Volumen 8, No. 2, Art. 9 – Mayo 2007

Más allá del discurso: Análisis genealógico de un proceso de transformación intersubjetiva de género

Patricia Amigot Leache

Resumen: El artículo expone un análisis genealógico de un proceso específico de transformación de género. Analiza las transformaciones de un grupo de mujeres de clase obrera en el contexto del final de la dictadura franquista y la transición a la democracia. Estas mujeres participaron en una institución denominada "Centros de Promoción de la Mujer y Cultura Popular". Identificamos los elementos de los procesos de transformación mediante entrevistas en profundidad de un grupo de aquellas mujeres. A través de estas narraciones y del análisis del archivo de la institución mostramos el desplazamiento desde un estado de dominación (en términos de FOUCAULT) hasta una situación más flexible y móvil en la cual las posibilidades prácticas de las protagonistas se ampliaron, simultáneamente a una transformación de la institución misma. El análisis se lleva a cabo con herramientas FOUCAULTianas, utilizando de forma libre su analítica del poder, su construcción teórica de las prácticas de sí y explorando el vínculo entre las prácticas y los juegos de verdad. El análisis muestra la naturaleza intersubjetiva del proceso y de las prácticas implicadas en las transformaciones.

Palabras clave: genealogía, género, investigación cualitativa, analítica del poder, emancipación, subjetivación

Índice

1. Introducción

1.1 Sobre una genealogía de género

1.2 Más allá del discurso: elementos heterogéneos de una genealogía

2. Dispositivo de producción de datos

2.1 Introducción al contexto de la institución "Centros de Promoción de la Mujer y Cultura Popular"

2.2 Las entrevistas: relato intersubjetivo de la experiencia

3. Tejiendo una genealogía

3.1 Contar una historia. Análisis de los episodios de un proceso de transformación

3.1.1 El "antes": ser ama de casa en el tardofranquismo

3.1.2 La apertura a una experiencia inesperada

3.1.3 El "después". La transformación subjetiva

3.2 Proceso interpretativo

3.2.1 Problematizaciones de la condición femenina

3.2.1.1 Nuevas prácticas

3.2.1.2 Dimensión intersubjetiva de las problematizaciones

3.2.2 Efectos de las problematizaciones

3.3 Una desujeción relativa: de la dominación a la singularización

4. Conclusiones

Notas

Referencias

Autora

Cita

 

1. Introducción

1.1 Sobre una genealogía de género

En este artículo abordo el análisis de un proceso histórico y situado de una transformación de género. Lo he considerado como un análisis genealógico y lo articulo en torno a la recreación de un proceso emancipatorio de un grupo de mujeres. La genealogía, como método establecido por Michel FOUCAULT, es un desarrollo y a la vez una discontinuidad en relación con la arqueología y su análisis de las reglas de formación de los discursos; se desplaza hacia las prácticas – discursivas y no discursivas – y sus efectos, y está relacionada con el uso del término dispositivo, que incluye elementos heterogéneos (discursivos y no discursivos) y la referencia a la propia relación entre ellos (FOUCAULT 1977). Asimismo, establece su estrategia analítica como dimensión histórica (ANDERSEN 2003). De esta forma aborda la complejidad del ejercicio del poder y sus configuraciones estratégicas. Como perspectiva de análisis se sumerge en una tensión bien reconocida por él mismo: rastrear la realidad positivamente, desde los documentos menores y grises hasta los saberes locales o los diseños arquitectónicos planteando, a su vez, la genealogía como una anticiencia (FOUCAULT 1976a). El método de investigación persigue la verdad, es exhaustivo, pero sabe que es una verdad siempre comprometida y relativa, producida en el seno de juegos de verdad específicos. Por ello es, también, una ficción. [1]

La perspectiva genealógica pretende analizar la conformación de los sujetos (en su relación con la verdad, las relaciones de poder y los códigos morales), considerando que la subjetividad es siempre una forma histórica. Algunas teóricas feministas han considerado la genealogía una vía para explorar las formas complejas y multifactoriales en las que el sujeto femenino ha sido construido. Permite atender a los efectos de poder encarnados y experimentados por las mujeres y, al mismo tiempo, contemplar tal experiencia como relativa a sus condiciones históricas y sociales, es decir, sin esencializarla. Las metodologías feministas tienden a focalizar en la experiencia de las mujeres y utilizan "género" como categoría analítica de la asimetría entre sexos (FONOW & COOK 2005; HARDING 1987, 1991) y, asimismo, han establecido la importancia del cuerpo y de las emociones como elemento de investigación (BEHAR 1996; FONOW & COOK 2005; SHIELDS 2002). Señalando la falta de atención de FOUCAULT a los dispositivos de configuración de identidades normativas de género, diversas autoras feministas han planteado el interés de analizar esta operatividad específica del poder y han hablado de tecnologías de género, dispositivos de género o dispositivos de feminización y han planteado el interés feminista de llevar a cabo genealogías de la ontología de género (DE LAURETIS 1987; BUTLER 1990; VARELA 1997). [2]

Pero la genealogía también busca la reactivación de saberes locales contra la jerarquización del conocimiento y sus efectos (FOUCAULT et al. 1976). De ahí que la investigación feminista privilegie su carácter político para el empoderamiento y considere la genealogía como resistencia, una forma de recrear la memoria focalizando en situaciones de lucha específicas (SAWIKI 1991). En el análisis genealógico, el sujeto es considerado como socialmente construido en prácticas discursivas, pero, al mismo tiempo, como capaz de repercutir sobre aquello que lo constituye, capaz de resistencia y capaz de elegir desde las opciones producidas por el conflicto entre posiciones y prácticas contradictorias del sujeto (TAMBOUKOU 2003). Aun cuestionando el término "elección", es en este nudo de problematizaciones, vinculado con la noción de resistencia y transformación, donde he focalizado este análisis genealógico. Un proceso de transformación intersubjetiva de un grupo de mujeres, desencadenado por asistencia a una institución formativa denominada "Centros de Promoción de la Mujer y Cultura Popular", en el Estado Español durante los años 70. [3]

1.2 Más allá del discurso: elementos heterogéneos de una genealogía

A pesar de considerar que toda práctica social se inscribe en una superficie discursiva, creo que la distinción FOUCAULTiana entre prácticas discursivas y no discursivas, que a su vez integró en la noción de dispositivo (FOUCAULT 1976b), es de gran importancia para comprender los procesos de dominación, las relaciones de poder y sus transformaciones. Así como FOUCAULT consideraba que la crítica no se reducía a un juicio, sino que consistía en una práctica en la que se perfilaban los límites de una racionalidad de gobierno – resaltando esos mecanismos materiales mediante los que se ordena y produce una realidad simultáneamente a su gobierno –, pienso que los análisis sobre las relaciones de poder y los procesos de sujeción/desujeción deben abordar la complejidad que pasa por lo heterogéneo y sus vínculos: discursos, prácticas y estratos semiótico-materiales, tales como corporeizaciones de hábitos y procesos emocionales e inconscientes, y los elementos que regulan tales procesos (fundamentalmente normas explícitas e implícitas). [4]

La expresión Más allá del discurso sólo es un recurso para subrayar dos cuestiones. En primer lugar, que el análisis llevado a cabo nace de postulados teóricos en los que lo discursivo y lo no discursivo están imbricados y mutuamente condicionados, siendo, no obstante, heterogéneos y no identificables; esto se concreta en la reflexión en torno a la operatividad del poder en general (las prácticas discursivas y no discursivas vinculadas) y a los procesos de sujeción/agencia, específicamente a la dimensión corpórea del proceso subjetivo que sitúa en un organismo la adquisición del lenguaje, la corporeización de normas, las encrucijadas emocionales e inconscientes vinculadas a la configuración y reconfiguración subjetiva (AGAMBEM 1996; BUTLER 1997; DE LAURETIS 1984; HARAWAY 1991; ZIZEK 1999). En segundo lugar, por tanto, "más allá del discurso" subraya la intención de atender en el análisis, además de a los relatos o textos explícitos, a los elementos materiales, a las prácticas concretas y a la dimensión emocional. Obviamente, mi construcción se verá después limitada a ser un relato que escribe y reconstruye tales elementos a partir de y con las palabras. Será una narrativa que "cristaliza" (RICHARDSON 2000) de manera parcial y tentativa la complejidad extraordinaria de las experiencias. [5]

