Volumen 17, No. 1, Art. 7 – Enero 2016



Resignificación de la experiencia de vida en adultos mayores afectados por tres tipos de desastre en Chile

Christian Arriagada Díaz, María Olga Vallejos Lamig, Margarita Quezada Venegas, Lesmer Montecino Soto & Marisa Torres Hidalgo

Resumen: El presente artículo desarrolla un análisis sobre los efectos que tienen en un grupo de adultos mayores chilenos, tres tipos de desastres. Dichos eventos, generan una resignificación de la experiencia de vida en los adultos mayores, en cuanto se presentan como eventos disruptivos que afectan su existencia y su posición en el mundo. De esta manera, surge la resignificación de sus redes y sentidos de vida. Por medio de un análisis de contenido, y utilizando algunos de los aportes del método comparativo constante, se analizan los discursos de los adultos mayores afectados por tres tipos de desastres: contaminación ambiental, terremoto y erupción volcánica. Los resultados nos invitan a observar los procesos de resignificación valorativa que se producen a raíz de estos eventos disruptivos.

Palabras clave: experiencia; desastre; adulto mayor; vulnerabilidad; entrevista semi-estructurada; análisis de contenido; método comparativo constante

Índice

1. Introducción

2. Marco teórico

2.1 El desastre como fenómeno social

2.2 Experiencia, desastre e historia de vida

2.3 Los desastres y sus efectos en la población adulto mayor

2.4 Los adultos mayores en Chile

2.5 Contexto situacional

2.5.1 Terremoto en el centro sur de Chile, Parral

2.5.2 Erupción en el extremo sur del país, Chaitén

2.5.3 Contaminación ambiental en la zona centro costera, La Greda

2.5.4 La vida cotidiana y los desastres en las tres localidades

3. Metodología

3.1 Características del diseño muestral

3.2 Procedimiento de recolección de la información

3.3 Proceso de análisis de la información

4. Análisis: El desastre como proceso de re-significación de lo vivido y lo por vivir

4.1 Definición del yo agente y su re-significación a partir del desastre

4.2 La re-significación de la relación que se establece en la configuración del yo con los otros

4.3 La re-significación de la pertenencia a un entorno

5. Conclusiones y consideraciones finales

Agradecimientos

Notas

Referencias

Autoras y autores

Cita

 

1. Introducción

América Latina es uno de los continentes que tiene los primeros lugares en la ocurrencia de desastres, junto con Asia, suman más del 60% del total de los registrados en el mundo (GARCÍA 2008). La región ha sido testigo de innumerables catástrofes, que han venido provocadas en gran parte por fenómenos naturales (LAVELL 2000). Este es el contexto que comparte también Chile, donde se han registrado variados tipos de desastres. [1]

En el último período se pueden identificar tres, que han dejado importantes daños en las personas, en los aspectos económico, social, material y del ambiente. Dos de ellos corresponden a desastres cuya amenaza provino de la naturaleza: el terremoto de febrero del 2010 y la erupción del volcán Chaitén en mayo del año 2008. A estos, se suma la contaminación ambiental de la comuna de La Greda1), provocada por una refinería de cobre y el funcionamiento de una termoeléctrica. [2]

Este artículo surge de los resultados obtenidos en la investigación "Impacto Profundo. Estudio de caso de los efectos en adultos mayores de tres tipos de desastre: terremoto, erupción volcánica y contaminación ambiental", y en el marco del interés de estudio del Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales (CIGIDEN). [3]

El propósito que tiene es mostrar los efectos que estos tres tipos de desastres han provocado en las personas, particularmente en los adultos mayores. En la literatura revisada, el interés de estos efectos ha estado puesto principalmente en los impactos a nivel de la salud de los adultos mayores, tanto física como mental, aunque también se han planteado en términos de las capacidades que tienen para enfrentar los desastres y sobreponerse a ellos (PAPALIA, WEND & OLDS 2003). En el presente artículo se entenderá que el desastre, como situación de crisis, tiene otro efecto posible en la población de los adultos mayores, relacionada con los procesos subjetivos que se despliegan en el momento de enfrentar dicha situación, esto dice de la autorreflexión en quienes se ven expuestos a un desastre, lo que configura una re-significación de lo que se ha vivido y lo que se está por vivir. En el caso de los adultos mayores la intensidad de este proceso tendrá un carácter particular, entendiendo que se encuentran en una etapa de vida singular donde existen tareas evolutivas que determinan su forma de comprender la vida cotidiana2). [4]

El artículo presenta en primer lugar una aproximación teórica a la comprensión de los desastres como fenómeno social que configura una "crisis", ya que pone en situación de riesgo la vida de las personas. Con ello se realiza una aproximación al fenómeno como una situación que interpela al sujeto desencadenando procesos reflexivos, configurándose como una experiencia en la que resignifican su historia de vida. Durante este apartado el artículo muestra una aproximación a los desastres y sus efectos en la población adulto mayor; además de ello se da cuenta de la situación actual de esta población en el contexto chileno. Finalmente, y dado que la pretensión de este artículo es el análisis de los significados que desarrollan los adultos mayores en torno a sí mismos, los otros y su entorno, al estar expuestos a tres desastres particulares, se describen brevemente los contextos en los cuales se configuran sus experiencias. [5]

En segundo lugar se da cuenta de la metodología utilizada para el levantamiento de la información con la que se desarrolló esta investigación, además de una descripción del proceso analítico a través del cual se llegó a los resultados. [6]

La tercera parte del artículo está compuesta por los resultados obtenidos tras el proceso de análisis, dando cuenta de tres líneas generales: la re-significación del yo agente, la re-significación del yo en relación con los otros y finalmente la re-significación del entorno y territorio habitado. Desde aquí se levantan las principales conclusiones del estudio. [7]

2. Marco teórico

2.1 El desastre como fenómeno social

La literatura dedicada al estudio de los desastres, cada vez es más categórica en señalar que estos fenómenos no se pueden explicar comprendiéndolos solo como hechos naturales, por el contrario, se manifestarían en la tensión existente entre una determinada amenaza y la capacidad generada para enfrentarla (AUDEFROY 2007; BERKE & CAMPANELLA 2006; CARDONA 2008; COHEN & WERKER 2008; DE OLIVEIRA SILVA 2013; LLANES 2003; RAZETO 2013; SERNA 2011; VALENCIO 2014). La connotación de lo "natural" para definir un desastre, se relaciona con el origen de este fenómeno y con el protagonismo que asume el suceso en el momento de ocurrencia, su carácter de inesperado, impredecible, intenso y traumático que pudiese llegar a tener (RAZETO 2013). El problema de esta acepción del desastre es que al entenderlos sólo como fenómenos naturales se excluye la complejidad de la relación existente entre sociedad y naturaleza, limitando la comprensión del fenómeno (PERRY 2007). [8]

"Un desastre ocurre cuando una amenaza provoca devastación que deja a las comunidades e incluso naciones enteras en la incapacidad de hacerle frente y sin ayuda alguna" (NACIONES UNIDAS 2010, p.7). En este caso, la definición estaría considerando que un desastre es un fenómeno social, una consecuencia de las relaciones generadas entre los seres humanos, y no sólo como un fenómeno asociado a la naturaleza al que se le adjudicaría el carácter de proceso físico natural inmanejable (GARCÍA & GARCÍA 2005). [9]

Al considerar los estudios que se han llevado a cabo bajo esta perspectiva de entendimiento del desastre, se destaca que la capacidad de hacerle frente a los desastres (resiliencia) es variable dentro y entre las comunidades, pues, las interacciones entre los seres humanos y el sistema natural son diversas (GUNAWARDHANA, BUDGE & ABEYRATHNA 2013). De allí que dichos estudios, busquen dar explicación a los patrones inherentes de alta vulnerabilidad social, los límites de la adaptación de la comunidad y la resiliencia comunitaria del sistema humano (VOGEL, MOSER, KASPERSON & DABELKO 2007), con la finalidad de definir las capacidades de resistencia que tienen las comunidades para su recuperación después del desastre en un contexto determinado (CHAMBERS & CONWAY 1992; GLAVOVIC, SCHEYVENS & OVERTON 2002; MAGUIRE & HAGAN 2007). Pese a ello un estudio desarrollado en el marco de las constantes inundaciones sufridas en Rathnapura (Sri Lanka), indica que las formas de resistencia de las comunidades también dependen de la frecuencia y magnitud de los peligros a los que se expone una comunidad (GUNAWARDHANA et al. 2013). [10]

En consecuencia, los desastres son eventos que ocurren a nivel individual y de comunidad, que traen consigo daños, dolor y pérdida a un gran número de personas simultáneamente; son, frecuentemente, brutales en su severidad y amplios en su alcance, afectando la vida, la salud, los bienes y el hábitat de poblaciones humanas, más allá de los umbrales de resistencia y de auto-preparación de los sistemas implicados (CARDONA 2008; DYNES 1988; FERRERO & GARGANTINI 2003; KANIASTY & NORRIS 2004). Así, los desastres tienen un gran impacto en nuestro planeta y nuestra sociedad, cambiando no sólo el lugar en qué vivimos, sino también la forma en que vivimos (TUOHY & STEPHENS 2012). Es por ello que para este artículo el desastre se considerará como:

"una ocasión de crisis o estrés social, observable en el tiempo y el espacio en que sociedades o sus componentes (regiones, comunidades) sufren daños o pérdidas físicas y alteraciones en su funcionamiento rutinario. Tanto las causas como las consecuencias de los desastres son productos de procesos sociales que existen al interior de una sociedad" (LAVELL 1993, p.80). [11]

