Volumen 15, No. 3, Art. 17 – Septiembre 2014
Sexualidad y autocuidado en jóvenes de la ciudad de Antofagasta en un contexto de transformaciones culturales
Beatriz Cofré Espinoza
Resumen: En este artículo se exponen los resultados obtenidos del análisis interpretativo hermenéutico de 27 entrevistas semiestructuradas sobre sexualidad realizadas a jóvenes estudiantes secundarios, 12 mujeres y 15 hombres, de entre 15 y 17 años de edad, de la ciudad de Antofagasta, una ciudad minera ubicada en el norte de Chile. El análisis se centró en la construcción de su sexualidad y su posición frente a las normas vigentes, en un contexto sociocultural local vinculado a la actividad minera y un contexto general de transformaciones culturales en Chile.
Dos puntos importantes emergen desde los análisis. En primer lugar, que las familias de los jóvenes participantes de este estudio transmiten ideologías de género predominantemente tradicionales y que persisten en modelos de crianza restrictivos respecto de la sexualidad, especialmente en las mujeres. En consecuencia, para ambos, hombres y mujeres, su sexualidad está determinada por el temor al embarazo, enfermedades de transmisión sexual, y la posibilidad de ser descubiertos teniendo relaciones sexuales. Así, el miedo se convierte en un factor central en la organización del comportamiento sexual, dificultando la experiencia de una sexualidad placentera y centrada en el autocuidado. En segundo lugar, los discursos de los jóvenes también dan cuenta de familias en las que se ha ido produciendo una flexibilización de los roles de género y una tendencia a la homogeneización de los proyectos de vida de hombres y mujeres jóvenes. Así, la planificación tardía de la maternidad, la preparación y valoración del trabajo remunerado en las mujeres y el reconocimiento de la legitimidad del deseo sexual femenino son elementos que orientan sus decisiones sobre sexualidad favoreciendo la prevención y el autocuidado.
Palabras clave: juventud; sexualidad; género; hermenéutica, transformaciones culturales; entrevistas
Índice
1. Introducción
1.1 Juventudes
1.2 Juventudes antofagastinas
1.3 Sexualidad juvenil. Tensiones con la sociedad general
1.4 Brechas educacionales: educación pública y privada, educación sexual
2. Diseño metodológico
2.1 Análisis de las entrevistas
3. Resultados
3.1 Género en el contexto de la familia nortina de tradición minera
3.2 Género, sexualidad y autocuidado
3.3 Sexualidad equivale a riesgo de embarazo
3.4 La sexualidad es propia de la edad adulta, madura y dentro de una pareja estable
3.5 La sexualidad es algo sucio/oculto/privado
3.6 Sexualidad significada como parte saludable y natural de la vida
4. Conclusiones
La sexualidad es una dimensión de la construcción de la subjetividad cuya importancia en el desarrollo y bienestar de las personas es incuestionable, por lo que su estudio ha significado poner la mirada social sobre sus prácticas y discursos. El comportamiento sexual en tanto comportamiento social está organizado dentro de una compleja red de creencias, significados y prácticas cuya transformación se realiza en el proceso mismo en que se construye y se transforma la realidad social. [1]
La sociedad produce y pone en circulación discursos sobre sexualidades que cumplen función de verdad y que gracias a pasar como tales, encierran poderes específicos, poniendo en práctica diversas formas de vigilancia y control de los cuerpos, convertidos en sede y fundamento de su disciplinamiento y normalización (FOUCAULT 2001 [1981], 2002 [1976]). De ahí que, como señala Khatia ARAUJO (2009a) la sexualidad se ha constituido en una zona conflictiva, en un asunto público central, y como tal se bate en un campo político en que se hallan normas e instituciones en permanente tensión y en que se confrontan diversos discursos que se disputan hegemonía, pero que a la vez se influencian e interpenetran y adquieren complejas características. [2]
Los procesos de modernización y de globalización están generando una nueva serie de arreglos en los cursos de vida de las personas (BARRIENTOS & SILVA 2006; PALMA 2006a, SHARIM 2005). Ha cambiado el modo cómo es elaborada la experiencia de la sexualidad, cómo es vivida, comunicada y significada. La masificación de la educación, el desmoronamiento de los discursos hegemónicos de la iglesia, la pérdida de poder normativo de la familia, el dominio creciente de los discursos provenientes de los medios de comunicación masiva y de la transmisión de éstos a través de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, configuran un nuevo escenario, interpretado como complejo y lleno de incertidumbres. [3]
Se observa una transformación de las formas estructurales de la familia y de la sociedad. Ya no está claro si hay que casarse o convivir, si tener hijos dentro de la familia, si antes o después de la carrera, en fin, todo se ha vuelto negociado, conversado, discursivo (BECK & BECK-GERNSHEIM 2001 [1998]). Por un lado, este escenario ha producido una liberación del individuo de viejas ataduras, pero por otro, le obliga a tomar decisiones constantemente y a construir autorreflexivamente su propia biografía. Se llega así, a una multiplicidad de expresiones que requiere tolerancia y que a simple vista puede interpretase como una anomia, anarquía moral o falta de reglas (ibid.). [4]
Sobrevivir en el mundo postmoderno supone cuestionar y problematizar las fuentes tradicionales de sentido pero a la vez coexistir con sus matrices iniciales y generales, así, el valor normativo que adquieren las tradiciones hoy en día proviene, en gran medida, más que de sí mismas, de la decisión reflexiva del individuo de adscribirse a ellas (PNUD-INJUV 2002). Así como estos cambios no afectan a todas las sociedades por igual, del mismo modo, afectan de manera variable a distintos sectores de la sociedad. Los jóvenes ocupan posiciones desiguales en el orden social por lo que no disponen de manera igualitaria de las posibilidades y oportunidades de acceso a los recursos necesarios para construir libremente sus trayectorias biográficas, dejando a muchos en condiciones de alta vulnerabilidad. Por otra parte, las nuevas generaciones de mujeres resienten los nuevos requerimientos de género sin haberse desprendido de los anteriores, lo que es vivido con gran tensión por muchas jóvenes (LAGARDE 2002). [5]
Respecto de la sexualidad, en este marco, se han producido profundas transformaciones a nivel global que han permeado nuestra sociedad de manera paulatina. Por ejemplo, la liberalización de las actitudes respecto de la sexualidad, el énfasis en los derechos sexuales y reproductivos, la tendencia a una sexualidad más orientada al placer, etc. Investigaciones realizadas en nuestro país sugieren que se están produciendo importantes transformaciones de la sexualidad y las relaciones de género, especialmente en cuanto a diversificación de normas y valores sexuales. Hoy los/as jóvenes chilenos/as son más precoces que sus antecesores y las edades de inicio de hombres y mujeres se han homogeneizado (BARRIENTOS 2006a), así también han cambiado las formas de emparejamiento y hay una mayor diversificación de las trayectorias sexuales (BARRIENTOS & SILVA 2006). [6]
Nos encontramos así con un novedoso paisaje social, las personas se alejan de las verdades absolutas, la idea esencialista de la sexualidad pierde prestigio, y se entremezclan, de manera cada vez más sólida, las nociones de política y sexo. Desde este lugar, la elección es aproximarse al estudio de la sexualidad desde su discursiva, dado que, comprendemos la realidad como significados construidos socialmente expresados a través del discurso. Nos planteamos a través de ellos acceder a los significados subjetivos que asignan los sujetos a sus acciones revelando una estructura inteligible que da cuenta del sentido de las acciones humanas (BERTHIER 2006). [7]
En este artículo se utilizará el concepto juventudes por ser ésta una noción inscrita en corrientes de pensamiento que enfatizan en la construcción social y cultural de los sujetos jóvenes y que posibilita verlos como diversos, activos y capaces de transformar y construir su mundo (ALPÍZAR & BERNAL 2003). [8]
Desde nuestra perspectiva parece importante enfatizar que a partir de las diversas formas de "explicar" la juventud, ésta se va construyendo como objeto de estudio imprimiéndole determinadas características y especificidades, así como problematizaciones sobre sus modos de ser-estar. Es así que, existen distintos modos de representar la juventud, modos que se vinculan con distintas formaciones enunciativas, no obstante, existe una centralidad recurrente en estas formas de pensar lo juvenil en cuanto a su reduccionismo y el lugar restrictivo que se le asigna. [9]
Desde distintos anclajes discursivos, los/as jóvenes son representados desde una perspectiva adultocéntrica, enfatizando en las faltas, las ausencias de atributos, la negación y rasgos que lo definen por "esencia" y de manera "natural" como un ser inseguro, en transición, no productivo, incompleto, desinteresado, desviado o susceptible de desviarse, peligroso o posible de serlo, víctima (del sistema), rebelde y como ser del futuro, es decir, de un tiempo inexistente aún (CHAVES 2005). [10]
En este marco, los/as jóvenes son pensados/as como sujetos en transición, incompletos, a quienes los adultos deben enseñarles nociones de responsabilidad para el manejo de sus propias vidas. Los/as jóvenes, con dificultad son considerados/as en las políticas y programas que los asumen como destinatarios/as; o bien de antemano son definidos/as como víctimas o acusados/as (LAVIGNE 2011). [11]
Por otra parte, al homogeneizar a las juventudes, se tiende a invisibilizar y minimizar los aportes de las mujeres jóvenes a la sociedad, evidenciándose un marcado carácter androcéntrico de la juventud (ALPÍZAR & BERNAL 2003; ELIZALDE 2006). Los liderazgos de las mujeres jóvenes por lo general están signados por la cosificación estética o erótica y se les presentan barreras para ejercer liderazgos en otros campos simbólicos de tradición masculina (LAGARDE 2002). Las jóvenes son víctimas desde niñas de estereotipos de género abundantes en la televisión y la publicidad. Con frecuencia la televisión muestra a las mujeres jóvenes como objeto del deseo sexual masculino, abundando en expresiones sexistas. Las tareas del cuidado del hogar y de los hijos continúan siendo asumidas total o principalmente por las mujeres, desde la infancia. Asimismo, el país muestra un fuerte predominio masculino en los cargos de elección popular y existen limitaciones a la inserción de las mujeres en el trabajo en iguales condiciones (CÁRCAMO 2012). Las mujeres quedan atrapadas en la condición de menores, dignas de protección y por ello no aptas para desempeñar ciertas actividades, lo que afecta su inserción en el mercado laboral (SILVA 2012), produciéndose una sobrerrepresentación de las mujeres en las ocupaciones de menor valoración social y económica. [12]
En cuanto a la sexualidad juvenil, esta ha sido representada como "problema social" (VIVEROS-VIGOYA 2006, citada en LAVIGNE 2011, p.101), especialmente cuando se focaliza negativamente en la sexualidad y en las prácticas sexuales juveniles como "comportamientos de riesgo" (FAINSOD 2008, citado en LAVIGNE 2011, p.107). Insertos en una sociedad más bien conservadora, sus prácticas sexuales son interpretadas por la sociedad adulta como señales de deterioro moral que ponen en riesgo y peligro su constitución de sujetos "sanos" (ALPÍZAR & BERNAL 2003). [13]
En distintos discursos se observan formas estereotipadas y muchas veces estigmatizantes de situarlos, asociándolos a conceptos tales como "problemas", "riesgos", "peligro" y "amenaza". Desde esta aproximación, las juventudes pueden ser invisibilizadas en tanto actores sociales con capacidades, restringiendo sus posibilidades reales y obstaculizando su capacidad de agencia, lo que limita la comprensión de sus formas de construirse sujetos. Tanto esta visión como aquella más romántica que la erige como asexuados, infantes o portadores del futuro, clausuran la posibilidad de conocer la diversidad y capacidad de agencia de las personas jóvenes. [14]
El sector minero de la II Región representa más del 60 % del producto regional (AROCA 2002). Los aspectos positivos de la economía minera están altamente asociados al crecimiento económico. Sin embargo, también hay un creciente conjunto de fenómenos que han sido caracterizados como "problemas" directamente o indirectamente asociados con el extraordinario crecimiento del sector minero de la II Región. En esta categoría caen el incremento del VIH-Sida, la prostitución, la tasas de divorcios y de suicidios (AROCA 2002) además del aumento de la población inmigrante. Por otra parte, se ha enfatizado en las condiciones de inequidad, asimetrías sociales y de género, reflejando profundos desequilibrios entre los avances económicos de la región, la calidad de vida y las transformaciones culturales de la zona (CADEMARTORI 2009). [15]