Por último, quiero señalar una cuestión relevante para el análisis de las relaciones de poder que ha sido un presupuesto fundamental de este trabajo. A pesar de la crítica a la concepción FOUCAULTiana de poder por parte de muchas autoras feministas, en tanto no permitiría distinguir entre opresores y oprimidas y, por tanto, no sería útil para mostrar una configuración global de la dominación de las mujeres1), hemos recogido un eje del trabajo de FOUCAULT2): la distinción entre relaciones de poder y estados de dominación. En estados de dominación – en el que las relaciones de poder están fijadas y son inflexibles – deben darse procesos de liberación para que las resistencias y el poder establezcan un juego móvil, mutuamente condicionado pero flexible (FOUCAULT 1984a). [6]

Este análisis es el de un proceso de transformación que va de un estado de dominación a su debilitamiento mediante la intensificación de las resistencias y su articulación en un proceso de desujeción de identidades normativas prescritas. Esto último lo vinculo con una de las herramientas teóricas más interesantes de la obra de FOUCAULT: las prácticas de sí y la distinción entre modos de subjetivación, es decir, de las maneras diversas – y con efectos autoconstitutivos diversos – de vincularse a los códigos morales (FOUCAULT 1984b, 1984c). Las prácticas de sí están siempre vinculadas con los dispositivos de poder: sus alteraciones específicas son claves para entender las transformaciones. [7]

2. Dispositivo de producción de datos

Llevar a cabo este análisis – que atiende a elementos heterogéneos y que, desde parámetros FOUCAULTianos, no recurre a una supuesta soberanía de los sujetos – planteaba dos desafíos: por un lado, rastrear y destacar esos elementos heterogéneos que en su co-ocurrencia desencadenan un proceso crítico, distintos a un discurso "liberador" ideológico convencional o a una voluntad subjetiva trascendente. Por otro lado, establecer los entrelazamientos específicos entre los tres ejes que operan conjuntamente para producir la experiencia (y su transformación): "dominios de saber, tipos de normatividad y formas de subjetividad" (FOUCAULT 1984c, p.10). La experiencia es un producto, pero reiteradamente producido en tal espacio de interrelación; por ello mismo, abierto a lo imprevisible en función de eventuales modificaciones de tales elementos: en los discursos, en las relaciones de poder, en la manera de tomarse a uno mismo como objeto. [8]

Esta heterogeneidad de elementos vinculados a la experiencia y a su transformación fue abordada en el análisis de este proceso de emancipación mediante la atención a materiales diversos: por un lado, el archivo de la institución que propició el proceso (recogiendo textos como estatutos y objetivos, actas de reuniones, materiales de formación, notas de prensa y evaluaciones) para analizar las prácticas y discursos que operaban en la institución, así como la propia configuración espacial; por otro, las entrevistas en profundidad a 15 mujeres que asistieron a tal institución. [9]

El análisis de los elementos institucionales y su evolución permite situar el momento de "fractura" o discontinuidad del rol femenino, que desencadenó la problematización y desontologiazación del "ser mujer". No obstante, por cuestiones de espacio, no abordaremos este análisis recién mencionado. En este texto nos centraremos en el análisis de las entrevistas que son las que reconstruyen y relatan tal proceso intersubjetivo. En dichos relatos, evidentemente, aparecerán destacados los elementos contextuales institucionales, percibidos como decisivos para la reconfiguración y la resignificación del "ser mujer" de las personas entrevistadas. Son estos relatos los que nos informan del entrelazamiento específico entre saberes, normas y prácticas de sí para una experiencia nueva como "sujetos mujeres". [10]

2.1 Introducción al contexto de la institución "Centros de Promoción de la Mujer y Cultura Popular"

Los centros a los que estas mujeres acuden nacen en los años 60 vinculados a una iniciativa de la UNESCO para la promoción de las mujeres y son implantados en el Estado Español por sectores progresistas de la Iglesia durante la última etapa del franquismo. No son instituciones franquistas, de ninguna manera, pero este vínculo con la Iglesia permite su aparición y los dota de una cierta "respetabilidad" en un contexto en que prácticamente toda iniciativa sociopolítica progresista está prohibida. Durante la década de 1970, se independizarán de la Iglesia y se consolidarán como colectivos populares. [11]

Durante la dictadura, que fue el resultado del golpe de Estado de 1936 y que duró de 1939 a 1975, las mujeres vieron recortados sus derechos de manera sustancial y explícita. Como ejemplo, se puede señalar que durante dos décadas, hasta los años 60, las mujeres que se casaban estaban obligadas a abandonar su trabajo asalariado, en caso de que lo tuvieran, para dedicarse a su función "natural": ser madre y esposa. Además de este "encierro" femenino en el hogar, todo el dispositivo educativo estaba dirigido al adiestramiento en la feminidad: servicio, obediencia y roles específicos femeninos. [12]

El nacimiento de los "Centros de Promoción de la Mujer" se vincula con el diagnóstico de las mujeres como colectivo excluido de la vida social y como insuficientemente educado. Están dirigidos a "la mujer" con el objetivo inicial de "que saliera de casa, se desarrollara como persona y ampliara su cultura". Desde este punto de vista, las mujeres con menor acceso a la formación, obviamente, eran las de clase obrera; fue en los barrios obreros en donde esta institución tuvo mayor arraigo. [13]

Estos Centros ofrecían una formación en horario adecuado para amas de casa (e incluso guarderías), durante dos o tres años, que comprendía desde módulos de alfabetización y consejos para el cuidado y nutrición de la familia hasta cuestiones histórico-culturales; pero también, y estos temas fueron imponiéndose, módulos de sexualidad y de relaciones de pareja, de comprensión política y sindical, de acción y participación comunitaria. Se trabajaba en grupos y cada grupo tenía una animadora que previamente había sido alumna. El trabajo de estas animadoras y de las responsables era voluntario, nunca profesional. Considero que la no existencia de profesionales o expertos en la dinámica cotidiana disolvía practica e imaginariamente la distinción entre posiciones e imprimió un carácter dinámico a la propia institución al permitir cierta flexibilidad en los roles. [14]

El marco de esta investigación fue una ciudad, Pamplona-Iruñea3), en la que los centros se distribuyeron por los barrios obreros. Se calcula que durante esos años – de 1970 a 1980 – acudieron de 10.000 a 15.000 mujeres. [15]

2.2 Las entrevistas: relato intersubjetivo de la experiencia

Las entrevistas se plantearon como el medio de acceso a los significados y los efectos subjetivos que el paso por la institución tuvo en este grupo de mujeres, atendiendo especialmente a los cambios y discontinuidades en diversas esferas de su vida. El intento de vincular sus relatos con otros elementos para analizar un proceso complejo de cambio diluía la dualidad teórica implícita entre sujetos considerados como producto de los discursos y sujetos considerados como productores de discursos (KLEMM & GLASZE 2004) que subyace en diferentes estrategias analíticas. Ni eran simplemente sujetos producidos en y por prácticas discursivas – puesto que analizábamos precisamente un proceso de desujeción de determinados juegos de verdad – ni eran simplemente sujetos productores de discursos, puesto que esa desujeción se dio en un proceso práctico y contextual que las transformó y que las excedía ampliamente. Asimismo, mi propia subjetividad ha operado en todo el proceso de investigación, marcada por mi curiosidad, mis decisiones y mi deseo (DENZIN 1994). [16]