Considerándolo en su significación de crisis, el UNITED NATIONS DEVELOPMENT PROGRAMME (2004) propone que el desastre, independiente cuál sea su origen (de la naturaleza o antropogénico), interrumpe el desarrollo humano normal y requiere de acciones humanitarias para mitigar las pérdidas. PÉREZ-SALES (2003) destaca la importancia de considerar el concepto de vulnerabilidad, que hace a una comunidad (o persona) más frágil ante la adversidad, y que dificulta su desarrollo. No considerar la vulnerabilidad debilita la posibilidad de respuesta desde las capacidades de las personas o comunidades para enfrentar el desastre, reparar y re-construirse (CARDONA 2008; WILCHES-CHAUX 1989). El desastre hace más visibles las carencias, diferencias y problemas estructurales no resueltos poniendo en evidencia la debilidad de las instituciones para evitarlos o paliarlos (ANGULO 2002; BUCHENAU & JOHNSON 2009). Así, el concepto de desastre está mediado por lo que cada individuo comprende a partir de su experiencia en el desastre, y su comportamiento estará asociado a cómo percibe su situación y entorno (BRITTON 2005). Al respecto, un estudio desarrollado a propósito de la evacuación de la población hacia Texas tras el huracán Katrina, donde las personas no sólo pierden sus casas, sino que su vida cotidiana y las relaciones que culturalmente establecían en el día a día, siendo muy difícil poder adoptar otra cultura o identidad (DUGAN 2007), lo que se agudiza aún más en el caso de los adultos mayores que han llevado toda su vida en una localidad y que dadas sus condiciones (reducción en el funcionamiento de sus condiciones físicas y psicosociales a mayor edad), les cuesta más poder adecuarse a los cambios (CHEUNG & LEUNG 2013), a lo que se debe sumar la situación social, económica y el contexto histórico-cultural de la catástrofe (TUOHY & STEPHENS 2012). [12]

2.2 Experiencia, desastre e historia de vida

A partir de lo expuesto, podemos pensar el desastre como un fenómeno que genera un cambio en el sistema cotidiano de vida de los adultos mayores, en tanto que, su ocurrencia afecta el orden social y estructural, interfiriendo las pautas de conducta cotidiana de los diversos actores (MIRANDA 2010). Es decir, como aquello que irrumpe en la vida de determinadas comunidades desordenando las rutinas, la dinámica y el sentido con el que la gente finalmente interpreta el mundo y su cotidianeidad (REGUILLO 1995). Esta interrupción que es percibida por los actores, se encuentra mediada tanto por la historia como por los procesos sociales y las circunstancias en las que ocurre este evento inesperado y con las que las personas lo vivencian. La interrupción es entonces generada por el acontecimiento del desastre y configura una determinada experiencia de re-significación de la vida. [13]

Esta interrupción puede comprenderse como un período de crisis dado el desorden que genera en el acontecer cotidiano y por tanto esta situación implica en cierta medida un reinterpretar de la memoria y un cuestionamiento de la propia identidad en los adultos mayores. Es un momento en que se produce una vuelta reflexiva sobre el pasado, y una pregunta por la acción en el tiempo presente. [14]

Luego de la situación irruptora, se configura un nuevo espacio que implica la reorganización y con ello un repensar la vida cotidiana para el futuro cercano. Desde aquí existe un rememorar del evento del desastre que permite la selección y el olvido. El acontecimiento o el momento cobra entonces una vigencia asociada a emociones y afectos, que impulsan una búsqueda de sentido vital (JELIN 2001). [15]

La memoria según COUPE, ARBOLEDA y GARCÍA (2007), por lo tanto, se construye a través de dos sistemas: el de "la percepción que capta la evidencia sensible desde el yo, y es inmediato y enraizado en la persona; y el que subyace al conocimiento, y es elaborado lentamente a partir de coordenadas que pueden modificarse en el tiempo" (p.38). Como lo plantea Edgar BOLÍVAR, esta memoria se apropia de un espacio individual vivido y percibido por cada uno, pero a su vez de un espacio colectivo como expresión de la cotidianidad de una comunidad (en COUPE et al. 2007), de tal manera que la memoria habita, se arraiga en lugares y en espacios específicos en los que acontece la trama de la cotidianidad y se escenifica la vida social. Se constituye entonces en la aptitud de conservar las impresiones, de articularlas a informaciones diversas, y de reproducir el resultado de esta hibridación consciente o inconsciente como recuerdos, conductas, imágenes o ideas. En realidad, toda memoria es una reconstrucción más que un recuerdo. [16]

De esta forma el desastre relatado por los adultos mayores está mediado por la historia de vida de los mismos y sus contextos. La experiencia son las vivencias, procesos emocionales y cognitivos que aportan en la forma en cómo se percibe el desastre. Por lo tanto ella se resignifica en cuanto remite a "las vivencias directas, inmediatas y subjetivamente captadas de la realidad, mediatizada por un lenguaje y por el marco cultural interpretativo en el que se expresa, se piensa y se conceptualiza" (JELIN 2005, p.225) en este caso, el desastre. Es precisamente por este carácter del fenómeno, que toma relevancia el considerar la perspectiva hermenéutica de las historias de vida como forma de acercarnos a estos procesos, pues se entiende que el narrador entrega las evidencias de qué siente, cómo está, cómo se define, cuál es su posición en el mundo, tanto frente a sí como frente a los otros. Su relato se constituye en primer lugar como una interpretación de sus experiencias, siendo una narrativa que define y marca la especificidad del sujeto respecto de los otros, construyendo y reconstruyendo discursivamente la propia identidad, en los márgenes de lo caótico y enigmático de las experiencias particulares de vida (MONTECINO 2010). El relato de vida corresponde a la enunciación que realiza un narrador de su vida o parte de ella, en el que se apropia subjetivamente de su historia, resignifica su vida, se transforma y transforma el relato, que va teniendo la vida en la medida en que se narra en un contexto, donde el narrador elige asumirse o no como producto, productor y actor de su historia (CORNEJO, MENDOZA & ROJAS 2008). [17]

El presente estudio se sitúa precisamente en esta relación entre desastres y adulto mayor. Se trata de observar los significados que emergen en el discurso de los adultos mayores, considerando el quiebre producto de la situación de desastre, con el fin de comprender los impactos en las estructuras de sentido del momento de vida en el que se encuentran. Es este espacio discursivo en el que, a partir de la lectura del conocimiento de vida acumulado, se genera una re-proyección de sus propias vidas. [18]

Repensar la propia historia y repensarse en el mundo y en relación consigo y con los otros, luego del evento disruptivo, implica poner una distancia entre el pasado y el presente, de modo que se pueda recordar que algo ocurrió, pero al mismo tiempo reconocer la vida presente y los proyectos futuros. Así, el adulto mayor construye una determinada experiencia donde rememora y configura un nuevo espacio que implica la reorganización de su vida y con ello un repensar el futuro cercano, tal y como lo señalan TUOHY y STEPHENS (2012). [19]

Los estudios indican que rememorar el pasado, se convierte en un recurso para entender las circunstancias del presente y el futuro luego de la irrupción del desastre. Así el proceso de narración puede permitir dar sentido a los acontecimientos, entregando un determinado "orden" al "desorden" producido, de allí la importancia que tiene el investigar y explorar el concepto de interrupción a partir del evento. Las narraciones de los afectados logran demostrar como la experiencia traumática, perturbadora, se integra biográficamente para revelar las cuentas del yo y de la identidad (ibíd.). [20]

2.3 Los desastres y sus efectos en la población adulto mayor

La población adulto mayor, en su presente etapa de vida debe adaptarse a la disminución de su capacidad física, aceptar y controlar las enfermedades crónicas, la pérdida de amigos y familia, así como el reconocimiento de la propia mortalidad (MAHALUF, NADER & KORNFELD 1998). LAFOREST (1991, p.39) señala que la vejez es el "estado de una persona que, por razón de su crecimiento en edad, sufre una decadencia biológica de su organismo y un receso de su participación social". [21]

El adulto mayor debe enfrentarse no sólo a los cambios físicos e intelectuales propios de su edad, sino también al cambio en el estilo de vida, de roles y de responsabilidades sociales (COOK & FONTAINE 1993). Por lo mismo, frecuentemente este es el grupo más afectado por los desastres, como se observó, por ejemplo, después del huracán Katrina (GULLETTE 2006). Sin embargo, las pérdidas no implican que no pueda ser considerado sujeto con capacidad vital y agentiva. Se ha observado que el adulto mayor resuelve con más sabiduría ciertos dilemas, y en tareas que se privilegia el buen criterio o la experiencia, puede ofrecer ventajas respecto de las personas más jóvenes (PAPALIA et al. 2003). Por lo mismo, es importante incorporarlos con su vulnerabilidad y con sus capacidades, ya que es indispensable que todos los afectados por un desastre sean incluidos en la toma de decisiones acerca de su futuro (CARDONA 2008; HARTMAN & SQUIRES 2006). [22]

Entonces, los adultos mayores constituyen uno de los grupos más vulnerables en caso de desastre y están en mayor riesgo frente a los efectos adversos como consecuencia de ellos (BEI et. al. 2013; McGUIRE, FORD & OKORO 2007; PHIFER, KANIASTY & NORRIS 1998; TUOHY & STEPHENS 2012). Esto es corroborado por las propias comunidades afectadas por los desastres, quienes así los identifican (STECKLEY & DOBERSTEIN 2011). En términos de la salud se plantea la agudización y aparición de ciertos efectos físicos y psicológicos en la población adulto mayor, que en general se relacionan con trastornos del sueño e insomnio, palpitaciones, nerviosismo y mareos, dolor de cabeza, depresión, hipersensibilidad e irritabilidad, y a veces, la muerte (BEI et al. 2013; PHIFER et al. 1988; SHENK, RAMOS, KALAW & TUFAN 2009). [23]

Respecto de las formas de enfrentamiento a los desastres, existen algunos hallazgos interesantes en la literatura especializada: se reconoce, por ejemplo, que las víctimas no tienen un patrón similar de adaptación a sus efectos, pues, dependerá de diversas variables asociadas a los recuerdos y las experiencias anteriores al evento disruptivo. De esta manera, se señala que algunas personas actuarán evitando el abordar directamente los eventos estresantes (YEUNG & FUNG 2007), haciendo un esfuerzo por controlar las consecuencias emocionales estresantes, utilizando el apoyo emocional, el humor y la distancia con dicho evento, constituyendo una estrategia común el centrarse en ayudar a otras víctimas o pensando su propia situación en relación con otros (WATANABE, OKUMURA, CHIU & WAKAI 2004). Inicialmente evitar el trauma puede traer ciertos beneficios en el corto plazo, pero en el largo plazo estos no son sostenibles y no siempre es del todo beneficioso este estilo de enfrentamiento, sobre todo cuando se asocia a comportamientos perjudiciales para la salud (aumento del consumo de tabaco, alcohol o tranquilizantes) (BLEICH, GELKOPF, MELAMED & SOLOMON 2005; YAZGAN, DEDEOGLU & YAZGAN 2006). Otra forma de hacer frente a la situación de quiebre existencial es el buscar trascender al evento estresante, asumiendo, por ejemplo, una reacción lógica: prepararse de una manera más responsable para un nuevo evento similar o peor al ya sucedido, tomando como experiencia el propio comportamiento tenido en el ya ocurrido (ECEVIT & KASAPOGLU 2002). [24]

