Volumen 4, No. 2, Art. 39 – Mayo 2003
La escritura de transición: Reflexiones en torno a la composición de una disertación doctoral en metodología narrativa1)
Chaim Noy
Resumen: En este artículo analizo empírica y teóricamente la experiencia que he recogido a lo largo de la escritura de mi trabajo doctoral mediante metodología narrativa. Además me concentro en las tensiones que son características de la escritura académica en el contexto de la investigación cualitativa, tensiones a las que me he enfrentado a lo largo del trabajo, y con las que he luchado. A través de la escritura de una autoetnografía inspirada también teoréticamente, reflexiono sobre la región entre el proyecto de investigación y el trabajo doctoral en sí, y así, sobre el viaje de iniciación de un principiante a través de una vivencia narrativa construida que se encuentra en formación y sobre la relación entre el relato sobre identidad y transformación del turista con mochila, y mis propios relatos, que investigué yo mismo. En la medida que lo hago, problematizo una parte del ritual de transición académico a saber, la constitución de un trabajo doctoral moderno en tiempos de investigadores y escritura posmodernos.
Mi discusión con esta temática está inspirada en la experiencia de viaje, un viaje entre las narrativas de viaje de mis entrevistados y la mía propia (mientras escribía el doctorado), entre "campo" y "escritorio"; entre el paradigma positivista y el interpretativo; entre el proyecto y finalmente el trabajo doctoral; entre fuentes paternas y maternas de la escritura y entre escritura científica y literaria. El artículo quiere ser una contribución a la investigación de la subjetividad y la reflexividad dentro del creciente paradigma de metodología cualitativa, a la investigación de rituales de transición en comunidades e instituciones, y se trata para mí finalmente de la pregunta, de si el relato puede contener al vencido y quebrado yo postmoderno.
Palabras clave: narrativa, identidad, autoetnografía, ritos de pasaje, escritura, trabajo doctoral, moderno, posmoderno
Índice
1. Introducción: ¿dónde comienza una jornada?
2. La jornada desde la propuesta hasta la disertación: cómo se "liberó" el doctorado
2.1 La propuesta
2.2 Repensando el propósito
3. Escritura de disertación
3.1 Cuestiones de autoría: ¿por qué no escribir la disertación con una pequeña ayuda de mis amigos?
3.2 Formas de presentar el escrito: normas de transcripción y edición
4. Comparando reflexiones: mochileando en la academia
5. Epílogo
1. Introducción: ¿dónde comienza una jornada?
"Gracias a mi reloj puedo ver, sin retirar mi mano del mango izquierdo del manillar de la moto, que son las ocho y media de la mañana".
Robert PIRSIG, Zen and the Art of Motorcycle Maintenance (1974)
¿Dónde empieza una jornada?
¿Con una pregunta, una búsqueda?
¿Como ésta?
¿Cuando se escribe al respecto?
Narrativa como una jornada
Al pensar en ello, es difícil localizar con precisión en donde comienza una jornada. ¿Acaso los viajeros, a quienes investigué en mi disertación, empiezan la jornada en su llegada al Cuzco o a Katmandú? O cuando, en su camino hacia allí, hacen una parada en Nueva York o Tokio por algunos meses con el fin de trabajar y ganar fondos adicionales para el extenso viaje? O, ¿tal vez cuando abordan el avión para dejar su tierra natal; o tal vez antes de eso, cuando recopilan historias de aventuras y viajes o trotamundos veteranos, y de esa forma se inscriben en el círculo de los prospectos a trotamundos, mientras que sus historias de identidad son moldeadas en un viaje comunitario? [1]
Y ¿cuando empieza la jornada de la disertación2)? ¿Cuando uno viaja, "en la jerga etnográfica" (BOCHNER & ELLIS 2002), y entra en el "campo"? O antes de eso, ¿cuando la propuesta de disertación es aceptada (un pequeño rito de pasaje) y el camino al viaje es trazado? O ¿cuando se es aceptado en un programa de graduados? O ¿antes de eso, cuando uno inicia su jornada académica y se matricula como un pregraduado? O ¿antes de eso, cuando el padre de uno es un profesor universitario del folclor judío y la madre es una arqueóloga, y algún vago y nebuloso sueño es tejido durante los años del período de latencia, para ser despertado y perseguido años después?
Recuerdo que jugaba con las interminables pilas de papeles de borrador de mi padre, ásperos y estropeados, sobre su lado blanco y limpio. Todos eran tomados de un largo y oscuro espacio que estaba entre las dos plataformas de madera gruesa y oscura, que formaba el escritorio sin tiempo de mi padre.
Siempre se me permitía el acceso a este abundante suministro de papeles borrador. No recuerdo específicamente lo que escribí, ni cuáles eran las muchas palabras escritas al respaldo de los papeles usados (probablemente correspondencias en Yiddish, borradores de publicaciones clavadas en el papel por un mecanógrafo, papeles corregidos que sus estudiantes entregaban, y cosas por el estilo). Solo recuerdo que allí había, en la parte de atrás, una presencia. Significando algo más. Levantando mi cabeza vería una pintura evanescente en el alféizar de la ventana. Sus padres. Tolerando la escritura. El telón de fondo no es claro (¿en mi memoria?). Kolomia, Galicia. Los veintes o los treintas3). [2]
Con la narrativa, es comprensible preguntarse donde empieza todo. Pero, ¿cómo comenzar a escribir? Es decir, como escribir – y como leer – las propias reflexiones de uno mismo en una forma pletórica de teoría. La autoetnografía es un género que sugiere innovadoramente que en algunos casos, escribir acerca de y a través de uno mismo, es muy ilustrativo en términos académicos. El escritor habla consigo mismo ("auto"), como un sujeto de una indagación social o cultural más amplia ("etno"), cara a cara con una escritura evocadora y reveladora ("grafía") (ELLIS 1993, 1999). El trabajo habla de aquellas dimensiones constitutivas que en el lenguaje convencional y ordinario son borradas o juegan un rol secundario. Éstas incluyen experiencias personales vividas, relaciones entre los investigadores y su trabajo, procesos (más que resultados o productos), etc. (RICHARDSON 1997). [3]
No hay receta o forma correcta de escribir una autoetnografía. Por ejemplo, en algunos pocos de los trabajos en el campo teórico, hay supuestos que están completamente implícitos, o que son mencionados pobremente (DENT 2002; RONAI 1999). En tales casos la contribución gira en torno al conocimiento profundo que tengan los autores en el tema en cuestión, y la articulación compleja que los textos hagan de dicho acervo y de sus innovaciones. En otros casos las perspectivas teóricas son explícitamente presentadas, a veces separadamente (ELLIS 1993), o a veces de una forma entrelazada, en donde están en diálogo a través del texto, en donde este diálogo es lo que teje la trama del texto (GUREVITCH 2000; JONES 1998, 2002). Actualmente, encuentro que la última es la posibilidad que mejor transmite mis propios esfuerzos a través del trabajo. En todos los casos, y en este también, el texto articula una evocadora narrativa personal, puesto que desea inquietar y mover a sus lectores en formas que no son sólo metafóricas; es, en efecto, un escrito hecho con el corazón (ELLIS 1997, 1999). [4]