Planteamos una muestra estratégica de personas que tuvieron en común su participación activa en esta institución. Se entrevistó a 15 mujeres cuyas edades en la actualidad oscilan entre los 55 y los 70 años. Fueron mujeres que acudieron como alumnas y que después ejercieron tareas como voluntarias, animadoras o responsables de grupo. El guión de la entrevista se confeccionó, por lo tanto, para explorar retroactivamente esa trama cuyo nudo lo representaba su asistencia e implicación en la institución. Las entrevistas fueron concebidas como fragmentos de vida; aunque se relataba el antes y el después, la entrevista indagaba en aquel proceso específico y en sus detalles; buscaba el relato de las discontinuidades, de la fractura de regularidades de su cotidianeidad. Pueden considerarse como entrevistas semiestructuradas, abiertas y flexibles pero reiteradas (HAMMER & WILDAVSKY 1989), en torno a los siguientes ejes: a) trayecto biográfico hasta la asistencia a los Centros; b) asistencia a los centros, fundamentalmente por qué lo hicieron y qué encontraron; c) aspectos nuevos o diferentes que aparecen a partir de su asistencia; d) consecuencias para ellas y para su entorno; f) trayecto posterior y valoración retrospectiva global. Las entrevistas fueron grabadas y transcritas por mí misma. [17]

Como entrevistadora e investigadora, estaba marcada decisivamente por el conocimiento de aquel contexto y de aquella historia, puesto que fue la asistencia de mi propia madre a esta institución durante mi infancia la que generó mi interés por comprender y explicar un proceso de emancipación. Dentro del marco postestructuralista, la metodología feminista reconoce el papel activo y reflexivo de la investigadora como productora de conocimiento, marcada por su propia experiencia, lo cual es contemplado incluso como una vía para profundizar en un conocimiento comprometido y para favorecer el intercambio con los agentes entrevistados y considerarlo una co-construcción (HARDING 1991; FONOW & COOK 2005). Mi conocimiento de la historia marcó decisivamente la interacción, tanto para "arrastrar" el diálogo hacia los ejes planteados dada mi propia experiencia – ejercicio que tiene que ver asimismo con la asimetría de toda situación de entrevista –, como para establecer una marcada complicidad y compromiso en el diálogo. Más allá de mi papel de entrevistadora, mi posición generizada (EICHLER 1997) y mi posición explícita como conocedora del proceso de manera vivencial facilitó una interacción franca y placentera (ANDERSON & JACK 1991), en la que se desdibujó el límite entre el papel de agente externa e interna, permitiendo un proceso abierto de influencia mutua (LYKES & COQUILLON 2006). [18]

Intentando asumir abiertamente la injerencia ineludible en los discursos que indagaba, mi participación en la entrevista no se limitó a hacer preguntas, también compartí puntualmente mis recuerdos. Probablemente, y esto es una reflexión posterior, esto constituyó una estrategia para profundizar en los relatos e indagar en las "verdades". Mi propia curiosidad e implicación provocó la elaboración de interpretaciones intersubjetivas "antes de tiempo", co-producidas en la propia situación de diálogo. [19]

Dado que el objetivo de la investigación consistía en el análisis de un proceso de cambio, de su hipotético carácter emancipatorio, y de los factores relevantes en su desarrollo, el análisis de las entrevistas se estableció en tres niveles:

3. Tejiendo una genealogía

La investigación realizada fue un análisis genealógico que atendió a materiales diferentes como los recogidos del archivo de la institución o la referencia a pautas legales y disciplinarias del periodo del Franquismo. No obstante, me centraré en el análisis concreto de las entrevistas, desarrollando las estrategias mencionadas arriba y utilizando segmentos de las mismas. Por cuestiones de orden y espacio expondré los dos primeros niveles de análisis de manera conjunta – relato episódico y direccionalidad –, pasando después a destacar los elementos interpretativos más relevantes – elementos problematizadores y resistencias/ resignificaciones – acerca del proceso analizado. [21]

3.1 Contar una historia. Análisis de los episodios de un proceso de transformación

El análisis de las entrevistas aborda la narración de la experiencia, un material siempre que siempre puede ser re-escrito y re-interpretable de gran complejidad. En las entrevistas afloraron narraciones singulares, pero con interpretaciones, imágenes, metáforas y estructuraciones temporales coincidentes que son las que nos permitieron ordenar un relato complejo. Nuestra consideración de las emociones como elemento destacado en la exploración de procesos de sujeción y desujeción, nos hizo atender a las manifestaciones emocionales inherentes a la narración: énfasis, metáforas, silencios, expresiones corporales y gestos. Pero, si como señala DE CERTEAU (1990), la escritura de las prácticas es compleja, la de las emociones no lo es menos, aunque imprimamos pasión a nuestro propio texto. La intensidad emocional de los relatos nos sorprendió y, a pesar de elaborarla interpretativamente, algo de ella se nos escapa. [22]

En los relatos individuales apareció con extraordinaria claridad la consideración de un "antes" y un "después" en relación con su asistencia a los cursos. Tal como señala RICOEUR todo relato imprime temporalidad a la experiencia, la configura como experiencia temporal (1986). La discontinuidad subjetiva de la que da cuenta esta segmentación tiende a ser, además, muy marcada. Parece darse un efecto de contraste establecido por la mirada retroactiva. Todas las entrevistadas estructuraron la narración en un "antes", "durante" y "después". El "durante", que hace referencia a la asistencia a los Centros y a su reunión y participación en los grupos de mujeres que ahí se establecían, incluye ya la alusión a una transformación de su experiencia. Mostraremos a continuación los contenidos vinculados a esta progresión episódica, en función de las delimitaciones y coincidencias que aparecen en los relatos. [23]

3.1.1 El "antes": ser ama de casa en el tardofranquismo

Según diversos autores, durante la dictadura fascista se construye un tipo de feminidad hipernormativizada, con especificidades respecto al contexto histórico europeo: por ejemplo, ningún fascismo sostuvo discursos que naturalizaran tan enfáticamente la inferioridad femenina (MOLINERO 1999; GARCÍA-NIETO 2000). Del estudio de los discursos – del régimen franquista y de la Iglesia católica, fundamentalmente – y de las leyes de la época se desprende la exaltación de la familia y la naturalización de "la mujer". Lo más relevante es la segregación estricta de funciones y posiciones masculinas y femeninas y la subordinación prescrita de las mujeres en una estructura de género explícitamente jerárquica. La mujer debía dedicarse a su función, ser madre, confinada en el hogar, obedeciendo y "sirviendo amablemente". Excepto en el caso de las religiosas, la trasgresión de tales preceptos era simultáneamente una anormalidad y un pecado. En el ámbito legal, por ejemplo, se consignaba la subordinación de las mujeres a los maridos. Todo ello operaba en la cotidianeidad mediante adiestramientos específicos, una formación deficitaria para las mujeres, manuales de conducta y una permanente vigilancia del decoro y la feminidad adecuada. [24]

Las mujeres entrevistadas relataron ese "antes" de su asistencia a los centros con elementos comunes que aludían a una anatomía política de género de ejercicio preciso y explícito. Cuando relatan su vida a finales de los años 60, emergen diversos tópicos vinculados a la falta de recursos y de educación, a la regulación estricta de su tiempo/espacio y al rol de cuidado. De manera retroactiva interpretan con cierta tonalidad negativa ese "antes", incluso con rasgos de "malestar". Del análisis de sus palabras hemos perfilado tres categorías que emergen en los relatos de este grupo de mujeres que eran, en aquel tiempo, amas de casa y madres jóvenes. [25]