De esta forma, se plantea que las personas mayores, frente a una situación de post-desastre, pueden desarrollar una evaluación de su propia capacidad para hacer frente a las demandas ambientales de una situación estresante o traumática, considerando en este proceso sus propias posibilidades de futuro y el control que pueden llegar a tener sobre el curso de su vida futura (BENIGHT et al. 2000). Este análisis de la auto-eficacia frente a las situaciones traumáticas está relacionado con características de la personalidad y con la experiencia de vida de los individuos. [25]

Uno de los efectos positivos que puede tener la experiencia de desastre para los adultos mayores es la reevaluación de las prioridades de vida frente a la incertidumbre provocada por el fenómeno y así a la posibilidad de generar un crecimiento personal a raíz de la situación de estrés vivida (McMILLEN, SMITH & FISHER 1997). Pero, sin duda, son más los efectos negativos como la ira, el miedo, y el shock, la tristeza, la despersonalización y sentimientos de falta de sentido, la impotencia, la falta de normas, el aislamiento social y la anomia, los señalados por literatura como más comunes (SHENK et al. 2009). [26]

El apoyo social que reciban, tanto de las instituciones formales (gobierno nacional y local, hospitales, etc.), como de los sistemas informales (amigos y familia principalmente), serán fundamentales para hacer frente a los efectos negativos de un desastre. Tanto el apoyo tangible – provisiones materiales y servicios para la reconstrucción por ejemplo – así como el intangible – orientados al soporte emocional – juegan un papel fundamental para la recuperación del evento estresante. Los primeros, en general, son proporcionados por las redes formales, mientras que los segundos por la familia y amigos principalmente (SHENK et al. 2009). [27]

En general, la estructura social de un país, el contexto cultural y el nivel de desarrollo son fundamentales a la hora de definir el tipo de apoyo social que se ofrecerá a las víctimas. Así también será importante evidenciar las condiciones propias que tienen los adultos mayores de un país para definir los tipos de apoyo que serán necesarios desarrollar en caso de catástrofe. De allí la importancia de enfocarse en las poblaciones más vulnerables de un país al momento de prevenir y mitigar los desastres. [28]

2.4 Los adultos mayores en Chile

En Chile, según información del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 2010 los mayores de 60 años sobrepasaban los dos millones de personas y representaban alrededor del 13% de la población del país, y se espera que para 2020 sean cerca 3,2 millones de personas, representando el 20% de la población (según cálculos, el más alto de Latinoamérica) , elevándose la expectativa de vida a 84 años para las mujeres y 77 años para los hombres en el período 2020-2025 (INE-CEPAL 2005). Para el contexto de la región, considerando las cifras entregadas por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Chile se considera como un país con "envejecimiento acelerado". Para 2050, se espera que la proporción de personas mayores llegue casi al 28% (PUC 2013). [29]

De acuerdo a los datos entregados por la Encuesta CASEN del año 2011, del total de personas mayores un 43,6% correspondería a población masculina y un 56,4% a mujeres. También se señala que el 40,6% de los hogares en que habitan personas mayores corresponde a los dos quintiles más pobres del país, viviendo bajo la línea de la pobreza un 7% de los adultos mayores. En cuanto a su participación laboral, en general, se señala que, pese a que ha aumentado el porcentaje de adultos mayores que tienen un trabajo asalariado, estos siguen vinculados, en un alto porcentaje, a trabajos precarios de bajos ingresos. Lo anterior, se reafirma con lo expresado por los adultos mayores respecto de la percepción de suficiencia que tienen con sus ingresos. Al menos a un 25% de la población expresa que no le alcanza el dinero que percibe para satisfacer sus necesidades y un 58% que solo le alcanza para satisfacerlas de manera muy estrecha. [30]

Es importante señalar que, de acuerdo con la Encuesta de Calidad de Vida de los Adultos Mayores en Chile, en términos subjetivos, la percepción de satisfacción general con la vida que se registra en el estrato en cuestión, ha ido en aumento en los últimos años (de un 56% del total de los encuestados en 2007 a un 63% en 2013). Aquellos que tienen un menor nivel educacional, en general sienten una menor satisfacción que los que cuentan con educación superior. Respecto de este bienestar subjetivo, es importante señalar que al menos un 25% de las personas mayores sostienen que se sienten "excluidos o dejados de lado por los demás", y "aislados de los demás", así como un 40% siente "que le falta compañía"; siendo más alta la percepción de aislamiento en las personas que cuentan con menor nivel educativo. [31]

Otros estudios han señalado que en Chile la experiencia de ser adulto mayor es ambivalente, marcada por significados que son positivos (permanecer activo y disfrutar la tranquilidad alcanzada por librarse de las obligaciones) y a la vez negativos centrados principalmente en los problemas de salud y el temor a depender de otros (SENAMA 2009). [32]

2.5 Contexto situacional

A continuación se presenta una breve descripción de los desastres y las localidades afectadas que fueron seleccionadas para el estudio, con el propósito de contextualizar la investigación desarrollada. [33]

2.5.1 Terremoto en el centro sur de Chile, Parral

El 27 de Febrero del 2010 Chile sufrió uno de los peores terremotos de la historia del país y del mundo. Este tuvo una intensidad de 8,8° Richter, su epicentro se ubicó en la Región del BíoBío – aproximadamente a 500 kilómetros de la capital nacional Santiago – específicamente a 43 km al sur oeste de la localidad de Cobquecura, y a una profundidad de 30,1 km (BOROSCHEK, SOTO & LEON 2010). Luego del terremoto siguieron una serie de tsunamis que afectaron la zona centro sur, específicamente a las costas de la V a la VIII región, afectando en total a seis regiones del país, siendo el segundo sismo más grande que se registra en el territorio nacional, y considerado como el quinto más fuerte a nivel mundial (NAHUELPAN & VARGAS 2010). [34]

De acuerdo a un estudio desarrollado por el Instituto Médico Legal, a Noviembre del 2010, la cifra de fallecidos producto del terremoto y tsunami es de 512 personas, a la cual se le suman 35 personas fallecidas por enfermedades preexistentes y 46 desaparecidas, lo que hace un total de 593 víctimas del evento (ibíd.). Son la VII y VIII regiones del país las que se vieron más afectadas en términos de pérdidas humanas. En la séptima región del Maule es donde se ubica la localidad de Parral aproximadamente a 100 km. del epicentro, es una comuna con un alto porcentaje de construcción de adobe3), con una amplia zona conservación histórica, en la cual se catastró que al menos 57% de los inmuebles habían sufrido un daño severo, es decir, debían ser demolidos. [35]

2.5.2 Erupción en el extremo sur del país, Chaitén

El 2 de mayo del año 2008 hace erupción el volcán Chaitén. Su proximidad a la ciudad de mismo nombre en la Región de Los Lagos, tuvo como consecuencia la evacuación de la totalidad de la población de la ciudad a otras localidades cercanas. En total, 4.700 personas fueron trasladadas en menos de 24 horas, siendo reubicadas en albergues temporales de ciudades y pueblos cercanos por un período de dos meses aproximadamente. La mayor consecuencia de la erupción que sufrieron los habitantes de Chaitén fue la pérdida de sus viviendas, y sus fuentes laborales en la mayoría de los casos. La ciudad quedó dividida en dos sectores luego del desborde del río Blanco a causa de la acumulación de cenizas en su cauce. El sector sur fue el más afectado, pues, gran cantidad de viviendas fueron arrasadas por el curso del río (UGARTE & SALGADO, 2014). [36]

La ONEMI4) en conjunto con el gobierno de la época, declaran la localidad de Chaitén como inhabitable, dado el alto riesgo de volver a sufrir un nuevo desastre, generando una serie de beneficios de apoyo para la población que quedó desplazada – principalmente bonos de manutención y subsidio a la vivienda – además de la oferta de compra de las casas y de apoyo psico-social. En abril del 2010, el Gobierno decreta que los habitantes de Chaitén pueden volver a habitar la ciudad en el sector norte, pero sin la existencia de una oferta concreta de reconstrucción del territorio. Paulatinamente, el gobierno local comienza a entregar los beneficios que permiten rehabitar el territorio, proveyendo servicios básicos, acceso a la escuela, centros de salud, etc. [37]

2.5.3 Contaminación ambiental en la zona centro costera, La Greda

La localidad de La Greda se ubica en la comuna de Puchuncaví en la Quinta Región de Valparaíso, en el sector centro del país. Desde fines de los cincuenta y principios de los sesenta, se vive en Chile una época que se caracterizó por la inauguración de importantes plantas industriales en los principales centros urbanos. Uno de estos centros fue el complejo industrial de Ventanas para la fundición del cobre, ubicado en la actual comuna de Puchuncaví. Específicamente, se trata de una planta refinadora y una planta termoeléctrica que han representado un foco de conflicto y contaminación para sus habitantes, desde sus inicios (SABATINI, MENA & VERGARA 1997). [38]

Al respecto, un estudio realizado con una muestra de 114 niños y niñas, de entre 6 y 12 años de edad y que viven en los sectores afectados por las emanaciones de las plantas, midió las partículas de dióxido de azufre presentes en el aire en suspensión. La muestra contemplaba entre sus participantes a 57 niños y niñas que presentaban síntomas respiratorios crónicos y a otros 57 asintomáticos. Los resultados de este estudio señalan que la salud de los niños y niñas residentes en el área industrial de Puchuncaví se ve afectada por las emanaciones provenientes de estas plantas (SÁNCHEZ, ROMIEU, RUIZ, PINO & GUTIÉRREZ 1997). [39]