Y es precisamente desde la perspectiva de la investigación narrativa (específicamente dentro de la psicología) que deseo referirme a y controvertir sobre algunas nociones globales acerca de la narrativa. De acuerdo con algunos académicos, las experiencias vividas de la gente y sus historias de vida son concebidas como portadoras de cualidades tales como "unidad", "propósito", "orientación", "seguibilidad"4), dado que comunican una realidad psíquica interna (McADAMS 1993, 1997; McADAMS & BOWMAN 2001). Mientras escribía lo que viene a continuación, fue claro para mí que la investigación científica moderna forma las historias de vida y las experiencias vividas en términos de coherencia y progresión, mientras que la narrativa posmoderna puede ser percibida como un género menos coherente y más fracturado, y también como un género que no sólo comunica o refleja la propia identidad, sino que evoca, se desempeña y se constituye en el evento de la narración. Al subrayar la polisemia y multiplicidad de los textos, me inspiro en el trabajo de Umberto ECO, y en particular en las ideas propuestas en el Obra Abierta (Opera aperta, ECO 1962/1989). Las nociones complementarias de "ambigüedad", por un lado, "apertura interpretativa"5) por otro lado, sugieren un marco hermenéutico muy distinto para una investigación narrativa: una combinación (contaminación) de géneros que evolucionan continuamente, e inspiran nuevos significados, entre escritor y lector, relator e interlocutor. [5]
2. La jornada desde la propuesta hasta la disertación: cómo se "liberó" el doctorado
"En el marco de la teoría de literatura de viajes, ya es hoy en día un lugar común el reconocer las formas en que el viaje es una forma de escribir y escribir es una forma de viajar"
Susan STEWART, Crímenes de la literatura (1991)
Al mirar atrás a mi propuesta de doctorado, con fecha del 22 de julio de 1997, encontré que, curiosamente, su título no tiene nada que ver con la investigación que proyecté. Es más bien una declaración acerca del carácter formal del documento, firmado hace cinco años: "un programa de investigación enviado para su aprobación, es un plan de disertación". El título seguido de cadenas de pequeñas letras, a las cuales no parezco prestar mucha atención, ojeándolas rápidamente, descartando su fastidio potencial como "mera burocracia". Hacia la parte inferior de la página está impreso el título de mi trabajo: "La gran jornada: análisis narrativo de las historias israelitas de senderismo"6). Al lado están impresos los nombres de mis consejeros y el mío, acompañados de firmas escritas a mano: tinta de color azul vivo y rosado – la pluma de Amia –, convencionalmente simbolizando autenticidad o singularidad (DERRIDA 1988). La siguiente ocasión en que alguien firmara cualquier cosa sería cuatro años después, en la portada empastada de la disertación. Lamentablemente, estas son las dos únicas ocasiones de escritura a mano, de ese "seguimiento del objeto" (STEWART 1993, p.14). Sellos que confirmaban la autenticidad, por encima de la disertación propuesta y enviada, por encima de las partes externas y empastes del trabajo, en lugar de ser internos, en el cuerpo del texto, interrumpiendo, aunque sea ligeramente, con convenciones impresas. [6]
Me doy cuenta de que la propuesta de disertación está escrita como un contrato, como un documento legalmente comprometedor. Describe la tarea que el investigador se asigna a sí mismo, y cómo la llevará a cabo. El lenguaje es autoritario, transmitiendo el supuesto conocimiento que el autor tiene del campo y los géneros que lo constituyen. Como lo sugiere la palabra "propuesta" en cursiva, es un contrato escrito en tiempo futuro – es un programa prospectivo que retrata una trayectoria de la "teorología" (teoría-y-metodología) a través de las cuales viajará el investigador con el fin de alcanzar las metas "científicas" deseadas. La discusión teórica debería racionalmente conducir a los procedimientos metodológicos, y estos deberían sistemáticamente llevar a los "hallazgos" pronosticados. Mientras en la investigación positivista y post-positivista se deja alguna libertad para cualquiera que pueda ser el desenlace, la estructura que conduce al resultado, es decir, la jornada, la narrativa, no es negociable. Es una convención, no una conversación; y la propuesta es la agenda de la jornada o el itinerario, en torno al cual hay acuerdo desde el comienzo. [7]
Al discutir un marco de trabajo nuevo y más creativo para escribir propuestas de disertaciones narrativas en psicología, JOSSELSON y LIEBLICH (2002, p.260) ofrecen lo que parece ser más general y aplicable a una variedad de campos cualitativos:
"En esa investigación narrativa hay un viaje de descubrimiento – un descubrimiento de significados que constituyen el participante individual y que son co-desarrollados en el proceso de indagación – en el que los investigadores no pueden saber desde el principio lo que hallarán ... En la mayor parte de programas de postgrado en psicología, la estructura de las tesis o de propuesta de disertación es dictada por el paradigma positivista cuantitativo. Las hipótesis a probar son presentadas y localizadas dentro de la tradición o teoría de las cuales emergen. Se emplean métodos para probar las hipótesis definidas. Se especifican análisis estadísticos que serán llevados a cabo ... Introducción, método, resultados y discusión." [8]
En mi jornada de disertación me propuse indagar sobre un fenómeno social colectivo en Israel, que consistía en un emprendimiento de viajes a destinos lejanos por parte de mochileros israelitas jóvenes, judíos, de clase media, justo cuando completaban el servicio militar obligatorio. El cuerpo principal de la propuesta, el "trasfondo teórico", incluía tres partes que trataban de tres perspectivas separadas pero convergentes: los mochileros como peregrinos, los mochileros como turistas, y la específica cohorte de mochileros que son adultos jóvenes. [9]
Cuando envié la propuesta para su aprobación, a fines de julio de 1997, honestamente pensé que éstas eran las principales conclusiones teóricas sobre las que debería preocuparme e investigar durante los próximos años. Se sugirió una investigación comprensiva, sistemática y escalonada, próxima al campo del turismo mochilero a través de una amplia indagación inspirada en las tres diferentes perspectivas teóricas. [10]
Esa era mi idea al comienzo. [11]
Sin embargo, siguiendo a JOSSELSON y LIEBLICH (2002), y considerando que en un campo donde los procesos y la hermenéutica son parte de una parcela de nuestro trabajo –un campo definido como "una serie de tensiones, contradicciones y titubeos" (DENZIN & LINCOLN 1994, p.ix), es difícil imaginar que dicho trabajo debería o habría de desarrollarse precisamente o incluso aproximadamente dentro de las directrices propuestas. Y así, de forma lenta pero segura, la disertación empezó a alejarse de su propósito. Paralelo a mi inconformidad y angustia creciente me di cuenta de que si alguien hubiera visto esos dos documentos – el primero, el precedente y comprometedor (la propuesta) y su consecuencia o resultado – sólo podría encontrar, a lo sumo, una vaga conexión entre los dos. [12]
La disertación consistía en dos grandes capítulos que, de nuevo, como si fuera en contra de mi voluntad, tenían cada uno unas doscientas páginas. No era algo que planeé ni que hubiera deseado, y ninguno de ellos lidiaba con los tres tópicos que había descrito y a los que me había comprometido en la propuesta. [13]
