Volumen 7, No. 4, Art. 38 – Septiembre 2006
Investigación cualitativa y psicología social crítica en el Chile actual: Conocimientos situados y acción política
Roberto Fernández Droguett
Resumen: En Chile han existido diversas formas de acercarse a la investigación cualitativa, siendo una de ellas la desarrollada por la psicología social crítica. Una de las características de esta perspectiva ha sido desarrollar una mirada que incorpore la visión de los actores sociales, considerados como agentes, y que se haga cargo de una visión situada del conocimiento, desde la cual se renuncia a la pretensión de objetividad y neutralidad científica. En este texto, se revisarán las características centrales de la psicología social crítica y su relación con la investigación cualitativa. Luego, se describirá un proceso de investigación relativo a las memorias del golpe de estado y la dictadura militar en Chile, y su derivación en una intervención en este ámbito.
Palabras clave: investigación cualitativa, psicología social crítica, posición del investigador, interpretación, agencia de los sujetos sociales, prácticas políticas
Índice
1. Introducción: Contextos y problemáticas
2. Características de la psicología social crítica
3. Fundamentos de la investigación cualitativa en psicología social crítica
3.1 Construccionismo social
3.2 Interpretación y conocimiento situado
3.3 Reflexividad
3.4 Transdisciplinariedad y dimensión política de la investigación cualitativa
4. La experiencia de la marcha "rearme"
5. A modo de conclusión
1. Introducción: Contextos y problemáticas
Al plantearnos el desarrollo actual de la investigación cualitativa en Chile, resulta inevitable orientar nuestra mirada hacia las disciplinas que se han constituido en los principales núcleos que han utilizado y profundizado esta metodología. Tanto desde la sociología y la antropología, como desde la psicología social, la historia, la ciencia política, se han implementado y legitimado diversas formas de investigación cualitativa. Estas van desde las más clásicas como la observación participante y la entrevista en profundidad, hasta otras como los grupos de discusión, las historias de vida y la historia oral, el análisis de discurso, la autoetnografía. Esta apertura metodológica no sólo responde a un mayor desarrollo de la investigación cualitativa como alternativa a la investigación de tipo cuantitativa, sino también como un modo de profundizar un acercamiento comprensivo e interpretativo a la realidad social, instalando como elementos centrales los aspectos subjetivos e intersubjetivos de las problemáticas sociales, el lenguaje como modo característico de acceder a estos aspectos, y la presencia y posición del investigador como condición de posibilidad del conocimiento. [1]
Este proceso que comienza a perfilarse durante los años ochenta, en plena dictadura militar, busca recuperar la voz de los actores sociales marginados social y / o políticamente, de modo de producir saberes disidentes, alejados o en franca oposición a los saberes oficiales de ese momento, caracterizados por la versión oficial del gobierno autoritario. Para MÁRQUEZ y SHARIM (1999), en relación a los estudios biográficos:
"la década de los ochenta se caracterizó por los estudios testimoniales de los "sin voz" y la efervescencia de los movimientos sociales en el país. En este contexto, se recopilaron historias de vida de mujeres y hombres, pobladores y campesinos, que solitaria u organizadamente encontraban los medios para sobrevivir a las duras condiciones que esos tiempos imponían" (MÁRQUEZ & SHARIM 1999, p.9). [2]
Pero también este proceso busca posicionar la investigación social desde una lógica alejada de la pretensión de neutralidad científica, en consideración a que "el sujeto no puede evitar participar en la construcción del objeto al que se supone que observa de manera exterior" (PÉREZ 1998, p.327). Esta figura de un observador participante obliga a "revisar los supuestos clásicos de la objetividad, neutralidad y prescindencia de los científicos" (PÉREZ 1998, p.327), más aún considerando el contexto de esos años donde la violencia política y la exclusión social y económica hacía imperativo un compromiso ético con los sectores afectados y con los procesos de lucha para acabar con la dictadura militar. [3]
Con el regreso a la democracia, a comienzos de los años noventa, la investigación cualitativa pasa a institucionalizarse en universidades y entidades gubernamentales. Este cambio de contexto también implica un giro desde la intención anteriormente explicada de reivindicar la visión de los actores sociales, hacia una perspectiva que busca un conocimiento que considera más bien a estos actores como sujetos pasivos que sufren diversas formas de exclusión social y económica. Siguiendo con el ejemplo del enfoque biográfico, "a finales de los noventa, el relato de vida constituye fundamentalmente un método de investigación, pero también una herramienta de formación y diagnóstico en experiencias de intervención social y formulación de políticas" (MÁRQUEZ & SHARIM 1999, p.9), principalmente desde entidades estatales encargadas de formular políticas públicas para sectores sociales definidos por el estado como prioritarios, como las mujeres, los jóvenes y los pobres. [4]
Para el historiador Gabriel SALAZAR (1999), durante la década de los noventas la transición a la democracia y el giro de la investigación cualitativa hacia el diagnóstico de los problemas sociales y la elaboración de políticas públicas, tienen como consecuencia neutralizar el carácter muchas veces contestatario de las voces de los actores sociales en pos de la gobernabilidad, actores sociales convertidos en "sujetos que ya no eran dóciles portadores de "datos" objetivos, sino díscolos generadores de infecciones intersubjetivas como autonomía, movimiento social, soberanía, comunidad local, etc." (SALAZAR 1999, p.203). La voz de los actores sociales se convierte en un elemento incómodo cuando ésta se aleja de los preceptos de una política pública que busca la inserción de estos actores en una estructura social cada vez más alejada de la conflictividad social. Para este autor, al mismo tiempo que la política estatal convertía a estos actores sociales en meros beneficiarios de las políticas públicas, la utilización de métodos cualitativos para investigarlos los convertía en meros informantes, quitándoles toda la agencia y el protagonismo logrados en las luchas de la década anterior.
"Para los pobladores, la política y la ciencia daban lugar a un "turismo" de paso que pasaba sobre ellos y sobre sus problemas e identidades, del que pronto terminaron por cansarse: los datos no volvían. Los entrevistadores tampoco. Los políticos, casi nunca" (SALAZAR 1999). [5]
Siguiendo a CANALES (1995), la pretensión de recuperación de la palabra y de la subjetividad de los sujetos sociales nunca dejó de ser una mera declaración de principios, ya que lo que sigue primando fue una episteme de control. Esta episteme consiste en la mantención del control sobre el habla de los sujetos, pero con la paradoja que se les otorga la ilusión de libertad de expresión. "Esa paradójica entrega de libertad, que es "debes hacerte las preguntas" aparece como una paradoja de prisioneros: "sean libres pero de alguna manera "me la deben" (CANALES 1995, p.7). En este sentido, queda instalada la tensión entre devolverles la voz a los sujetos, lo que implica que también ésta les puede ser quitada de nuevo, o recuperar su voz como un modo de potenciarlos como agentes sociales. Pero esta tensión no sólo está presente a nivel de la técnica, también lo está en relación al contexto social en que la técnica se inscribe. El destino de la información generada no son los propios sujetos que la producen, sino un tercero, "el cliente, el mercado, la ciencia o cualquier otra institución que así sabe sobre el investigado" (CANALES 1995, p.7). En este sentido, la investigación cualitativa renuncia a su promesa de devolverle la palabra a los sujetos, dejándolos inmovilizados en el lugar del objeto de estudio, separando de modo irreversible los momentos sucesivos de observador y de observado, sin posibilidades que el saber producido a partir de los propios sujetos regrese a ellos.