El último episodio grave de contaminación registrado fue la intoxicación de 31 niños, 7 profesores y dos apoderados de la Escuela de La Greda en Puchuncaví a fines de noviembre de 2011. [40]

2.5.4 La vida cotidiana y los desastres en las tres localidades

Considerando la información extraída de las entrevistas que se presentan en el estudio, se puede transmitir en parte como se entiende la vida cotidiana en el contexto de ruralidad que comparten estas tres localidades, donde existe un contexto general de relaciones más próximas y cercanas, generándose dinámicas particulares de relaciones sociales. [41]

Chaitén, La Greda y Parral tienen en común que su población ha desarrollado un fuerte sentido de pertenencia con el lugar, el hábitat residencial lo han hecho suyo, lo valoran, es el entorno vivido cotidianamente por años del cual se sienten parte. Este sentido de pertenencia les ha permitido desarrollar relaciones sociales de amistad, camaradería, apoyo, solidaridad. Se perciben como similares, hay una valoración por la interdependencia con los demás, se han creado vínculos, y a lo largo del tiempo se han ido construyendo historias personales, sociales, comunitarias. [42]

Los tres tipos de desastre producen una ruptura de este tejido social, se genera un sentimiento de desamparo, de confusión, desorganización del funcionamiento de las relaciones familiares, desorganización del funcionamiento de las relaciones laborales, desorganización del funcionamiento de las relaciones sociales y de sus actividades sociales. [43]

En el caso de La Greda los cuatro aspectos relevantes que surgen de las entrevistas son: 1. el quiebre de las relaciones familiares, debido a que los hijos han abandonado la localidad y han formado su familia en otros lugares – por la contaminación – lo cual ha significado que los padres (adultos mayores) han ido perdiendo el vínculo y quedándose solos en la localidad; 2. el cambio en la situación laboral, de una localidad fundamentalmente centrada en la producción agrícola y pesquera, gira a la empleabilidad en la empresa – que es la que contamina – y cuya construcción a orillas del mar, impide el acceso de las personas para desarrollar las habituales actividades pesqueras que por años venían desarrollando; 3. un tercer aspecto tiene relación con la sensación de pérdida del entorno, de su belleza, de su tranquilidad, de su limpieza; 4. y finalmente la impotencia de la población frente a las autoridades locales y del gobierno central que no logran resolver el problema que afecta a las personas, particularmente a los niños y adultos mayores, y que se ha traducido en la migración de las familias. [44]

En Chaitén, al igual que en la Greda, los habitantes: 1. habían desarrollado un fuerte sentido de pertenencia, una importante valoración por el pasado vivido, allí hay experiencias vitales que marcan la vida de las personas; 2. habían logrado conformar un patrimonio familiar que les permitía tener una vida tranquila; y 3. un espacio físico, de belleza que era admirado por todos. Un entrevistado señala: "Me gusta vivir acá, es lo mejor que hay, no lo voy a cambiar por nada, yo conozco todo el sur, por todos lados, he andado por todos lados, y no, no lo cambio por ninguna plata. Es lo más lindo que hay, aquí" (adulto mayor 3, erupción volcánica). Y abruptamente la belleza del lugar se desdibuja, el patrimonio familiar se pierde o se reduce, incluyendo la vivienda que habitaban, todo queda lleno de cenizas, las personas deben abandonar el lugar por razones de seguridad, contra du voluntad, y finalmente algunos son relocalizados en otros lugares, perdiendo todo aquello que habían logrado construir por años en los aspectos materiales y no materiales. Se pierden las redes, las relaciones de amistad, los vínculos, los espacios de encuentro, las actividades cotidianas, el trabajo, las relaciones laborales, y se genera una desesperanza por la falta de respuesta de la política pública a las necesidades sentidas por la población. [45]

La localidad de Parral es una antigua ciudad del sur del país, con un centro histórico de viviendas muy antiguas heredadas de familia, las cuáles eran ocupadas fundamentalmente por adultos mayores. El terremoto impacta no solamente en lo físico, con la destrucción de la vivienda, sino en todos los aspectos de la vida de las personas. Cuatro aspectos se develan como importantes: 1. pérdida de su vivienda, que en casi la totalidad de los casos eran construcciones amplias, de varias habitaciones, cómodas, las cuáles o quedaron destruidas producto del impacto o hubo que destruirlas por el riesgo de derrumbe. Esta situación no sólo implicó para los adultos mayores una pérdida material, sino fundamentalmente la pérdida de su historia familiar, allí estaban las experiencias de vida desde la infancia, han pasado por ella generaciones por lo tanto se había convertido en un bien socio emocional, allí estaban los recuerdos de abuelos, padres, hijos y nietos. Los entrevistados señalan que la vivienda se puede reconstruir, pero los recuerdos, las vivencias no. 2. la reconstrucción de la vivienda tiene dos dimensiones importantes: la vivienda que se le construye y el proceso de reconstrucción. Respecto a lo primero la vivienda es de material ligero, pequeña y de espacios reducidos (en comparación con la antigua vivienda). Por lo tanto si bien recupera un espacio donde habitar, el sueño de su vivienda se ha perdido. Respecto al procedimiento, indican que este fue lento, desorganizado y la construcción deficiente. 3. un tercer aspecto que se visualiza es la mantención de las redes. Los adultos mayores habían vivido por años en ese lugar, por lo tanto habían desarrollado una trama de relaciones sociales que los hacía ser parte del lugar y sentirse protegidos. Las relaciones vecinales son las que más fuertemente son aludidas por los entrevistados, ellos fueron los que en el momento del terremoto acudieron a ayudarlos y luego se preocuparon de su mantención. La familia también se observa muy presente en esta situación. [46]

En los tres casos un organismo que mantiene siempre presencia son los Centros de Salud, a los cuáles recurren para la atención que requieren. Otro organismo que marca alguna presencia en estos tres eventos es el municipio, en términos de acoger peticiones y resolver situaciones producidas por el desastre, pero respecto de este último organismo hay molestias y críticas. Los adultos mayores sienten que no han tenido una atención preferencial y que los recursos se distribuyen indiscriminadamente. [47]

3. Metodología

La investigación desarrollada asume un carácter cualitativo de estudio de caso que corresponde al examen intensivo y en profundidad de diversos aspectos de un mismo fenómeno (ANGUERA 1985). Este tipo de metodología nos permite "seguir modelos de carácter emergente, es decir elementos que se irán conociendo, considerando las diferentes perspectivas que tengan los participantes en él" (RODRÍGUEZ, GIL & GARCÍA 1996, p.28). Para efectos de este estudio, interesa indagar en la experiencia de tres tipos de desastres en los adultos mayores de tres localidades de Chile. Se busca comprender el significado de la experiencia vivida en el contexto de su realidad personal, familiar, comunitaria y social, de manera holística. Así, el objetivo consiste en capturar las descripciones detalladas de la situación ocurrida, considerando como fundamental lo que las personas narran: sus experiencias, sus pensamientos y sus reflexiones. [48]

Los datos fueron recogidos en el ambiente en el que vive la persona, observando su entorno, redefiniendo y reelaborando los instrumentos y categorías según se fue requiriendo al objetivo del estudio y las demandas de la realidad (PÉREZ 2004). [49]

3.1 Características del diseño muestral

Nuestra unidad de análisis son las narrativas5) de los adultos mayores6) de La Greda, Parral y Chaitén que fueron afectados por la contaminación ambiental, el terremoto o la erupción volcánica respectivamente. [50]

El tipo de muestreo utilizado fue intencionado, debido a que la selección de las unidades muestrales se definió en base a tres criterios: que fueran adultos mayores de 60 años, que habitaran o que hubieran habitado el lugar del evento y que fueran afectados por uno de los tres tipos de desastres. [51]

Los datos de contactos fueron otorgados por los respectivos municipios de cada localidad. Cabe destacar que la respuesta de los informantes también se vio afectada por la disposición que tuvieron dichos contactos para participar en el estudio o las capacidades para responder la entrevista. [52]

De esta manera, finalmente se entrevistaron 44 adultos mayores para realizar las entrevistas. De ellos 14 pertenecen a la localidad de Parral y 14 a la de Chaitén, mientras que 16 son los entrevistados de la localidad de La Greda. El número de entrevistas realizadas en cada territorio se debe a la obtención de la saturación teórica7) necesaria para la realización de un análisis. Es decir que es posible obtener la información necesaria para cumplir con los objetivos. [53]

Para el caso de la localidad de La Greda, la selección de casos se realizó considerando las bases de datos del consultorio de Las Ventanas, centro de salud pública al cual se circunscriben los habitantes de la localidad. El supuesto para considerar estas bases de datos es que la contaminación ambiental afecta principalmente la salud de quienes se ven expuestos a ella. Se considera como informantes solo a aquellos adultos mayores que fueron afectados directamente por la contaminación ambiental o porque tuvieron a alguna persona significante que se vio afectad por dicha contaminación. [54]

La selección de los habitantes de Parral se realizó considerando las bases de datos disponibles en el Programa del Adulto Mayor del municipio. De estas bases de datos se seleccionaron aquellos adultos mayores que habían tenido una pérdida total de la vivienda luego del terremoto, priorizando aquellos que a la fecha estaban viviendo en Parral de allegados o en la vivienda propia. [55]

Por último, en el caso de Chaitén se seleccionó a los informantes considerando las bases de datos disponibles en el programa del adulto mayor de las comunas de Chaitén y Futaleufú. Se seleccionaron aquellos adultos mayores desplazados de sus viviendas en el momento de la erupción volcánica y que volvieron a Chaitén o que se desplazaron definitivamente a Futaleufú. [56]

3.2 Procedimiento de recolección de la información

Una vez realizada la selección de los informantes, se procedió a contactarlos directamente en sus hogares, sin tener un acercamiento previo. Se les consultó por su disponibilidad de participar en el estudio, dándoles a conocer el protocolo de consentimiento de entrega de información correspondiente. [57]