El primer capítulo revisaba las posturas en las historias que los mochileros repetidamente decían y escuchaban. "¿De dónde vino eso?", me preguntaba continuamente a mí mismo. Desde la semiótica hasta el análisis de la conversación, desde la socio-lingüística hasta el análisis narrativo, desinteresadamente escribí un ensayo sobre cómo los mochileros construyen un canon intertextual y cómo lo citan y apropian en sus narrativas. El segundo capítulo era una indagación de tipo social, y estaba influído por teorías feministas y sociológicas. Las narrativas incluidas que encontré reveladoras eran presentadas sobretodo por mujeres mochileras –exigía una lectura, interpretación y presentación distinta, de la que estaba incluida. [14]
"Arriba en mi cabeza" supe que tales experiencias de narrativas de experiencia personal sugieren y abren una casi infinita variedad de lecturas que creativamente envuelven, como resultado del encuentro entre el material y el investigador, la literatura e ideas a las que él no ha sido expuesto, y así sucesivamente. Esto redacta la jornada del investigador. Pero saber esto no tranquilizó mi inquietud emocional. Estaba atrapado. Me sentí muy mal por la orientación que tomaron las cosas. Sentí, debo admitir que suena cruel, que yo estaba engañando y no siendo confiable (¿pero para quién?). Sentía que estaba haciendo algo mal. Adicionalmente, y en consecuencia, también estaba decepcionando a alguien, alguien importante, tal vez un imaginario "revisor anónimo" de mi trabajo. Yo había prometido algo que no entregué, y entregué algo que no se me pidió (y sobre lo cual hubiera podido no recibir aprobación para empezar). No es que descuidé una u otra perspectiva, sino que simplemente tomé una dirección enteramente distinta (o la nueva dirección me tomó a mí...). Visto estrechamente, un largo paso o fase conceptual estaba faltando entre la propuesta inicial y la disertación final; visto más ampliamente, lo que evolucionó fue simplemente un trabajo completamente distinto. [15]
Mientras escribo estas líneas pienso: ¿acaso un "trabajo distinto" no equivale a un "investigador diferente"? ¿Escribir no es, acaso, una evolución? (MINH-HA 1989; RICHARDSON 1997)7) ¿Acaso al escribir no estamos cambiando, transformándonos? (FLEMOS & GREEN 2002) ¿Podríamos entender la disertación como unas memorias, como un diario erudito de cualquier clase? En ese caso, ¿yo era diferente?, ¿Acaso el Chaim de 1997 difería del Chaim de 2001? ¿El Chaim de 2001 se mantuvo adherido a las expectativas, programas y promesas del Chaim anterior? [16]
¿Debí hacerlo? ¿Acaso desvié mi camino? [17]
Pero en algún lado en mi cuerpo estaba claro: entre más, mejor. Entre más se libere y aleje mi disertación, entre más viaje, más generativo y creativo será el proceso. Entre más, mejor.
Practico una forma pacifista de arte marcial llamado Aikido, una práctica de relación social. He aprendido mucho de mi trabajo y de mí mismo a través del concepto oriental del Tao, el Camino, o el Japonés Do – como en JuDo, Karate-Do y el arreglo de las flores KaDo (ikebana). Curiosamente, Do se traduce ya sea como "El Camino de ..." o "El Arte de ...". En la práctica concibo el "Camino" como referente a dimensiones sistemáticas, arduas, esmeradas. Involucra la totalidad de la persona viviente y no se limita a la vida mental o intelectual. Al mismo tiempo, Do es también un "Arte". En este sentido transmite lo creativo, aquello que no es planeado, lineal y progresivo. Tiene que ver con generación, innovación y espontaneidad.
A través de los años de investigación y escribiendo la disertación, me he referido jocosamente a mí mismo como un estudiante de Do-ctorado. La disertación fue para mí un "Camino" de practicar y al mismo tiempo un "Arte" de explorar, cada uno complementando al otro. [18]
Sólo fue después, en retrospectiva, que caí en cuenta que el cambio y el desarrollo de mis intereses e investigación estaba estrechamente relacionado con otro trabajo que hacía al mismo tiempo, otras investigaciones teóricas que proseguí intensamente. Ese cambio que empecé a notar, fue una consecuencia natural de crecimiento intelectual y académico, y se reveló dentro de contextos sociales, organizacionales e investigativos (RICHARDSON 1997). Pero en el momento de escribir yo no podía validar o justificar lo que ocurría. Yo estaba más que desorientado con mi intenso interés en posturas y vivencias en las narrativas de los mochileros, y con la forma y tamaño que asumió en mi trabajo. La forma y el tamaño, y el hecho de que ello no fue siquiera mencionado en la propuesta, me sugirió que podía ser demasiado idiosincrásico. Que era en exceso una reflexión de "mis propios" intereses, de "mi propia" agenda, pensé. [19]
Al pensar acerca del propósito en una forma retrospectiva y más teórica, he llegado a sentir que el propósito había agotado todos los campos teóricos con los que lidió en el momento en que fue escrito. Gradualmente vine a concebirlo ya no en términos de un probable documento legal, sino como un capítulo más personal y reflexivo en un diario continuo, el diario de mi jornada de investigación. En lugar de excluirlo del cuerpo del trabajo, y definiendo las tensiones contractuales que surgen de tal exclusión, deseo pensar al respecto de una forma más inclusiva. Así, la propuesta podría no proponer lo que se avecina, sino comunicar y reflexionar sobre la posición actual y el estado del investigador en relación a cuestiones teóricas, metodológicas y de presentación. En lugar de un comprometedor documento de prospectiva, llegaríamos a un "diario académico", sirviendo como un punto de referencia para el mismo investigador, así como para otros lectores, tales como los miembros del comité, permitiendo así una impresión del "lugar" actual del investigador. La propuesta en este sentido es una "introducción", un "primer-paso", un franco capítulo reflexivo en un recorrido más largo, que éste referencia y presenta en modo performativo. No es un programa comprometedor que niegue la posibilidad de sorpresa, o las formas ilimitadas en que la investigación y el investigador podrían desarrollarse. Un planteamiento, más que una propuesta. [20]
En efecto, lamento no haber hecho un mayor uso de la propuesta como una forma para sondear dentro de mí mismo e indagar dónde estoy ahora o donde estoy actualmente con respecto al material con el que trabajo. Tal indagación generaría un documento reflexivo y hermenéutico en lugar de uno positivista, un documento que describa y no que prescriba. Esto no es para sugerir que omitamos por completo la discusión de la teoría y literatura en la propuesta, sino que estas discusiones no deberían ser dirigidas al futuro; más bien deberían reflexionar sobre el presente y el interior.8) [21]
Esto involucra también a la disertación. Ya no la veo como un producto terminado localizado al final de una agobiante línea de manufacturas, sino como una reflexión de su propia transformación. Una reflexión de los numerosos ("diarios") titubeos, desafíos, retiradas, rupturas, frustraciones, iluminaciones, satisfacciones e inseguridades que encontramos y que comprometen el silencioso, o el silenciado, tejido de nuestro trabajo.