3.1.1.1 Carencias de recursos y formación

Prácticamente todas las entrevistadas se iniciaron en el trabajo a edades muy tempranas (12 a 16 años) en ámbitos como el servicio doméstico, costureros o fábricas. Esto impidió la continuación de los estudios. En general atribuyen esta imposibilidad a su extracto social y, sobre todo, a su género, y a la obediencia que debían mostrar. Hay que tener en cuenta que la formación de las niñas y las jóvenes se dirigía hacia el adiestramiento para sus futuros roles de madre y esposa.4)

"Yo vine a la ciudad a servir, como veníamos de los pueblos [...] luego, con 16 años tuve una muy mala experiencia, mis hermanas me metieron a sacar el graduado (escolar). Yo, con mis 16 años, me metieron con niñas de 10 o 12 años que sabían mucho más que yo y fue una especie de trauma. ¡las aborrecía de una manera ...! no sé lo que duré, unos dos meses". (T12)

"Mi padre era muy machista y pensaba que la mujer ni leer ni escribir siquiera; nos tiraba, nos quemaba los libros, sí, sí, porque nos gustaba muchísimo leer". (T7)

"Empecé un curso de comercio y no terminé ¿eh? Pues ante mi madre quedarse embarazada a mí me sacaron del colegio en mayo, un 26 de mayo /.../ porque necesitaba, necesitaba mi ayuda y eso". (T1)

"Mis padres querían que mi hermano estudiara y él no. Y yo, que quería ir al instituto, no me dejaron. (– ¿Qué te dijeron? –) Que a los catorce años a trabajar: la chica para casa. O sea, la idea de mi madre era, la chica para mí, siempre y que aprendiese a coser y odio coser. Odio. O sea, no es que no /ehm/ es que lo odio". (T3) [26]

3.1.1.2 Aislamiento y rutina

Todas las mujeres entrevistadas dejaron su trabajo al casarse. Ya no era una obligación impuesta mediante leyes, pero sí una norma fundamental que regulaba la función femenina.

"Me casé a los 24 y ahí me planteé ya, pues porque no era bien visto, el dejar de trabajar, o sea, no porque no pudiese o estuviera a disgusto en el trabajo, sino porque no era bien visto. Era lo que había que hacer y más si trabajabas en una fábrica". (T8) [27]

La exclusión de la vida pública también implica la dificultad para comprender las tensiones sociales que marcaron el final del franquismo y la transición, especialmente las luchas obreras, puesto que muchos de sus maridos sí participaban activamente en ellas.

"Hasta 1978 hubo movimientos obreros muy fuertes, con unos problemas muy fuertes de tipo laboral, que te afectaban al nivel de /ehm/ personal, familiar, porque igual estaba el marido cuarenta días en huelga! Y a nosotras el centro nos vino bien para entender el por qué de las huelgas [...] porque no teníamos ni idea de lo que era el movimiento sindical, qué era un sindicato, qué era el movimiento obrero". (T10) [28]

La vida cotidiana de las mujeres estaba rígidamente pautada y demarcada espacial y temporalmente. Según los testimonios, estas mujeres, que vivían en barrios en crecimiento y que venían en muchas ocasiones del éxodo rural, debían estar en casa; sus salidas estaban marcadas por rutinas femeninas como llevar los niños al colegio o hacer la compra. No existían lugares de encuentro para ellas. Esto implica en muchas entrevistadas la experiencia de un malestar difuso, en muchos casos identificado de manera retroactiva.

"Yo no era consciente de que estaba a disgusto en casa, pero estaba a disgusto. Eso sí que lo tengo claro desde el principio, que a mí la casa, sólo la casa, no me gustaba /.../ y yo estaba mal pero no sabía qué me pasaba". (T3)

"Yo empecé a estar mal, no depresiva, ni nada, ni ansiosa tampoco, sino que empecé a sentir una dejadez, como algo". (T1) [29]

3.1.1.4 Obediencia y cuidado de otros

La regulación de la posición de las mujeres pasaba por la subordinación normativa a los padres y a los maridos. La obediencia y la dedicación a los otros constituían el eje de la función femenina. En las entrevistadas aparece una clara consignación de esta obediencia, por un lado, y de la entrega a otros, vivida esta última con agrado o mayor ambivalencia.

"Yo no decidí nada, nunca decidía cosas ¿eh? Nunca, nunca, eso sí que ... que recuerdo aquellos años como unos años sin vida, para mí, eso es lo que recuerdo". (T1)

"Cuando empecé en los centros se daba alimentación y nutrición, que a mí en aquel momento me vino de maravilla, pues, los críos pequeños, pero no sabías /ehm/ y entonces ¡imagínate lo que era saber qué era una alimentación equilibrada y todo eso!" (T3) [30]

3.1.2 La apertura a una experiencia inesperada

Las narraciones continúan con un episodio que hace referencia a un tipo de experiencia imprevista vinculada con su participación en la institución. En las entrevistas relataron con énfasis algo difícil de imaginar desde nuestros parámetros de género actuales: que la asistencia a unos cursos de formación para mujeres supusiera un acontecimiento, un trastocamiento imprevisible y el inicio de un proceso de problematización. Este acontecimiento tiene que ver con la fractura de un orden ontológico mediante una alteración en las prácticas cotidianas y en las posiciones subjetivas que analizaremos más abajo.

"(Al inicio de los cursos) entonces empezaron a hablar de cosas que a mí me revolvían, me revolvían tanto que empezaba a ver que mi vida no era nada". (T1)

"A mí misma me revolvió el Centro cuando empecé a ir, porque yo me planteaba una vida tranquila y en casa y no trabajar unos años /ehm/ y entonces, pues, vas allá y entonces pues te inquietaba y bueno, pues ya me lié y seguí trabajando ahí". (T2)

"Empecé con aquello y empezaron a afectarme mucho, iba a casa de mal genio, muy enfadada, sí (– ¿no estabas de acuerdo con lo que se hacía? –) Sí, si estaba de acuerdo, pero ¡como me hacía modificar tantas cosas! /ehm/ estuve como tres meses: mañana no voy; no voy. Me acuerdo que estaba haciendo la cama, todavía recuerdo en un cuarto, un cuarto que teníamos, además era horrible aquel cuarto, haciendo aquella cama y metía así bien fuerte (hace gesto de meter la sábana) y decía: no voy, no voy, no voy. Pero, llegaba el día de ir, y me iba. También es verdad que ahí empecé a fumar". (T14) [31]

La asistencia a la institución es considerada unánimemente como el inicio de un proceso de aprendizaje y de formación, aun en los relatos en los que el momento inicial aparece expresado de una manera más suave y progresiva. El proceso de asistencia es reiteradamente metaforizado como un proceso de "absorción":

"Desde que comencé a ir aprendí ... /ehm/ o sea, empecé a soltarme, a ver que yo podía hacer cosas". (T11)

Yo, por ejemplo, observo ahora a los niños pequeños que parecen como esponjas, pues yo iba como eso, como una esponja". (T12)

"Había como dos bloques, lo personal y lo social, para mi yo creo que fue de las cosas que me hicieron cambiar muchísimo, loas, las actitudes, los hábitos, el entender las cosas de otra manera, el leer libros, claro, empecé a leer libros, pues de cosas que había, del socialismo y tal. Yo, como las esponjas. Yo creo que todas estábamos como las esponjas ... es como que abres una ventana ... o sea, estar así y decir: ¡madre mía! ¿qué es esto? (hace gesto de abrir una ventana) es que descubres ... es que era... ya te digo /¡ufff!/ igual que las esponjas". (T3)

"Pues es muy gratificante, o sea, las mujeres somos como esponjas, somos, durante mucho tiempo por lo menos ha sido así ¿no? Se recoge todo, se aprovecha mucho, digamos ¿no?" (T2) [32]