La técnica más apropiada de acuerdo a los objetivos a los que responde la primera parte de esta investigación es la entrevista individual. Esta tuvo un carácter semi-estructural8), compuesta principalmente por preguntas abiertas. La técnica anterior se sustenta en la capacidad que tiene de obtener información contextualizada y rica en características propias del sujeto en estudio, debido a que se da principalmente en un contexto de interacción directo, personal, flexible y espontáneo. Es así que fue posible conocer las distintas opiniones, percepciones y expectativas que tienen los adultos mayores respecto de los impactos que en ellos tuvo el desastre. La temporalidad del diseño de la entrevista es de corte sincrónico, es decir, se observó la "realidad" en un contexto específico – contexto de desastre –, lo que permitió identificar de una mejor manera las nociones que tienen actualmente los entrevistados de los sectores afectados. De este modo, la técnica estuvo orientada a la comprensión global de las perspectivas de las personas respecto al tema del desastre y sus efectos en ellas. Si bien se asumió flexibilidad en la recolección de información, el equipo diseñó una pauta de preguntas en las distintas áreas, con fines orientadores para cada uno de los casos9). Una vez elaborada la primera pauta de entrevista, se realiza un pilotaje considerando cuatro entrevistas iniciales; es a partir de esta actividad que se logra desarrollar una pauta final de entrevistas, que tuvo dos criterios de organización para la recolección de la información:

En base a los dos criterios organizadores se realizan preguntas abiertas que consideran el eje temporal antes, durante y después del acontecimiento disruptivo. Se presentan en una primera instancia tarjetas que contienen una palabra que resume las dimensiones que busca abordar la entrevista (por ejemplo "familia"), solicitando al entrevistado que las seleccione considerando el efecto que el desastre tuvo en ese ámbito de su vida, partiendo por aquellas en que más creía que lo hubiera afectado. A partir de allí, se les realizan una serie de preguntas abiertas que permiten evocar lo vivido durante el desastre en torno a ese ámbito, comparando constantemente con el antes y el después del evento. Lo anterior permitió en el análisis identificar las diferencias existentes según el desastre, considerando que existen un conjunto de trayectorias específicas que corresponden a los distintos campos o áreas en que el desastre afecto a las personas. Estos caminos pueden estar más o menos relacionados y se presentan en una secuencia relativamente lógica y ordenada, con lo que se logra visualizar las posiciones, transiciones o eventos experimentados por el sujeto (DE ALBA 2012). [59]

3.3 Proceso de análisis de la información

Para el análisis de la información se siguió una lógica singular, es decir, análisis de cada caso a partir de la entrevista realizada y también una lógica transversal (análisis de todos los casos a partir de los ejes analíticos definidos por el equipo) (CORNEJO et al. 2012). [60]

El método para analizar la información es el de análisis de contenidos (ANDRÉU 2001; ANDRÉU & PÉREZ 2009; BARDIN 1996; CORNEJO et al. 2012), este método resulta apropiado ya que nos permite ordenar y analizar el material no estructurado obtenido en entrevistas de este tipo y poder reducir una gran cantidad de contenidos a unidades manejables (LANDRY 1998). [61]

De esta forma la información fue ordenada y sistematizada en unidades manejables, buscando regularidades, que facilitarán su codificación. Se trabaja con los textos transcritos levantando categorías de análisis y luego, a partir de los datos que emergen del estudio de estas categorías, se levanta la representación construida a través de las narraciones de los informantes y se interpreta. Es decir, el método descrito permitió trabajar en el ordenamiento de la emergencia de significados desde la información entregada por los informantes a través de las entrevistas. [62]

Para una primera aproximación a los datos se utilizó la técnica de análisis comparativo/constante. Este análisis de la información, que permite categorizar lo obtenido en las entrevistas, hace de la información algo manejable y ayuda a delimitar un determinado fenómeno social. Esto dado que, a través del método comparativo constante "el investigador simultáneamente codifica y analiza datos para desarrollar conceptos. Mediante la comparación continua de incidentes específicos de los datos, el investigador refina esos conceptos, identifica sus propiedades, explora sus interrelaciones y los integra en una teoría coherente" (CUÑAT 2007, p.45) que permite la explicación del fenómeno. [63]

Siguiendo lo propuesto por ANDREÚ y PÉREZ (2009), se realizó una codificación de la información recogida por las entrevistas. Dicha codificación constó de tres etapas, que fueron apoyadas con el programa Atas Ti para la organización de los datos. La primera consiste en el proceso mismo de análisis de las entrevistas realizadas procurando desglosar cada uno de los discursos en códigos abiertos. Luego se desarrolló a la codificación axial, con la que se analizaron los códigos emergentes de la codificación abierta y se reconstruyeron tomando en cuenta toda su especificidad, integrando categorías y sus particularidades para lograr un análisis que integra las propias reflexiones del equipo investigador en el proceso. Una tercera etapa de análisis que propone este método es la codificación selectiva que busca codificar de forma sistemática y concertada las categorías centrales de análisis. [64]

El proceso de teorización que reorganiza los códigos en categorías generales, mediante los procesos de codificación antes descritos, es el que permite obtener un nivel de saturación teórica (ibíd.) para explicar y verificar los efectos que el desastre tiene en la significación de la propia experiencia de los adultos mayores. Se trató de un proceso circular de investigación, estableciéndose instancias de interanálisis al interior del equipo interdisciplinario, con el objeto de dar mayor densidad analítica y una triangulación acorde a los estudios de tipo cualitativo (CORNEJO et al. 2012). [65]

4. Análisis: El desastre como proceso de re-significación de lo vivido y lo por vivir

Al analizar las entrevistas el equipo investigador construye una categoría comprensiva para entender la experiencia de desastre en los adultos mayores, que es la de visualizar al desastre como un evento disruptivo que gatilla un proceso de re-significación de lo que ya han vivido las personas afectadas y lo que les queda por vivir a raíz de la tragedia. [66]

Esta categoría atraviesa la experiencia de desastre, poniéndolo como eje del pasado, del presente y del futuro que se plantean los adultos mayores afectados. Todas las dimensiones que se buscaron abordar (mencionadas anteriormente en el marco metodológico) mantienen esta tensión temporal cuyo eje conductor es el momento de disrupción del desastre. Para el caso de este artículo se consideran las familias de codificación asociadas a la relación que se establece en tres dimensiones:

4.1 Definición del yo agente y su re-significación a partir del desastre

En el discurso de los adultos mayores se plantea la dicotomía más agentivo – menos agentivo respecto de la definición de sí mismos como protagonistas de su propia historia, esto implica que sintiéndose capaces de llevar una vida autónoma, a la vez que en ocasiones se perciben como dependientes, principalmente respecto de las capacidades que se tienen para desarrollar ciertas actividades que antes podían realizar. Al respecto, existen variables contextuales que les permiten una mayor o menor agentividad, siendo los principales las fuentes de ingreso con las que cuentan y a su vez el estado de salud. [68]

Además se debe entender que la dicotomía propuesta en cuanto a la agentividad, se releva considerando que se reducen a decisiones que le son posibles de tomar en los ámbitos de acción que le son propios. Así, en la mayoría de los casos el espectro de las decisiones a tomar se reduce a aquellas que se pueden tomar en la esfera doméstica (desde la comida y los horarios, así como respecto del ordenamiento del espacio, cuando ir a comprar o al doctor), encontrándose ampliado este espectro de decisiones al ámbito laboral (para un grupo no mayor al 30% de los entrevistados) y también en algunos casos (20% aprox.) se extiende a la participación en organizaciones del barrio. [69]

De esta forma, los adultos mayores se perciben como personas autónomas, en el sentido de que cuentan con un espacio propio en donde desarrollarse y poder llevar a cabo sus actividades cotidianas. Se puede evidenciar dentro de los argumentos entregados por ellos que en esta etapa de la existencia, la vida autónoma es fundamental para el desarrollo de una vida tranquila y conforme. Dan gran importancia al desarrollo de una vida activa dentro de su cotidianeidad, así dirán.

"[Me gusta] estar aquí, disponer yo de mi tiempo, no que otra persona disponga de mi tiempo, yo hago lo que quiero. Es bonito poh, porque antes decía que cuando el hombre se jubilaba era para puro morirse. Mentira, mentira poh, yo hago cualquier actividad, si a veces me faltan horas del día para hacer cosas" (adulto mayor 1, contaminación ambiental). [70]

Esta condición de autonomía descrita tiene directa relación en la forma en cómo se relacionan con los otros en la medida que no quieren que otros dirijan sus espacios. [71]

Sin embargo, algunos de los entrevistados – principalmente aquellos de más edad o que han tenido mayores problemas de salud – en ocasiones no pueden realizar las actividades, que antes desarrollaban. En el presente, reconocen que no pueden desempeñarse de manera independiente:

"Y además que ahora no puedo salir poh, si quiero ir al cementerio tengo que buscar a una persona que me acompañe, lo mismo para ir a comprar" (adulto mayor 2, contaminación ambiental). [72]

Con la irrupción del desastre se expresa en los entrevistados un quiebre en su agentividad, específicamente para el caso de aquellos desastres que tuvieron como uno de sus efectos el desplazamiento de los adultos mayores de sus viviendas, pues, por los desplazamientos que han tenido que sufrir o por encontrarse en situación de allegados sienten una ausencia de autonomía para poder realizar ciertas actividades cotidianas que antes realizaban sin ningún problema. [73]

Así, el momento del desastre irrumpe en este acontecer cotidiano, generando ausencia de estabilidad en las formas de vivir; los adultos mayores dado el acontecimiento de desastre sienten su pérdida de autonomía y se construyen como vulnerables, no sólo en relación con no contar con el espacio físico que antes tenía, sino con el darse cuenta que tienen la necesidad presente de contar con redes de apoyo que antes fueron prescindibles. [74]

Desde lo descrito anteriormente es posible evidenciar cómo el desastre, y a su vez las instituciones públicas – que actúan en respuesta a la dimensión natural del desastre – tienen injerencia en la agentividad de los adultos mayores y las propias relaciones que los adultos mayores tienen con su entorno, ya que genera un cambio tal en esta condición, que lo hace sujeto del apoyo de otros. En este sentido, esperan y reclaman la reacción de las entidades públicas (gobierno local y central), pues, en su contexto ya cuentan con redes de solidaridad entre los vecinos y las familias, pero ellas no son suficientes, sobre todo en las consecuencias más devastadoras de los desastres (la pérdida de la vivienda o el barrio en el caso de la erupción y el terremoto, o de la salud como lo es en el caso de la contaminación). [75]