Viene a la mente un proverbio Yiddish, Men tracht un Got lacht (el ser humano planea y Dios ríe). Apunta a las complicadas tensiones inherentes a percibir el flujo del tiempo y al primordial deseo humano de planear lo que "está por ocurrir" (futuro) , i.e. para concederle la inteligibilidad o interpretabilidad" (DERRIDA 1990, p. 993). Dios, parece, no se ríe de los humanos sin razón, ni se ríe por problemas o desgracias. Tiene una carcajada, sin embargo, a causa de nuestros intentos de domar el tiempo y controlarlo. La ciencia, como un esfuerzo principalmente moderno y masculino de predicción, es perceptiblemente gracioso para Dios. [22]
Mientras que hasta el momento he reflexionado en el espacio inscrito entre lo que se propone y lo que se materializa después, ahora discuto sobre algunas conclusiones respecto a mí mismo. La primera alude a mi insatisfecho deseo de literatura compartida, el segundo alude a aspectos estilísticos de mi presentación con los que luché en la disertación. [23]
3.1 Cuestiones de autoría: ¿por qué no escribir la disertación con una pequeña ayuda de mis amigos?
El individualismo y la Ilustración, y específicamente el academicismo, se desarrollaron juntos durante la misma era no por casualidad. En "Crímenes de la literatura", STEWART (1991) apunta a la percepción inicial de la autoría y al derecho de las evaluaciones intelectuales, en tanto ideas, así como a las circunstancias socio-históricas que engendraron tales nociones en el siglo dieciocho. Siguiendo las discusiones de FOUCAULT acerca de HOBBES, STEWART se refiere a las "convenciones de la atribución" (p.9) y señala que
"Estos conceptos establecen la plataforma para el desarrollo que hubo en el siglo diecisiete de los principios liberales clásicos de la propiedad intelectual... La idea de que nadie es tanto el amo de sus bienes como el hombre es el amo de los productos y la labor de su mente, emergería en una forma compleja concerniente a la naturaleza del trabajo, materialidad y propiedad y, eventualmente, la relación de estos conceptos a la labor mental y la originalidad... La idea de propiedad personal de palabras, o ciertamente propiedad personal del orden de las palabras, no estaba disponible" (pp.9-10; también RICHARDSON 1997, pp.12-22).9) [24]
Ahora, ciertamente hay una inclinación en círculos académicos hacia la autoría individual (las publicaciones co-producidas son excepciones a la regla), pero no hay lugar en esta escena escrita donde la autoría individual esté tan vehemente y ortodoxamente observada como en el caso de las disertaciones. Si bien muchos trabajos pueden ser legítimamente co-producidos (desde una ponencia en un seminario hasta una enciclopedia), la disertación difícilmente puede imaginarse como co-escrita. El escribir una disertación y graduarse, proceso localizado en el corazón de la academia, es una forma de un rito de pasaje institucionalizado o, mejor, un rito de institución. Este rito, que está históricamente embebido en la era de la ilustración, constituye un rito de pasaje esencialmente moderno e individualista; constituye al académico moderno en una institución moderna. [25]
Mi encuentro con las restricciones implícitas alrededor de la autoría individual fue impactante, dado que yo tenía una necesidad y un deseo de compartir mis ideas y discutirlas con compañeros investigadores jóvenes que hubieran investigado a los mochileros israelíes y escrito tesis y disertaciones (o estuvieron investigando/escribiendo) sobre el tema en los últimos años.10) Esto es, yo no quería simplemente discutir estos asuntos y luego encerrarme en mí solitariamente, o simplemente mencionar a mis colegas en las referencias citándolos como "comunicación personal". En lugar de eso, pensé que estas discusiones tenían el potencial de inyectar ideas originales, ideas al menos tan valiosas como mis propios "productos intelectuales" (STEWART 1991). [26]
Dónde dice, pensé, ¿dónde hay una prueba de que recoger datos, analizarlos, interpretarlos y presentar el conocimiento en una forma solitaria es preferible de alguna manera a hacerlo en colaboración? Si yo estaba ilusionado en tener conversaciones con mis colegas, me preguntaba ¿por qué no podía (literalmente) discutirlo con ellos e incluir estas conversaciones como parte integral de mi trabajo? [27]
ELLIS y BOCHNER (1996, 2002) sugieren, y exponen, un género basado en el diálogo, en el cual el conocimiento social es creado y presentado al mismo tiempo. El constructivismo social relacional sugiere que ésta es la forma en que el conocimiento es creado (GERGEN 1994, 1999). Así que ¿por qué no había espacio para ello en esta disertación? Más aún, el trabajo de HANDELMAN (1993, 1994) y RICHARDSON (1997) sugiere que es la estructura institucional de nuestras "carreras" individualistas, y no otra cosa, algo "natural" o "esencial" que nos lleva a descuidar las opiniones de aquellos colegas con los que encajamos. Están "ausentes" de nuestro trabajo (HANDELMAN 1993) las voces de compañeros académicos, amigos colegas, y miembros cercanos de nuestra comunidad – la comunidad que realmente comparte con nosotros – repitiendo, citando, resonando, ampliando ideas. [28]
Originalmente mi idea fue enviar los capítulos que escribí a mis colegas para solicitar comentarios y que se extendieran en mis ideas tanto como juzgaran apropiado. Dado que esos capítulos incluyeron discusiones de su trabajo, deseé tener una conversación, un mini simposio que tuviera lugar dentro de los límites de mi disertación. Una conversación que, sin duda, iluminaría de una forma inestimable el objeto común de nuestra investigación. De esta forma, pensaba (y todavía lo hago), los lectores del trabajo estarían frente a más de una perspectiva o postura, y podrían leer en el mismo compendio reflexiones, e incluso críticas, tanto sobre mis ideas como sobre el trabajo previo del contribuyente. Esa jugada prometía enriquecer la pieza, hacerla polifónica, imparcial. [29]
Pero entre más me emocionaba, más fuertes eran mis dudas. Mi temprano entusiasmo me había llevado a creer que este debate tendría lugar en el interior del trabajo, formando una parte integral de éste. Gradualmente, cuando vine a ver que una disertación doctoral con colaboraciones no sería aceptada, consideré trasladar – degradar – las discusiones y conversaciones al apéndice, aquella región que yace en algún lugar en los bordes de la propia autoría (donde se adjuntan los cuestionarios, se encuentran todas las transcripciones, etc.). [30]