La actividad minera confiere a las familias nortinas características distintivas, produciéndose nuevos arreglos y dinámicas familiares que responden a las demandas de los sistemas de turnos propios de la minería. Las formas que adquieren estas dinámicas relacionales se inscriben en un sistema de género que subordina la vida de las mujeres a las actividades productivas masculinas (BARRIENTOS, SALINAS, ROJAS & MEZA 2009). [16]
Estudios recientes como el realizado por Celina CARRASCO y Patricia VEGA (2011) destacan que las particulares características del trabajo por turnos implica restricciones en el desarrollo de la vida familiar y social, ya que los/as trabajadores/as ven poco a sus hijos/as y comparten menos con el grupo familiar, lo que significa faltar a la vida cotidiana de familia, afectando fundamentalmente a las mujeres que quedan a cargo del cuidado y administración del hogar. Por otra parte, las ciudades mineras son consideradas de riesgo para la familia, pues se producen ausencias que acaban generando desconfianza afectiva y sexual en las parejas, produciendo quiebres en los matrimonios, como la aparición de "dobles vidas" que pueden afectar a ambos miembros de la pareja (ORDHUM 2010). Un dato interesante asociado a esta realidad es que en nuestra región la tasa de participación laboral de las mujeres es menor a la nacional (43% para el trimestre móvil enero-marzo 2013, contra 47,6% nacional (INE 2013). [17]
Desde otro ángulo, la socialización de las mujeres jóvenes en una región históricamente signada por el predominio de lo masculino pone su sello particular en la construcción de subjetividades. Jimena SILVA (2012) al analizar las relaciones entre dos generaciones (madres e hijas) reconoce diversos estilos de crianza y modelos de familia, generalmente restrictivos, que operan como estructuras de poder, especialmente para las mujeres. Los mandatos de género tradicionales, transmitidos por la familia minera reproducen desigualdades e inequidades en la construcción de los géneros. Esto viene a ser una paradoja en una región caracterizada por un importante crecimiento económico y modernización (desarrollo y crecimiento urbano, mayor acceso a nuevas tecnologías), pero con familias en que la distribución de roles sigue anclada en un orden tradicional, con tendencia a persistir relaciones de género de hegemonía masculina. [18]
Desde un punto de vista generacional más amplio, las juventudes antofagastinas contemporáneas han sido socializadas bajo las ideologías neoliberales, consumistas y globalizadas. Los/as jóvenes en su mayoría nativos digitales, son diestros en el uso de tecnologías y en la construcción de relaciones virtuales. Estas formas diversas de expresión de los/as jóvenes a través de los medios de comunicación masiva y redes sociales dejan ver jóvenes más conscientes de sus derechos, críticos de la institucionalidad y de las prácticas políticas imperantes, más respetuosos de la diversidad, al menos discursivamente, y a los que les disgusta la desigualdad e inequidad que ha acompañado este proceso de modernización (ibid.). [19]
Se suma a esto, la emergencia de nuevos liderazgos en el seno del movimiento estudiantil protagonizando manifestaciones masivas que han instalado en la opinión pública la preocupación por la calidad de la educación y el cuestionamiento del modelo imperante. Estos temas, actualmente, ocupan un lugar preponderante en la agenda política de nuestro país. [20]
1.3 Sexualidad juvenil. Tensiones con la sociedad general
La sexualidad es un dominio en que los sujetos son socializados paulatinamente generando la constitución de una autonomía que se aparta de la familia de origen. La sexualidad, por tanto, se encuadra en las relaciones de género, forma parte de ella, está inscrita en ese dominio. También lo generacional amolda la sexualidad, modela las vivencias sexuales y las relaciones de género, así como la convivencia familiar y el grupo de pares adquieren gran importancia (HEILBORN, AQUINO, BOZON & RIVA KNAUTH 2006). Existen procesos de regulación y construcción de los cuerpos y de las sexualidades en la vida cotidiana que inciden en los modos de ejercicio de las sexualidades juveniles (LAVIGNE 2011). [21]
La juventud ha sido considerada un "grupo de riesgo" respecto al ejercicio de su sexualidad. Sus prácticas son representadas como un peligro, para sí mismos, o para la sociedad (LAVIGNE 2011; SILVA 2012; VIVEROS-VIGOYA & HERNÁNDEZ 2006). Por ello la sexualidad se ha tornado una cuestión sumamente importante como espacio de control para una constitución "sana" del sujeto (ALPÍZAR & BERNAL 2003). Los programas de salud sexual y reproductiva están dirigidos a los/as jóvenes y se enmarcan en políticas internacionales que recomiendan servicios específicos para los/as jóvenes, en especial, referidos al embarazo no deseado (VIVEROS-VIGOYA & HERNÁNDEZ 2006). Así, la sexualidad juvenil es encarada desde las políticas de salud como "problema", por lo que el Estado constantemente desarrolla campañas de prevención del embarazo, del VIH, etc. [22]
Los deseos y placeres sexuales de los/as jóvenes han sido concebidos como los de unos sujetos no aptos para responder a los requerimientos de una sexualidad responsable y plena como se supone es la sexualidad adulta (VIVEROS-VIGOYA 2006 citada en LAVIGNE 2011, p.102). Jimena SILVA (2012) sostiene que pese a los avances, no se han destrabado los discursos institucionales normativos de la sociedad sobre la sexualidad, principalmente de las mujeres. Los discursos disciplinarios además se dirigen a otras expresiones de la sexualidad como lo son, la sensualidad, belleza, erotismo, etc. (SILVA 2012), de modo que existe una vigilancia permanente sobre los actos virtuales posibles e hipotéticos que se inserta en la cotidianidad, y en la mente de los sujetos (FOUCAULT 2002 [1976]). Desde la infancia, los cuerpos femeninos son disciplinados para la maternidad y disociados de la sexualidad como fuente de placer. La sexualidad en los/as jóvenes, especialmente las mujeres, está acompañada de sentimientos de temor e imbricada con la posibilidad de procreación (CHECA 2003). [23]
1.4 Brechas educacionales1): educación pública y privada2), educación sexual
A partir de la década de los setenta nuestro país se convirtió en una economía con una fuerte orientación al libre mercado, produciendo profundas transformaciones políticas, sociales y culturales. A través de la educación se construyen las orientaciones de la política económica como un asunto de competencia individual, neutral y universal dando predominio a los derechos individuales por sobre los colectivos (INFANTE, MATUS & VIZCARRA 2011). [24]
En este contexto, la educación deja de ser un bien público para transformarse en un bien privatizable al cual se accede a través del mercado (OLIVA 2010). Chile se transforma en el país que tiene uno de los sistemas educacionales más injustos e inequitativos de la región. El origen de estos males radica en el cambio del rol del Estado, de garante a subsidiario, el sistema de financiamiento de la educación cambió radicalmente, desde presupuestos que respondían a las necesidades de los establecimientos para entregar educación, a un financiamiento subvencionado por asistencia de alumnos. A esto se suma el traspaso administrativo de los establecimientos educacionales hacia las municipalidades en un afán de modernización estatal. Lo anterior promueve una mirada capitalista de la educación y produce un sistema educacional regulado según las premisas del mercado (ibid). La consecuencia de estas políticas de financiamiento es la profundización de la segmentación social ya existente. [25]
En este sentido, un tema crítico parece ser el financiamiento compartido, que, unido a las políticas de estímulo al desempeño y la competencia por mejores resultados en el SIMCE, ha reforzado una lógica de selección continua de los alumnos, por medio de la cual los más pobres, los con mayores problemas de aprendizaje, con problemas de conducta, etc. son expulsados sistemáticamente de determinados colegios, yéndose a refugiar a escuelas municipales que de esta forma se convierten en los "basureros" del sistema (UNICEF 1999). [26]
En cuanto a la educación en sexualidad, hay que decir que, aunque las escuelas siempre educaron en sexualidad mediante diferentes dispositivos (currículo oculto, modelos y transmisión de ideologías de género por parte de los/as profesores/as), en Chile, el sistema educacional excluye la educación sexual en sus contenidos curriculares. Actualmente sólo existe disponible un paquete de siete programas de "Educación Sexual y Afectividad"3) de elección voluntaria por parte de cada institución educacional, de acuerdo a sus proyectos educativos (MINISTERIO DE EDUCACIÓN 2011). No obstante, en Chile, no se considera a los jóvenes en los debates sobre cómo educar en sexualidad y en este sentido Luciana LAVIGNE (2011) recalca la necesidad de recuperar los discursos de los jóvenes para dar cuenta de sus perspectivas y deseos acerca de la educación sexual, generando espacios de escucha y confianza. Hoy la experiencia de países vecinos como Argentina, que han aprobado leyes para incorporar estos contenidos, muestra que su materialización en el aula no está exenta de dificultades. Sobre este aspecto, la autora señala que en la mente de los/as profesores/as existiría la idea de que hay un saber que se considera precondición para el abordaje de la educación sexual, así, muchos expresan "no saber" qué ni cómo enseñar sexualidad a los estudiantes, demandando capacitación específica para ello. Es decir, nadie quiere mandarse solo en esta materia, los profesores quieren tutelaje por temor a la reacción de los padres (ibid.). [27]
Desde ese marco general, es que surgen las siguientes preguntas que guiarán esta investigación: ¿Cuáles son los significados con que construyen su sexualidad los/as jóvenes en una sociedad caracterizada por fuertes transformaciones culturales? ¿Cuáles son las orientaciones y marcos normativo/valóricos con que configuran su sexualidad los/as jóvenes? ¿Cómo se articulan estas representaciones simbólicas con la construcción del autocuidado y prevención que se dan en este nuevo escenario? [28]
Dado lo expuesto, el propósito central de esta investigación es indagar sobre los significados y orientaciones valóricas que ponen en juego los/as jóvenes estudiantes antofagastinos en su toma de posición frente a las normas, dando cuenta de su propia elaboración subjetiva, su construcción y reelaboración de las normas orientadoras de sus prácticas sexuales. Se trata de explorar principalmente la complejidad de este proceso en que los jóvenes en la cotidianeidad y contingencia de la vida ponen en juego su propio trabajo moral en cuanto sujeto(s) activo(s). En este proceso se juegan nuevos valores que podemos vincular a contextos socializadores emergentes, pero a la vez conservando elementos provenientes de los grandes marcos normativos tradicionales vigentes. [29]
Este estudio se enmarca en una investigación más amplia titulada "Los significados culturales del autocuidado corporal y la prevención sexual en los comportamientos y valores de jóvenes estudiantes de enseñanza media de colegios municipalizados y privados" adscrito al proyecto FONDECYT 1110301, a cargo de los académicos Jimena SILVA y Jaime BARRIENTOS, de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Norte de Antofagasta. [30]
El proceso de investigación se inscribe en el marco de los estudios cualitativos con enfoque hermenéutico, los que se orientan hacia el análisis e interpretación de la construcción de experiencias de la subjetividad. En este caso, grupos juveniles antofagastinos en las esferas de la sexualidad y género desde las experiencias vividas de los sujetos y sus propias interpretaciones. [31]
Dado que se trata de recuperar los sentidos y significados que los sujetos otorgan a su sexualidad y al género, se ha optado por el paradigma interpretativo que concibe a la realidad como construcción social; y la unidad investigador/investigado como lugar de producción de la información y construcción de un conocimiento permeable a la realidad social que estudia; y en el que ambas subjetividades intervienen dotadas de marcos de sentidos, valores y sentido común (GUBER 1990). [32]
El enfoque hermenéutico fue útil para llevar a cabo las tareas de interpretación y comprensión de los datos. Asimismo, se focalizó en la perspectiva de los sujetos teniendo en cuenta sus propios marcos de referencia, motivados por el interés de conocer sus propias interpretaciones de su mundo social (SALINAS & CÁRDENAS 2009). [33]
Se realizaron entrevistas individuales y grupos de conversación. Se buscó comprender el significado cultural, valores, normas, elaboraciones y atribuciones simbólicas sobre sexualidad y así alcanzar la emergencia de discursos ideológicos y representaciones simbólicas de sus mundos sociales (ALONSO 2003 [1998]). [34]
Para este trabajo se analizaron 7 entrevistas individuales y 3 grupos de conversación, cuya distribución se presenta en la siguiente tabla.