De esta forma la situación de crisis a la que se ven expuestos les resulta negativa en la medida que significa para ellos una pérdida de sus rutinas y comodidades, comprendiéndose entonces la añoranza de la recuperación de su situación anterior, así emerge en el discurso de una mujer de 78 años de la localidad de Parral quién dice:

"me la sufrí harto sin tener mi casa, imagínese, si aunque uno esté en la casa de los hijos no hay como la casa de uno. Uno está acostumbrada a estar en su lugar y manejarse con lo de uno" (adulto mayor 2, terremoto). [76]

A propósito de ello aparece el deseo de la recuperación de la agentividad. En él se resignifican las acciones cotidianas realizadas con anterioridad al desastre como motor de una transformación de la realidad actual. De esta forma la visualización de sí mismos como personas independientes y capaces en el pasado les permite construirse como sujetos capaces de, con sus propias herramientas y recursos; sienten que pueden continuar su vida con independencia de las adversidades, creen – y esto es muy relevante – que pueden hacerles frente y que para ello cuentan con elementos tales como los que describe el siguiente informante:

"Empecé nuevamente así dándome ánimo, a seguir adelante. Pa' empezar de cero se necesita no tener nada y empezar de a poco, a comprar cositas, a comprar, hablar con el contador arreglar todas esas cosas y así" (adulto mayor 4, terremoto). [77]

Pero a su vez reconocen en sus discursos que se presentan mayores dificultades para poder recuperarse de la situación de afectados por el desastre:

"por la edad de uno, porque una persona joven tira para arriba, y una persona de más de setenta años ya, se pone pesa la cosa, si se pone pesao, yo no soy la de antes, salía, me compraba mis cosas, y ahora me pesan un poquito, pero igual salgo y hago mis cosa" (adulto mayor 10, contaminación ambiental). [78]

Así, el análisis permite visualizar cómo el adulto mayor se explica a sí mismo en la tensión del saberse agente pero con posibilidades distintas a las que tenía años atrás. Esta tensión se intensifica al momento de ocurrencia del desastre (principalmente en el caso del terremoto y la erupción volcánica), pues, la situación de pérdida de lo que se había conseguido en la vida hace que los afectados re-signifiquen aquello que pudieron realizar y lo contrasten con lo que hoy pueden según su edad fuerzas. [79]

4.2 La re-significación de la relación que se establece en la configuración del yo con los otros

A partir de sus discursos, los adultos mayores dan cuenta de la relación que tenían con los otros; la familia, vecinos y amigos forman parte de su cotidianidad, en la medida que están presentes en el desarrollo de su vida diaria. En este sentido, la familia es percibida como red, ya que la misma es un aporte durante la vida en lo emocional y lo material/monetario:

"... siempre nos ayudamos, si uno tiene problemas le ayudamos y así, y el otro que nos ayudó también fue mi hermano que tengo en el sur, me venían a ver, me traían cosas, me dejaba plata y así" (adulto mayor 5, contaminación ambiental). [80]

Durante el desastre se intensifica la acción de esta red y se visualizan nuevos aportes, por ejemplo, la fuerza física – capacidad con la que la mayoría de los adultos mayores no cuentan – y la seguridad para actuar como cuidadores durante la situación de afectados. Esta intensificación de la red evidencia la existencia de un espacio contextual, a saber, la ruralidad presente en los tres casos en donde la unidad socioeconómica fundamental es la familia, la que articula la esfera económica y doméstica, e interacciona con el mercado, el estado y el medio ambiente (RAMÍREZ 2002). [81]

La existencia de esta red en el caso de los adultos mayores entrevistados es muy fuerte en términos de la cercanía en la que estos viven. Dado que los contextos a los cuales pertenecen los entrevistados son rurales entonces la proximidad física entre las familias tiende a ser mayor que lo que ocurre en la ciudad, este elemento es muy relevante al momento de comprender la presencia de la red familia en la situación de crisis enfrentada por los adultos mayores entrevistados. [82]

A su vez el desastre revela un cambio importante en esta relación de cercanía y de estabilidad: la separación de los seres queridos, provocada por el alejamiento de algunos. Tal es el caso de quienes sufrieron el terremoto y la erupción volcánica en cuanto fueron desplazados por la pérdida de la vivienda:

"aquí vivía mi hermano con mi cuñada, que éramos como hermanas con mi cuñá', y ella está inválida ahora y la echo de menos y los niños de mi sobrino que se criaron aquí con nosotros. Se fueron porque ya tenían su casa a medio hacer, cerca de la estación" (adulto mayor 4, terremoto). [83]

De esta manera el desastre genera modificaciones en las formas de vida de los adultos mayores y su relación con otros, no tan solo en relación con el desastre propiamente tal, sino que las acciones desarrolladas por la institucionalidad política como el desplazamiento de parte de la familia. Esto genera desordenes en la medida que deja una crisis en la forma en cómo se configura su sistema familiar. Esto ya que el modo de vida de los habitantes de sectores rurales se caracteriza por su pertenencia a colectividades de tamaño limitado, en las que existe un estrecho conocimiento personal y fuertes lazos sociales, con una identidad y una representación específica, que se expresa en las narraciones por la expresión "yo soy nacido y criado aquí... toda mi vida aquí". El verse afectados por el desplazamiento de sus cercanos, por tanto, los desestabiliza en términos del entramado de sus relaciones. [84]

En cuanto a lo acontecido en la localidad de La Greda, el quiebre de los lazos afectivos se evidencia cuando la familia deja de venir por los cambios que se producen en el territorio a lo largo del tiempo, en los que claramente ha tenido una influencia importante la contaminación. Hay temor a contaminarse y por tanto se alejan de los padres y tíos cercanos, hecho que los adultos mayores recienten, ya que para ellos la familia constituye el icono elemental en sus vidas.

"Aquí sí, aquí a veces como el año antepasado traían carpas, parecían gitanos, ponían carpa adelante, carpa atrás, porque cada cual traía a sus amigos, pero ahora ya no vienen no ve que por la contaminación famosa esa. Les da miedo por los niños" (adulto mayor 1, contaminación). [85]

La familia se aleja debido a la tensión generada entre el espacio que se suponía de recreación y encuentro, y que hoy ya no se tiene, debido a que la construcción social que se ha realizado de dicho territorio11) tras el desastre, no permite visualizarlo como tal, y es más se le mira con temor. [86]

Sin embargo, si bien se percibe la distancia física de la familia, dentro de los discursos de los adultos mayores es posible apreciar la configuración de una familia que se mantiene unida en lo emocional para brindar apoyo y contención ante lo ocurrido en el territorio:

"... como que [después del terremoto] conversamos más y según él dice como que estamos más unidos" (adulto mayor 11, terremoto). [87]

En esta situación extrema, el adulto mayor logra reconocer lo propio y le vuelve a asignar relevancia. Si no estuviera el sentido de posesión, en cuanto lazo significante, recuperarse de los efectos del desastre sería más difícil, lo que se logra identificar en textos como el siguiente:

"Sí, en primer lugar me siento satisfecha con mis hijos, porque todos mis hijos son buenos, todos han sido buenos conmigo, siempre han tratado de ayudarme como ellos pueden y son cariñosos, ninguno me deja sola, siempre me visitan, aquí mismo si vienen a verme se junta la familia entera aquí en la casa, o si no me llevan adonde los otros hijos, me quedo unos días por allá y así estoy, pero todos se preocupan de mí, eso doy gracias a Dios de que tuve unos hijos buenos, eso me ha servido mucho también para salir adelante" (adulto mayor 14, terremoto). [88]

4.3 La re-significación de la pertenencia a un entorno

La pertenencia a una comunidad es una característica propia de la condición humana y no es distinto para la situación de los adultos mayores. Ellos en general se definen en las relaciones de vínculo cercano que tienen con otro. Así el yo se define en tensión directa con una comunidad, ya sea la familia, los vecinos o mi pueblo del cual me siento parte desde toda una vida, es parte de mí:

"Entonces [uno ha vivido aquí] toda una vida, para mí la gente es toda mi familia, todo esto [refiriéndose a la localidad] yo considero que es mi familia" (adulto mayor 3, erupción volcánica). [89]

En esta configuración del yo con arraigo a una comunidad y territorio, la ocurrencia del desastre trae como consecuencia – en los casos de los adultos mayores que tuvieron que evacuar sus lugares – el desarraigo del yo frente al sustento comunitario, sintiéndose así perdidos y desorientados, fuera de su lugar, totalizando esa experiencia del todo como negativa:

"a toda la gente nos esperaban los carabineros, es que uno se imagina que es como un inmigrante, cuando vienen de otro país con poco y nada, y la gente ofreciendo un poco de 'agüita', un 'sanguchito', esperándonos ahí ... pero era muy triste, yo lo aguanté todo" (adulto mayor 7, erupción volcánica). [90]

La expresión de total negatividad de la situación adquiere sentido, al considerar el arraigo que se guarda con el espacio territorial, el que se sustenta en los distintos lazos que se combinan para producir el sentido de pertenencia: el lazo familiar (la familia de origen que siempre ha estado arraigada al territorio), la antigüedad en el territorio (cantidad de años, con recuerdos que permanecen vivos en la memoria), lazos productivo-económicos (desarrollo de trayectorias laborales y productivas asociadas al territorio), el patrimonio familiar (la propiedad de los terrenos y las viviendas, en algunos casos como herencias familiares o asociadas al esfuerzo personal) y un lazo histórico de convivencia social (experiencias vividas, recuerdos, etc.). [91]

Así la necesidad de tener a las personas que constituyen parte de la vida de los adultos mayores en el momento del desastre y del abandono de sus localidades es de vital importancia y con ello nada falta:

"... estábamos casi juntos todos por la calle, la calle se hizo casa, parecía población aquí. No, si nada nos faltó" (adulto mayor 8, terremoto). [92]