Sin embargo, debo admitir que estas ideas no fueron probadas, y por pocas causas. Primero, el mensaje que recibí de mis entornos académicos inmediatos, si bien sutil, no comunicaba el mismo entusiasmo usual del que yo gozaba. De ninguna manera había una franca oposición a las ideas, sino que más bien eran vistas como una curiosidad, una anécdota, una cuestionable añadidura que podría hacer o no algún bien. De hecho uno de mis mentores dijo: "es una buena idea, Chaim, pero ahora ve y continúa con tu trabajo". Mi entusiasmo por los nuevos territorios de conocimiento no era compartido, y dado que yo constantemente sentía que estaba atrasado en mi cronograma de la disertación, y estaba de alguna forma obsesionado y ansioso con mi equivocación con respecto a la propuesta (como lo mencioné arriba), no fue difícil domesticar mi entusiasmo creativo. Segundo, debo admitir que había también un temor de mi parte, producto del hecho de que yo iba a presentar mis ideas, en su totalidad, todavía sin empastar y sin "firmar", a colegas trabajando exactamente en el mismo campo. Yo no estaba muy seguro de hacerlo ¿ellos me corresponderían?, ¿mostrarían apertura a mi iniciativa?, ¿no dirían que esas ideas son suyas? Estaba avergonzado de algunos de mis pensamientos, los cuales reiteraron algunas de las ideas previamente mencionadas sobre "propiedad intelectual" en lugar de oponerse a ellas. Y la vergüenza, en realidad, no revitalizaba mi entusiasmo y creatividad. [31]
Así que finalmente recaí y me confiné de nuevo a un formato más tradicional y menos atento a una revisión detallada en forma de diálogo sobre el trabajo de mis colegas (ver nota 10), la cual tomó la forma de un sub-capítulo. En efecto, fui su único autor, si bien el estilo del escrito no era la usual revisión literaria orientada a la teoría, sino más una cercana y detallada – y "personal" o como en un diálogo – discusión con sus posturas y trabajos. Sentí que esto le dio a mis compañeros investigadores una mayor atención y espacio que el que habrían recibido si yo hubiera revisado su trabajo de una forma convencional. [32]
3.2 Formas de presentar el escrito: normas de transcripción y edición
El paso de la propuesta a la disertación fue también un paso desde lo pragmático o instrumental a lo expresivo y artístico. Mientras el primero era un documento indicando lo que el investigador debería alcanzar, el último era la conclusión materializada del trabajo. Sin embargo, cuando lo escribía, estaba claro que el trabajo no podría ser transmitido en el género sugerido en la propuesta. Así que era un proceso progresivo en el cual intenté ajustar la tapa correcta en la olla de las entrevistas – los mochileros – y yo había construido, en lugar de elegirla, la decisión de que yo debía escribir de una manera distinta (comprometedora, como lo planteó DENZIN [1999] en una "guerra de guerrillas contra las estructuras represivas de las vidas cotidianas" [p.572]). Pensé que si escribir es una "forma de pensar" (BECKER 1986; RICHARDSON 1997), entonces yo debía buscar la forma más apropiada de pensar para mi trabajo. [33]
Intentar dar voz a la experiencia personal es completamente imposible con el lenguaje positivista, el cual se dirige a un supuesto "lector universal, pasivo, no engendrado" (FRANK 1995; RICHARDSON 1997; SPARKS 2002, p.218). En este caso – donde me encontré investigando experiencias corporales que eran narradas por mujeres mochileras –, hice frente a la necesidad de crear una nueva terminología donde los términos tradicionales o convencionales no existían o portaban asociaciones irrelevantes. Estaba explorando un lenguaje de investigación y representación, y esta creación de lenguaje, la cual era inicialmente sólo instrumental, gradualmente se convirtió en un objetivo en sí misma. Batallando con la pregunta sobre cómo escribir experiencias de un "cuerpo vivo en movimiento", no pude apelar a usar el tipo tradicional de escritura supuestamente neutral. La necesidad de dar un sentimiento vivo y tangible a las experiencias presenciales que los mochileros narraban era una responsabilidad académica, un esfuerzo intelectual y un desafío. He lidiado con esto en dos niveles separados: la representación visual de diferentes posturas presentadas en el trabajo, principalmente a través de formas de transcripción, y decisiones estructurales o editoriales, pertenecientes a la presentación adecuada de cuerpos inmersos en aventuras narrativas. [34]
El primer problema lidió, pues, con encontrar un formato visual apropiado para las transcripciones. Esto era una tarea relativamente sencilla, dado que ya tenía de quién aprender: etnógrafos y lingüistas de conversación y narración de cuentos se han topado con esta pregunta, y fructíferamente han señalado maneras en las cuales el texto transcrito puede ser gráficamente representado de una forma evocativa y poética. La convención de presentación de acuerdo a la cual las palabras de los informantes/entrevistados son representadas en un bloque señalado y separado del texto por doble espacio fue problematizada. TEDLOCK (1983), para mencionar una postura, ha sugerido que el formato visual del texto de hecho representa su interpretación. No hay formato "neutral", y la representación empacada y justificada de los extractos orales es portadora de muchas implicaciones, entre las cuales hay implicaciones morales. La presentación y transcripción no tenía que ver sólo con la interpretación de la viñeta transcrita, sino con conceptualizar su género; es poesía, prosa, etc. (TEDLOCK 1983). Los diferentes géneros son presentados de formas gráficas y espaciales. [35]
Paradójicamente, fue sólo en el "capítulo metodológico", en el cual los límites son impuestos en lugar de ser desafiados, que me permití experimentar con tales representaciones. Estas presentaciones sugieren leer/escuchar algunas partes de las historias de los mochileros como narración rítmica, como poesía. Esto fue de particular interés, y casi vital, cuando se aplicó a narrativas personificadas de movimiento. Los textos que describen el cuerpo en movimiento tenían que mover a sus lectores de una forma que transmitiera los sentimientos que estas mujeres mochileras estaban narrando. El ritmo de la narración oral fue transformado en una forma poética de transcripción escrita, transmitiendo calladamente la vivencia corporal de esa experiencia, reflexionando y evocando las experiencias del cuerpo y el espacio. Cuando las mochileras narraban la exigente experiencia de escalar una montaña, sus palabras eran transmitidas de una forma en que contagiaban su respiración pesada; cuando narraron la apresurada "caída" de sus cuerpos desde los picos y estrechos de las montañas que recorrieron, de esa forma sus textos eran presentados con palabras apresuradas, tropezando en la página, brincándose líneas y muchas palabras. [36]
En otros casos fueron mis palabras las que necesitaron una representación menos tradicional, más gráfica. Tal era el caso cuando evoqué mis propias memorias como un mochilero, una década antes, en forma de viñetas personales. En ese caso escribí memorias desde y reflexiones sobre el viaje, retratando mis experiencias de una forma más poética y consciente del estilo. [37]