|
Municipales |
Particulares subvencionados |
Particulares pagados |
Total participantes |
Hombres |
4 |
8 |
3 |
15 |
Mujeres |
1 |
6 |
5 |
12 |
Total |
5 |
14 |
8 |
27 |
Tabla 1: Distribución de jóvenes participantes según tipo de establecimiento educacional (fuente: elaboración propia) [35]
La selección de participantes procuró la inclusión de hombres y mujeres de 15 a 17 años, de distintos niveles socioeconómicos a través de la incorporación de colegios privados, particulares subvencionados y municipales, sin embargo, no se buscó profundizar en las diferencias de grupos socioeconómicos, sino más bien ofrecer un análisis sin sesgos sociales. [36]
Si bien no se incluyeron preguntas específicas sobre su orientación sexual, a lo largo de los encuentros ninguno advirtió sobre preferencias diferentes a las heterosexuales, en el material seleccionado. Por otra parte, algunos/as jóvenes declararon no haberse iniciado sexualmente al momento de la entrevista. [37]
En las tablas siguientes se describen los datos generales de hombres y mujeres que participaron en las entrevistas y grupos de conversación seleccionados para este estudio:
Identificación |
Sexo, edad |
Establecimiento |
Camila |
Fem, 16 años |
Colegio municipal |
Coni |
Fem, 16 años |
Colegio subvencionado |
Carla |
Fem, 17 años |
Colegio particular |
Cecilia |
Fem, 16 años |
Colegio subvencionado |
Manu |
Masc, 17 años |
Colegio municipal |
Maxi |
Masc, 17 años |
Colegio subvencionado |
Mati |
Masc, 17 años |
Colegio subvencionado |
Tabla 2: Participantes entrevistas individuales (fuente: elaboración propia)
|
Participantes (todos/as de entre 15 y 17 años) |
Establecimientos |
GC1 |
8 Mujeres Tania, Valentina, Emilia, Sofía, Agustina, Florencia, Pilar, Martina |
Colegios subvencionados y particulares |
GC2 |
6 Hombres Alonso, Andrés, Carlos, Felipe, Pedro, Milo |
Colegios subvencionados y particulares |
GC3 |
6 Hombres Milán, Marco, Yerko, Maximiliano, Gabriel, Álvaro |
Colegios subvencionados y municipales |
Tabla 3: Participantes en grupos de conversación (fuente: elaboración propia) [38]
Los contactos iniciales fueron realizados a través de los establecimientos educacionales y se firmaron consentimientos y autorizaciones de padres, madres y apoderados a fin de resguardar el criterio ético y el anonimato de los participantes, para lo cual además se procedió a asignar códigos y posteriormente nombres ficticios a cada uno de ellos/as. [39]
Las entrevistas individuales fueron realizadas a partir de un guion temático organizado en tres ejes: 1, socialización y relaciones de género en la familia; 2. cuerpo: uso de tecnologías, estéticas juveniles, gestión de riesgos y autocuidado; y 3. instituciones normativas. Por otra parte para los grupos de conversación además del guion temático se incluyó material audiovisual4) para gatillar la conversación. Las entrevistas fueron transcritas de forma exhaustiva, con el fin de mantener la profundidad de los relatos y la riqueza de la experiencia conversacional en que se produce la información. [40]
2.1 Análisis de las entrevistas
En primer lugar, el material fue ordenado realizando una selección de microtextos en cuyo proceso emergieron las dimensiones relevantes en función de las preguntas de investigación (SILVA 2013; VAN DIJK 2000). Para organizar, analizar e interpretar el material se construyeron matrices según ejes temáticos y categorías, permitiendo así una visión general de la selección de relatos. Finalmente en el proceso analítico se realizó un contrapunto en base al corpus teórico y las reflexiones de la investigadora. La última etapa incluyó una mirada transversal de todo el material, lo que permitió avanzar hacia una discusión sobre las interpretaciones, y la observación de sus limitaciones y aportes. [41]
Los criterios de validez y rigurosidad metodológica utilizados fueron la saturación de información, en tanto se trabajó hasta agotar los ejes de investigación en el discurso de los/as participantes; y exhaustividad, bajo la cual ser resguardó diligentemente los relatos de los sujetos desde las grabaciones hasta la transcripción de las entrevistas, para no alterar el contenido de éstos. [42]
En función de las preguntas de investigación y los hallazgos obtenidos, se ha configurado un núcleo temático que articula la construcción de la subjetividad sexual en los/as jóvenes participantes de la investigación: el género como categoría a partir de la cual se desprenden los mandatos e ideologías de género, a la vez que matriz desde la cual se construye la sexualidad, normativas y valores asociados (BUTLER 2005). El diagrama a continuación ilustra el modelo que emerge del análisis para dar paso a los hallazgos:
Figura 1: Categorías del modelo emergente de la construcción de subjetividades sexuales (fuente: elaboración propia) [43]
3.1 Género en el contexto de la familia nortina de tradición minera
La minería, principal actividad económica de la región, ha influido significativamente en la configuración de las estructuras económicas, sociales y urbanas regionales. Así, un gran número de familias de la ciudad de Antofagasta se sustenta en la producción minera, lo que confiere a las familias nortinas características distintivas, portando dinámicas familiares que responden a las demandas de los sistemas de turnos propios de la minería (SILVA 2012). Las formas que adquieren estas dinámicas relacionales se inscriben en un sistema de género que subordina la vida de las mujeres a las actividades productivas masculinas. [44]
Estudios recientes como el realizado por Celina CARRASCO y Patricia VEGA (2011) destacan que las particulares características del trabajo por turnos implican restricciones en el desarrollo de la vida familiar y social, afectando fundamentalmente a las mujeres que quedan a cargo del cuidado y administración del hogar y a los hijos/as. Paulina SALINAS, Jaime BARRIENTOS y Pablo ROJAS (2012), arguyen que si bien la minería es la actividad productiva más importante del norte de Chile, prevalece como un reducto, al margen del proceso social transformador de las identidades de género, favoreciendo la construcción de la identidad masculina dominante. Es de notar, además, que la región de Antofagasta presenta una profunda disociación entre el ámbito económico y el sociocultural evidenciada en las marcadas brechas entre sus avances tecnológicos y productivos, versus las desigualdades de género (SALINAS, BARRIENTOS, ROJAS & MEZA 2007). [45]
Jimena SILVA (2012), específicamente respecto de las familias nortinas, plantea que actualmente los parámetros de división de roles de género se han flexibilizado y transformado, no obstante, las dinámicas familiares continúan operando sobre relaciones jerárquicas. Éstas, por otra parte, son reforzadas por la cultura organizacional minera trascendiendo la esfera productiva (SALINAS et al. 2012). En el mismo sentido, Sonia MONTECINO, Loreto REBOLLEDO y Guillermo SUNKEL (1999), sostienen que la perspectiva proveedora de los hombres adultos se mantiene, especialmente en la familia minera, dejando a las mujeres al cuidado y crianza de los/as hijos/as de manera exclusiva. Los mismos autores, señalan que este escenario es fértil para la producción de desajustes en las parejas ya que expone a las mujeres a la vivencia de sentimientos de soledad, distanciamiento e incluso depresión. Un fenómeno reciente que ha tenido repercusión mediática y generado reacciones en la población antofagastina ha sigo la llegada masiva de inmigrantes colombianas, que algunos sectores identifican como causantes de quiebres y conflictos conyugales en la región. Esto último ha venido acompañado de manifestaciones públicas xenófobas y racistas, que aunque minoritarias y esporádicas, han colocado el tema de las políticas de inmigración en el debate público nacional. [46]
En este escenario y a través del relato de los/as jóvenes entrevistados/as es posible identificar nuevos estilos de familia, producidos desde las tensiones entre modelos tradicionales y modelos emergentes. En lo que respecta a su diversidad, se identificó aquellas formadas por matrimonios con largas convivencias, otras con segundas o terceras uniones, también monoparentales, con hijos propios y de parejas anteriores, lo que Irene MELER (2013) denomina familias ensambladas. [47]
Se trata de familias en transición, que a la vez que articulan nuevos modelos, aún permanecen rasgos tradicionales y conservadores respecto a los géneros. Los cambios estructurales como la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, son bien vistos e integrados en los proyectos de vida de hombres y mujeres jóvenes, evidenciándose a través de los relatos experiencias familiares de madres que fueron instadas por los hijos a incorporarse al trabajo remunerado, y expresiones de molestia y frustración porque no eligieron la independencia económica.