3.1.3 El "después". La transformación subjetiva

Tal como hemos señalado arriba, la trama de los relatos alude a una secuenciación temporal de una transformación subjetiva vinculada a los procesos de aprendizaje y "promoción". Aparece de forma bastante reiterada la conclusión de haber llegado a ser una "persona diferente" con un marco interpretativo que sitúa en el proceso de los cursos de promoción la causa de este cambio. Me llamó poderosamente la atención que la expresión de la conclusión de este proceso no se construyera como "encontrarse a sí misma" "desarrollarse a sí misma" o fórmulas habituales y tópicas en la actualidad. Por el contrario, el desenlace del relato se construye significativamente como un proceso en el que se dejó de ser quien se era para transformarse en otra, como puede apreciarse a continuación:

"Yo estoy convencida, que a mí, desde luego, si no llego a pasar por los centros, sería una mujer completamente diferente. Ni mejor ni peor, pero diferente, totalmente diferente. O sea, no sería para nada la que soy ahora". (T3)

"Para mí los Centros fueron el motor y la chispa, pero para , ya no de los otros, sino en mí misma, fue cuando yo empecé ya a pensar y a vivir de otra manera". (T1)

"Yo, como te he contado antes, la persona que soy, creo que no lo sería. El hecho de poder /ehm/, si tengo que ir /ehm/ ahora si tengo que presentarme en el sindicato o con no sé qué partido político, pues tengo herramientas, me refuerzan. Bueno, no sería la misma". (T8) [33]

Analizando el contenido sustantivo de esta transformación, que especificaremos más abajo y que tenía que ver con la ampliación de las posibilidades de acción y de decisión, adquirir "herramientas" y flexibilizar los roles de género, se puede considerar que esta transformación tiene carácter emancipatorio y de empoderamiento. Como expresa una de ellas:

"El primer año pedías permiso al marido para ir a los cursos o a cenas; el tercero, lo negociábamos". (T15) [34]

3.2 Proceso interpretativo

Una vez reconstruida la progresión episódica de los relatos de las entrevistadas, abordaré las estrategias de análisis para perfilar los elementos concretos que aparecen vinculados a un efecto de problematización y que tienen efectos prácticos en las subjetividades e interacciones. Por lo tanto, el segundo paso en este análisis consistió en la demarcación de tales efectos para reconstruir los elementos significativos que co-ocurren en este proceso de emancipación. [35]

Tal como he señalado, la herramienta fundamental de este análisis interpretativo fue la malla teórica FOUCAULTiana extraida de sus análisis de las relaciones de poder y la subjetividad, y que permitió una demarcación co-constructora del significado de los relatos. Esta malla operacional sustentó la investigación desde el principio, pero fue perfilada en la misma situación de entrevista a través del intercambio entre entrevistadora y entrevistadas y como resultado de la re-elaboración del relato colectivo del proceso. [36]

3.2.1 Problematizaciones de la condición femenina

Si es en la dimensión de las prácticas (discursivas y no) donde se establecen la relaciones de poder y, por tanto, también ciertas características ontológicas de los sujetos en un orden social dado – una mujer-esposa es quien sirve la comida a su marido, es quien no puede trabajar asalariada, es quien está en casa cuando su marido llega, quien atiende siempre a los hijos –, la alteración en las prácticas puede conllevar la fractura de las evidencias ontológicas que nos sujetan a nuestras identidades. Las maneras de hacer son la dimensión fundamental de las racionalidades de gobierno (FOUCAULT 1984d). [37]

De los relatos se desprende la alusión a diferentes prácticas propiciadas y establecidas en el contexto de la institución y que funcionaron como elementos problematizadores. A partir del análisis horizontal de las entrevistas hemos demarcado las más significativas y aludidas, así como su dimensión intersubjetiva, elemento decisivo a mi entender para su desarrollo y para la reconsideración de las normativas reguladoras del género. [38]

3.2.1.1 Nuevas prácticas

Aquello que ellas relatan como una posibilidad nueva brindada por el contexto de los Centros se articula en torno a dos acciones, a dos verbos reiterados en las entrevistas: salir de casa y hablar. Ambos, obviamente, refieren acciones ya habituales para ellas. La cuestión se centró en ceñir qué elementos añadidos las convertía en prácticas nuevas, problemáticas, inesperadas o apasionantes. [39]

Salir de casa

Hemos señalado cómo uno de los objetivos iniciales de esta institución era que "la mujer salga de casa". Así aparece también en los carteles y folletos: "mujer, sal de casa". Esto respondía, por tanto, a las condiciones de vida de las amas de casa en las que las salidas y presencias en el hogar estaban marcadamente pautadas. Salir de casa para reunirse con otras mujeres y aprender era algo sustancialmente nuevo, que las vinculaba con espacios y tiempos distintos.

"Salir de casa era ya un paso, un paso muy fuerte, salir de casa a otros campos, en este caso al centro". (T6)

"Sí, sí, sí. Como una loca. Era una oportunidad salir de casa las mujeres con los centros de promoción, que se suponía eran unos centros de aprendizaje medianamente vistos, no era ... ni andabas de pendón en la cafetería, que entonces era ser un pendón, o cosas así, porque la mujer a la cafetería se ha incorporado ahora ¿eh?". (T9)

"No estar con el marido durante el tiempo de la comida, pues era ... era ... y luego se fue acostumbrando (el marido)". (T10)

"Sí, sí, mira, aunque parezca poca cosa el hecho de salir de casa, ya era importante, a las tres y media de la tarde o por la noche ... pues era normal que vendríamos de las reuniones a las 8, porque empezamos a considerar que teníamos derecho y, además, lo defendíamos y no éramos bien vistas en el barrio mismo". (T14) [40]

Hablar

La dinámica participativa de los Centros, uno de cuyos objetivos el año 1975 era "desarrollar el sentido crítico de la mujer", suponía hablar desde posiciones de enunciación nuevas, hablar de temas de los que habitualmente una mujer no hablaba y con el desarrollo de una estrategia reflexiva abierta. Hablar en un espacio público pero solo de mujeres aparece valorado como un desafío pero también como el contexto de un reconocimiento nuevo:

"Entonces tenías la posibilidad de hablar de cosas que no habías hablado nunca y además ¡con qué seriedad! ¡con qué respeto! ¡de qué forma! ... a mí me parece que lo más importante fue la pedagogía, entonces, que te tengan en cuenta a ti cuando hablas, que lo que dices sea respetado, que te ofrecen la posibilidad de contrastar, de mejorar, ¡descubres un montón de posibilidades! [...] al principio hablar ... ni abrir la boca, a mí me costaba hablar al principio, entonces tenías la palabra cortada y más como mujer, porque tu palabra valía muy poco". (T10)

"En los centros, ahí aprendí ... o sea, empecé a soltarme, a ver que yo podía hacer cosas". (T11) [41]

Entre los temas tratados, mediante los módulos establecidos o que ellas mismas elegían, destaca con intensidad el impacto que tuvo la consideración de las relaciones de pareja y de la sexualidad. En el contexto moral católico de aquellos años, en el que la función femenina, construida enfáticamente era la maternidad y el cuidado desde una posición de subordinación en la estructura familiar, con un espeso silencio sobre el placer femenino, hablar de su sexualidad aparece en general como un descubrimiento o una liberación de la carga moral y de la culpa.