"Episteme de control porque, y esto es el punto central, espacializa o separa de modo no reversible la posición del observador con la posición de lo observado. Y en ese sentido, reduce a objeto para nosotros o nuestra mirada la subjetividad, el soporte del hablar, de las preguntas o de los deseos" (CANALES 1995, p.8). [6]
Sin embargo, ha habido esfuerzos desde diversas disciplinas para mantener un enfoque crítico en investigación cualitativa, que justamente buscan una mirada que se haga cargo de sus consecuencias políticas, principalmente en relación a superar la episteme de control, de modo de promover la agencia de los actores sociales a partir de la articulación de las prácticas de estos actores con las prácticas investigativas. Como sostiene CANALES (1995) un tipo de investigación de segundo orden que restaure la reversibilidad del investigador y de lo investigado, de modo de convertir al objeto en un sujeto de estudio, una metodología que "desde la promesa cualitativa, llegue a la posibilidad de un saber reciclado, regenerado o que al final se inscriba en un saber del propio sujeto observado" (CANALES 1995, p.49). En palabras de SALAZAR (1999), un tipo de investigación centrada en el sujeto cuya primera regla sea no sólo quedarse con él, no abandonarlo después de haberle extraído su saber sobre sí mismo, sino instalarse en él, ser él mismo, diluyendo la separación epistemológica entre sujeto y objeto de estudio para potenciar a los actores sociales como tales.
"En el primer caso, la ciencia se iba con los datos, para volver convertida en política pública y dominación. En el segundo, la ciencia se queda potenciando el logos subjetivo e intersubjetivo para salir convertida en acción social y poder" (SALAZAR 1999, p.206). [7]
En términos de ALONSO (1998), esto implica asumir la investigación cualitativa como una mirada o una visión, lo que remite justamente a la idea de que el conocimiento es el resultado de la acción de un sujeto en relación con otros. "El concepto de visión como mirada social supone, de entrada, la apertura al sujeto y a los actores en un proceso reflexivo de producción mutua" (ALONSO 1998, p.19). [8]
Una de las expresiones de esta forma de entender la investigación cualitativa en Chile ha sido la psicología social crítica. En este texto, desarrollaré las principales características de la psicología social crítica (PSC), así como los fundamentos que sustentan su concepción de investigación cualitativa. Es importante precisar que este texto no busca arrogarse la paternidad completa y absoluta de la PSC, ya que como plantea PIPER (2002) resulta difícil afirmar taxativamente que es lo que es la PSC y que no lo es, porque no existe ninguna categoría fija ni claramente delimitada que la instituya de una vez y para siempre. Por lo tanto, "lo que queda no es armar una definición, sino que exponer los campos semánticos y de sentido desde los cuales se está hablando" (PIPER 2002, p.21). En este sentido, podremos identificar ciertos elementos que caracterizan un acercamiento crítico en psicología social, el cual por cierto es diverso y heterogéneo. [9]
Una vez planteadas las características de la PSC y los fundamentos desde la cual esta disciplina entiende la investigación cualitativa, me referiré a un proceso de investigación que derivó en un proceso de intervención en el ámbito de las memorias y conmemoraciones del golpe de estado de 1973 que derrocó al presidente Salvador Allende e instaló la dictadura militar de Augusto Pinochet. El objetivo de este ejemplo es mostrar de qué modo la PSC ha desarrollado un tipo de investigación cualitativa que ha buscado promover la agencia de los sujetos sociales en una investigación particular y cómo este proceso ha llevado a una intervención en el ámbito de las memorias y las conmemoraciones relativas a dicho periodo histórico. [10]
2. Características de la psicología social crítica
Una primera característica es la radical disconformidad con las perspectivas convencionales de la psicología y de las ciencias sociales en general, cuyo norte principal ha sido el mejoramiento de problemáticas individuales y sociales a través de la aplicación de diagnósticos y técnicas manejados por especialistas. Al contrario, la PSC es antes que nada una práctica política, en la medida que su objetivo es contribuir al análisis critico y a la transformación de la realidad social más que a su mejoramiento. "Buscamos producir debates problematizadores que reflexionen sobre el tipo de realidad social que nuestras prácticas construyen lo que implica generar nuevas prácticas y por lo tanto abrir nuevos sentidos, producir nuevas realidades" (PIPER 2002, p.30). Esta dimensión política de la psicología social implica por una parte romper con los supuestos que fundamentan la psicología tradicional (IBÁÑEZ 1994; PIPER 2002), pero también implica su inscripción en los procesos de emancipación y de transformación social. Para MARTÍN-BARÓ (1995), frente al objetivo tradicional de la psicología social de entender la conducta humana para predecir y controlarla, una psicología social de la liberación "debe buscar como objetivo el posibilitar la libertad social e individual" (MARTÍN-BARÓ 1995, p.48). En términos de IÑIGUEZ (2002), esto implica una psicología social a la vez crítica y radical, donde el cuestionamiento de las formas de producción del conocimiento se acompaña de una voluntad emancipadora. Para IÑIGUEZ (2002), la PSC se compone de dos subconjuntos que a veces van juntos y otras veces separados. El componente crítico enfatiza el cuestionamiento continuo de las prácticas de producción de conocimiento, mientras que el componente radical lo hace con la búsqueda de transformaciones del orden social. [11]
Un segundo elemento constitutivo de una PSC es un alejamiento del individuo como centro explicativo de los fenómenos de la realidad social (FERNÁNDEZ 1994; DOMÉNECH & IBÁÑEZ 1998; PIPER 2002). Tradicionalmente la psicología convencional ha considerando que son factores internos del individuo los que permiten comprender y explicar la conducta humana. Uno de esos factores ha sido la relación con el medio, y específicamente con otros seres humanos. No obstante, esta dimensión más social en el estudio de la conducta humana ha tendido a suponer que las relaciones sociales son solo una sumatoria de factores individuales que no tienen una particularidad propia. Para la PSC (FERNÁNDEZ 1994; DOMÉNECH & IBÁÑEZ 1998; PIPER 2002), lo social es una entidad que no es separable de lo individual, al ser constituyente de y constituida por los individuos en relaciones dinámicas y cambiantes.