"(...) las mujeres como que no se valoran, tienen que estar con el esposo allí, que (...) trabaje y ellas no (...) a mí no me gustaría ser así (...) encuentro como raro no trabajar, (...) ella es periodista y todo (...) Si pasara algo por ejemplo, eh ... no sé si a ella le costaría encontrar trabajo" (Carla, 17, Colegio particular). [48]
Asimismo, nos hablaron de padres que "colaboran" en el trabajo doméstico más de lo que consideran su deber. El trabajo remunerado aún persiste como primer deber a cumplir por los varones, en consecuencia que no queda tiempo ni obligación de realizar otra clase de trabajo. Por su parte, algunos jóvenes reconocieron sentirse cómodos con esta posición, mientras que otros defendieron tener las mismas responsabilidades en las labores de la casa.
"Mi papá igual ayuda en la casa, o sea, se da cuenta que ... mi mamá está cansada y dice niñas ayuden, (...) igual a veces se queda como hasta las dos de la mañana haciendo la cocina, pa que mi mamá descanse un rato (...)" (Florencia, 17, GC15), Colegio particular/subvencionado).
"(...) mi papá también cose, lava, a veces lava la ropa, y todo lo demás, (...) No 'vay' a ser más hombre o menos hombre por lavar un plato" (Marco, 17, GC3, Colegios municipal/subvencionado). [49]
Se puede decir que las familias se han transformado pero, en parte, las expectativas hacia las mujeres permanecen inalteradas, a costa de su autonomía, desarrollo y bienestar (OIT-PNUD 2009). Del mismo modo, la inserción laboral femenina no modifica la percepción de que son las mujeres quienes deben desempeñar las labores domésticas. En el marco de estos modelos más flexibles la presencia de madres trabajadoras no siempre se traduce en cambios en las posiciones de poder en la familia. [50]
Se puede afirmar que aunque los varones con frecuencia mostraron molestia por las desigualdades en la distribución del trabajo doméstico, las creencias, actitudes y concepciones que dan sustento a esas desigualdades permanecen enquistadas en sus formas de construir lo femenino y masculino. Siguen pensando que la casa es un espacio femenino, que las mujeres tienen esa responsabilidad como primer deber y que poseen mejores atributos para realizar esa clase de trabajo. Aunque se cuestionan las desigualdades que existen entre hombres y mujeres, no se cuestionan las bases de esa desigualdad y se tiende a reproducir estereotipos tradicionales. [51]
Las jóvenes, en tanto, exponen un discurso más reflexivo, dando cuenta de la vivencia de la experiencia de desigualdad en lo cotidiano. Marcela LAGARDE (2002) señala, en este sentido, que las nuevas generaciones de mujeres se enfrentan a tiempos difíciles en que tienen nuevas exigencias, pero aún arrastran las del modelo anterior (por ejemplo el imperativo cultural materno, el cuidado de los hijos/as, las tareas domésticas, etc.). Compatibilizar todos estos requerimientos son motivos de estrés y tensiones para las jóvenes. [52]
Esta nueva realidad impacta con las aspiraciones de tener padres más presentes e involucrados en su desarrollo personal. El mercado de trabajo y sus características son un obstáculo estructural que choca con las aspiraciones de equilibrar trabajo y familia (BONINO 2003). El trabajo en el sistema de turnos deja en mayor evidencia estas contradicciones y tensiones en las familias mineras, más aun considerando que la realidad nacional indica que, ante la debilidad o carencia de políticas públicas que favorezcan la conciliación entre el trabajo doméstico y trabajo remunerado, las mujeres deben recurrir a las redes familiares disponibles – básicamente compuestas por otras mujeres (OPCION, CEN & HUMANAS 2013). [53]
3.2 Género, sexualidad y autocuidado
El poder regulatorio conforma y forma al sujeto, indica Judith BUTLER (2005). Las normas operan dentro de las prácticas sociales como un estándar implícito de normalización y son más fáciles de leer en los efectos que producen, que en sí mismas. El género, desde la cultura, se inscribe en la persona como norma implícita que funciona a través de una regulación explícita de la sexualidad (ibid.). Género y sexualidad forman parte del mismo dispositivo normativo. Con el fin de dar cuenta de la emergencia de nuevas normatividades se develan los significados otorgados a la sexualidad y al sexo, en los textos del discurso de los/as jóvenes participantes en este estudio y su relación con el autocuidado. [54]
El enfoque teórico-metodológico adoptado en este estudio asume a la sexualidad como un constructo social y cultural en el que hoy tiene un papel fundamental el proceso de individualización a que ha dado lugar la modernidad (BECK 2002 [1997]; BECK & BECK-GERNSHEIM 2001 [1998]; GIDDENS 1992; PALMA 2006a; WEEKS 1998). Una modernidad en la que paulatinamente ha entrado nuestro país y con ello nuestra región, especialmente los sectores medios (MELER 2013; PALMA 2010). En consecuencia, como señala Jaime BARRIENTOS (2006b), el control social de la sexualidad hoy se orienta a una dimensión individual, vinculado muy de cerca con la salud, el autocuidado y al control de la natalidad, principalmente de las mujeres. Sin embargo, advierte Irene MELER (2013) en la actualidad la regulación social adquiere la forma de la incitación (al consumo, al goce, etc.). A través de la publicidad, los medios de comunicación, el habla sobre la sexualidad se ubica en el borde de la incitación, según Irma PALMA (2006a). Los discursos públicos, por un lado, se oponen, niegan o intentan controlar el cambio; por otro lado, operan como incitación o exacerbación de la sexualidad (PALMA 2006b). Las contradicciones y tensiones rodean a las/los jóvenes, mientras, ellos deben negociar, conciliar posiciones y definir marcos de acción. [55]
3.3 Sexualidad equivale a riesgo de embarazo
Tanto para los hombres como para las mujeres entrevistados/as en este estudio la entrada a una sexualidad activa está marcada por el temor al embarazo. Este temor se advierte a lo largo de todas las entrevistas y grupos de conversación. Se trata de discursivas provenientes principalmente de la socialización familiar, que intentan mantener alejados a los jóvenes del conocimiento y experiencias sexuales promoviendo una sexualidad temerosa e imbricada con la procreación (CHECA 2003); nutrido, además, por experiencias cercanas, de la propia madre o amistades. Así se advierte en las palabras de Manu, "la primera vez ... [tuvo temor a que] ella quedara embarazada o tuviera alguna enfermedad (...). Que nos pillaran" (17, Colegio municipal). [56]
Graciela MORGADE (2006) advierte que en estas regulaciones subyace una censura desde los/las adultos/as e incluso desde los mismos jóvenes de la comprensión de la sexualidad como un espacio de placer y de constitución del sujeto. En este contexto se enfatizan en el discurso de los padres y cuidadores escenarios y situaciones "riesgosas" y anticipatorias de la actividad sexual que deben ser evitadas por los y las jóvenes. Sin embargo, se puede afirmar que este discurso además de centrado en los riesgos, tiene un carácter más bien retórico, al menos en la familia, dado que, no viene acompañado de conversaciones profundas y detalladas sobre metodologías preventivas u otras orientaciones que acompañen el proceso de aprendizaje de la sexualidad en los/as jóvenes. [57]
En los relatos de las jóvenes, especialmente, hallamos evocaciones de mensajes disuasivos o amenazadores, que ponen énfasis en las restricciones que como madres jóvenes deberán asumir, especialmente respecto de limitaciones en sus actividades recreativas:
"[mamá le dice] tú quedas embarazada, yo te cuido la guagua solamente para lo que es estudio, ni salidas, ni que tengo que ir allá, acá, allá (...)" (Pilar, GC1, Colegios subvencionado/particular).
"[La mamá] siempre me dice, tú no puedes quedar embarazada de esta edad, hasta por lo menos los veinticinco y siempre me habla de eso ... (...) es súper difícil, yo tengo muchas amigas (...) se posterga todo (...) yo no quiero eso" (Carla, 17, Colegio particular). [58]
Estas experiencias de embarazo en el entorno cercano conducen a una identificación proyectiva idealmente con una maternidad planificada y más tardía, aportando elementos para la emergencia de nuevas configuraciones normativas (PALMA 2010), a la vez que existe una definición desde el mundo adulto de los tiempos adecuados para cada hito en la vida de los jóvenes "(...) mi mamá quedó embarazá a los 21, (...) no me gustaría quedar embarazada a los 21. (...) tengo expectativas de embarazarme como a las 30" (Sofía, 17, GC1, Colegios subvencionado/particular). [59]
Para evitar estas situaciones riesgosas, se ejerce un fuerte control parental sobre los desplazamientos de los/as jóvenes, especialmente por la noche, restringiendo horarios y espacios de acción:
"[Les dice su papá] que tenemos que cuidarlo, tenimos...no tratar de salir, no tener tantos pololos y ... (...) Nos decían que los pololos de la puerta 'p'afuera' (...) yo uso celular porque mis papás me obligan" (Camila, 16, Colegio municipal).
"Tengo que llegar, he ... máximo ¡a las cuatro! (...) siempre tengo que avisar, (...) con quien me voy a devolver, con quien me voy a ir (...) llevar siempre el celular cargado, las llaves ... (...) a veces sí me van a buscar y a dejar" (Carla, 17, Colegio particular).
"(...) yo les dije que iba llegar las cinco, y no pasaban colectivos entonces tuve que quedarme en la casa de mi amigo nomás. Pero llegue a las siete de la mañana del otro día, (...) Y me castigaron como una semana" (Yerko, 16, GC3, Colegios municipal/subvencionado). [60]
Existe una fuerte presión sobre los/as jóvenes para que se ajusten a los requerimientos y condiciones que exige el sistema económico en cuanto a su inserción como sujetos productivos, lo que efectivamente gana protagonismo en la organización de sus proyectos vitales, por lo demás condicionado por su origen o pertenencia de clase. Asimismo, las experiencias de pares y amistades permiten conocer los alcances de la vivencia y el carácter irruptivo que tiene en la vida de los/as jóvenes, produciéndose aseveraciones como las siguientes:
"(...) me 'cagaría' mi carrera si es que tengo un hijo, porque mi hermano no estaba estudiando y tuvo que trabajar" (Matías, 17, Colegio subvencionado).
"[Un amigo] su polola quedo embarazada en octavo (...) pobre niña, se cagó la vida, no hay nada más que hacer. (Maxi, 17, Colegio subvencionado).
