on athropology", reflexiones que profundizaría hacia 1913 en "Report on anthropological research outside America", <regresar>
23) Fue determinante en su formulación la experiencia que RIVERS tiene entre los Todas del sur de la India,poniendo en práctica el método concreto o genealógico. Al respecto, RIVERS señala que "... el otro mérito del método es que nos da no solamente los medios de obtener información, sino de demostrar la verdad de la información... por medio del método genealógico resulta posible demostrar los hechos de la organización social de tal manera que convenzan al lector con la misma exactitud que proporciona cualquier ciencia biológica... [agregando]. Llegará el tiempo en que emplearemos símbolos para las diferentes relaciones de parentesco ... y muchas partes de la descripción de los sistemas sociales de las tribus salvajes se parecerán a un trabajo matemático en el que los resultados e presentarán a través de símbolos e inclusos en algunos casos en forma de ecuaciones" (en BESTARD 1998, p.64). <regresar>
24) Para diversos autores, el gran aporte de MALINOWSKI se basó en la puesta en práctica y la teorización del trabajo de campo intensivo (GLUCKMAN 1975), y en la sistematización y demostración de los principios metodológicos, más que en las demandas y exigencias de este (URRY 1984). <regresar>
25) Dentro de los aspectos que se incorporan al trabajo de campo destacan la selección de un problema de investigación, especificación de la muestra, el establecimiento de criterios de selección del contexto de estudio, así como incorporación de técnicas de film, fotografía, grabaciones de audio. KAPLAN y MANNERS (1972 [1985]) entienden estos cambios como adecuaciones realizadas conforme el objeto de estudio antropológico se desplaza hacia sistemas urbanos más complejos (heterogéneos y de mayor escala), lo que obliga a reconsiderar el antiguo bagaje instrumental. Para LEWIS (1975), esto tiene que ver con la incorporación de perspectivas de otras disciplinas así como por innovaciones propias en el desarrollo del trabajo de campo. <regresar>
26) En este debate entran en tensión las perspectivas que abogan por establecer criterios de demarcación científica y requerimientos técnicos en la investigación versus las perspectivas humanistas, que se fundamentan en la experiencia y subjetividad del observador. <regresar>
27) No es desconocido que la etnografía, también cultivada en la sociología como observación participante, tuvo su origen en Antropología al alero de las contribuciones de RIVERS, HADDON, BOAS, MALINOWSKI, MAUSS, entre otros. En Psicología se han impulsado muchos avances vinculados a los test psicométricos y a la medición social, avances en los cuales la Sociología ha contribuido en plenitud sobre todo desarrollando y perfeccionando procedimientos de recolección y análisis vinculados a los métodos de asociación. En este sentido, los métodos suelen constituir el "núcleo identitario" de las disciplinas, conformando la columna vertebral de los curriculum formativos (excluyendo a otras o derivándolas a segundo plano). Aun cuando esto no es del todo discutible, el problema es cuando estos se dogmatizan y conforman imaginarios respecto del deber ser y actuar de quien cultiva una disciplina. En este caso, el método se vuelve lo central, y desplaza a un segundo plano lo relativo a la construcción del objeto, a las preguntas de investigación, a los objetivos, a la problemática a desarrollar, a los referentes teóricos. Por ejemplo, puede llegar a ser inconcebible que un antropólogo no desarrolle investigaciones de corte etnográfico; incluso para muchos, la etnografía representaría algo así como el "espíritu" de la antropología. Para algunos puristas, el antropólogo que trabaje desde los "métodos estadísticos" o de asociación es más bien un Sociólogo que ha equivocado el camino. <regresar>
28) Esta idea ha sido profundizada en conversaciones y seminarios en los cuales el autor del artículo ha participado con Omar BARRIGA y Guillermo HENRÍQUEZ, sociólogos docentes de la Universidad de Concepción. Por otro lado, cabe señalar que la puesta en práctica de estos principios, previstos por el método, dependen en gran medida del investigador y su disposición hacia un trabajo científico riguroso (habitus). <regresar>