Respecto del barrio y la ciudad existen diversas percepciones en torno a lo que significa dicho espacio en el relato de los adultos mayores, pero principalmente se visualiza el territorio como pertenencia, en cuanto a que es el lugar en el cual se reconocen. Se visualizan las ideas de que está es mi tierra, donde se conoce a la gente de toda la vida y es el lugar en el que ellos quieren estar y habitar. De aquí que existan distintas memorias que añoran el cómo alguna vez fue el lugar: una memoria de la tierra (de lo que se cosechaba, de cómo ha cambiado el paisaje, de los espacios en los cuales se caminaba), una memoria del mar (como un espacio en el que se podían pasar buenos momentos, se podía pescar o mariscar directamente), una memoria productiva (de lo que antes se producía en ese espacio y cómo se producía) y también una memoria del espacio no intervenido (de caminos peatonales que yo no puedo recorrer, de lugares que antes se miraban desde mi ventana y que yo no puedo visualizar, de espacios que recorría y que ya no se pueden caminar):

"... los mejores años de niña que pasé fueron cerca de la playa, yo creo que por eso me gusta tanto. Siempre me ha llamado mucho la atención, y no me baño mucho poh, más que nada caminar, eso es lo que me gusta, es la vida" (adulto mayor 4, contaminación ambiental). [93]

Considerando este arraigo con el territorio, el desastre se asocia a un determinado impacto que generó en el barrio/ciudad, y que también se incorpora como un factor externo que vino a cambiar aquello que los adultos mayores tenían. Para el caso del terremoto y la erupción volcánica la destrucción de gran cantidad de las casas en el territorio provocó sentimientos de pena y desolación, pues, eran mis cercanos (familia o amigos) los que se vieron afectados, lo que explica en parte porque se totaliza la pérdida que se expresa en el discurso "se cayó todo":

"Uh! me daba mucha pena [ver el barrio], porque mi hija la que vive allá cerca vive en poblaciones nuevas, entonces hay que pasar por ahí cuando uno va, me llevaban en auto, y de primera ver toda la desolación de las casas, no había ni una casa, una parte que eran todas casa – como le digo yo – de adobe todas esas casas estaban en el suelo, una que otra que son sólidas, esas estaban paradas, una pena. Más encima eran casi todos adulto mayor, a los que se les había caído la casa, lo que daba más lastima y pena, y se sentía bastante" (adulto mayor 14, terremoto). [94]

Estos cambios en el espacio físico (que no sólo son geográficos, sino que también demográficos) se expresan de manera negativa en el discurso, pues, se rememora la belleza, la amplitud, la vegetación que antes tenía el territorio y que se asociaba a una vida feliz:

"Llegué feliz aquí porque todo era lindo, no existía esa empresa que está al frente, que tú tienes que haberla visto, tremendo edificio porque son edificios de 8 pisos mínimo, quitaron toda la belleza de mirar el mar, quitaron todo, y nos están quitando la vida de a poco" (adulto mayor 3, contaminación ambiental). [95]

Así dichos cambios se expresan – para el caso de los adultos mayores de La Greda – en la instalación de las distintas empresas que causaron un daño tal, que ya no se produjera ni en la tierra ni en el mar, y que por ello se dejó de visitar el lugar por parte de los turistas que años atrás lo visitaban. A esto último también habría contribuido la estigmatización que se realizó del sector, por parte de la prensa, a propósito de la contaminación. De esta manera, no sólo se generan cambios externos a la vida de los adultos mayores, como parte del desastre, sino que se influye en varias de las prácticas que antes acostumbraban a realizar y que ya no pueden actualizar (tomar agua de la llave, comer los frutos directos del mar, dar el paseo de la tarde a la orilla del mar):

"... no se puede sacar nada, 'ta todo contaminado, antes había locos, habían machas, habían, de toda clase de mariscos, toda la gente sacaba po, toda la gente. Ahora no se puede, los marinos no permiten que saquen nada, nada, nada, nada. Y aquí cerca todo de Quinteros hasta acá porque están todos contamina las aguas, todas contaminás" (adulto mayor 7, contaminación ambiental). [96]

Para el caso particular de los entrevistados en Chaitén y Futaleufú existiría un cierto reconocimiento de pertenencia al lugar, específicamente a Chaitén, aludiendo a un determinado espacio en el cual siempre se ha vivido o por una característica particular de la localidad o por los recuerdos que se guardan de dicho espacio. Junto con ello se reconocen como pertenecientes a un grupo de personas que habita en la ciudad y que tienen características comunes que los distinguen del resto:

"Y volví po, y poquitito, no si yo estuve poquitito tiempo, si yo volví altiro, si no me quedé mucho tiempo afuera, dije no yo me voy pa mi tierra no más, algo tengo que hacer; es que aquí es diferente la vida" (adulto mayor 1, erupción volcánica). [97]

El impacto en el territorio que tuvo el desastre se explica en diversas afirmaciones por parte de los entrevistados. En este caso también existe una totalización del daño que sufrió el pueblo, expresado en la idea de que se destruyó todo, lo que trajo consigo cambios en el espacio físico, que se explican por el desmadre del río o por la ceniza volcánica caída en el pueblo. Se reconoce también la ceniza como un problema, pues, o no permitía que crecieran las plantas para alimentar a los animales o también no permitía transitar libremente por el pueblo. Frente a estos cambios las personas también sintieron angustia por la pérdida del territorio, que se expresa en la tristeza o incluso en la imposibilidad de poder revisitar la localidad por el impacto emocional que esto podía tener para ellos.

"... todos mis hijos nacieron ahí en Chaiten, teníamos nuestra vida, nuestra casa, nuestro negocio, nuestro lugar, que jamás uno pensó dejarlo y yo creo que a la que más le ha afecto es a mí, yo sufrí de dejar ese espacio, era mi lugar ..." (adulto mayor 4, erupción volcánica). [98]

Tras el desplazamiento temporal o también permanente, que se llevó a cabo por parte del gobierno local y central, los entrevistados expresan que no se querían ir de Chaitén, incluso algunos se arriesgaron a ser los últimos en del territorio, sabiendo lo peligroso que podía resultar, pero frente al desarraigo que esto significaba retrasar la partida era un riesgo menor. Particularmente se expresan sentimientos de satisfacción por haber podido volver y a su vez de melancolía de parte de todos aquellos que no pudieron regresar. [99]

Ahora bien, quienes fueron trasladados a Futaleufú reconocen que en cierta medida existiría una cierta familiaridad con el nuevo territorio, ya sea, porque habían estado anteriormente allí o también porque la gente y las costumbres son muy parecidas a las de Chaitén. [100]

De lo anteriormente expuesto, es posible extraer que las modificaciones en el entorno desde una perspectiva física, también traen aparejado cambios en las relaciones que los adultos mayores entablan con sus redes cercanas y lejanas. Por tanto, la re-significación de la vida futura responde a esta dualidad, pues cambios físicos motivan una constitución distinta del yo en lo comunitario. [101]

5. Conclusiones y consideraciones finales

En Latinoamérica y particularmente en Chile, los desastres son parte importante de las problemáticas sociales que tiene la región y el país. Entender el desastre como un acontecimiento que por sus características genera crisis, permite visualizarlo como un evento disruptivo, es decir, que acontece en la vida cotidiana de sus afectados (los adultos mayores en el caso de esta investigación). El desastre para el caso de la población estudiada no sólo tiene efectos en términos de la salud como se ha planteado en gran parte de la literatura, sino que también tiene como consecuencia la re-significación de la vida de los afectados, de tal manera que la propia historia se vuelve a visitar a raíz de estos eventos, y a partir de allí se evalúan las posibilidades futuras que se tienen. [102]

El desastre es un fenómeno social, no sólo porque en su manifestación se visualiza una amenaza en conjunto con la capacidad que tiene una sociedad para hacerles frente, como lo ha propuesto la literatura, ni sólo porque sus consecuencias son productos sociales, sino que también porque como fenómenos portan la crisis y con ella la capacidad de reflexionar sobre la propia historia, sobre la experiencia de vida. Se encontraría mediado por lo que cada individuo comprende de su experiencia en el desastre, captado como evidencia sensible desde el yo, enraizado en la persona, en la memoria. [103]

La experiencia de desastre es una experiencia que tiene un proceso de retrospección donde se resignifica el camino recorrido y se replantean los caminos por recorrer. Este proceso en el caso de los adultos mayores está marcado por las propias dicotomías de la etapa de vida en la que se encuentran. Por las propias vivencias, directas y subjetivamente captadas, que se mediatizan en un lenguaje asociado al contexto de desastre particular que se vivió. [104]

En relación a esta situación de desastre los entrevistados y entrevistadas expresan que, pese a las limitaciones propias de la edad, valoran su espacio de actividad, considerando la vida autónoma como una de las características que define su vida. Este elemento, si bien se contrapone con la dependencia que sostienen poseen para realizar ciertas actividades de su vida, es central en la medida que le permite identificarse como agentes de su historia. En este sentido reconocen que no se encuentran en el momento de mayor actividad dentro de sus vidas a propósito de su ciclo vital, pero los contenidos entregados en sus discursos ligados a la importancia de la actividad para mantenerse vitales, son constantes. [105]

Este es un eje que se resignificará a propósito de la situación del desastre vivida, ya que se pone en cuestión la capacidad de salir fácilmente adelante de las consecuencias del desastre, principalmente debido al contexto de vida en el que se encuentran. No es que no se crean capaces de hacerlo, sino que se reconocen en un momento de vida donde les será más difícil lograrlo. De esta forma la amenaza de la posibilidad de acción, la pérdida (efectiva o posible) de realizar sus actividades cotidianas al momento de vivir el desastre, los lleva a una auto-reflexión donde destacan la importancia de la vida activa en la construcción de su identidad. La relevancia de este elemento se reafirma al constatar dentro de los discursos de los adultos mayores que, en muchos casos, es la posibilidad de actividad lo que les permite sobreponerse frente a la tragedia. En este sentido se considera relevante incluir a los adultos mayores como agentes dentro de los procesos de intervención en emergencia, reparación y reconstrucción de un territorio, lo que significa apoyar sus capacidades para vivir de forma autónoma, una vez que la emergencia haya terminado. Esto implica dar un giro en las políticas públicas de intervención con el adulto mayor donde se les considere como promotores y agentes activos en la concreción de su propio proceso de reconstrucción. [106]