"(...) yo creo que el peso va a ser más pa ella, [su amiga embarazada] (...) ni siquiera sale del colegio (...) quizás se jodió la juventud" (Coni, 16, Colegio subvencionado). [61]
Luego, trabajar, joderse la juventud, "cagarse" la vida, hablan de un punto de inflexión en el curso normal de la juventud que es visto como una pérdida: de libertad, de ocio, de "carrete"6), de diversión, de metas educacionales, etc. [62]
La maternidad/paternidad es evaluada en cuanto al efecto o el impacto de esta condición sobre los futuros posibles. Pierde centralidad, manteniéndose como proyecto paralelo a otros de tipo profesional o personales. El relato de Cecilia, por ejemplo, da cuenta de una familia que apoya un proyecto de estudios y preparación para el mercado laboral: "estoy muy enfocá en mi futuro, las cosas que quiero hacer (...) si estoy embarazá, si tengo una guagua, qué pasa, [con] mi futuro (...)" (Cecilia, 16, Colegio subvencionado). La joven, en este sentido, señala tener plena consciencia de lo que desea para su futuro e idealmente proyecta tener relaciones sexuales con su pololo7) cuando tenga certeza de que como pareja que se ama pueden asumir las consecuencias de un embarazo no previsto:
"(...) si algo pasa entre nosotros tiene que ser algo (...) [que] estemos estables, cuando de verdad haya una situación que esté incluida mucho amor y que nos sepamos cuidar, que estemos lo suficientemente maduro y responsable si algo sale mal (...)" (Cecilia, 16, Colegio subvencionado). [63]
Como se puede apreciar, se trata de una forma de pensar la sexualidad aun fuertemente ligada a la probabilidad de procreación, asociación que la ha llevado a tomar la decisión de postergar su iniciación sexual, esperando que ésta se de en un contexto que ella concibe más seguro; desde la relación romántica, para así "saber cuidarse" (¿usando métodos preventivos?) o resguardarse de un eventual embarazo no previsto (¿buscando co-responsabilidad?). [64]
En este contexto, la planeación de la edad de la fertilidad se constituye en una normatividad emergente (PALMA 2010), no obstante, el hecho de que se encuentre articulada a la postergación del inicio sexual o a la pareja estable, podría interpretarse como una norma emergente en una matriz conservadora, en la que se articulan tres elementos: una sexualidad que permanece ligada a lo reproductivo, que se traduce en un aplazamiento del inicio sexual o su restricción a la pareja "apropiada", y en la que además entran en juego las aspiraciones personales y metas educacionales de la joven y sus posibilidades de realización. Esto último, sin duda, en estrecha relación con el entorno familiar y socioeconómico de la joven. [65]
Es desde el mundo adulto que se definen tiempos para la realización de cada hito en el transcurso de la vida, forzando la definición de las biografías juveniles. Así, cada cosa tiene su tiempo adecuado: tiempo para estudiar, para trabajar, para tener hijos. Durante los estudios secundarios se espera que los/as jóvenes "decidan" qué quieren hacer en el futuro. Por ello, las condiciones sociales y económicas mediatizadas por la familia poseen gran peso en la planificación de sus proyectos personales y educacionales, siendo elementos cruciales en el momento de hacer elecciones en sus vidas y en este sentido, agregan Oscar DÁVILA y Felipe GHIARDO (2005) más aun importa lo que se constituye como posible para cada sujeto. [66]
El "peligro" de la maternidad temprana no solo estaría fundado en unas limitaciones y obstáculos para lograr concretar proyectos de vida como sujetos jóvenes, sino principalmente preocupa a la sociedad porque son cuerpos que escapan a la normatividad dominante e impide su sujeción a un disciplinamiento necesario para desempeñarse en el mercado laboral moderno (CHAVES 2004). Muchas jóvenes dejan de estudiar, se insertan precariamente en el mercado laboral, o quedan confinadas en el hogar materno, constituyendo hogares vulnerables desde el punto de vista económico y social, siendo un factor que reproduce trayectorias de pobreza (PALMA 2003). No hay otra razón que esta para que la maternidad no prevista se transforme en un asunto de salud pública. [67]
El temor al embarazo se advierte también en el relato de Camila (16, Colegio municipal), quien además tiene la experiencia de un embarazo temprano y reiterado de su hermana, lo que colocó un letrero de "peligro" sobre su propia cabeza. Sus padres han reforzado el control y vigilancia de su comportamiento, asociando directamente determinadas conductas juveniles como el "carrete", o el consumo de alcohol, con el riesgo de un embarazo prematuro. Ella por su parte ha hecho propio este discurso de evitación de comportamientos anticipatorios: "(...) es preferible cuidarse uno solo. No estar con la persona sola en un lugar, no tomar alcohol en exceso. (...) No fumar drogas (...) porque uno con eso ya no piensa mucho (...)" (Camila, 17, Colegio municipal). [68]
En este sentido la joven revela una autoimposición de límites en los intercambios sexuales por el temor a un embarazo imprevisto: "Ni de tocarse ni nada de eso, solamente besos. (...) es como, al miedo de ser padres, o madre menor de edad". Lo que Camila enfatiza es que una vez que el deseo se despierta escapa al control subjetivo, "Es difícil pensar (...) es difícil decir no, (...) porque (...) uno no piensa en nada, solamente en el momento", con esta explicación la joven alude a su propia construcción del deseo erótico como algo que escapa a la voluntad, más aún si se consume drogas o alcohol. En este sentido idealmente su propósito es no llegar a esta situación por lo complicado que resulta echar pie atrás. Así, si bien hay una clara identificación del sexo con el placer, es un placer del cual ella entiende se debe privar para no quedar embarazada. Subyacentemente se comprende el sexo como una fuerza natural difícil de resistir y que una vez que se le ha abierto la puerta es incontenible, asumiendo el mandato femenino de una sexualidad controlada y responsable de poner los límites en la interacción sexual con la pareja. [69]
Precisamente, de lo que quiero dar cuenta es de esta elaboración compartida por algunas jóvenes en este estudio: el deseo erótico como algo incontrolable, por lo que las medidas de autocuidado tienen que ver con la evitación de las situaciones que despiertan los deseos: no tocarse, no estar solos. Estos idearios adscriben a discursos adultocéntricos incorporados a lo largo de la socialización. La subjetivación del placer continúa situándose en un marco naturalizado, lo que no ha transformado del todo los sentidos de las diversas formas de expresar las sexualidades juveniles, éstas pueden haberse liberalizado, pero se conservan estas conceptualizaciones sobre el erotismo. Así asumido, difícilmente se puede gestionar el autocuidado de una manera saludable y placentera, dado que, o se evitan/aplazan estas situaciones, lo que plantean idealmente algunas mujeres entrevistadas; o se asumen como parte del aprendizaje, lo que plantean algunos varones entrevistados. En ambos casos, llevadas a la práctica, estas simbolizaciones se traducen en privaciones y riesgos. [70]
3.4 La sexualidad es propia de la edad adulta, madura y dentro de una pareja estable
Ya se ha dicho, los/as jóvenes incluidos/as en este estudio tienden a simbolizar la sexualidad desde el universo de sentido que comprende el discurso adulto. La sexualidad sería un aspecto de la vida de la personas propio de una edad adulta, en que se debe ser maduro/a y el contexto ideal es dentro de una pareja estable. Se puede apreciar en los relatos una proyección del inicio sexual idealmente dentro de una relación de pareja y en un vínculo afectivo/amoroso, tanto para hombres como para mujeres:
"Tiene que ser algo así de amor y siempre tomando en cuenta que hay riesgo (...) hay que cuidarse y todo, o sea yo no lo haría si el Vicente no se cuida" (Cecilia, 16, Colegio subvencionado).
"(...) que fuera como lindo y que fuera con amor y que, y (...) que sea un sentimiento y que de hecho la relación de la pareja sea de más cosas poh" (Bastián, 16, GC2, Colegios subvencionado/particular).
"Hay que estar enamorado de la mujer. No lo quiero hacer por 'caliente', sino porque me guste y le guste estar conmigo" (Milan, 17, GC3, Colegios municipal/subvencionado). [71]
Así, las y los jóvenes estarían legitimando las relaciones sexuales a través de lo afectivo (PALMA 2003, 2006a), aunque, se puede deducir que ya no persiste la figura de la iniciación sexual con la pareja que será el cónyuge (BARRIENTOS & SILVA 2006; PALMA 2006a). De modo general, hoy se propone al amor romántico como una nueva forma de regulación de la sexualidad (FERNÁNDEZ 1992, en SHARIM, SILVA, RIVERA & RODÓ 1996, p.34), asimismo los varones muestran una sentimentalización de su sexualidad, buscando parejas con vínculos afectivos en sus ideales de iniciación sexual. [72]
Según Irene MELER (2010) el régimen conyugal contemporáneo se orienta hacia la constitución de uniones monogámicas temporarias y sucesivas. La pareja estable, en los discursos de los jóvenes, no solo se traduce para ambos sexos en un marco más seguro para ejercer su sexualidad, sino también sirve para resguardar la reputación de las jóvenes. Estar con una pareja las exime de las habladurías y por ende de la estigmatización de "chica fácil". Esto funciona perfectamente sobre la base de una configuración diferenciada de la sexualidad masculina y femenina, en donde la mujer debe cumplir el mandato del recato y de la pureza, algo que ambos sexos tienden a reproducir en los discursos. [73]
Por lo demás, significada la sexualidad como riesgosa (embarazo, enfermedades) tiene sentido que los/as jóvenes la conciban en un espacio y contexto protegido (relación segura). Tanto para hombres como para mujeres la pareja estable opera como escenario más seguro, garantizado por el amor y la confianza:
"(...) una relación seria [no es lo mismo que] con una persona que conociste ayer o en el mismo lugar (...) lo vay a pasar bien, pero no es cómo lo mismo vivir con una confianza" (Matías, 17, Colegio subvencionado).
"Yo creo que es algo más afectivo que no se puede andar haciendo con cualquiera" (Maxi, 17, Colegio subvencionado).
"(...) no, no podría tener una relación sexual con alguien que no tengo una relación sentimental sólida (...) tiene que ser mi polola" (Alonso, 17, GC2, Colegios subvencionado/particular). [74]
En efectivo, según los dichos de los jóvenes varones participantes de este estudio las relaciones sexuales son racionalizadas en vínculos afectivos estables (claro que, no se menciona nunca el matrimonio), aunque, en el caso de Felipe, no se descartan prácticas sexuales fuera de este marco, mas, no serían deliberadas, "si me llega a tocar, trataría de ser lo más preventivo posible ... " Felipe (17, GC2, Colegios particular/subvencionado), así, declara la intencionalidad de prevenir embarazos, pero deja abierta la posibilidad de que la situación escape de su control. La consigna pareciera ser que la sexualidad es imposible de ser planificada totalmente cuando se es un varón joven. Lo mismo señala Pedro (17, CG2): "(...) uno no puede planificar a la edad (...), porque siempre van a ver tentaciones, ¡siempre!" En este sentido, si bien el ideal es el inicio sexual en una relación afectiva y de pareja estable, la posibilidad de que ocurra en un contexto de ocasionalidad no presenta objeciones. [75]
Las ideas que subyacen a estas expresiones son las mismas que hacen que las jóvenes declaren evitar situaciones eróticas o íntimas con sus parejas, esto es, que una vez que la excitación erótica se despierta no hay retorno. No obstante, en ellas se retrae (reprime o retrasa) lo sexual, mientras que en ellos se arroga como parte de su virilidad. Ellos asumen que "no pueden" controlar completamente su sexualidad, ellas asumen que "deben" hacerlo, si quieren ser chicas que se "respeten". Cecilia, por ejemplo, evita situaciones de intimidad con su pololo:
"(...) hay un factor súper importante (...) uno lo puede llevar a la casa (...) "vamos a estar en la pieza mamá" (...) mucha confianza de tus papás igual se da la instancia para eso (...) En cambio nosotros no somos de estar en la casa el uno del otro (...) hasta ahí no más" (16, Colegio subvencionado). [76]
Es de notar a través del texto que la joven otorga valor al control ejercido por los padres. Probablemente es considerada una regulación necesaria para que ella no esté expuesta a sus propios deseos. En general, se aprecia una posición que se desliza entre la autoregulación y la sujeción a las normativas familiares. Aunque esta autoregulación sea de todos modos subjetivada desde el discurso adulto. [77]
El conflicto pareciera estar centrado en que esta libertad personal implica a la vez un desafío señala CANALES (2009), a saber, la responsabilidad de hacerse cargo de las decisiones individuales y sus consecuencias. En ese sentido, los/as jóvenes pudieran requerir referentes para construir sus guías orientadoras en la construcción de sus cursos de vida. Más aún, PALMA (2006a) advierte sobre la probabilidad de que el individuo se vea confrontado a construir su curso biográfico desde la vulnerabilidad y precariedad en estos procesos de individualización, especialmente en países como el nuestro, lo que claramente se traduce en una carga enorme para las juventudes hoy. "Sufrimos", pues, de libertad y no de crisis, señala BECK (2002 [1997]), libertad que coloca a veces un peso insoportable en la vida de los sujetos (WEEKS 1998). [78]
En este mismo contexto, reflexiones de Sofía y otros entrevistados/as idealmente proponen el desplazamiento de la experiencia sexual hacia una edad más adulta, enfatizando en el peso de las responsabilidades que potencialmente acarrea la entrada a una vida sexual activa:
"A esta edad no, no es necesario tener relaciones, (...) Primero hay que madurar..." (Sofía, 17, GC1, Colegios particular/subvencionado).