"Un tema que siempre salía era la sexualidad, y se hablaba muy fácilmente pues salían cantidad de problemas y dificultades y insatisfacciones, todo lo que tiene que ver con aquella época, ten en cuenta que estamos hablando, pues con métodos anticonceptivos, que eran ilegales pero que en los centros se exponían". (T2)

"Empecé a tomar la píldora, pues fíjate tu, de andar con miedo con el ogino y poco más, a a tomar la píldora, que, que ¡para cuando conseguí tomar la primera píldora! ¡era clandestino! Fíjate, un cambio tremendo". (T3)

"La materia de sexualidad arrasó, arrasó porque era un cambio terrible, el que llegaras a la conclusión de que puedes decidir los hijos ¿eh?" (T7) [42]

Esta reelaboración del ámbito de la sexualidad, supone una desnaturalización de la maternidad, la consideración del placer y de nuevas experiencias. En este caso, en contra de las reiteradas afirmaciones de FOUCAULT al respecto (1976b), hablar de sexo no opera en sintonía con los dispositivos hegemónicos, sino que se constituye en una práctica que los cuestiona. [43]

3.2.1.2 Dimensión intersubjetiva de las problematizaciones

Las fracturas, tanto epistemológicas como ontológicas producidas mediante discursos y prácticas nuevas, requieren de un proceso de reiteración en la apertura de posibilidades. En nuestro análisis, los acontecimientos que hacen emerger los límites y los cuestionan en la efectividad de un nuevo discurso, posición de enunciación o acciones, requirieron de la acción y elaboración intersubjetiva para su efectividad y de un proceso temporal que desplazó y produjo lentamente resignificaciones. [44]

El espacio grupal de intercambio y reflexión funcionó como el catalizador de la emancipación. Tal como una entrevistada señala: "sola no lo haces". El espacio intersubjetivo aparece como el lugar de resignificación de códigos y roles y del ejercicio de una autoridad nueva. El carácter homogéneo del grupo aparece reseñado como un elemento facilitador del proceso.

"La autoestima venía de la propia retroalimentación de las compañeras. En segundo o tercer lugar pondría la adquisición de conocimientos, pero creo que la relación con otras mujeres, para mí eso era. El que alguien te diga, pues como tú, alguien como tú que tiene tu mismo ... siempre te ayuda de igual a igual, de arriba muy pocas veces, muy pocas veces". (T7)

"No sé, empecé, era todo ... porque ... eran mujeres, y a mí se me daba muy fácil la comunicación con las mujeres, muy fácil, entonces eso era una cosa y otra cosa era que... yo siempre ... tenía complejo porque no había estudiado y ahí era todas parecido [...] no había, no había posibilidad, el centro nos dio el contraste, poder hablar". (T11) [45]

Tal como aparece en el segmento anterior y en otros segmentos referidos, hay una oscilación constante en el sujeto gramatical de las narraciones entre el "yo" y un "nosotras" o "las mujeres de los Centros" que indica la dimensión colectiva específica del proceso. El "antes" y el "después" tiene sujeto singular; el proceso concreto suele expresarse utilizando un sujeto plural que caracteriza intersubjetivamente la experiencia relatada. [46]

3.2.2 Efectos de las problematizaciones

Las subjetividades, tal como DE LAURETIS señala, son entidades semióticas en las que determinadas prácticas han sedimentado efectos considerados por ella como "hábitos" (1984). La alteración o fractura parcial de tales hábitos y de sus significados dará lugar a procesos de reelaboración y de resignificación subjetiva. Considero, tal como señalé al principio, que la dimensión corporeizada de las prácticas normativas requiere el concurso de determinados procesos emocionales. Por eso las alteraciones también tienen una dimensión emocional que intenté analizar en las experiencias relatadas. [47]

Las nuevas posibilidades, nuevas prácticas y relaciones, alteran las interacciones cotidianas, y cuando las relaciones de poder se alteran, aparecen tensiones. El manejo de tales tensiones y el deseo de continuar emerge en las entrevistas con el relato de estrategias de resistencia y de transformación, no solo de sí mismas, simultáneamente también, de su entorno más inmediato y como adquisición de nuevas estrategias de intervención en el ámbito social. [48]

3.2.2.1 Procesos emocionales

En las entrevistas emergieron tonalidades emocionales claras, tanto en el contenido como en la propia expresión en el momento de la entrevista. Esto último me resultó un tanto sorprendente, fundamentalmente, por ser una historia rememorada. Creo que es una forma de manifestar la persistencia en la actualidad del impacto de aquel proceso. El énfasis, los gestos y las bromas establecen un lazo temporal entre aquella historia rememorada y la configuración narrativa subjetiva en el momento de las entrevistas. [49]

En sus relatos aparecen apasionadas referencias a nuevos anhelos y deseos como el de aprender, expresados reiteradamente por metáforas similares, tales como "la esponja", metáfora que ya hemos señalado, y la referencia al placer mismo del aprendizaje.

"Se hacía un cursivo ¡pum! Me apuntaba; otro cursillo ¡pum! Me apuntaba a todo. Yo era una esponja insaciable ¿eh? Y feliz, feliz […] me levantaba a las siete de la mañana, dejaba todo arreglado, dejaba la comida y todo y me marchaba. […] yo era feliz porque hacía lo que me gustaba. Eso ... ¡eso vale mucho! ¿quién me mandaba a mí? Pues me lo mandaba yo, que yo era feliz". (T9)

"Íbamos, pero íbamos ¡como unas lobas! ¿eh? Y yo recuerdo, y además, y no era nada eso, la ilusión que a mí me daba! ... me daba vida, me daba vida". (T13)

"Todo era nuevo y todo como queriendo aprender, en los primeros tiempos, después vinieron más bonitos aún porque formamos un grupo que no nos queríamos ir ... ¡casi nos echan! (risas) no nos queríamos ir porque conforme más tiempo iba pasando, ibas cogiendo más confianza". (T12) [50]

Tal intensidad está relacionada con la apertura de nuevas posibilidades y cursos de acción, pero también con nuevas identificaciones (con posiciones de "saber") que articulan nuevos deseos o permiten reactualizar deseos antiguos (no es extraña la referencia al dolor por haber dejado de estudiar, obligadas, para trabajar) y, sobre todo, con la experiencia de su propia capacidad de acción y de decisión. Hay un protagonismo nuevo en un contexto relacional facilitador que les hace experimentar emociones positivas muy intensas y las lleva a "defender" aquello que están "conquistando".

"Pero eran tal las ganas de implicarte y de luchar que no te ponías ... vamos, sacrificabas lo increíble". (T10)

"Yo me los llevaba siempre a todas partes (a los hijos) y cuando fui al curso, me parece que a la mañana había guardería... lo llevaba, al pequeño por lo menos, que era septiembre, que no había todavía colegio, pero yo tenía muy claro, no tenía muy claro el porqué, pero tenía muy claro que no iba a dejar el centro". (T3)

"Pero en aquel momento era tal la apertura mental, formativa que yo iba cogiendo que por nada del mundo quería dejar todo aquello que me pertenecía, que era mío y no quería que nadie me lo quitase, ni mi pareja, era algo muy mío". (T8) [51]

Hay otra tonalidad afectiva menos explícita, pero que también aparece en sus relatos. Esta tiene que ver probablemente con lo que BUTLER denomina "la vida psíquica del poder", elaboración teórica con la que pretende profundizar las consideraciones FOUCAULTianas del poder como configurador de los cuerpos y subjetividades. Hace referencia a los procesos de constitución subjetiva cuya dinámica afectiva establece una imbricación compleja entre sujeción y agencia (BUTLER 1997, 2004). Las alteraciones de lo "normalizado" provocan complejos cursos emocionales. En los relatos analizados, las problematizaciones y las pequeñas transgresiones de las normas de género muestran una cierta dimensión dolorosa que aparece como culpa, miedo y vergüenza, fundamentalmente. La desujeción tendría una compleja dimensión no racional, no controlable y afectiva. No obstante, la elaboración de nuevos juegos de verdad y reflexiones críticas en un contexto colectivo permitió elaborar de alguna forma tales emociones negativas. [52]

La culpa se relaciona con la "desatención" de su rol de cuidadoras permanentes. El miedo y la vergüenza, con las prácticas nuevas, para las que no se sienten capaces ni preparadas.