29) El método desarrollado por el filósofo es creativo, sistemático e inclusive transparente, pero no necesariamente referido a lo empírico (comprobación de las formulaciones); el artista puede ser creativo, sistemático e incluso referir a lo empírico, pero escasamente transparente (ningún artista dará a conocer de forma totalmente explícita como logró desarrollar su obra). <regresar>
30) Por ejemplo, a pesar de estar relativamente prescrito, el método cuantitativo o método de asociación – que involucra técnicas de recolección y análisis de información codificada de forma numérica o numeral –, tiene mucho de artesanal. Detrás de cada producción de un dato (la representación gráfica o símbolo y su sentido teórico interpretativo) hay un ejercicio creativo e iterativo; ir y venir hacia la información considerando los referentes teóricos, las condiciones de recolección, las restricciones o supuesto de las técnicas, etc. No es, o no debería ser, un proceder mecánico donde se aplica un cuestionario mediante una encuesta, se construye una tabla de datos, se procesa la información por medio de un software que me presenta pool de técnicas estadísticas, y se sitúa el resultado (lo que arroja en análisis en tanto expresión numérica) en un reporte. Por otro lado, la encuesta crea una situación social de interacción mediada por un dispositivo que es el cuestionario; la kinésica, la proxémica, la verbalización al margen (opiniones del encuestado) son relevantes como información e incluso para establecer validez. Es importante, además, la destreza del encuestador acorde con las exigencias de la técnica y así como con su habilidad para interactuar en las más diversas situaciones. <regresar>
31) En el caso de recolectar información mediante una entrevista, el análisis demanda escuchar las cintas, digitarlas en detalle, leer detenidamente la información transcrita, organizar la información, incorporar memos analíticos, comparar notas y categorizaciones, contextualización, volver a la información, buscar vinculaciones teóricas, etc. <regresar>
32) Aún cuando identifican una serie de problemas en la implementación de este procedimiento, los autores señalan que "... parecen tener efectos saludables, particularmente al alentar los registros y la reflexividad sistemática" (p.285). Citando a SCHWANDT y HALPERN (1988), sugieren seis niveles de atención presentados como interrogantes: ¿Los hallazgos están fundamentados en los datos? ¿Son lógicas las inferencias? ¿Es apropiada la estructura de categorías? ¿Se pueden identificar las decisiones de indagación y los cambios metodológicos? ¿Cuál es el grado de prejuicio del investigador? ¿Cuáles estrategias se utilizaron para incrementar la credibilidad? <regresar>
33) Esta perspectiva se aproxima a lo que Justus BUCHLER (1961) denominó como metodografía. Señala que "En estas formas de lenguaje – es decir, en las esferas de la invención y de la acción – es donde hay que reconocer la distinción entre los que aplican un método y es mismo proceso metódico y sus aspectos, suele resultar más correcto hablar de metodografía. La incumbencia principal del científico al reflexionar sobre sus procedimientos es la de hacer que progrese la investigación. Reuniendo normas y técnicas, transforma a estas en recursos impersonales. El artista, en cambio prescribe solo cuando sucumbe ante la debilidad o cuando no tiene nada mejor que hacer. A diferencia de tan dudosos consejos normativos, sus reflexiones metodográficas son perfectamente originales y tienen una triple importancia: le ayudan a descubrir los elementos susceptibles de repetición en su propia actividad; son estímulos para la indagación de otros artistas y, finalmente, sirven como datos para el filósofo, único que esta en condiciones de aventurar una abstracto estudio comparativo" (pp.129-130). <regresar>
34) Según VIDICH y LYMAN (1994), la importancia de la experiencia personal en la descripción e interpretación etnográfica se encuentra implícita en la obra de Edward Franklin FRAZIER, quien investigó a la cultura afroamericana, y formó parte de la Escuela de Chicago. Como pudimos apreciar, ésta componente también es reconocida por antropólogos como Raymond FIRTH y Siegfred NADEL. <regresar>
35) Según CRESWELL, la etnografía debe desarrollarse por un tiempo superior a seis meses, lo que dependen del tipo de fenómeno que se investiga. Para el caso de las aproximaciones clásicas, PRITCHARD sugiere que un antropólogo debe realizar trabajo de campo al menos durante tres años en una cultura, para luego realizar estudios en otro grupo. William Halse RIVERS, propulsor del trabajo de campo (1898-1899), señala que debe ser realizado por un año o más en una comunidad de entre 400 a 500 habitantes. <regresar>