"(...) conozco muchos hombres, que (...) [dijeron que] debieron haber estado más preparados (...) sicológica pero también físicamente" (Gabriel, 17, GC3, Colegios municipal/subvencionado).
"(...) encuentro que uno tiene que vivir las etapas 100% y no estar tratando de saltarse etapas, para 'ah ya, ¿tú lo hiciste? Ya yo igual', porque esas dos son amigas y todas tenemos que hacer lo mismo, no" (Cecilia, 16, Colegio subvencionado). [79]
Como se puede observar, la figura del/la joven inseguro/a e incompleto/a, imagen hegemónica y adultocéntrica de la juventud, hace eco en sus propias construcciones subjetivas. Consecuentemente, algunos entrevistados exponen la condición de inmadurez de la juventud como argumento para la intervención de los padres sobre sus vidas "mis papás me prohíben algunas cosas (...) después uno lo agradece" (Matías, 17, Colegio subvencionado). Desde otro lado, esta vigilancia de los padres es cuestionada por Cecilia (16, Colegio subvencionado) "(...) son muy sobreprotectores, (...) en una parte es bueno porque evitan muchas cosas, pero en otros aspectos (...) a uno le causa esa cierta rebeldía". Esta vigilancia de los comportamientos de la joven por parte de los padres como dispositivo de control es reforzada con discursos que se desplazan hacia los afectos. Estas formas de normativización más restrictivas para las mujeres, aportan elementos de vulnerabilidad en la construcción de los sujetos femeninos, enfrentándolas siempre a un peligro virtual "(...) una sale medio pollito del mundo" (Cecilia, 16, Colegio subvencionado). "Hay gente también que te quiere hacer daño, así como violadores, o acosadores (...) yo siempre estoy así como a la defensiva. Porque igual cuando era chica me inculcaron así caleta de cosas (...)" (Coni, 16, Colegio subvencionado). [80]
Desde otro lado, la figura de la pareja estable es subjetivada como lugar de menor riesgo de transmisión de enfermedades, asumiendo que el hecho de conocer a las parejas o tener antecedentes sobre él/ella minimiza las posibilidades de contagio:
"(...) no sólo el tema del hijo, sino también de las enfermedades que hay y tener que estar preocupado de eso (...) que no la conoce (...) dentro de una pareja... eso de no conocer [se] y tener relaciones" (Milo, 17, GC2, Colegio subvencionado/particular).
"(...) teníh que saber que va a ser una persona con valores morales, que no se va a estar metiendo con cualquiera como para que se le contagie eso" (Cecilia, 16, Colegio subvencionado).
"... el conocimiento de tu pareja o de tu polola es fundamental (...) es una responsabilidad grande (...) se tiene que asumir de a dos" (Alonso, 17, GC2). [81]
3.5 La sexualidad es algo sucio/oculto/privado
Camila hace una asociación simbólica entre sexo o actos sexuales con suciedad, con algo impuro, idea originada en la tradición judeo-cristiana que identifica la sexualidad con la pérdida de pureza (RUBIN 1989 [1984]) y que deriva en la inmoralidad intrínseca del acto sexual (LAMAS 1997). El placer ha sido excluido como finalidad del sexo y el amor se ha constituido en la forma de legitimación del sexo y la pareja (PALMA 2003). Así, la sexualidad debe estar justificada en algún valor superior (amor, compromiso). En este marco, el sexo por placer no sería legítimo, sería impuro, sucio: "Hay niños que algunas veces se les nota que solo quieren sexo. (...) El profe igual lo dice, tienen la mente sucia, no quieren nada serio. (...) Algunas [chicas] (...) no se respetan (...)" (Camila, 16, Colegio municipal). [82]
En este caso Camila hace referencia la advertencia de uno de sus profesores sobre las "intenciones" de los jóvenes de solo satisfacerse sexualmente (sexo per se) y no establecer relaciones afectivas o de más compromiso. La idea de que las mujeres deben mantener controlada la sexualidad de los varones, estaría fundada en la atribución de naturalezas sexuales diferenciadas para hombres y mujeres, los hombres constituidos como sujetos deseantes y las mujeres como sujetos sin deseo (BARRIENTOS 2006b), sin embargo, en los relatos analizados, las jóvenes no niegan sus deseos eróticos: "No voy a esperar mil años a que llegue el príncipe azul ... [Y en qué relación se iniciaría] A lo que venga (...) usando condón porque eh ... sí sé cómo se usa (...)" (Carla, 17, Colegio particular). [83]
Más bien enfatizan en el "deber" de mantener el control sobre éstos y en consecuencia refrenar los avances sexuales de los compañeros. Por su parte, éstos, refuerzan estas ideas y esperan que sean ellas las que pongan los límites, categorizándolas según se ajusten o no a estas normativas, como se verá más adelante.
Marco: "(...) Es que hay 'minas' y 'minas'. (...) Es que hay 'minas' que son 'sueltas po' ". Gabriel: "Pero hay 'minas' que uno parte tocando al tiro y se dejan". Maxi: "Siempre hay unas que se dejan". Yerko: "Van 'a todas', a la oportunidad que se les presenta van al tiro". Gabriel: "Y hay otras minas que son más ... más reservadas" (16, GC3, Colegios municipal/subvencionado). [84]
Ceder a los deseos sería una señal de debilidad en las mujeres, pues se supone su pasividad erótica y su naturaleza no deseante, y al fin, está mandatada a poner límite a la "naturaleza" sexual desbordante de su compañero. [85]
Por mucho tiempo el sexo ha sido un campo simbólico de batalla en que la mujer pierde: "pierde" la virginidad, la pureza, la decencia, etc. Según BECHTEL (2001) el desvirgamiento siempre será considerado como una auténtica pérdida de calidad de ser para el cristianismo, origen de la moral occidental. El hombre, en anverso, gana hombría, placer, supremacía sobre esa mujer que fue "suya". La "entrega" de la mujer, la posesión del hombre de su cuerpo, forma parte de un lenguaje conservador que aún se mantiene entre las jóvenes:
"Mi primer 'pololo', [fue] mi primer amigo (...) hombre, fue mi primer beso, fue mi primera pareja y fue al primero que yo me entregué, entonces fue como todo para mí y (...) entonces entregarle eso a él (...) de verdad no me arrepiento (...)" (Sofía, 17, GC1, Colegio subvencionado/particular). [86]
En esta misma línea, se conserva un sistema jerárquico de valor sexual cuya cima la ocuparían las parejas heterosexuales monógamas (RUBIN 1989 [1984]). Las jóvenes que exhiben múltiples parejas sexuales o que tienen prácticas sexuales en público son responsabilizadas de ello: "(...) [Dice la gente] se deja tocar", "le gusta tener hartos pololos (...) uno no se tiene que meter en la vida personal del otro (...) pero no estoy de acuerdo con que se empiecen a tocar" (Camila, 16, Colegio municipal). [87]
Algunas jóvenes, adhieren a estas discursivas poniendo el foco sobre la sanción social, "(...) queda con la media reputación, el medio cartel (...) yo encuentro esas cosas tan importante en uno, que estar haciendo eso con cualquiera no es algo así chistoso" (Cecilia, 16, Colegio subvencionado). [88]
Un punto interesante de resaltar es que frecuentemente los/as jóvenes subrayan la autonomía en las decisiones de cada persona, aunque manifiesten su desacuerdo, pero el peso del control social mediado por la reputación es para ellas insoslayable. En este sentido, los grupos de pares ejercen el control y la vigilancia a través de las categorizaciones con que es etiquetada la conducta sexual de las mujeres jóvenes ("locas", "sueltas") y funciona como forma de control social para mantenerlas en orden y así reforzar las distancias entre las chicas que lo hacen y las que no (WEEKS 1998). La sociedad presiona a las mujeres jóvenes para que pongan los límites en la sexualidad. Parte importante de estos límites tiene relación con el cuerpo de las mujeres como territorio que debe permanecer puro. Pureza y docilidad, son alegorías aplicables a los cuerpos femeninos. [89]
Las reflexiones de Cecilia señalan que si bien a primera vista, una sexualidad ejercida con libertad puede parecer atractiva a las jóvenes (otorgadora de placer) así como atraer a los varones, les coloca el rótulo de "fáciles" y las convierte en objetos de complacencia sexual para los varones:
"(...) si me meto con este mino en un carrete y en otro carrete con otro mino, ya, la paso bien, soy la bacán, los minos me quieren, pero fácil, por eso la buscan poh, si es fácil la mina poh, pueden hacer lo que quieran con ella" (Cecilia, 16, Colegio subvencionado). [90]
El término "fácil" es utilizado por la joven para describir una conducta sexual más libre, indicando que las jóvenes pueden ejercer su sexualidad de esta manera si lo quieren, sin embargo, estos comportamientos atraen conflictos a la vida de las jóvenes, siendo objeto de críticas y sanciones sociales. Este relato devela mucho de los mensajes contradictorios en los que los/as jóvenes deben manejarse. Por un lado, existe un discurso de apertura a una sexualidad ejercida con mayor libertad, y desde otro lado, renovadas formas de disciplinamiento fundadas en la persistente doble moral con que se juzga a hombres y mujeres, así, mantenerse alejado de lo sexual es quererse, respetarse:
"Van a una disco y ... tienen sexo ahí mismo (...) O están con uno y después están con otro ... (...) tanto hombres como mujeres no se respetan a sí mismos" (Carla, 17, Colegio particular).