"Yo a veces pienso en mis hijos también ... entonces ... jo, no llegaban al timbre de la puerta y les daba la llave ¿no? […] fue duro, duro". (T10)

"Yo, fíjate, con quien también, no te lo he dicho, se me ha ido, con quien tuve algún problema fue con mis hijos: me rechazaban mucho […] y eso algunas veces me lo he planteado, que igual me he ido demasiado, pero bueno, es así". (T1)

"Hombre, a la vez que ibas aprendiendo mucho también tenías muchos miedos, eras muy tímida, no te atrevías a preguntar ... […] había mucha gente que no nos atrevíamos al principio ni a abrir la boca". (T12) [53]

3.2.2.2 Intensificación de la resistencia y estrategias intersubjetivas

El ejercicio del dispositivo de género, tal como hemos comentado, pasaba por la regulación milimétrica de las rutinas femeninas; las alteraciones de éstas, con la tensión y la sanción que provocan, muestran la sedimentación y la operatividad eficaz de las relaciones de poder. En los relatos de esta experiencia, los testimonios indican una diversidad de tensiones generadas por la implicación en los centros, fundamentalmente por salir de casa a horas no habituales y porque estas salidas fueran para reunirse con otras mujeres. Las tensiones se fueron intensificando y desafiaron a esas mujeres, como las entrevistadas, que se implicaron en la institución. Las tensiones fundamentales emergen en las relaciones familiares.

"Entonces venían a casa a veces familiares míos, '¿pero qué? ¡Pero si es que estás dejando ...!' yo me acuerdo que un hermano, tuvimos unas broncas muy grandes, me decía: "estás dejando abandonados a tus hijos, a tu marido". (T1)

"Entonces encontraba choques, encontraba choques en la familia y con mi marido. Es decir, sí que tuvimos un tiempo en el que yo estaba como muy acelerada, porque era salir de la nada y claro, nos enfadábamos mucho, y me decía: 'hasta aquí hemos llegado', y nunca tiré la toalla, y yo seguía, yo seguía". (T8)

"Y él me decía: 'otra vez ¿no? Hoy te vas otra vez y las cosas de casa ¿quién las hace? ¿qué pasa?' Y yo a veces no le podía rebatir". (T7) [54]

Las tensiones no sólo son familiares, también se desatan en la propia comunidad y en el barrio, sobre todo cuando las mujeres de los centros comenzaron a participar de manera activa social y políticamente. No es extraño, tal como señalan las entrevistadas, que en ocasiones las insultaran con los adjetivos habituales que sancionan la feminidad no adecuada.

"En el barrio yo sí que me encontré con hombres ... y alguno me llamó puta. Dos. Uno en el autobús, me acuerdo que lo pasé muy mal, y otros que nos llamaban terroristas, en aquellos años. Porque decían que éramos 'putas' y 'políticas' las que estábamos en los centros". (T1) [55]

Las nuevas prácticas intersubjetivas, con los deseos que intensifican, llevan a una acentuación de las resistencias y a su articulación estratégica; tomamos el sentido que DE CERTEAU confiere al término estrategia, que tiene que ver con un cálculo de relaciones de fuerza que se ha vuelto posible por circunscribir un lugar propio para un sujeto de voluntad y de poder que, entiendo, puede ser colectivo (1990). La alteración práctica de pautas cotidianas vivida y significada colectivamente como una adquisición y una "conquista", – término éste que da cuenta de las tensiones emergentes –, introduce en el proceso la articulación de las resistencias para "defender" los derechos y la "vida" conquistada. [56]

En la relación con los maridos hay un cuestionamiento explícito de la autoridad naturalizada de los varones que desencadenó procesos y estrategias de negociación progresivas. En las entrevistas se describe un proceso de desplazamiento de las posiciones de desigualdad muy sutil, con astucia. En un momento en el que el divorcio está prohibido y es impensable para ellas, aparecen perfiladas estrategias cautelosas de resistencia "paso a paso". En el contexto de los Centros, se intercambian y se establecen nuevos modos de negociación, manejo de los conflictos y "educación" de sus propias familias, algo que muestra su propia configuración subjetiva como sujetos agentes. En las entrevistas aparece el recuerdo de toda una serie de formas de llevar esto a cabo.

"También nos venía muy bien el contraste de experiencias entre unas animadoras y otras. ¿y tú qué haces? ¿cómo te organizas? Y bueno, ¿cómo haces la comida? ¿y qué dices? Eh, no sé ... ¡nos organizábamos de tal manera!" (T 10)

"... entonces él empezaba a protestar. Entonces yo utilizaba mis estrategias: a él le gustaban los postres, yo era muy mala para hacer postres, he sido siempre. Ahora ya ni hago. Entonces le decía: 'mira, te he dejado un flan, un arroz con leche, pues hoy, si te parece, voy a venir tarde y puedes fumarte la faria y tal'. Y él: '¡ah! Así esperaré cuando vengas a ver qué me cuentas'. Y se quedaba el flan, el postre. Ahora me dice: '¡joder antes! El flan y el postre. Ahora: haz la cena, friega, y recoge porque ¡no sé a qué hora voy a venir!' " (T1)

"En los Centros decíamos: los privilegios que ya tienen los hombres, que los tienen solamente por el hecho de ser hombres, y porque realmente ha habido una sociedad de hombres que así lo ha programado y lo ha hecho ¿eh? Y que ellos son también otra causa más de algo programado, o sea que, que ellos, lo que es la persona, no es culpable de la situación. […] yo recuerdo que decíamos: haber, por un lado tenemos que hacer que ellos se den cuenta de que esos privilegios les perjudican, pero claro, un privilegio es muy difícil ver que te perjudica, porque si tú tienes que después de comer te sientas en el sofá a leer la prensa y nadie te molesta para nada, es difícil decir no (risas)". (T1) [57]

En general reconocen que lograron la complicidad de sus maridos.

"Ellos también se sentían un bicho raro. Yo recuerdo una vez que estaba José (su marido) con el delantal y llamaron a casa y era ... ¡tenía unos sudores impresionantes porque no se le soltaba el nudo del delantal y lo iban a ver con el delantal!". (T10) [58]

Por último, quisiéramos aludir a la referencia que en las entrevistas se hace a "las otras mujeres" aquellas que no pudieron establecer procesos de negociación con sus maridos y que se vieron obligadas por éstos a abandonar los centros. [59]

3.2.2.3 Nuevas estrategias de interacción. Desbordando la institución

He planteado la institución analizada como espacio desencadenante de un proceso concreto. Es más, según los análisis es también el elemento sustentador del proceso. Pero a su vez llega a "padecer", como constelación interactiva, los efectos de este proceso desencadenado. En función de los relatos y de los documentos del archivo, es evidente que tanto las materias y temas de formación y reflexión, como los objetivos de estos centros, fueron cambiando acentuadamente. Una muestra de ello es el paso del objetivo inicial de finales de los 60 enunciado como "que la mujer salga de casa" a uno de los objetivos del año 1975: "fomentar la participación social de las mujeres". Quienes consensuaban tales objetivos eran las responsables, mujeres que habían acudido en un primer momento como alumnas. [60]

Las nuevas prácticas se desplazaron progresivamente hacia otros ámbitos y generaron la participación activa de las mujeres en el ámbito sociopolítico en un momento histórico de incremento de las reivindicaciones políticas y las luchas obreras. En las entrevistas señalan la participación en reivindicaciones de infraestructuras en barrios mal acondicionados, creación y participación en asociaciones vecinales, creación de asociaciones de madres y padres en las escuelas, apoyo a luchas obreras relevantes del momento, organización de eventos en el barrio y, en el caso de algunas pocas, en militancia clandestina en partidos políticos.