"Pensamos a las personas y sociedades no como entes autónomamente construidos, sino como productos de relaciones sociales constituyentes. La sociedad se materializa a través de prácticas individuales y los individuos existen como seres sociales a través de la producción de la sociedad" (PIPER 2002, p.25). [12]
Un tercer elemento es el rompimiento de la PSC con los fundamentos epistemológicos de la psicología científica, en términos de rechazar la idea de objetividad, es decir de considerar a la realidad social como una entidad independiente del conocimiento que tenemos de ella, y de suponer que el conocimiento científico es una representación de esta realidad, en una lógica de correspondencia entre objeto conocido y conocimiento del objeto (IBÁÑEZ 1994). Para ello, la PSC propone un enfoque epistemológico construccionista (IBÁÑEZ 1994; DOMÉNECH & IBÁÑEZ 1998; PIPER 2002), donde el conocimiento de la realidad es una construcción intersubjetiva y simbólica, pero con efectos de verdad. La realidad social así vista está constituida por significados compartidos que la definen en un contexto socio-histórico determinado (JIMÉNEZ-DOMÍNGUEZ 2000), pero no por eso en un sentido homogéneo. La realidad social está constituida en una multiplicidad de sentidos que se entremezclan y se tensionan, generando un campo complejo caracterizado por la variabilidad discursiva. [13]
El cuarto elemento es que en términos metodológicos, la naturaleza simbólica de la realidad social implica el uso de métodos cualitativos para investigarla (IBÁÑEZ 1994; DOMÉNECH & IBÁÑEZ 1998; JIMÉNEZ-DOMÍNGUEZ 2000), en tanto "éstos permiten atender a los significados intersubjetivos, situados y construidos que se dan en la interacción humana, obviando, así, todo intento de buscar hechos objetivos o leyes que los expliquen" (DOMÉNECH & IBÁÑEZ 1998, p.20). Sin embargo es importante precisar que las metodologías cualitativas de investigación no son un ámbito homogéneo, y en este sentido podemos distinguir que los enfoques críticos en investigación cualitativa van más allá de la aceptación de la inscripción en el lenguaje de la investigación social, común a todas las perspectivas cualitativas, sino que además asumen que la propia investigación es una práctica interpretativa, "es el estudio interpretativo de un problema determinado en el que el investigador es responsable en la producción del sentido" (JIMÉNEZ-DOMÍNGUEZ 2000, p.1). Lo que se busca es conocer las diversas interpretaciones que puedan existir en un contexto social, pero considerando que el hecho de conocer también es una interpretación, aunque muchas veces las interpretaciones en el ámbito de las ciencias produzca efectos de verdad. Tal como lo decíamos anteriormente, la PSC debe luchar contra esos efectos de verdad, promoviendo el diálogo mas que verdades absolutas y definitivas. Tal como plantean IBÁÑEZ (1994) y DOMÉNECH y IBÁÑEZ (1998), esto implica asumir el relativismo como forma de acercarse a los fenómenos de la realidad social, pero no un relativismo neutral, sino un relativismo comprometido, es decir que asume los criterios que fundamentan su mirada. [14]
En síntesis, la PSC se caracteriza por los siguientes aspectos:
"postura crítica y voluntad comprometida en cambiar las cosas, práctica desestabilizadora de las relaciones de dominación, desnaturalizadora, una psicología que no solucione problemas para sostener el orden social imperante sino que los cree para subvertirlo, que no cambie a las personas para que se adapten al sistema social, sino que produzca sujetos deseosos de transformarlo. Una práctica que no se aboque al descubrimiento de lo que somos, sino a su rechazo" (PIPER 2002, p.29). [15]
3. Fundamentos de la investigación cualitativa en psicología social crítica
Cualquier discusión en relación a los fundamentos de la investigación cualitativa supone ciertos supuestos de tipo ontológicos y epistemológicos (VALLES 1997) relativos a la naturaleza de la realidad social y el modo de conocerla. Para las metodologías de investigación basadas en la racionalidad moderna, la realidad se ha concebido como una realidad natural, lo que implica que ésta existe antes de ser conocida, y por lo tanto no sólo es independiente de lo seres humanos, sino que además es anterior a ellos. "Hay realidad y había realidad antes de que hubieran seres humanos. Esto es algo más que una "convicción" o un saber. Es, ni más ni menos, la estructura conceptual de nuestras acciones. Actuamos como si fuera cierto" (PÉREZ 1998, p.222). Desde esta perspectiva, lo que es real es la naturaleza, es decir que todos los objetos (y los sujetos) del mundo son naturales en tanto están regidos por ciertas continuidades y regularidades que se conceptualizan como leyes. "Es la creencia en la regularidad la que da sentido al intento de buscar leyes, o de hacer predicciones (PÉREZ 1998, p.219). Desde este realismo naturalista, también se asume una equivalencia ontológica entre la realidad de la naturaleza y la realidad social. El mundo humano, al igual que el mundo natural, se encuentra regido por ciertas leyes que regulan el comportamiento humano. En términos de PIPER (2002), este realismo naturalista en psicología social ha implicado concebir a "personas y sociedades como entes naturales, es decir, poseedores de una cierta naturaleza que tiene leyes que pueden ser conocidas y controladas" (PIPER 2002, p.27). [16]
En oposición a esta concepción, la PSC ha asumido una perspectiva construccionista. Una interpretación común ha sido entender que lo construido no es la realidad misma sino su conocimiento, suponiendo por tanto que la realidad es pre-existente al acto de conocerla (PÉREZ 1998; PIPER 2002). Desde la noción propuesta por la PSC, no basta con considerar el conocimiento como socialmente construido, sino que la propia realidad es una construcción, asumiendo "una crítica radical al supuesto esencialista que sostiene que la realidad existe tal cual es, con independencia de la acción y el conocimiento de los seres humanos (SANDOVAL 2004, p.112). En términos de la distinción propuesta por VALLES (1997), esta perspectiva asume una dimensión construccionista tanto a nivel ontológico como epistemológico, donde la realidad y su conocimiento no son separables. En este sentido, queda establecida:
"la relación de interdependencia que existe entre el nivel de análisis epistemológico y ontológico, al fundamentarse en la constatación teórica que los múltiples procesos de conocimiento que median entre nosotros y lo que llamamos realidad, intervienen performativamente en el estatus mismo que adquiere la realidad (SANDOVAL 2004, p.112). [17]