El segundo aspecto con el que lidié concernía no tanto a gráficas visibles de transcripción y a la palabra impresa, sino a la estructura del trabajo y las decisiones editoriales que tenían que ver con las divisiones y contenidos de los capítulos. De nuevo, me encontré oponiéndome a algunos principios básicos de la escritura de la academia científico-positivista. Encontré bastante difícil la estructuración de las relaciones entre capítulos y subcapítulos: mientras que las formas científicas de escribir son lineales, y acarrean distinciones y categorías jerárquicas, yo en cambio sentía que mi trabajo no era realmente un desarrollo lineal u ordenado de conceptos y no podía ser representado correctamente en formas ordenadas de escritura. [38]
Algunos subcapítulos tenían la calidad de lo que William LABOV llamaba "frases flotantes" (1972), esto es, podían encajar en cualquier lugar teniendo en cuenta que eran "no-narrativas". Otras partes podían difícilmente encajar bajo cualquier título y requerirían nuevos títulos y nuevos capítulos. Mientras parte del documento se podía haber inclinado a formas más tradicionales, el componente de "experiencia vivida" del trabajo, la calidad personificada de las narrativas, y la forma en que leí los textos simplemente tenía que ser expresada a través de una clase diferente de escritura menos rígida, ordenada y jerárquica (HANDELMAN 1993). El trabajo que escribí parecía, y lamento decir que efectivamente lo estaba, ligeramente ordenado. Era bastante "enredado" (DENZIN 1997); sólo "cerca" al punto (LAU 2002, siguiendo a IRIGARAY 1977).11) Difícilmente tenía alguna hipótesis conceptual transversal que fuera estudiada sistemáticamente a través de la disertación, y si había algún argumento o idea esencial en la disertación, no fue explícitamente mencionado en ella. No fui capaz de o no tuve éxito en cristalizar una clara "estructura vertical" de conocimiento, y, no es necesario decirlo, en diseñarla lineal y progresivamente. [39]
Mi (última) esperanza era que mientras su atención se dirigía a mi trabajo, los lectores se transformarían de comentaristas o críticos, leyendo un informe del desarrollo de una hipótesis, en lectores que se movieran "con" el trabajo (FRANK 1995, p.23). Esto significaría seguir la forma en que yo intentaba crear significado y ausencia de significado, sin importar cuán idiosincrásico y frágil fuera el camino. A través de ese proceso produje un tipo de escritura diferente de todo el que había conocido previamente, y una forma de escritura diferente de toda la que yo mismo había escrito antes. Deseé que mis lectores, y especialmente los jueces anónimos, fueran capaces de sobrellevar su "desorden", que lo disfrutaran y se beneficiaran de él.
Cuando mi consejero me devuelve algunos capítulos que leyó, lo escucho murmurar quedamente: "buen trabajo, buen trabajo,
pero sus jueces deberían ser ..." [40]
Pensadores del diálogo:
La escritura académica usual dificulta las cosas para los pensadores del diálogo u orientados a las teorías relacionales. Tal como mencioné arriba, la academia es un sitio donde la individualidad es vehementemente perseguida y repetidamente constituida. Yo no sólo comparto ideas con colegas o las tomo prestadas, las "robo", etc., sino que cuando leo los trabajos de los otros, tengo la profunda sensación de que la conversación creada entre nosotros es la más temprana forma de creación de conocimiento. Los trabajos tienen su forma de "conmover" y "llevarme" a emociones y acciones con una intensidad que me sorprende una y otra vez (más recientemente JONES 2002). Y así las secciones de "revisión literaria" de mis publicaciones son usualmente en forma de un diálogo (abierto), en lugar de ser un monólogo (conclusivo). Constantemente recibo comentarios en este aspecto. Los revisores me piden que acceda al "conocimiento" objetivo directamente, en lugar de hacerlo desde dentro de la relación o conexión que "siento" hacia sus voceros. Pero amo conversar con compañeros pensadores a través de su escritura. El hecho es que cuando recibo una nueva publicación (usualmente después de haber leído todo el ejemplar que está en la biblioteca), miro a través de las páginas rápidamente y pienso que tengo un maravilloso nuevo espacio/lugar en el cual escribir, esto es, comentar y conversar (JACKSON 2001). [41]
4. Comparando reflexiones: mochileando en la academia
A medida que progresaba la jornada de investigación se cristalizaban las semejanzas entre las narrativas de los mochileros y mi de disertación. En ambos casos, eran centrales una mezcla de imágenes románticas y modernas y arquetipos de viaje y transformación de uno mismo, permitiendo la construcción del progreso del explorador o del científico (GREEN 1993). Ambos esfuerzos, el viajar como caminar-y-narrar, y la disertación como investigar-y-escribir, parecían ser razonadamente construidas y estructuradas como un rito de pasaje. [42]
También es evidente en las experiencias de mis colegas. Los estudiantes de doctorado típicamente mencionan la "jornada" que han atravesado, el "camino" que han recorrido y avanzado desde el inicio de su trabajo a su estado actual. La metáfora de la jornada, a veces romántica (acerca de la naturaleza), a veces moderna (acerca de la ciencia), significa que la experiencia de convertirse en un académico es aquella del individuo llegando a nuevos destinos o colonias del conocimiento, anteriormente desconocidas. Ésta es una de las metáforas fundamentales de la ciencia, esto es, su conversión en una "terra incognita" (BOORSTIN 1983, citado en JOSSELSON & LIEBLICH 2002; GREEN 1993)12). Por supuesto, la metáfora institucional es encarnada personalmente en el académico, en su carrera guiada: se espera que los escolares ejecuten ritos de transición y que los repitan. [43]
Las semejanzas entre mi esfuerzo y el de los mochileros, esto es, entre la construcción racional del viaje de exploración en la disertación y la jornada de los mochileros, eran notorias sobretodo en el reino de la narrativa. Ambas son historias de un rito-de-transición por el cual el individuo entra y accede a capital cultural. Más importante aún, las historias socialmente construidas de ambos ritos-de-transición son ritualistas en el hecho de que el significado que tienen es principalmente simbólico. Contemplando a los mochileros, rápidamente me di cuenta de que viajaban por las historias. Viajan después de que han oído muchas historias, las cuales pre-moldean el itinerario del viaje y las experiencias que otorga. Y progresan y "maduran" durante el viaje – todos declaran que lo hacen – en correlación con los logros que tal jornada (predominantemente romántica) y las aventuras narrativas acarrean (ELSRUD 2001; GREEN 1993; NOY 2002a, 2003, en prensa). Tanto las historias personales como las extensas narrativas sociales e institucionales son sobre un rito de pasaje, esto es, sobre una significativa transformación de uno mismo. Y esta búsqueda después del cambio personal es alcanzada a través de poseer una historia, validada por los eventos particulares de la propia jornada. Los mochileros veteranos poseen historias, y tienen autoridad para decirlas (SHUMAN 1986). Ganan el derecho a la audiencia. [44]