36) La dimensión experiencial del trabajo de campo se hace completamente explícita con la edición, por parte de Valetta MALINOWSKI y Raymond FIRTH, del diario del antropólogo Bronislaw MALINOWSKI. <regresar>
37) La textualización comprende la representación escritural de nuestras reflexiones. Como plantea Cardoso de OLIVEIRA (2004), el ejercicio de escribir en etnografía es clave para la reflexión y análisis, ya que permite fijar nuestras ideas para que sean releídas. En este sentido, el diario de campo es por definición el dispositivo técnico de registro textual del etnógrafo, sobre el cual se levantan anotaciones analíticas y nuevas ideas que pueden conformar nuevas interpretaciones sobre la información. El reporte de investigación, en tanto condensación del proceso de investigación etnográfico, también representa una forma de textualización ligada a diferentes estilos narrativos y formas de organizar el material. <regresar>
38) La traducción de magpie es urraca. La actitud de urraca quiere decir que el etnógrafo "engulle" toda la información proveniente de las distintas técnicas que utiliza, para luego "filtrar" o seleccionar los aspectos más relevantes para el tema o problema de estudio. <regresar>
39) Al respecto RIVERS señala que "Por lo general, la indagación etnológica posee dos variantes principales que pueden ser llamadas 'trabajo de encuestas' y 'trabajo intensivo', respectivamente. El primero quiere decir que se cubre una gran superficie de terreno, observando y comparando las costumbres de diferentes tribus y lugares. A menudo el trabajador está especialmente interesado en algún tema específico, como religión, idioma, o los útiles de artes, y no intenta estudiar la cultura de la gente y la variedad de culturas, y esto lo obliga a considerar un contexto amplio con información superficial. La esencia del trabajo intensivo, por otro lado, es limitación en la magnitud combinada con intensidad y minuciosidad" (1913, pp.6-7). <regresar>
40) En estas tres últimas décadas ha tenido lugar una interesante discusión respecto a las posibilidades de articulación entre métodos de investigación, la que se deriva de la crítica abierta a la dicotomización y/o polarización paradigmática que divide la realidad social según lo que consideran la "naturaleza de los fenómenos que se investigan" y "las formas más apropiadas de aproximarse al objeto social". Antecedentes tempranos de superación de la dicotomía aparecen en disciplinas como la sociología, antropología y psicología, aun cuando se reconoce que la brecha epistemológica y metodológica ha prevalecido con matices cuantitativistas y cualitativistas en diferentes etapas históricas y en distintos países (por ejemplo la prevalencia de la sociología de encuestas asociada a la escuela de Columbia". AL respecto, encontramos propuestas de integración y triangulación en tanto potencian diversos niveles en la investigación social (DENZIN 1978; COOK & REICHARDT 1986; BERICAT 1998; CEA 1999; KELLE 2001). <regresar>
41) Al respecto MITCHELL hace alusión a la siguiente cita de FOSTER: "Los antropólogos han demostrado asimismo que los métodos estadísticos, por muy elementales que sean, son apropiados para el estudio de las denominadas sociedades simples, aunque no se acepte comúnmente la importancia esencial que revisten para el estudio de la estructura social de cualquier sociedad, ni el hecho que, en definitiva, no son sino una depuración de los imperfectos métodos de comparación e inducción que se utilizan habitualmente" (1966 [1999], pp.58-59). <regresar>
42) Los aportes de MURDOCK se cristalizan en el Atlas Etnográfico Mundial, trabajo que tiene como base explicativa el análisis estadístico y comparativo entre diferentes sociedades y grupos humanos, reduciendo la cultura a entidades discretas (variables observables empíricamente) que posibilitan la comparación intercultural, y la elaboración tipológica. Este trabajo constituye un refinamiento del establecimiento de correlaciones empíricas adoptadas por Leonard HOBHOUSE, Gerald WHEELER y Morris GINSBERG. <regresar>