Desde la PSC, la investigación cualitativa asume que la realidad social es una construcción histórica y simbólica (IBÁÑEZ 1994; DOMÉNECH & IBÁÑEZ 1998), por lo que "no hay nada intrínseco en el objeto que le defina una existencia esencial; por el contrario, su naturaleza está inevitablemente ligada a un tipo de relación simbólicamente mediada y espacio-temporalmente situada, la cual le confiere su sentido y existencia" (SANDOVAL 2004, p.112). En este sentido la realidad social es histórica en tanto es producida por la propia acción humana., pero lo histórico no remite exclusivamente a la dimensión temporal de las sociedades, sino también a asumir que lo social no es producto de algo externo a sí mismo. Esto implica que el reconocimiento de la agencia humana en la construcción de la realidad social:
"El reconocimiento del carácter intencional de la conducta dibujaba de esta forma un concepto del ser humano como agente capaz de constituirse en fuente de autodeterminación última de sus propias conductas, es decir, capaz de autodirigir sus conductas con base en una decisiones internamente elaboradas" (IBÁÑEZ 1994, p.232). [18]
En relación al carácter simbólico de la realidad social, se asume que la constitución de lo social es siempre una construcción inscrita en una trama de significados que le dan sentidos. La realidad nunca puede ser conocida con independencia de nuestro modo de acceso a ella, que es precisamente el lenguaje. "Lo social no aparece hasta el momento en que se constituye un mundo de significados compartidos entre varias personas" (IBÁÑEZ 1994, p.227). En este sentido, si bien la realidad se entiende como simbólica, ésta dimensión significativa no implica que los significados que la definen sean de carácter individual. Los significados son el resultado dinámico de las relaciones sociales, a la vez que éstos se revierten sobre dichas relaciones, dinamizándolas y transformándolas, lo que implica que lo social "se ubica precisamente entre las personas, es decir, en el espacio de significados del que participan o que construyen conjuntamente" (IBÁÑEZ 1994, p.227). Sin embargo, la idea de construcción no implica que la realidad sea un consenso uniforme de sus actores sociales, sino más bien una trama de puntos de vistas, de interpretaciones, que se cruzan y se relacionan, recreando permanentemente el campo de sentido de un contexto social. [19]
La intersubjetividad es en este sentido una visión del mundo que no es ni plenamente subjetiva (cada individuo la ve como quiere verla) ni plenamente objetiva (la realidad como independiente de los sujetos), sino "que rige como objetiva para más de una subjetividad" (FERNÁNDEZ 1994, p.116). Es justamente a esta dimensión que la investigación cualitativa busca acercarse:
"los métodos cualitativos parten del supuesto básico de que el mundo social está construido de significados y símbolos. De ahí que la intersubjetividad sea un pieza clave de la investigación cualitativa y punto de partida para captar reflexivamente los significados sociales" (JIMÉNEZ-DOMÍNGUEZ 2000, p.1). [20]
3.2 Interpretación y conocimiento situado
Una de las consecuencias de la idea del construccionismo social es que la investigación social no es un proceso de representación de una realidad pre-existente a la investigación misma, sino que debe considerarse como un proceso que participa de la construcción de la realidad social, ya que produce un interpretación que tiene efectos sobre dicha realidad, efectos de mantención o de transformación de la misma. No obstante, es necesario precisar que la interpretación en la investigación cualitativa es una interpretación de interpretaciones, en la medida que recoge los puntos de vistas de los diversos actores sociales que participan en la construcción de su propia realidad social. [21]
En este sentido, se asume que el conocimiento es siempre de tipo interpretativo, es decir que se desarrolla y fundamenta desde una posición particular, la que permite y constriñe al mismo tiempo una cierta mirada de la realidad. Como sostiene ALONSO (1998), la interpretación no es intento de traducir de la realidad, de dar cuenta de modo objetiva de ella, sino por lo contrario
"trata de descubrir, de la manera más completa posible, la trama de significados que reconstruye una realidad a la que el investigador, de manera coherente con su proyecto –objetivos particulares, contextos de acción y posición social-, encuentra sentido en cuanto intérprete" (ALONSO 1998, p.222). [22]
Asimismo, en tanto proceso de interpretación de la realidad social, la investigación siempre es una mirada situada, es decir que es desarrollada por alguien desde una posición particular, la que posibilita a la vez que restringe el conocimiento producido. Esto nos habla del carácter situado del conocimiento. Al ser un proceso que se hace desde un lugar, el lugar del investigador, la interpretación "es una acción social y política situada" (ALONSO 1998, p.224), lo cual lleva a la necesidad de explicitar los fundamentos de dicha posición y el análisis de sus consecuencias en el propio proceso de investigación y en la realidad social. Sin embargo, este posicionamiento no debe conducir a una hegemonía absoluta de la visión del investigador, sino que debe anclarse en una perspectiva dialógica que busca recoger las diversas miradas de los actores sociales para contrastarlas con la propia mirada, no tanto para producir un consenso sobre la realidad social en cuestión, sino mas bien para establecer los campos de sentido que la definen y la tensionan. [23]
Siendo de tipo interpretativo, el conocimiento producido en la investigación también tiene implicaciones políticas, al tensionar la realidad social para mantenerla tal cual o para promover su transformación, por lo que la investigación requiere explicitar la posición desde la cual se investiga y reflexionar críticamente sobre sus consecuencias en la realidad estudiada. [24]
En oposición a la idea de objetividad y neutralidad del conocimiento, la investigación cualitativa propone la idea de reflexividad (HAMMERSLEY & ATKINSON 1994; IBÁÑEZ 1994; PARKER 2004). Asumiendo que la investigación es un proceso situado, que produce un conocimiento anclado en una posición particular, se hace necesario explicitar los condicionamientos que el lugar del investigador le impone a la investigación. "Reflexividad implica que las orientaciones de los investigadores pueden tomar forma mediante su localización socio-histórica, incluyendo los valores e intereses que estas localizaciones les confieren" (HAMMERSLEY & ATKINSON 1994, p.31). Esto implica asumir que la investigación siempre es un proceso interpretativo que requiere hacer visible las condiciones que posibilitan ciertas interpretaciones y no otras.