"Las [parejas] que piensan que no hay que tener relaciones, (...) ellos se cuidan, como que se quieren" (Camila, 16, Colegio municipal). [91]
Las personas que tienen parejas sexuales múltiples ocupan posiciones inferiores en la escala de jerarquías sexuales, en particular si son mujeres. Tener múltiples parejas sexuales involucra transgredir una moralidad aún vigente y exponerse al juicio y vigilancia de los grupos de referencia, convertidos hoy en formas vigentes de regulación social de la sexualidad femenina, especialmente. [92]
El sexo remite al lugar de lo privado, algo que no debe estar sometido a escrutinio público porque revelaría la verdadera "naturaleza" de las personas (WEEKS 1998). Los actos sexuales expuestos públicamente perjudicarían especialmente a las mujeres. Las mujeres son sancionadas socialmente, mientras que los "hombres pueden hacer lo que quieran" (Camila, 16, Colegio municipal). Aún con todo, los/as jóvenes en sus relatos revelan una perspectiva crítica de los estándares morales diferenciados para hombres y mujeres. Lo interesante de todo esto es que hay queja, sentimientos de malestar con las inequidades, pero no necesariamente se hace la vinculación con las ideologías que dan sustento a estas inequidades y que ellos/as a lo largo de la entrevista reproducen. Así, se contribuye a cristalizar asociaciones inscritas en formas hegemónicas y tradicionales de pensar lo masculino y femenino.
"(...) encuentro muy malo empezar y al mes o a las dos semanas andar teniendo sexo, (...) ¿Qué onda la mina? Porque en una de esas esta recién conociendo al tipo (...) [con la polola] empezábamos a darnos besos no más y seguía y seguía y si ella sigue yo cachaba pa donde iba, si es que me dice 'No, mejor veamos tele' yo decía 'ah, ya', (...)" (Maxi, 17, Colegio subvencionado). [93]
Las mujeres son las responsables de controlar la sexualidad que se permite en la pareja. En este marco, Carla (17, Colegio particular), desliza una crítica hacia la juventud actual, respecto de cómo asumen su sexualidad. Los jóvenes no serían lo suficientemente responsables para afrontar las consecuencias de la sexualidad, son impulsivos, "llegan y hacen". Carla habla de la necesidad de tener una sexualidad planificada y no "al lote". No dice que es peligrosa sino que debe ser llevada con pausa y de manera reflexiva "son como muy relajados ... como que no piensan en las consecuencias. "Como que llegan y hacen, muy al lote, muy apresurado". Estas expresiones también las hallamos en los varones entrevistados "la juventud de ahora está vuelta loca ¿o no?, niñas que ... que ni siquiera saben lo que es sexualidad y andan teniendo relaciones con los pololos, se dejan convencer fácilmente (...)" (Maxi, 17, Colegio subvencionado). En este caso, Maxi, deja recaer la responsabilidad en las jóvenes. [94]
En síntesis, los/as jóvenes describen un modelo de sexualidad temerosa, controlada y constantemente amenazada, por la excitación, el alcohol, las drogas, todo lo que permitiría escapar del control, liberar el cuerpo, liberar los deseos y usando una expresión de Mariana CHAVES (2004), dar batalla contra el cuerpo disciplinado. El temor, además, a ser sorprendidos implica la necesidad de mantener una sexualidad oculta a la mirada adulta, lo que pone de relieve la relación de los/as jóvenes con los adultos desde una frontera que demarca universos separados y que revela, en parte, la asunción del discurso restrictivo de los adultos. [95]
3.6 Sexualidad significada como parte saludable y natural de la vida
Los sentidos otorgados a las prácticas sexuales son coherentes con las ideologías subyacentes. El sexo es concebido como una fuerza natural propia del género humano (un imperativo o mandato biológico) que se traduce en una necesidad a la que hay que satisfacer. Existirían diversas formas válidas de organizar las prácticas sexuales en pos de satisfacer esa necesidad depositando esta libertad en el individuo "[placer sexual] es como parte de ... del ser humano ... de ahí a las maneras que se usen para obtenerlo ... (Ríe) no sé, depende de cada uno (...)" (Carla, 17, Colegio particular). [96]
El placer sexual aparece como un valor, necesario y saludable. Las mujeres particularmente no evocan tanto el placer, pero sí lo refieren y lo recalcan como parte del bienestar personal. Sin embargo, si hacemos un contrapunto con los varones hallamos menos expresiones que lo relacionen con el placer físico y menos vocabulario para expresarse sobre lo mismo. [97]
En los jóvenes varones en tanto, dos polos se entremezclan en los discursos; el sexo como una necesidad del cuerpo (satisfacción sexual, placer) y como parte de una relación de afecto/amor. La sexualidad pensada como una exigencia del cuerpo, que se funda en lo biológico, por tanto inherente a todo ser humano, es indeclinable y se expresa como una necesidad que hay que satisfacer para estar saludable y tener bienestar. En los discursos recurrentemente se relaciona con el placer, "algo rico" y con el orgasmo, "éxtasis"
"(...) es una necesidad como (...) como innata así. (...) quizá como acompañamiento de las emociones, del amor (...) son como cinco minutos completamente de éxtasis (...) es como algo rico" (Matías, 17, Colegio subvencionado).
"(...) es un relajo, un gusto, un placer (...) no puede haber una persona que no tenga sexo en toda su vida (...)" (Maxi, 17, Colegio subvencionado).
"El sexo (...) algo rico (...) yo lo veo como el placer, como estar al lado de alguien, en el pololeo, (...) y sentirse bien con él (...) al sexo, el placer igual lo define mucho, porque si no sentís placer en el sexo igual es fome" (Marco, 17, GC3; Colegio municipal/subvencionado). [98]
Por otra parte, se advierte que la sexualidad es pensada en un contexto relacional, entre dos personas, hombre y mujer en una primera figura, pero luego, en el discurso se desactiva la figura heterosexista dominante y se agregan relaciones homosexuales (en dos entrevistados se recalca esto). Como se ve, también se mencionan el consentimiento y el amor (amor, placer y sexo tienen vecindad semántica en el relato), la relación de pareja y de compañerismo: "(...) sexualidad es la convivencia que tiene el hombre y la mujer, independiente si es homosexual o hétero (...) el placer sexual tiene que ser algo que estén de acuerdo las dos partes [involucra] ser cariñoso, tierno, todo eso" (Manuel, 17, Colegio municipal). [99]
Los relatos analizados en este estudio revelan que el placer conseguido dentro de una relación "seria" tendría una valoración subjetiva mayor. El sexo per se, idealmente, no sería la principal fuente de satisfacción personal. [100]
Lo normativo, así como lo experiencial, son constitutivos de la subjetividad. Las normas se hallan en el sujeto y por ello interesa situarse desde sus propias significaciones y sentidos. De ahí que resulte apropiado acceder a sus mundos juveniles a través de las conversaciones y entrevistas aspirando a producir esa apertura del habla a la que refiere María Cristina BENAVENTE (2007). [101]
Los/as jóvenes que conforman el grupo estudiado no superan los 17 años y aunque en sus discursos hallamos superficialmente una retórica propia de las sociedades modernas, subyacentemente, se reproducen idearios enquistados en los sistemas ideológicos más tradicionales. A través de la interpretación de sus relatos accedimos a sus propias construcciones de género, dando cuenta de la persistencia de atributos diferenciales para hombres y mujeres que luego son cristalizados en la construcción de estereotipos. Ellos/as nos describen familias predominantemente transicionales (MELER 2010) en las que el dominio masculino está presente, aunque atenuado y en donde se producen nuevos arreglos conyugales. [102]
Aunque en varias de estas familias ambos cónyuges proveen el hogar, el ingreso principal lo aportan los varones, siendo este punto especialmente significativo si proviene del sector minero, pues refuerza las posiciones autoritarias y dominantes de algunos padres. Las mujeres trabajadoras si bien conservan una parcela de autonomía personal, no logran destrabar las jerarquías de género en la pareja; y los hombres si bien tienden a ser más colaborativos en el hogar, continúan delegando esta responsabilidad principalmente en las mujeres. Los testimonios de los/as jóvenes dan cuenta de resistencias a la paridad, tanto de parte de los hombres que temen perder masculinidad; como de las mujeres que se aferran a emblemas identitarios de la feminidad como la maternidad (ibid.). [103]
A partir de estos contextos familiares, los/as jóvenes, hombres y mujeres, están construyendo nuevas configuraciones de sujetos femeninos, en los que se incluye la preparación profesional y el trabajo fuera del hogar, no obstante, el espacio privado continúa siendo pensado como un reducto femenino. Las masculinidades, en tanto, emergen también transformadas por discursos igualitarios, más centrados en la aceptación de las transformaciones y diversificación de roles femeninos, que en los suyos propios como hombres. La construcción de subjetividades masculinas, en suma, contiene una mayor disposición a la paridad, aunque orientada hacia la complementariedad de roles en la familia más que desde una reflexión sobre igualdad de derechos. En este marco, los/as jóvenes contribuyen en la construcción del tipo de familia al que aspiran, aportando en la construcción de modelos emergentes. [104]
Se aprecia especialmente en los discursos de las mujeres un malestar y reflexión más crítica respecto de las desigualdades en la distribución del poder en la familia. Su vivencia en lo cotidiano les aporta en la identificación de aquellos elementos que contribuirían con la desigualdad. Algunas jóvenes focalizan en el trabajo remunerado como el aspecto que más contribuiría al equilibrio de poderes en la relación conyugal. No obstante, los discursos también revelan que en los hogares en que hay mujeres madres trabajadoras no necesariamente hay cambios en las jerarquías. Lo que si se advierte a partir de sus descripciones es que, aquellas mujeres trabajadoras que logran equilibrar las relaciones de poder con sus parejas, cimentan las bases para una distribución más equitativa de lo reproductivo. [105]
Los jóvenes varones, por su parte, como depositarios genéricos de los dividendos de la masculinidad, enuncian sus críticas hacia las desigualdades de género de un modo menos emocional, adscribiendo a los discursos de la sociedad moderna sobre equidad. Subsecuentemente, lo simbolismos de género más tradicionales son actualizados en la dicotomía público/privado, pese a que dan cuenta de nuevas dinámicas en las relaciones y roles que realizan sus padres/madres. [106]
Se observa así, que, la familia no ha perdido su poder normativo en nuestra sociedad y que si bien mantiene un discurso valórico predominantemente tradicional, ofrece también elementos para la construcción de nuevos modelos y roles de género que sirven de ingredientes para la construcción de nuevas relaciones, tendientes a la paridad. Aún con esto, la familia puede ser fuente de conflicto y tensión porque ofrece mensajes y orientaciones contradictorios. Posiblemente sea más modernizante en los modelos de roles y en algunos contenidos ideológicos de género, pero en lo que respecta a la sexualidad, especialmente de las mujeres, es aún conservador y preventivo. Su mensaje intenta mantener a los/as jóvenes alejados de la sexualidad, promoviendo la abstinencia, y no sienta las bases para la producción de conversación sobre sexualidad. La contribución de la familia se orienta hacia la construcción de proyectos biográficos más igualitarios en mujeres y hombres. Así, las jóvenes que incorporan metas educacionales o profesionales en sus proyectos vitales, aportarían, además de herramientas y capitales sociales, la dimensión del autocuidado como un elemento central para orientar sus decisiones en torno a su sexualidad. Dicho de otro modo, familias que aportan a la construcción de relaciones de género más igualitarias, aportan a la vez elementos para la construcción de subjetividades sexuales reflexivas y con mayor capacidad de agencia, ofreciendo elementos de juicio que orientan las decisiones sobre el autocuidado en las jóvenes. [107]