"En San Jorge hubo muchas peleas con el paso subterráneo. Pues ahí estábamos todas las mujeres de los Centros […] y correr delante de los grises (la policía) ¡montones de veces!" (T12)

"Después, cuando salió la asociación de vecinos, pues cuando se iba a hacer el ambulatorio pues yo me acuerdo que íbamos con pancartas hasta el Gobierno de Navarra, fíjate tú, en aquellos tiempos, oye me acuerdo. Yo con los críos y todo, y bueno, pues, nos movíamos". (T 4)

"Las del primer año de 1975 y las del año 1976 hicimos un primer paso: entrar a la asociación de vecinos, entrar también a la parroquia y al colegio, pero nos metíamos casi todas ¿eh? […] íbamos además a cambiar, con unos objetivos muy claros de participación, y de que los colegios tenían que tener una coordinación, de que el barrio se tenía que crear células, haber un movimiento asociativo y al mismo tiempo participativo en el barrio". (T1) [61]

3.3 Una desujeción relativa: de la dominación a la singularización

Por último abordaré la consideración específica de este proceso de emancipación como proceso de desujeción vinculándolo a las distinciones conceptuales FOUCAULTianas en relación con los procesos de subjetivación y el ámbito ético. Una de las aportaciones más interesantes de los últimos libros de FOUCAULT son las herramientas teóricas para pensar y analizar los procesos subjetivos, perfilando un espacio de interacción entre las prácticas de si, las relaciones de poder y la ética. Tal como DAVIDSON ha señalado, al aislar la relación con uno mismo como componente separado de la ética, FOUCAULT abre una vía muy fructífera para establecer diferencias en la forma de asumir códigos normativos semejantes (DAVIDSON 1986). Y estas diferencias, pienso, responden a la operatividad de dispositivos de poder. [62]

Como la profundización teórica no es objeto de este artículo, aludiré simplemente a la distinción entre "morales orientadas hacia el código" y "morales orientadas hacia la ética" que señalan la distinción en modos de sujeción, es decir, de vincularse – y producirse a uno mismo en ese vínculo –, con los códigos normativos. En las "morales orientadas hacia la ética", se intensifica la problematización del propio sujeto en tanto actividad reflexiva de estilización o autoconstitución de la existencia. Es en este espacio donde FOUCAULT sitúa la eventualidad de las prácticas de libertad (1984a). La cuestión de la desujeción no se relaciona sólo con las normas específicas de los códigos, que podrán subvertirse o no, sino también en el tipo de lazo que establecemos con ellas. La práctica de la libertad, siempre limitada, pasa por "dejar de ser quienes somos" – déprise de soi – en tanto sujetos producidos en dispositivos de poder. En la historia colectiva que he tejido, se da en este aspecto una coincidencia y una heterogeneidad intersubjetiva. [63]

Por un lado, en los relatos se perfila un proceso de desujeción compartido, que aparece como distancia crítica y problematizadora de las mujeres que eran/habían sido y con las normas que las regulaban y las producían. Este desplazamiento, desde una moral orientada al código hacia una orientada hacia la ética, es compartido y está posibilitado por dos elementos: la práctica explícita de una actividad crítica y reflexiva, y el cuestionamiento de sustancias éticas o normativas concretas, fundamentalmente las religiosas y las sexuales. El dispositivo de género en el que se habían constituido enfatizaba, como hemos señalado, la obediencia y el servicio a otros de las mujeres. Introducir la crítica y la reconsideración de su relación con las normas es un proceso vivido como una ampliación de sus posibilidades. [64]

Por otro, en este desplazamiento del cuidado de otros hacia el cuidado de sí, implica procesos de singularización; en el "después", las historias comienzan a multiplicarse y especificarse. La apertura de espacios para la experiencia implica el incremento de los deseos y de las posibilidades de decisión y acción. Así, después de unos años en los centros, todas las entrevistadas comenzaron a plantearse itinerarios particulares. La homogeneidad que una situación de dominación como la analizada genera se fractura para enriquecerse. Los "después" de la historia siguen abiertos y son variados. Muchas mujeres retomaron sus estudios, otras buscaron trabajo asalariado, otras se implicaron en movimientos y colectivos diversos. Probablemente, como todos, siguen enmarañadas en relaciones de poder antiguas y nuevas; pero, según lo analizado, relaciones de poder menos rígidas; móviles y situadas. [65]

4. Conclusiones

He perfilado un análisis genealógico de un proceso emancipatorio de un grupo de mujeres en un contexto sociohistórico específico. El análisis me ha permitido destacar ese proceso como emancipatorio y remitirlo a una actividad colectiva de problematización estratégica de normas que suele pasar desapercibida. Partía de una intuición: que el paso por aquellos Centros había transformado radicalmente a muchas mujeres. Tal intuición, como he señalado, tiene que ver con mi propia experiencia. La infancia en un barrio obrero del final del franquismo se ve sacudida cuando una madre comienza a ser otra cosa que un ama de casa abnegada, a hacer algo nuevo que fractura las evidencias naturalizadoras del género y sus definiciones, a realizar junto con otras mujeres algo que conlleva una tensión nueva con las normas. [66]

El relato de este proceso emancipatorio cristaliza las experiencias de las mujeres entrevistadas. En función de mi interpretación de sus palabras y de sus precisiones he considerado, en términos FOUCAULTianos, que fue un proceso de liberación y que discurrió de un estado de dominación, en el que "ser mujer" estaba sobredeterminado discursiva y prácticamente, a una situación más flexible en relación con las posiciones de poder; de una situación homogénea y rígida a una movilidad y apertura de posibilidades que pasa por la problematización y la resignificación de género. Es un proceso específico; no he pretendido, por tanto, ninguna definición sustantiva de los procesos de liberación o de los dispositivos de género. He atendido a una problematización en el seno de una política de la verdad y de sus efectos en la vida de un grupo de mujeres. [67]

Notas

1) Creo que esto no es cierto, que sus herramientas analíticas permiten la investigación de la complejidad del dispositivo de género evitando las homogeneizaciones y las simplificaciones, tal como hemos expuesto en otro lugar (AMIGOT & PUJAL 2006). Sin embargo, algunas de las distinciones teóricas propuestas por este autor resultan ineficaces para analizar la operatividad del dispositivo de género. La discontinuidad tajante entre violencia y poder (FOUCAULT 1984a), por ejemplo, olvida las situaciones intermedias que son las que caracterizarían en muchas ocasiones a las situaciones de colectivos femeninos. <regresar>

2) Aunque él no lo desarrollara efectivamente en su trabajo. <regresar>

3) En el año 1970 tenía 150.000 habitantes, en 1980, año en el que finalizamos el análisis, 180.000, en la actualidad, 200.000. <regresar>

4) Claves de trascripción:

[…] Sección de la trascripción omitida

... La frase queda en suspenso por unos segundos

/.../ Pausa en el relato

/ehm/ Interjecciones

Cursiva Énfasis de la entrevistada <regresar>

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Autora

Patricia AMIGOT es profesora ayudante de Psicología Social y Estudios de género. Sus intereses incluyen: analítica FOUCAULTiana del poder; teoría feminista; subjetividad, sujeción y agencia.

Contacto:

Dr. Patricia Amigot

Trabajo Social
Universidad Pública de Navarra
Campus de Arrosadía
31006 Pamplona, España

Tel.: 00 34 948 169693
Fax: 00 34 948 169169

E-mail: patricia.amigot@unavarra.es

Cita

Amigot Leache, Patricia (2007). Más allá del discurso: Análisis genealógico de un proceso de transformación intersubjetiva de género [67 párrafos]. Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, 8(2), Art. 9, http://nbn-resolving.de/urn:nbn:de:0114-fqs070295.

Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research (FQS)

ISSN 1438-5627

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