"La investigación siempre se lleva a cabo desde una posición particular, y la pretensión de neutralidad en muchos estudios cuantitativos de psicología es falsa. Por tanto, siempre vale la pena considerar la 'posición del investigador', tanto en referencia a la definición del problema a estudiar como respecto de la forma en que el investigador interactúa con el material para generar una especie particular de sentido" (PARKER 2004, p.27). [25]
Pero la reflexividad no sólo remite a analizar críticamente el lugar del investigador y cómo esta posición constriñe a la vez que posibilita su mirada. También implica evaluar los efectos de la investigación en la realidad social. La investigación siempre se revierte sobre lo social, más allá de si los investigadores sean concientes de esto o no. Por lo tanto, en la medida que la investigación tiene consecuencias políticas y prácticas, que nunca son neutras, la reflexividad obliga al investigador a responsabilizarse de los compromisos que orientan su labor (IBÁÑEZ 1994). [26]
Considerando estos planteamientos en relación a la reflexividad, la investigación cualitativa no debe entenderse como un intento de reflejar la realidad en los términos más objetivos posibles, sino más bien como la producción de un conjunto de interpretaciones que buscan hacer inteligible el fenómeno al cual se refiere. En este sentido hay un alejamiento de la pretensión de mostrar la "realidad misma", para poner al investigador y sus interpretaciones como ejes de la investigación, de modo fundamentar la visión / versión que éste propone. El carácter interpretativo de la investigación implica que ésta debe alejarse del estilo positivista, en tercera persona, escrito desde ninguna parte ni por nadie, como si la propia realidad se relatara a sí misma. En la medida que abandonamos la ilusión representacionista para asumir la investigación como una construcción discursiva que propone una determinada interpretación de la realidad social en estudio, nos vemos obligados como investigadores a hacernos responsables de dicha construcción. En términos de FERNÁNDEZ (1994), debemos intentar proponerle al lector una versión de la realidad en estudio:
"sin pretensiones de certidumbre, sólo con pretensiones de verosimilitud argumentativa, cuyo resultado de comprensión se conoce solamente hasta que se calibra su recepción por parte de un interlocutor; y cuyo tema no queda nunca agotado, porque siempre se puede decir algo más, algo diferente al respecto" (FERNÁNDEZ 1994, p.293). [27]
Desde este punto de vista, esta construcción se hace a través de una narración, a través de la cual el investigador elabora un texto comprensivo de los fenómenos de los cuales busca dar cuenta. "Ninguna acción o suceso tiene un significado independiente del que los observa y los selecciona, y así los elementos determinantes del significado de una acción requieren de una participación fundamental del investigador en su construcción inteligible" (ALONSO 1998, p.223). Debemos entender a la narración no como un medio transparente de comunicación, sino como una herramienta descriptiva y analítica, como una labor intelectual en que el investigador busca producir una versión interpretativa de la realidad estudiada. En la medida que la realidad y sus fenómenos son por definición dinámicos, el relato requiere de un carácter narrativo cuyo eje no es la realidad misma (o por lo menos no en un sentido naturalista) sino la fundamentación de la visión / versión que se propone. Toda escritura tiene un estilo, una forma de presentar sus contenidos. Al construir cualquier narración:
"la forma en que se subdivide el texto, los términos que se eligen, los títulos que se escogen, las metáforas que se desarrollan, el tono con que se hacen las críticas, los ejemplos que se añaden, las transgresiones lingüísticas y científicas que se permiten, y así sucesivamente, parecen no añadirle nada al contenido del mensaje, pero en conjunto, bajo cuerda, entre líneas, sin avisar, van formando en el interlocutor (interprete de textos) una serie de imágenes no dichas, no puestas en palabras, no presentes objetivamente en el discurso" (FERNÁNDEZ 1994, p.289). [28]
Frecuentemente, la preocupación por el estilo ha sido dejada de lado a favor de la realidad misma. En el caso del estilo de un relato interpretativo, éste debe ser de carácter evocador (GEERTZ 1989). "La interpretación no es comprobable, sino aceptable en virtud de su coherencia, persuasividad, argumentación. La interpretación intenta comprender y comprender es "ver", y después de haber visto, no intenta explicar, que sería transmitir lo visto, sino hacer comprender, "hacer ver" (FERNÁNDEZ 1994, p.118). El punto está en lo que GEERTZ (1989) llama la problemática del autor. Dicha problemática sitúa al texto etnográfico en la tensión entre relatar las cosas tal como son (ausencia de autor) o tal como las queremos ver (saturación de la presencia del autor). Esta tensión:
"exige a la vez la actitud olímpica del físico no autorial y la soberana autoconciencia del novelista hiperautorial, sin permitir caer en ninguno de los dos extremos. Lo primero puede provocar acusaciones de insensibilidad, de tratar a la gente como objetos, de escuchar las palabras pero no la música y, por supuesto, de etnocentrismo. La segunda provoca acusaciones de impresionismo, de tratar a la gente como marionetas, de escuchar música que no existe y, por supuesto, también de etnocentrismo" (GEERTZ 1989, p.20) [29]
En tanto abandonamos la ilusión representacionista de la investigación cualitativa para asumirla como una construcción discursiva que a través de la evocación busca persuadir, nos vemos obligados como investigadores / autores a hacernos responsables de dicha construcción. [30]
3.4 Transdisciplinariedad y dimensión política de la investigación cualitativa
En la medida que la PSC se define en una crítica a los planteamientos tradicionales de la ciencia, también se define en oposición a la segmentación disciplinaria del conocimiento, donde la realidad se fragmenta desde saberes especializados. Sin embargo, la PSC tampoco suscribe la interdisciplinariedad, que si bien asume la complementariedad de las ciencias, sigue manteniendo la idea del parcelamiento del conocimiento. "No recoge la riqueza híbrida de la psicología como crítica y requiere de su sustitución por la de transdisciplinariedad, es decir, la superación misma de la compartimentación del conocimiento en disciplinas" (DOMÉNECH & IBÁÑEZ 1998). En este sentido, la PSC, y por lo tanto su modo de entender la investigación cualitativa, se inscriben en la idea de transdisciplinariedad, es decir oponerse a la idea de un contenido especifico y propio de la psicología social, para reemplazarla por una comprensión de "la realidad completa aun cuando esta comprensión se traslape con otras disciplinas, incluso al grado de intentar construir el conocimiento de otras disciplinas" (FERNÁNDEZ 2004, p.301). [31]
Esta forma de entender la transdisciplinariedad tiende a la desdisciplinarización, es decir a la disolución de las divisiones de las ciencias, de modo de establecer un punto de vista sobre la realidad mas que definir un conjunto de fenómeno a estudiar (FERNÁNDEZ 1994), de modo de elaborar teorías "que cuestionen las asunciones dominantes de la cultura y que propicien la reconsideración de todo aquello que se presenta como evidente, generando así nuevas alternativas de acción social" (DOMÉNECH & IBÁÑEZ 1998, p.21). En este sentido, la transdisciplinariedad no es solamente una cuestión epistemológica sino también política, ya que lo que busca es la elaboración de formas de conocer la realidad de modo problemático y con una orientación hacia la crítica y la transformación. [32]