Los paralelos con la disertación doctoral, como un rito (escritura) de transición, son el narrar. Considere esto: ¿cuánta gente lee disertaciones? O, por qué los congresos disciplinarios dentro de las ciencias sociales regularmente dedican sesiones a "cómo hacer un libro de tu disertación?". Parte de la iniciación del "académico novato" es el ir a través de un "entrenamiento básico" institucionalmente construido con el fin de probar su valía y concederle sus sellos formales y sociales permitiéndole la entrada a las arenas académicas. Porque de ninguna manera hay una necesidad "inherente" de buscar investigación en la forma monográfica de la disertación. [45]
En cualquier caso, se espera que los "jóvenes académicos" publiquen artículos y libros basados en su trabajo, y estas publicaciones son las que tienen peso cuando se toman decisiones sobre su carrera. Al igual que los viajeros, se espera que los jóvenes académicos "viajen" y que, con una importancia al menos similar, escriban una narrativa de su exitosa jornada (predominantemente moderna). A pesar de que los mochileros principalmente dicen historias, y los académicos principalmente las escriben, la dimensión narrativa de sus jornadas es esencial. En su discusión titulada "la mente del hombre blanco aventurero", GREEN (1993) escribe que, "la modernidad comienza con el cuento de aventuras" (p.148), la cual, en nuestro caso, se refiere a la jornada narrativa. Es central en la modernidad el esfuerzo científico en el que el énfasis está puesto en la experimentación. Citando a MERCHANT, GREEN escribe, "el experimento expresa el espíritu de la acción, de un 'hacer' dedicado a 'encontrar'" (la itálica es mía, p.144). [46]
Es necesaria una nota final respecto a la modernidad versus la post-modernidad aquí. La estructura de una jornada auto-transformadora, de un rito y un derecho de transición, está colmada de valor; es una forma de capital cultural/narrativo, y dota al practicante exitoso con ciertos méritos estimables. En la versión moderna, llevar a cabo la disertación de una forma más o menos "exitosa", esto es, completarla dentro del tiempo asignado, y dentro de los marcos teóricos y metodológicos propuestos al comienzo de esta búsqueda moderna, denota una completa narrativa de un rito de pasaje. Era lo resultante y lo buscado después de girar alrededor de las virtudes del compromiso, la dedicación, la obligación y la firmeza. Por el contrario, en los esfuerzos de disertación posmoderna y post-estructural, donde la estructura del investigador es negociable, es tanto un proceso como es un documento, y donde la reflexividad es central, una una nueva moral es otorgada. Aquí se buscan y valoran la improvisación, intuición, inocencia y sensibilidad social, cultural y personal. Las diferentes narrativas de los ritos de transición guían al joven académico a través de diferentes avenidas y lo dotan de un código moral distinto: uno más conservativo y uno más liberal, uno más "serio" (GUREVITCH 2000), y el otro más juguetón, uno más abstracto, el otro más concreto. La neutralidad se cambia por un involucrarse más; la pasividad se cambia por diligencia. [47]
Como en el caso de los mochileros, también adquirí el derecho a la historia por haber "ido allí afuera" e "ir a través de las jugadas", esto es, a través del paradigma empírico-experimental. Como en el caso de los mochileros, yo también habría podido confinarme a mí mismo a la oficina cuando investigaba. Tendría que haber un "campo", el cual sería construido, y las "jornadas", que son movimientos desde y hacia; como con los mochileros, hay un modelo simple de una historia exitosa, el cual tiene que ver con coherencia, unidad, linealidad y continuidad. Se considera que las historias "caóticas" son un problema y son conflictivas, y más que representar una alternativa, representan una desilusión. Y por último, dado que éstas son historias de transición e iniciación, esto es, de pertenencia, desorden y desilusión, son fallas que conducen a la no-admisión o no-aceptación.
Ahora que termino de escribir el primer capítulo, un largo ensayo de posturas y citas en narrativa,
se lo entrego a Amia y Yorm para que lo lean, y exploto en lágrimas.
Sé que la disertación se hará, que se está haciendo.
Estoy extasiado.
Estoy llorando. Mi madre. Estoy sintiendo a mi madre. De quien heredé mi forma de escribir; mi incapacidad para escribir.
Y entonces, de vuelta en la frustración diaria de escribir el siguiente capítulo, y la re-escritura del siguiente capítulo, y el siguiente ...
Dos veces al día ella estaba disponible. Por un momento. Antes de dormirse y al amanecer las ideas fluían a través de ella, completas, ideales, perfectamente articuladas. Me dijo, "estas ideas, yo las tenía ... yo las sostuve ...". Pero con cualquier movimiento que hizo para atraparlas o grabarlas, se disolvían. Esta era la maldición. Lo sé bien (lo estoy escribiendo). Ella encontró consuelo en la escritura fluida de mi padre, y la mía. Ella esperaba que yo pudiera ayudarla a escribir. La ironía.
En este momento pienso, escribo y/mientras/como vivo. Conecto todos los renglones de las cartas que escribiste, la tinta del bolígrafo, la tinta de la pluma, y la tinta de la impresora en una línea de vida que es larga (e igual al trazo de un sismógrafo). Cuando se detiene, también tú lo haces. Escribir como morder en algo más agudo que tus dientes. Como rascar tu piel demasiado profundamente. Persiguiendo fantasmas. Yo, incluso yo, no podía consolarla/consolarme. Y no puedo tener esperanzas por ella o ayudarla más. Incluso yo mismo no estoy "esperanzado"13). Escribir como soplar aire suavemente, escribir como reavivar una llama.
Cuántas veces he decidido que no voy a escribir más? ¿Cuántas veces he escrito estas dudas y titubeos, tal como ahora? [48]
Al comienzo del ensayo sugerí una forma de percibir la narrativa – y de comunicación lingüística en general – distinta de la convencional. Las narrativas de vidas y de experiencias vividas – tales como las historias románticas de los mochileros, y las disertaciones de los jóvenes académicos – acarrean la acción y no sólo presentan una "realidad" discernible (GERGEN 1994; SHOTTER 1993; WORTHAM 2001). He tratado de mostrar aquí, usando una autoetnografía, cómo la narrativa personal promueve, ejecuta y evoca, más que comunicar. Sugiero que adicionalmente a la "unidad" y "dirección" deberíamos contemplar como centrales la experiencia y las relaciones al construir significado en la narrativa. [49]
"Mi tía me preguntó por dónde viaje por tanto tiempo. Le dije que a Japón.
Mi tía me preguntó que qué era ese Japón al cual yo había ido, cómo era y qué encontré allí. Y
yo no supe las respuestas".