Pese a esto, destaca como principal hallazgo la sexualidad significada como riesgo (de embarazo y de enfermedades), lo que guarda estrecha relación con el discurso adulto que refuerza la idea de que los jóvenes se deben mantener alejados de lo sexual por ser este un aspecto propio de la vida adulta, de una relación de pareja y ligado a la procreación (discurso del riesgo y la abstención). [108]
Desde el mundo adulto se procura la vigilancia y control de los cuerpos juveniles, especialmente mujeres, para asegurarse de mantenerlos alejados del sexo y conducirlos hacia la constitución de sujetos productivos y preparados para el mercado laboral. Esta manera de significar la sexualidad tiene como correlato la producción de una sexualidad temerosa (de las consecuencias: embarazo, enfermedades), postergada (para una edad más adecuada), anulada (la práctica de la abstinencia) o culposa (por hacer algo que no corresponde para la edad, o con la persona inadecuada). En estos términos, el riesgo es llamado a formar parte de su ejercicio, dado que, como señala Christian MATUS (2005) crea las condiciones perfectas para ejercerla de manera insegura; de manera oculta y sin las pausas y tiempos necesarios para ejercer la prevención. [109]
En este marco, las jóvenes, especialmente, ejercen una sexualidad autocontenida y/o autoregulada, operando en una lógica anticipatoria construida bajo el "sentido de responsabilidad". Esta autoregulación, no obstante se articula con las normativas vigentes y funciona bajo la lógica adultocéntrica. Así, las jóvenes se "cuidan" evitando los escenarios y situaciones que pueden culminar en un acto sexual. Los jóvenes, por su parte, depositan en las mujeres la responsabilidad de poner los límites en las interacciones sexuales. El trasfondo de esto es la naturalización de las diferencias sexuales de hombres y mujeres, otorgando atributos como la incontenibilidad del deseo masculino versus la falta de deseo femenino (BARRIENTOS 2006b), no obstante, hallamos evocaciones del deseo femenino en los discursos de las jóvenes de este estudio, que se enuncian como sujetos deseantes también, aunque mandatadas a su contención. [110]
En la expresión del erotismo y la erotización de las relaciones entre jóvenes de este estudio se advierte que se "tienta" a hombres y mujeres por igual. En este sentido, se puede decir que las transformaciones se advierten en la construcción de nuevos sujetos sexuales femeninos como "deseantes", pero, racionalizando el ejercicio de su sexualidad a través de una autoregulación en gran parte subjetivada desde la sujeción a las regulaciones y normativas atrapadas en antiguas adjudicaciones de género. Cómo se puede apreciar, el cambio cultural enfrenta resistencias subjetivas. Si bien se considerada legítimo que una joven sea experimentada sexualmente, se espera que lo haga de manera discreta y en privado, dado que, si lo hace de manera pública, arriesga sanciones sociales, principalmente de su grupo de pares. Aun así, a través de los relatos se evidencia que es una opción válida para las jóvenes ser la chica "suelta", pues si bien, en general, es mal mirada, ejerce su libertad de decidir y "es su vida". [111]
Por otra parte, se constata en los discursos idealmente una proyección de la maternidad/paternidad más tardía, especialmente evidente en aquellos/as jóvenes que poseen metas educacionales. Es importante la función de la familia, especialmente respecto de las relaciones de género, antes revisadas, y el entorno social y económico, como espacios que aportan elementos para la construcción de proyectos vitales y la gestión del autocuidado en la sexualidad. [112]
Referido a esto último cabe agregar que la conformación de una pareja estable es mencionada con mucha frecuencia por los jóvenes como un espacio legítimo y seguro para iniciar y ejercer su sexualidad. La pareja estable, sirve a los jóvenes para resguardarse de las "peligrosas" consecuencias de la sexualidad. Sirve porque bajo la forma de valores "superiores" como el amor, el compromiso y la confianza, legitima una práctica desde ya concebida "sucia" y "perniciosa". La relación vincular estable como el pololeo, por ejemplo, proporciona la confianza necesaria para conocer los antecedentes del otro y protegerse de enfermedades, se piensa como un lugar seguro para co-asumir las responsabilidades de un potencial embarazo, etc. [113]
El amor sirve para dar legitimidad a un actividad humana que aún conserva muchos de sus simbolismos tradicionales fundados en una ética cristiano-católica que la coloca en el lugar de lo oscuro, pernicioso y pecaminoso. Si bien el lenguaje ha sido modificado, este sustrato goza aún de buena salud. Pese a lo anterior, los/as jóvenes integran en sus elaboraciones la eventualidad de "no pensar" y dejarse llevar por los deseos, lo que impediría la concreción del ideal, así como dificultaría el autocuidado. El consumo de alcohol y drogas juegan un papel importante en cuanto a su "peligroso" efecto liberador de los cuerpos juveniles. [114]
Desde otro lado, los/as jóvenes de este estudio, si bien están definiendo sus marcos de acción en sexualidad de manera crecientemente autónoma, se aprecia, en ambos grupos, aspiraciones de tener padres más presentes e involucrados en sus vidas. El trabajo bajo el sistema de turnos deja en mayor evidencia estas contradicciones y tensiones en las familias mineras. Manuel CANALES (2009) refiere a la demanda de los jóvenes hacia el mundo adulto por abandono de la formación subjetiva, subrayando que las normas y referentes son tantos y contradictorios, que producen tensión y conflicto. Los/as jóvenes experimentan esta diversificación de referentes en la construcción de normativas sexuales, como un peso difícil de llevar (WEEKS 1998). La televisión, internet y los grupos de pares, parecen ser, finalmente, los portadores de mensajes más sólidos en la construcción de los ideales regulatorios, no obstante este es un discurso claramente incitador (PALMA 2006). En este mismo sentido, señala Manuel CANALES (2009) que más que el temor al castigo por la contravención de las normas lo que pareciera primar es el temor al caos subjetivo, pues los actos impropios extravían a los/as sujetos, arrojándolos fuera de los márgenes con que se identifican como sujetos. Así, la identidad actúa como contención y los valores construyen al sujeto a través de una consciencia reflexiva del sí mismo, en donde el grupo de pares tiene mucha importancia. [115]
En la misma línea, se puede argumentar que los procesos de individualización descritos apelan a un sujeto autónomo, capaz de construir autoreflexivamente su propia biografía, lo que claramente contradice las conceptualizaciones adultocéntricas de las juventudes, que lo señalarían como seres inseguros, en transición e incompletos. Por su parte, ARAUJO (2009a) se pregunta por la existencia de este sujeto reflexivo capaz de producir elecciones según su propia convicción y beneficio, señalando la necesidad de que existan elementos que orienten el juicio. Ante la multiplicidad de posiciones y discursivas sexuales, parece complicado para los/as jóvenes definir una marco de acción consistente. Aún esperan que sus padres les orienten. [116]
Dicho esto, es interesante recalcar lo que Irma PALMA (2010) señala sobre la factibilidad del autocuidado expresado en la prevención y los recursos al alcance de los jóvenes. El punto central no es solo la dotación de recursos materiales (el acceso, la cercanía del consultorio, el dinero para comprar preservativos, etc.) sino la dotación de recursos subjetivos; los elementos que orientan el juicio y que intervienen en el momento de tomar decisiones sobre el autocuidado, pues, tal como enfatiza Kathia ARAUJO (2009b), las decisiones resultan de una tensión entre lo conceptuado idealmente y las evidencias que la experiencia social presenta. Desde el momento que jóvenes de 16 años asumen la sexualidad como algo de "gente grande", de personas con parejas estables, con consecuencias que no serían "capaces" de sobrellevar, etc., construyen subjetivamente una sexualidad problemática, configurándose barreras para la gestión del autocuidado. A la vez que, la publicidad y los programas de televisión ejercen un poder incitador dirigido a estos grupos de edad complejizando los elementos de juicio que orientan sus decisiones. Más bien, como señala María Cristina BENAVENTE (2007) operarían mecanismos de sanción a nivel subjetivo que funcionan como "delimitadores de la subjetividad". [117]
En suma, se trata precisamente de que los/as jóvenes que conforman el grupo en estudio evidencian una importante sujeción a las normativas familiares, más, en su discursiva se devela una constante elaboración en la que intervienen sus propios juicios e idearios regulatorios; de entre los cuales destacan los provenientes de sus grupos de pares. Lo constante en sus intervenciones es la alusión a que todo es decisión de cada uno. [118]
Mis profundos agradecimientos a Jimena SILVA SEGOVIA y Jaime BARRIENTOS DELGADO, investigadores responsables del proyecto FONDECYT 1110301 "Los significados culturales del autocuidado corporal y la prevención sexual en los comportamientos y valores de jóvenes estudiantes de enseñanza media de colegios municipalizados y privados", en el marco del cual realicé mi tesis de magister, del que este artículo es producto. Muy especialmente a Jimena SILVA por sus significativos aportes, comentarios, correcciones y por supuesto, por todo el material facilitado a lo largo del desarrollo de este estudio.
1) En Chile existen tres tipos de establecimientos escolares: colegios privados sin aporte del Estado; colegios particulares subvencionados por el Estado; y colegios públicos dependientes del sistema municipal. <regresar>
2) La prioridad del tema educativo en la agenda pública chilena ha sido puesta de relieve por el movimiento estudiantil. <regresar>
3) El Ministerio de Educación en conjunto con el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) aprobó 7 programas educativos de sexualidad y afectividad. <regresar>
4) Se trata de videos caseros subidos por jóvenes a Youtube, en donde se encuentran realizando distintas actividades como bailes, juegos de seducción, etc. <regresar>
5) GC1: grupo de conversación 1, GC2: grupo de conversación 2, GC3: grupo de conversación 3. <regresar>
6) Carrete en Chile alude a los encuentros festivos de los jóvenes, asociados, en general, al consumo de alcohol y drogas. Aunque existen muchos tipos de carrete, se trata siempre de un espacio destinado a la diversión. <regresar>
7) El pololo en Chile es el novio, involucra algún grado de compromiso, aunque no para casarse. En general, se espera que los/as jóvenes pololeen con sucesivas personas antes de casarse. <regresar>
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Beatriz COFRÉ ESPINOZA es antropóloga, Magister en psicología social del Programa de Magister de la Escuela de Piscología de la Universidad Católica del Norte (UCN), Chile.
Contacto:
Beatriz Cofré Espinoza
Escuela de Psicología
Universidad Católica del Norte
Facultad de Humanidades
Av. Angamos 0610, Antofagasta
Chile
Tel.: 56 (0)55 2839766
E-mail: beatrizcofre@yahoo.com
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