Para JIMÉNEZ-DOMÍNGUEZ (2000), "el investigador cualitativo está implicado en la vida social y por eso debe asumir su rol como crítico cultural" (JIMÉNEZ-DOMÍNGUEZ 2000, p.15). Sin embargo, la crítica cultural no parece ser un modo de acción suficiente en relación a la realidad de las sociedades actuales, particularmente en consideración de las fuertes transformaciones que el neoliberalismo globalizado ha venido imponiendo. Como sostiene ZEMELMAN (2000), la responsabilidad ética y política de las ciencias sociales en general y por lo tanto también de la investigación cualitativa en particular es contribuir a la producción de un pensamiento crítico que se constituya en una forma de resistencia a los discursos dominantes que naturalizan y justifican el orden social actual. "La actual situación en América Latina aparentemente sin otra salida que el capitalismo salvaje, obliga a trabajar profundamente por alternativas que rompan el discurso hegemónico dominante, que, disfrazado del lenguaje de la tecnología, presume ser inevitable y excluyente" (ZEMELMAN 2000, p.1). En concordancia con lo anterior, aunque desde otro punto de vista, DENZIN y LINCOLN (2000) sostienen que el momento actual de la investigación cualitativa "demanda que las ciencias sociales y las humanidades lleguen a ser lugares de conversación crítica sobre democracia, raza, género, clase, estado-nación, globalización, libertad y comunidad" (DENZIN & LINCOLN 2000, p.3). [33]
Pero el contexto actual del neoliberalismo globalizado y sus consecuencias no es el único elemento que define las problemáticas sociales que enfrenta nuestro país. Hasta el día de hoy siguen presente en nuestra sociedad chilena los efectos de la dictadura militar, particularmente los referidos a los atropellos a los derechos humanos llevados a cabo por diversos aparatos del estado como un modo de reprimir y eliminar la oposición al gobierno militar de Augusto Pinochet. Sin embargo, en lo relativo a este tema, en la actualidad vivimos una tensión entre el silencio y la memoria. Por una parte, los medios de comunicación y la mayor parte de los partidos políticos buscan dejar atrás el golpe de estado, la dictadura militar y sus consecuencias, dejando de hablar de estos hechos, o a lo más refiriéndose a este periodo como parte de un pasado que ya quedó atrás, sin mayor incidencia sobre nuestro presente. Por otra parte, existe todo un sector de la sociedad que busca mantener el recuerdo de esos años, reivindicando una postura de promoción de verdad y justicia en relación a los atropellos a los derechos humanos ocurridos en ese periodo. Esta postura se expresa de diversos modos, pero sin duda la expresión más importante es la conmemoración del golpe de estado, que se realiza todos los 11 de Septiembre en la ciudad de Santiago. [34]
4. La experiencia de la marcha "rearme"
Considerando los elementos anteriormente planteados, a continuación me referiré a una experiencia de investigación de esta conmemoración que deriva en un proceso de acción relativo a las prácticas de memorias del golpe y la dictadura militar. El sentido de revisar esta experiencia apunta a ejemplificar el desarrollo de la PSC en prácticas concretas de investigación e intervención. En primer lugar, porque esta intervención es el resultado de un proceso de investigación cualitativa que desde su propia reflexividad deriva no sólo en evaluar sus efectos en la realidad que estudia, sino que también intervenir en ella, articulando lo académico con lo político. En segundo lugar, porque este proceso de investigación e intervención se caracteriza por una transversalidad disciplinaria que cruza las ciencias sociales con la crítica cultural y el arte en el ámbito de las políticas de la memoria en nuestro país. Finalmente, en tercer lugar, porque se intenta considerar la visión de los actores sociales, en un primer momento a través de la investigación y luego mediante el trabajo conjunto para la organización y realización de la acción. [35]
En el marco del programa de investigación "Memorias sociales e identidades colectivas" del Magíster en Psicología Social de la Universidad ARCIS1), en el año 2004 nos propusimos investigar entre otros elementos las memorias de la dictadura y específicamente la principal conmemoración del golpe de estado del 11 de Septiembre de 1973 (FERNÁNDEZ 2006), que consiste en una manifestación que comienza en el centro de la ciudad y se desplaza hasta el cementerio general, lugar donde se encuentra el Memorial del Detenido Desaparecido y el Ejecutado Político. Este Memorial es una estructura de mármol de grandes proporciones donde se encuentran inscritos los nombres de los ejecutados políticos y los detenidos desaparecidos durante la dictadura militar. En este lugar se realiza el principal acto conmemorativo del 11 de Septiembre, a la vez que frecuentemente se generan enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas policiales. [36]
El método utilizado para esta investigación fue la autoetnografía (ALVESSON 1999; HOLT 2003; ESTEBAN 2004), partiendo del hecho que mi posición como investigador se cruzaba con mi posición como actor social, por haber participado anteriormente en la marcha y haber sido integrante de grupos vinculados al campo de la acción política. Para ALVESSON (1999, p.8), la autoetnografía es "el estudio y el texto en el cual el investigador-autor describe un contexto cultural en el cual es un participante activo, más o menos en los mismos términos que otros participantes". En este sentido, la autoetnografía puede entenderse como un método que, en tanto proceso y producto de investigación, se caracteriza por el cruce entre el lugar del investigador y de lo investigado. El investigador, al ser actor social del campo que estudia, se transforma al mismo tiempo en un informante, lo cual en términos prácticos evita los problemas de la observación participante, que requiere de la inserción paulatina y muchas veces incompleta del investigador en un contexto social y cultural que le es ajeno. Para ESTEBAN (2004), esta forma de investigar implica rescatar la dimensión cultural y política de la propia experiencia, conectando lo individual y lo local con lo colectivo y lo global, pese a las posturas reticentes que consideran a este método como excesivamente autoindulgente, introspectivo, individualista y narcisista (HOLT 2003). Estas críticas a la autoetnografía como excesivamente personalizada y centrada en la experiencia son parte del paternalismo y moralismo de ciertas perspectivas en ciencias sociales, desde las cuales se sanciona lo que es una interpretación adecuada de los hechos y lo que se puede y no se puede contar. Por lo contrario, esta autora sostiene que "en la autoetnografía, informante e investigador en una misma persona reivindican su derecho a hablar hasta las últimas consecuencias" (ESTEBAN 2003, p.21). [37]
El método utilizado para esta investigación fue la autoetnografía, partiendo del hecho que mi posición como investigador se cruzaba con mi posición como actor social, por haber participado anteriormente en la marcha y haber sido integrante de grupos vinculados al campo de la acción política. Para ALVESSON (1999, p.8), la autoetnografía es "el estudio y el texto en el cual el investigador-autor describe un contexto cultural en el cual es un participante activo, más o menos en los mismos términos que otros participantes". En este sentido, la autoetnografía puede entenderse como un método que, en tanto proceso y producto de investigación, se caracteriza por el cruce entre el lugar del investigador y de lo investigado. El investigador, al ser actor social del campo que estudia, se transforma al mismo tiempo en un informante, lo cual en términos prácticos evita los problemas de la observación participante, que requiere de la inserción paulatina y muchas veces incompleta del investigador en un contexto social y cultural que le es ajeno. Este método se inscribe en un amplio movimiento critico en las ciencias sociales y las metodologías cualitativas de investigación. Según DENZIN y LINCOLN (2000), la aparición de estas perspectivas es parte de la crisis de representación de las formas tradicionales de investigar, aquellas que buscaban dar cuenta objetivamente de una realidad independiente de la mirada del investigador. Esta concepción es desplazada por una comprensión del proceso de investigación que lo considera como la producción de una versión de la realidad social. [38]
La opción de utilizar el método autoetnográfico se fundamentó en mi relación previa con el campo de estudio. Desde hace muchos que he participado en ésta y otras conmemoraciones del 11 de Septiembre, y he estado participado en diversos grupos y organizaciones que integran este contexto. Es el reconocimiento de esta dimensión personal involucrada en esta investigación la que me lleva a utilizar una metodología que permita el cruce entre los tradicionalmente separados lugar del investigador y de lo investigado, sujeto y objeto de estudio.