Ya'akov RAZ, Tokyo and Back (2000)
El diálogo en la parte superior es tomado del epílogo de un diario poético de una jornada. En una sección, RAZ describe la forma en que un viejo jardinero de rocas japonés habla sobre las rocas y piedras que él "cultiva" y nutre en su jardín, con más afecto y calor con la que la mayoría de las personas hablan de sus hermanos. La jornada, en la cual RAZ se embarcó a través de la región del sur de Japón, siguió los pasos de otro recorrido hecho por otro explorador – el famoso Basho, escritor de poemas Haiku – precisamente tres siglos antes (1689-90). [50]
Siguiendo el temor de RAZ y su perplejidad en su larga jornada, yo también me siento confundido: ¿qué fue lo que yo escribí en la disertación? ¿Sobre qué escribí? Swarthmore (en donde estoy haciendo mi post-doctorado), Jerusalén, la pantalla que sisea y la partida de mi madre son ahora uno solo. [51]
¿Publicar o perecer? Si usted piensa en ello lo suficiente, si lo cita de un contexto a otro, el decirlo suena aterrador. Algunas personas publicaron y perecieron. Otras perecieron porque publicaron. [52]
Estoy aquí porque sé que tengo que publicar (no quiero perecer). No estoy seguro de qué estoy escribiendo exactamente, ni sé si ésta es la pregunta central que está en juego, ni sé si entiendo la relación entre etnografía, investigación, narrativa, yo mismo (investigador) y la escritura. Sólo sé que aquí, en esta ocupación, tengo que escribir. No es un privilegio sino una necesidad. Líneas muertas por líneas de vida. [53]
Una escritura de transición. [54]
Agradezco profundamente a Kenneth GERGEN y Matt KUTOLOWSKI por sus comentarios sobre versiones previas de este artículo. Quiero también agradecer a la Fundación Rothschild (Yad-Hanadiv) por un excelente año de investigación post-doctoral en la Universidad de Pensilvania en el Swarthmore College, durante el cual fue escrito este documento. Partes del artículo fueron presentadas en la Conferencia QUIG de Estudios Cualitativos Interdisciplinarios (QUIG Conference on Interdisciplinary Qualitative Studies), Universidad de Georgia, Athens, Enero 4 de 2002; y en el 2º Coloquio Anual Interdisciplinarios Cualitativos en Investigación (2nd Annual Interdisciplinary Qualitative Approaches to Research Colloquium), Universidad A&M de Texas, College Station, Febrero, 28 2002.
1) Traducción de David LÓPEZ. <regresar>
2) A pesar de que me estoy refiriendo a la disertación, todo lo que digo se mantiene también para este escrito y tal vez para formas adicionales de escritura en la academia. <regresar>
3) Siguiendo la búsqueda de GUREVITCH (2000) sobre sus "paternales" fuentes de escritura. <regresar>
4) "Seguibilidad" es una traducción del término "followability", que es un término en inglés que alude a la continuidad de una historia (Nota del T.). <regresar>
5) "Apertura interpretativa" como la traducción de la palabra en inglés "openness", que a su vez es la forma convencional de traducir del italiano al inglés este concepto desarrollado por Umberto ECO en Open Work [Opera Aperta] (Nota del T.). <regresar>
6) El senderismo o trekking es una actividad deportiva no competitiva o recreativa que consiste en recorrer caminos o sendas, preferentemente agrestes (Nota del T., adaptado de http://es.wikipedia.org/wiki/Senderismo). <regresar>
7) Y también TYLER (1986). Para material específicamente concerniente a la tesis y disertación cualitativa ver GARRET (2000), y MELOY (2002). Ver nota 12. <regresar>
8) Siento que se necesita advertir algo aquí. Algunos aspectos contractuales de la propuesta podrían ser muy útiles al estudiante de doctorado, dado que un contrato es, después de todo, un compromiso entre dos voluntades. Así como compromete al investigador también compromete a la institución, en la forma de un comité de disertación. En caso de haber malentendidos, se aconseja una clara descripción del alcance del trabajo. (La negociación entre las expectativas del estudiante graduado y lo que efectivamente se ha alcanzado, tiene lugar en los comités de disertación, un tema que exige su propia [auto]etnografía. <regresar>
9) Las vicisitudes, incluyendo claras involuciones en tales "convenciones de atribución" datan al menos de la temprana Edad Media (como lo señala STEWART) en una interacción entre dos géneros separados: el "trabajo académico", por un lado, y el "trabajo literario", por el otro. Es claro que la controversia sobre lo que son estos "géneros", o lo que la "atribución significa", implicaría un repaso desde el comienzo de la escritura y su registro. <regresar>
10) Tales como AVRAHAMI (2002), BLOCH-TZEMACH (1998), MAOZ (1999), MEVORACH (1997), SALMON (1998) y SIMCHAI (1998). Para una revisión de los trabajos ver NOY (2002b). <regresar>
11) También FRANK (1991) usa enfáticamente el término "enredado" cuando se refiere a la experiencia encarnada y textos, en oposición a géneros no-encarnados, neutrales y sabelotodo. (pp.53, 61). Siguiendo a SCHWARZ (1986, citado en FRANK 1991), FRANK reitera la frase "la verdad era un enredo", y añade que "cualquier teoría debería tomarlo como algo significativo, breve y preciso" (p.53). Escribir acerca del sustento, de la existencia corporal y vivida, me parece por lo tanto "enredado" por definición. <regresar>
12) Ver también Mi viaje en la Disertación Cualitativa (GARRET 2000), y TOPOL (2001), los cuales autoetnográficamente presentan el viaje y la transformación de mujeres escribiendo disertaciones en campos cualitativos. Tales trabajos son conmovedores y reveladores particularmente en su perspectiva feminista de la disertación como una iniciación masculina en la institución masculina moderna – la academia. <regresar>
13) Como en el verso del poeta Yehuda AMICHAI en "Tu Vida y Muerte, Padre" (1956): "Yo que era tu esperanza / Ahora ya no estoy esperanzado" (en HARSHAV & HARSHAV 1994, p.16). <regresar>
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Chaim NOY: Me gradué del Departamento de Psicología en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Israel (2002), y estuve en una Asociación de Postgrado de Rothschild en Estados Unidos (el departamento de psicología, Swarthmore College, y el Centro para el Folclor y la Etnografía, Universidad de Pensilvania). Actualmente soy investigador titular en el postdoctorado M. Ginsberg, en el departamento de Sociología y Antropología, Universidad Hebrea, Jerusalén. Mis intereses incluyen las formas cualitativa y narrativa de indagación combinadas con la investigación de la experiencia cotidiana, identidad, turismo, y teorías de incorporación social, particularmente en el contexto de la sociedad israelita.
Publicaciones recientes de Chaim NOY que pueden ser de interés para los lectores de este artículo:
Noy, C. (2007). Narrative community: Voices of Israeli backpackers. Wayne State University Press.
Noy, C. & Cohen, E. (Eds.) (2005). Israeli backpackers: From tourism to a rite of passage. State University of New York Press.
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Noy, Chaim (2003). La escritura de transición: Reflexiones en torno a la composición de una disertación doctoral en metodología narrativa [54 párrafos]. Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, 4(2), Art. 39, http://nbn-resolving.de/urn:nbn:de:0114-fqs0302392.