43) Los survey y estadísticas son herramientas de uso frecuente en los inicios de la antropología; Podemos citar las correlaciones en el marco de los estudios de Edgard Burnett TYLOR o la encuesta transcultural iniciada por William GRAHAM SUMNER en 1937, como dos ejemplos en entre numerosos trabajos realizados en dicho periodo. Además de los autores ya citados, pueden ser revisados los trabajo de McEWEN (1975) y EPSTEIN (1967 [1969]). <regresar>
44) Esta orientaciones, en mayor o menor medida, ponen distintos acentos en cuestiones tales como: definición de unidades de análisis, estrategias muestrales y de calidad en la investigación, temporalidad, requerimientos personales, incorporación técnica entre otros. <regresar>
45) Para el caso de la sociología, este debate comienza a perfilarse con posterioridad a la aparición de la obra de THOMAS y ZNANIECKI "El campesino polaco en Europa y América" (1918), y se profundiza en la década de los '70, dando lugar a reflexiones en torno a su superación a partir de los '80. Un interesante trabajo en esta línea esta contendido en un trabajo colectivo elaborado por PIOVANI, SANTOS y RAUSKY (2008). <regresar>
46) Para IBAÑEZ (1994), cualquier información cualitativa (textual) puede ser llevada a una representación enumerativa (o posiblemente numérica o numeral), en tanto que cualquier simbolismo numérico o numeral requiere de una interpretación cualitativa, lo que va más allá de la simple expresión de un porcentaje o de un coeficiente de correlación.Para ALVIRA (1983, p.60), la medición involucra el establecer isomorfismo entre propiedades formales y estructurales de la realidad (la cosa medida) y el sistema simbólico que se usa para representarlo. La cuantificación, por tanto, no haría desparecer las propiedades cualitativas esenciales. <regresar>
47) Para IBAÑEZ "La transformación de la cualidad en cantidad es una codificación de los procesos dinámicos en términos de estructura lingüística. La transformación de cantidad en cualidad es una desbordamiento de las estructuras lingüísticas por los procesos dinámicos" (1994, p.57). Esta transformación puede obedecer al manejo político y el control – intencionalidad – que puede ser ejercido por el intérprete de la información; éste es quien puede intermediar en la forma en que la información puede ser representada. <regresar>
48) Para una visión más profunda, se puede consultar el artículo de Alberto MARRADI (2002) . <regresar>
49) No es una perogrullada, además, pues debido a la fragmentación entre métodos cualitativos y cuantitativos, los programas formativos en antropología o sociología tiende a sumergir a la etnografía en el campo de los cualitativo, en tanto ejercicio descriptivo circunscrito a la observación participantes, el que consiste en tomar notas en un cuaderno de campo. Aún cuando la etnografía multitécnica sea ampliamente reconocida, esta lejos de ser incorporada en la formación de antropólogo y cientistas sociales en general. <regresar>
50) Las técnicas corresponderían a procedimientos específicos codificados o relativamente prescritos, que cumplen una función instrumentales con fines cognoscitivos. Su aplicación es de carácter práctico (recogida, análisis, representación de información) y requiere del adiestramiento de quién la utiliza o know how. La investigación que procede de la etnografía nunca esta escrita con anterioridad a la "inmersión" del investigador en el contexto, sin embargo, éste conoce de técnicas de recogida y análisis de información que pone en marcha en el proceso de invstigación; conoce, quiere decir, esta familiarizado con protocolos, formas de proceder o aplicar, e incluso con limites y posibilidades de las técnicas (herramientas). <regresar>
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Héctor I. MORA NAWRATH es profesor de la etnografía clásica, metodología cualitativa, metodología cuantitativa y coordinador del Postítulo de Metodologías en Investigación Social en la escuela de Antropología de la Universidad Católica de Temuco, Chile. Sus líneas principales en el campo de la investigación se orientan hacia la el desarrollo, medio ambiente, epistemología y las metodologías en Ciencias Sociales, con un interés particular por los métodos en antropología sociocultural.
Contacto:
Héctor I. Mora Nawrath
Escuela de Antropología, Universidad Católica de Temuco
Ciudad de Temuco
Calle Manuel Montt 56, Campus San Francisco
Edificio C, 5 piso, of. 8, Casilla 15-D
Chile
Tel. 56-45-205632 o 205309
E-mail: hectmora@uct.cl, hectmora@gmail.com
URL: http://antropologia.uct.cl/
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