"En este sentido, la autoetnografía me permite alejarme de la primicia de la etnografía tradicional de estar allí (Geertz 1989), es decir desplazarse hacia un campo de estudio ajeno y diferente del propio para conocerlo, para poner el foco de atención en el "estar aquí", en el campo donde el investigador es un actor social que investiga a su propio contexto social observándolo y al mismo tiempo observándose, diluyendo la separación epistemológica entre sujeto / investigador y objeto / actor social" (FERNÁNDEZ DROGUETT 2006, p.9). [39]
En los resultados de la investigación, propuse entender esta conmemoración como un ritual que reproducía simbólicamente lo que llamé el recorrido histórico de la derrota.
"La marcha, al repetir todos los años el recorrido que va desde La Moneda hasta el cementerio, vuelve a realizar el recorrido histórico de la derrota. En términos simbólicos, repite el derrocamiento de los esfuerzos de transformación de la sociedad chilena, simbolizado en el bombardeo de La Moneda y la muerte del presidente Salvador Allende, así como el destino de los caídos durante el golpe militar, que fue terminar en la muerte, representado en el Memorial y su ubicación en el cementerio" (FERNÁNDEZ DROGUETT 2006, p.77). [40]
Desde hace más de quince años, con el regreso a la democracia en 1990, esta marcha viene desarrollándose más menos del mismo modo. En un comienzo, este recorrido tenía pleno sentido en relación al contexto de transición a la normalidad democrática: era necesario hacer visible en la sociedad que efectivamente se habían violado los derechos humanos durante la dictadura, y la mejor forma de hacerlo era ir al lugar donde habían sido encontrados restos de detenidos desaparecidos. Sin embargo, durante todos estos años ha habido diversos reconocimientos de parte de todos los sectores sociales involucrados, estado, partidos políticos de todo el espectro ideológico, fuerzas armadas, etc. En el contexto actual, donde existe el reconocimiento, la problemática ha cambiado, siendo el silenciamiento del pasado el elemento central. El análisis de la marcha como "recorrido de la derrota" implica asumir que terminar la marcha en el cementerio, a espaldas del espacio público, sólo refuerza dicho silenciamiento. La marcha ya no es noticia en los medios. Sólo se consignan los posibles enfrentamientos entre fuerzas policiales y manifestantes, transformando lo poco que se sabe de la conmemoración en un hecho policial. [41]
Si bien la institucionalización de la memoria en una determinada versión (en este caso la versión de la derrota) es parte constitutiva de las tensiones que instala cualquier conmemoración, esto no constituye una dimensión natural ni obligatoria de estas prácticas, lo que abre el camino para pensar otras formas de conmemorar, que construyan otras versiones y que produzcan otros efectos (VÁZQUEZ 2001; VÁZQUEZ & MUÑOZ 2003). En este sentido, a partir del análisis realizado, decidimos llevar adelante un proceso de intervención que logrará instalar una conmemoración diferente para el 11 de Septiembre del 2005. [42]
En nuestro proceso de reflexión, consideramos que nuestra principal crítica a la marcha tal como se había venido desarrollando hasta ahora era su culminación el cementerio, repitiendo el recorrido simbólico de la derrota histórica. Por lo tanto, resolvimos que nuestro principal interés estaba en salir del cementerio y volver al centro de la ciudad, acuñando la idea de una marcha "al revés". Sin embargo, sabíamos que un pequeño puñado de académicos no iba a poder llevar adelante un proceso de estas características sin apoyo, por lo cual comenzamos a establecer contactos con diferentes actores sociales que podían interesarse en participar de esta iniciativa: artistas y agrupaciones de derechos humanos. Pero por cierto no cualquier artista se iba a interesar en esta iniciativa, por lo que nos contactamos con aquellos conocidos por sus intervenciones en el espacio público, sobre todo durante el periodo de la dictadura. Logramos convocar a varios de ellos, y en conjunto con otras personas que fueron sumándose a este trabajo, decidimos crear un colectivo de trabajo independiente del programa de investigación, que pudiera abocarse exclusivamente a la organización y desarrollo de la marcha "al revés". Este fue el comienzo de un trabajo conjunto donde se conjugó de un modo productivo aunque no por eso menos conflictivo las diversas miradas, tanto académicas como políticas y artísticas. [43]
No obstante, sabíamos que el concepto de "al revés" era demasiado general e impreciso para seguir adelante con nuestros contactos, sobre todo con las agrupaciones de derechos humanos. Discutimos largamente sobre un concepto más adecuado a nuestra idea, y surgió la idea de la marcha "rearme" (conocida en Chile como MarchaRearme). A través de este concepto, buscábamos expresar la idea del rearme de las formas de recordar, pero también del rearme de los sueños, de los ideales, de la ocupación de los espacios públicos. También cómo un modo de reflejar la acción central que iba a constituirse en la columna vertebral de la marcha de regreso al centro, el rearme de una representación del memorial frente al palacio de La Moneda. Esta representación consistía en una fotografía gigante del memorial, la que estaba divida en 64 piezas. La idea era reunir a todos los interesados en el cementerio, con posterioridad a la marcha, distribuir las piezas de la reproducción del memorial entre los asistentes, y emprender el regreso al centro para unirlas frente al palacio de La Moneda. Comenzamos a socializar la idea a través de diversos contactos, y sobre todo a través de nuestra página web http://www.marcharearme.ya.st. En esta parte del proceso, entramos en contacto con otras organizaciones que tenían un diagnóstico parecido al nuestro sobre la marcha. Luego de un arduo y complejo proceso de llegar a acuerdos y coordinar nuestros intereses, llegamos a una planificación conjunta de la actividad. [44]
El día Domingo 11 de Septiembre del 2005, llegamos cerca de las 10:00 al Memorial en el cementerio. Participamos del acto con que culminaba la marcha tradicional, y luego nos dirigimos a la tumba de Allende, punto de partida de nuestra actividad. Cerca de un centenar de personas estaban con nosotros, y en este lugar se nos sumaron varios centenares más. Comenzamos la actividad con la exposición de las piezas y una breve explicación del recorrido. Luego, emprendimos el regreso al centro, en una marcha que reunió cerca de un millar de personas. [45]
Desde la salida del cementerio nos vimos acosados por las fuerzas policiales, pese a mantener un comportamiento lo más apegado al "orden público". Durante el recorrido, fuimos desviados en múltiples ocasiones por barreras de policías de fuerzas especiales con actitud claramente hostil hacia nosotros. A unas pocas cuadras del palacio de La Moneda, en la Plaza de Armas, y sin mediar ningún tipo de provocaciones por parte de la gente que participaba en nuestra marcha, comenzamos a ser violentamente reprimidos y dispersados por carros lanza-agua, gases lacrimógenos, cargas policiales y detenciones de manifestantes. Frente al multitudinario despliegue policial, nos vimos imposibilitados de llegar a nuestro objetivo, que era el Palacio de La Moneda, por lo que resolvimos rearmar el memorial a unas pocas cuadras de ahí, específicamente en el frontis de la casa central de la Universidad de Chile. Logramos instalar la mayor parte de las piezas, cuando fuimos violenta y definitivamente dispersados por las fuerzas policiales, con un saldo de más de treinta detenidos. [46]