En segundo término se considera la familia y la relación con los otros cercanos como un elemento fundamental al momento de definirse a sí mismos. Ellos representan la imagen de su propia vida y a la vez en ellos se refleja muchas veces la posibilidad de sentir satisfacción respecto al ciclo vital vivido. El desastre pone en riesgo el anclaje con el pasado (referido a lo logrado y construido en esta materia), como también en el presente (referido a la experiencia de vida con otros, donde necesito de compañía contaste) y hacia el futuro (referido a la posibilidad de mantención de la unidad, y lo representantes de mi actividad a lo largo de la vida), traspasando las expectativas de vida a otros en quienes se confía la mantención del legado, que es la familia en el caso de los adultos mayores. La relación con los otros es lo que entrega el sentido de coherencia, integralidad y continuidad dentro de la vida de los adultos mayores. Desde aquí que en sus discursos la superación de la tragedia se relacione con la unidad de la familia y su posibilidad de bienestar. La necesidad de la familia representa de esta forma la expansión del yo en otro. En este sentido es relevante que dentro de los procesos de reconstrucción con adultos mayores se considere la "necesidad de un otro", pues, el adulto mayor requiere en el momento de crisis el apoyo de los más cercanos. De esta forma, por la dinámica que tiene la emergencia es posible que la familia y los vecinos pierdan la interacción constante, es por ello que se plantea relevante contar con un equipo de intervención en terreno que permita a los adultos mayores contar con un apoyo para sobrellevar la situación de desastre. Esto podría representar una clave para el éxito en la reconstrucción y en la capacidad de sobreponerse al desastre, donde es fundamental la existencia de un espacio de comunicación con un otro. [107]

El desplazamiento de un lugar trae como consecuencia el sentimiento de desarraigo, es una historia de vida (más o menos extensa) asociada a un lugar que lo siento como propio y que ya no puedo habitar. El desastre permite que los adultos mayores logren reelaborar el sentido de permanencia en ese lugar, expresan sus memorias asociadas a cierta imagen de un "paraíso perdido". Esta melancolía y también la exigencia de lo que se quiere, es lo que mantiene la pulsación de querer permanecer en su lugar, incluso pese a la posibilidad inminente de un nuevo desastre. Este es uno de los principales desafíos a abordar al momento de intervenir en los desastres, la conjugación entre lo que dice el saber técnico respecto de la habitabilidad de un lugar y lo que dice el saber de la gente al respecto. [108]

Finalmente se puede visualizar la importancia de las categorías analíticas generadas, las que entregan nuevos insumos para comprender el desastre y sus impactos en la población adulto mayor. Esto implica la apuesta por nuevos nudos para incorporar dentro de las políticas de reconstrucción post desastre relativo a la importancia de los procesos subjetivos que se despliegan a propósito de una situación de crisis los que se determinan en gran medida por el ciclo etario de la población. [109]

Agradecimientos

Agradecemos a todos quienes nos entregaron parte de su historia en las entrevistas, por su generosidad y disposición a compartir sus vivencias. A la municipalidad de Parral, de Chaitén y Futaleufú, así como al consultorio de Las Ventanas, quienes generosamente nos brindaron los contactos. A la vicerrectoría académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile por darnos la oportunidad de desarrollar este trabajo conjunto. A las facultades de Letras y Medicina y la escuela de Trabajo Social de la misma casa de estudios, por brindarnos el espacio para poder realizar este trabajo interdisciplinario.

Notas

1) La contaminación ambiental se considera un desastre cuya amenaza es antropogénica, es decir, viene producida por el hombre (UNITED NATIONS DEVELOPMENT PROGRAMME 2004). <regresar>

2) Algunas de las tareas evolutivas de la vejez, según HAVIGHURST (1967): 1. Adaptarse a la disminución de la fuerza y salud física. 2. Adaptarse a la jubilación y la reducción de los ingresos. 3. Adaptarse a la muerte del cónyuge. 4. Unirse a una asociación que sea explícitamente de un grupo de la misma edad. 5. Adoptar y adaptarse a los roles sociales de forma flexible. 6. Encontrar un lugar para vivir que sea satisfactorio. <regresar>

3) El adobe es un tipo de material de construcción que consiste en la mezcla de barro (arcilla y arena) con paja, que se modela en forma de ladrillo y luego se usa para levantar muros o paredes. <regresar>

4) Oficina Nacional de Emergencias, institución encargada del manejo de los desastres en Chile. <regresar>

5) Se considerará la acepción de narrativa, considerada en el estudio desarrollado por TUOHY y STEPHENS (2012), que plantean: "Narratives are about the stories we tell about others and ourselves and provide a location for the self in life experiences" (p.27). De acuerdo a los autores la narrativa tiene un cierto carácter perfomativo, en cuanto permite expresiones de la propia identidad, teniendo los relatos un carácter interpretativo donde se expresan los significados de las propias experiencias de vida. <regresar>

6) Se entiende por población adulto mayor a aquellas personas mayores de 60 años, lo anterior considerando los cortes etarios realizados por otros estudios en el país. <regresar>

7) La saturación teórica se alcanza cuando el investigador entiende que los nuevos datos comienzan a ser repetitivos, y dejan de aportar información novedosa. En definitiva, sabemos que el muestreo teórico ha sido el apropiado cuando la explicación teórica que emerge de la propia investigación resulta de interés, y, por lo tanto es relevante (TRINIDAD, CARRERO & SORIANO 2006). <regresar>

8) Este carácter semi-estructurado de la entrevista permite dirigir la conversación hacia el tema principal y recibir lo más puramente posible el "mapa" cultural de la persona, ya que se trata de una narración abierta. Se pretende una conversación pluralista, posibilitando el espacio de escucha y recepción en la instancia de la entrevista y en donde mediante las experiencias propias del sujeto se logre la construcción de su discurso (SIERRA 1998). <regresar>

9) Las pautas de entrevistas, se elaboraron considerando preguntas generales para abordar las distintas dimensiones (a saber: familia, vivienda, barrio y territorio, salud, identidad, situación socio-económica, redes y medioambiente), pero con preguntas de profundización particulares considerando la especificidad de cada uno de los desastres. De esta manera se logra obtener información que sea comparable en términos de los efectos que tiene cada uno de los acontecimientos. <regresar>

10) Si bien los estudios realizados con el foco puesto en la trayectoria de vida analizan en su generalidad la vida humana en su extensión temporal y sus contextos socio históricos (DE ALBA 2012), para este caso específico se considera la trayectoria de vida de los adultos mayores teniendo sólo en función del desastre, es decir, problematizando aquellos aspectos de su experiencia que se relevan como afectados por el desastre. <regresar>

11) Al respecto uno de los entrevistados plantea: "… nosotros decímos que por culpa de los periodistas, de TVN, que fue la que más puso esos programas – que los repitieron hartas veces – de la cuestión de la contaminación y todo eso, por culpa de ellos acá nos perjudicaron a nosotros de la cuestión de la gente que viene para acá" (adulto mayor 8, contaminación ambiental). <regresar>

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Autoras y autores

Christian ARRIAGADA DÍAZ, candidato a magister en trabajo social y asistente social de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus áreas de interés son la investigación social cualitativa, los procesos de subjetivación de las políticas y las intervenciones en pobreza y desigualdad.

Contacto:

Christian Arriagada Díaz

Escuela de Trabajo Social
Pontificia Universidad Católica de Chile
Av. Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago, Chile

Tel.: +56-2-3544663
Fax: +56-2-6864667

E-mail: cnarriag@uc.cl

 

María Olga VALLEJOS LAMIG, candidata a magister en trabajo social y asistente social de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus áreas de interés son la investigación social cualitativa, los procesos de representación social e identidad en los barrios, las manifestaciones artísticas y culturales asociadas a procesos de identidad y las políticas de gestión socio-cultural.

Contacto:

María Olga Vallejos Lamig

Escuela de Trabajo Social
Pontificia Universidad Católica de Chile
Av. Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago, Chile

Tel.: +56-2-3544663
Fax: +56-2-6864667

E-mail: mgvallej@uc.cl

 

Margarita QUEZADA VENEGAS, Master en educación para el trabajo social y en ciencias de la educación, asistente social. Es profesora adjunta de la Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus áreas de interés son el estudio de la pobreza y desigualdad, las condiciones de vivienda, las redes sociales, el desarrollo local, desastre y adulto mayor.

Contacto:

Margarita Quezada Venegas

Escuela de Trabajo Social
Pontificia Universidad Católica de Chile
Av. Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago, Chile

Tel.: +56-2-3544663
Fax: +56-2-6864667

E-mail: mquezada@uc.cl

 

Lesmer MONTECINO SOTO, Dr. en filología Hispánica, director del departamento de Ciencias del Lenguaje de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro del Grupo ECLAR (Español de Chile y de Argentina), de EDICE (Estudios del Discurso de la Cortesía en Español) y de REDLAD (Red Latinoamericana de Análisis Crítico del Discurso de la Pobreza en América Latina). Sus áreas de interés son el análisis crítico del discurso en pobreza y vulnerabilidad, identidad y representaciones sociales.

Contacto:

Lesmer Montecino Soto

Facultad de Letras
Pontificia Universidad Católica de Chile
Av. Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago, Chile

Tel.: +56-2-3547880
Fax: +56-2-3547890

E-mail: lmontecs@uc.cl

 

Marisa TORRES HIDALGO, magíster en salud pública mención epidemiología, médico cirujano especialista en parasitología. Es profesora e investigadora en el Departamento de Salud Pública de la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus áreas de interés son la salud pública, adulto mayor, pobreza, epidemiología de las enfermedades infecciosas desatendidas.

Contacto:

Marisa Torres Hidalgo

Facultad de Medicina
Pontificia Universidad Católica de Chile
Marcoleta 434, Santiago, Santiago, Chile

Tel.: +56-2-3543801
Fax: +56-2-6331840

E-mail: marisa@med.puc.cl

Cita

Arriagada Díaz, Christian; Vallejos Lamig, María Olga; Quezada Venegas, Margarita; Montecino Soto, Lesmer & Torres Hidalgo, Marisa (2016). Resignificación de la experiencia de vida en adultos mayores afectados por tres tipos de desastre en Chile [109 párrafos]. Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, 17(1), Art. 7,
http://nbn-resolving.de/urn:nbn:de:0114-fqs160174.

Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research (FQS)

ISSN 1438-5627

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