Más allá de este abrupto final, consideramos que esta intervención fue un éxito en varios sentidos. El solo hecho de haber realizado la marcha y haber convocado a una gran cantidad de personas permite evaluar que esta iniciativa tenía sentido, recogiendo las percepciones de diversos sectores que estaban disconformes con el modo como se había llevado a cabo dicha conmemoración en los últimos años. A los organizadores nos quedó la sensación de que habíamos instalado la posibilidad de conmemorar de otro modo, desnaturalizando la forma tradicional de conmemorar este día e instalando la posibilidad de volver a hacerlo. Siempre pensamos que el impacto más definitivo de la marcha se vería con el paso del tiempo, y en ese sentido el próximo 11 de Septiembre 2006, veremos si la idea es recogida o no. Hemos recibido la información de que diversos grupos políticos y agrupaciones de derechos humanos están considerando seguir con esta iniciativa. [47]
En este texto he intentado dar cuenta de los fundamentos de la psicología social crítica en Chile y su relación con la investigación cualitativa, ejemplificando cómo ésta se plasman en un proceso de investigación e intervención en el ámbito de las memorias sobre el golpe y la dictadura militar chilena. Considero que este proceso de intervención constituye un avance importante en términos de romper la desvinculación entre el mundo académico y el social, y de instalar lo que CANALES (1995) llama la reversibilidad de los momentos del observador y del observado. [48]
Tal como se señalaba al comienzo, la investigación cualitativa en Chile se ha movido entre dos polos, el de la crítica y el posicionamiento político, y la institucionalización y la normativización. Desde la PSC, hemos realizados esfuerzos como la marcha "rearme" para sostener un investigación cualitativa crítica de las formas tradicionales de investigar en ciencias sociales, promoviendo una investigación situada y comprometida con los procesos sociales, culturales y políticos de nuestro país, y sin perder la claridad de la necesidad del cuestionamiento y la problematización de nuestras propias prácticas y de sus efectos, sobre todo en términos del impacto en los procesos de conservación o transformación de la realidad social. [49]
Este proceso de intervención en torno a la marcha del 2005 produce una suerte de cierre recursivo de la autoetnografía que le dio origen. Decidí investigar a partir de mi propia expe-riencia como actor social del contexto en cuestión y esta investigación culminó en una nueva forma de acción. A riesgo de parecer excesivamente autocomplaciente, considero que este doble giro de la acción a la investigación y de ahí a la acción bajo una nueva forma permite pensar en la autoetnografía como una herramienta metodológica adecuada para cruzar el campo de lo académico con el de la acción política. No obstante, este método requiere de un cuestionamiento y una problematización permanente, de modo de no convertirse en un mero retrato del investigador, más aún considerando la tendencia de la psicología a psicologizar no sólo a sus objetos de estudio, sino a los propios investigadores, entendiendo la psicologización como la reducción de los fenómenos sociales a una dimensión estrictamente psicológica, donde éstos se entienden como el correlato de procesos individuales de tipo interno. [50]
He intentado dar cuenta de una forma de entender la investigación cualitativa que se inscribe en esta perspectiva explícitamente política, cuyo principal objetivo es contribuir a generar acciones transformadoras de la realidad social. Sin embargo, no hay duda de que los planteamientos expuestos deja abierta una variedad de preguntas que requieren de un mayor debate, particularmente en relación al estatus de los actores sociales en la investigación cualitativa, donde existe una tensión entre ubicarlos como ejes fundamentales para la comprensión de la realidad estudiada, y convertirlos en meros informantes sin mayor incidencia en las interpretaciones que la investigación pueda desarrollar. También queda abierta la discusión en torno al lugar del investigador en relación a su posición epistemológica. Algunos defenderán la idea de que debe mantenerse el limite entre el lugar del investigador y de lo investigado, de modo de que el conocimiento científico siga siendo una práctica social diferenciada del activismo y la acción política. Otros defenderán la idea que esta distinción es artificial y sólo responde a una presunción, que también es política, de no involucrarse en procesos sociales y políticos. Desde esta postura, resulta un deber ético el compromiso con éstos procesos, asumiendo que los ámbitos académicos y políticos no tienen porque ser excluyentes entre sí. Un ejemplo interesante en este sentido ha sido la investigación militante o investigación activista (VERGER 2005). El planteamiento de esta propuesta es generar conocimientos desde los propios actores que protagonizan las prácticas que se quieren investigar, con el fin de generar mecanismos que promuevan un mayor empoderamiento y autonomía de éstos actores, de modo de transformarlos en plenos sujetos de estudio, abandonando la concepción tradicional de objetos de estudio. En términos de su relación con el mundo académico, este tipo de investigación implicaría cuestionar los requerimientos normativos de la investigación tradicional de modo de generar articulaciones entre las prácticas académicas y las de los actores en cuestión. [51]
Como sostiene IBÁÑEZ (1994), al alejarnos de las pretensiones objetivistas del conocimiento y asumir que éste siempre implica una cierta mirada que tiene determinados efectos sobre la realidad social, nos vemos obligados a elegir qué tipo de conocimiento queremos producir:
"un conocimiento de tipo autoritario, alienante, normalizador, que pase a formar parte de los múltiples dispositivos de dominación que encorsetan a la gente, o por lo contrario, un conocimiento de tipo libertario, emancipador, que aporte su granito de arena a las lucha de la gente contra la dominación" (IBÁÑEZ 1994, p.278). [52]
1) Este programa está integrado por las investigaciones de Isabel PIPER, Roberto FERNÁNDEZ, Marcia ESCOBAR y María José REYES, y cuenta con el apoyo de la ayudante de investigación Evelyn HEVIA. <regresar>
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Roberto FERNÁNDEZ DROGUETT es actualmente docente en el Magíster en Psicología Social de la Universidad ARCIS de Chile, en convenio con la Universitat Autònoma de Barcelona. También es investigador en la Universidad ARCIS del programa de investigación "Memorias sociales e identidades colectivas", en el que desarrolla el proyecto "Los usos de los espacios para la memoria colectiva y la identidad social". Sus preferencias de investigación son las metodologías cualitativas; la memoria social, las conmemoraciones y los lugares de memoria; las identidades colectivas, los movimientos sociales y la acción política.
Contacto:
Roberto Fernández Droguett
Magíster en Psicología Social
Universidad ARCIS – Universitat Autònoma de Barcelona
Hamburgo 745 – E, Nuñoa
Santiago de Chile, Chile
Tel.: (56-2) 227 42 53 – 450 1602
E-mail: rfd2003@gmail.com, robertof@esfera.cl
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